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La gestión ambiental responde al "cómo hay que hacer" para conseguir lo planteado por el desarrollo

sostenible, es decir, para conseguir un equilibrio adecuado para el desarrollo económico, crecimiento de
la población, uso racional de los recursos y protección y conservación del ambiente. Abarca un concepto
integrador superior al del manejo ambiental: de esta forma no sólo están las acciones a ejecutarse por la
parte operativa, sino también las directrices, lineamientos y políticas formuladas desde los entes rectores,
que terminan mediando la implementación.
La gestión ambiental es un proceso que está orientado a resolver, mitigar y/o prevenir los problemas de
carácter ambiental, con el propósito de lograr un desarrollo sostenible, entendido éste como aquel que le
permite al hombre el desenvolvimiento de sus potencialidades y su patrimonio biofísico y cultural y,
garantizando su permanencia en el tiempo y en el espacio.
Esta política se relaciona con estos dos objetivos debido a que ambos hablan de un desarrollo sostenible
en pro a la conservación ambiental.
Objetivo 14: Conservar y utilizar sosteniblemente los océanos, los mares y los recursos marinos
Objetivo 15: Gestionar sosteniblemente los bosques, luchar contra la desertificación, detener e invertir la
degradación de las tierras, detener la pérdida de biodiversidad
En el caso del objetivo 14
se desarrolla con la política 19 ya que Los océanos y mares son esa fuente de vida azul de la que
depende nuestra salud y la del planeta. Por ello, es de vital importancia mantenerlos en buen estado para
preservar el medio ambiente y acercarnos hacia un modelo de desarrollo sostenible.
La gestión cuidadosa de este importante recurso mundial es una característica clave de un futuro
sostenible. Sin embargo, en la actualidad, debido a la contaminación marina y la acidificación, las
aguas costeras continúan deteriorándose, lo que afecta negativamente las funciones de los
ecosistemas y la biodiversidad. También tiene un efecto adverso en la pesca en pequeña escala.
La protección de nuestros océanos debe seguir siendo una prioridad. La biodiversidad marina es vital
para la salud de las personas y del planeta. Las áreas marinas protegidas y sus recursos deben
gestionarse de manera eficaz, y deben promulgarse regulaciones para reducir la sobrepesca, la
contaminación y la acidificación de los océanos.
En cuanto al enfoque del COVID 19
La acción y la conservación marina no se detendrán para abordar la pandemia de COVID 19. Debemos
buscar una solución duradera para la salud mundial. Nuestra vida depende de la salud del planeta.
La salud del océano está estrechamente relacionada con nuestra salud. Según la UNESCO, el océano
puede ser un aliado en la lucha contra el COVID-19: las bacterias que se encuentran en las
profundidades del océano se están utilizando para pruebas rápidas para detectar la presencia de
COVID-19. Además, la diversidad de especies de los océanos ofrece esperanzas para los
medicamentos.
La pandemia brinda la oportunidad de reactivar los océanos y comenzar a construir una economía
oceánica sostenible. Un informe de la Comisión Económica y Social de las Naciones Unidas para Asia
y el Pacífico indica que debido a la pandemia de COVID-19, la suspensión temporal de actividades y la
reducción de las actividades humanas y los requisitos de recursos pueden brindar un respiro muy
necesario para el medio marino. para comenzar a recuperarse.

En el caso del objetivo 15


Tiene relación porque el crecimiento económico sin sustentabilidad ambiental y equidad social destruye y
agota los recursos naturales, degrada el ambiente y la calidad de vida y genera procesos poco solidarios
de distribución de la riqueza. El reconocimiento de esta situación por la conciencia mundial ha conducido
a plantear el desarrollo sostenible como estilo o forma de desarrollo capaz de enfrentar exitosamente los
problemas ambientales.
En ese sentido, propiciar un equilibrio entre el crecimiento socio–económico, la utilización de los recursos
naturales y la conservación del ambiente, debe considerarse como uno de nuestros grandes objetivos
nacionales.
El fin supremo de la sociedad y el Estado es el desarrollo humano, el crecimiento económico no es más
que un medio. Los adelantos, a corto plazo, en materia de desarrollo humano son posibles, pero no serán
sostenidos en el tiempo sin un mayor crecimiento económico. A su vez el crecimiento económico tampoco
será sostenible sin desarrollo humano. Un desarrollo que perpetúe las desigualdades actuales no es
sostenible ni vale la pena sostenerlo. Por tanto, se necesitan nuevos criterios para ampliar y mejorar las
oportunidades de empleo a fin de posibilitar la participación de la sociedad en el crecimiento económico y
se beneficie de él.

En cuanto al enfoque del COVID 19


La deforestación y la desertificación (provocadas por las actividades del ser humano y el cambio
climático) suponen graves desafíos para el desarrollo sostenible y han afectado a las vidas y medios de
subsistencia de millones de personas. Los bosques poseen una importancia vital para el mantenimiento
de la vida en la Tierra y desempeñan un papel clave en la lucha contra el cambio climático. El estado de
los bosques del mundo 2020 destaca que, desde 1990, unos 420 millones de hectáreas de árboles han
desaparecido en pro de la agricultura y otros usos de la tierra. La inversión en la restauración de la tierra
es crucial para mejorar los medios de subsistencia y reducir las vulnerabilidades y los riesgos para la
economía.
La deforestación y la desertificación (causadas por las actividades humanas y el cambio climático)
plantean serios desafíos para el desarrollo sostenible y afectan la vida y los medios de subsistencia de
millones de personas. Los bosques son vitales para sustentar la vida en el planeta y desempeñan un
papel clave en la lucha contra el cambio climático. El Estado de los Bosques del Mundo 2020 enfatiza que
desde 1990 han desaparecido alrededor de 420 millones de hectáreas de árboles, lo que beneficia a la
agricultura y otros usos de la tierra. Invertir en la restauración de la tierra es esencial para mejorar los
medios de vida y reducir la vulnerabilidad y el riesgo económicos.
La salud de nuestro planeta también juega un papel importante en la aparición de enfermedades
zoonóticas (es decir, enfermedades que se propagan entre animales y humanos). A medida que
continuamos invadiendo ecosistemas frágiles, estamos cada vez más expuestos a animales y plantas
silvestres, lo que propaga patógenos en especies silvestres al ganado y los humanos, lo que aumenta el
riesgo de aparición y amplificación de enfermedades. Como fue el COVID 19

La salud de nuestro planeta también desempeña un papel importante en la aparición de enfermedades


zoonóticas, es decir, enfermedades que se transmiten entre animales y humanos. A medida que
seguimos invadiendo los frágiles ecosistemas, entramos cada vez más en contacto con la flora y fauna
silvestre, lo que permite que los patógenos presentes en las especies silvestres se propaguen al ganado y
a los seres humanos, lo cual aumenta el riesgo de aparición de enfermedades y de amplificación.

La naturaleza resulta vital para nuestra supervivencia: la naturaleza nos proporciona oxígeno, regula
nuestros sistemas meteorológicos, poliniza nuestros cultivos, y produce nuestros alimentos, piensos y
fibras. Sin embargo, se encuentra sometida a una presión cada vez mayor. La actividad humana ha
alterado casi el 75 % de la superficie terrestre y ha empujado a la flora y fauna silvestre y a la naturaleza
a un rincón del planeta cada vez más pequeño.
Alrededor de un millón de especies de animales y plantas se encuentran en peligro de extinción (muchas
de ellas, en las próximas décadas), de acuerdo con el Informe de Evaluación Global sobre Biodiversidad y
Servicios Ecosistémicos de 2019. El informe exigió cambios transformativos que restauren y protejan a la
naturaleza. Asimismo, se descubrió que la salud de los ecosistemas de los que dependemos, al igual que
el resto de especies, se está deteriorando más rápidamente que nunca, lo cual está afectando a los
mismos cimientos de nuestras economías, medios de subsistencia, seguridad alimentaria, salud y calidad
de vida en todo el mundo.

Los tiempos actuales exigen orientaciones prácticas y realistas en cuanto a la aplicación de estrategias de
manejo y utilización de los recursos naturales. Nuestro planeta viene experimentando una gran presión, a
niveles peligrosos, a consecuencia de prácticas extractivas y degradación de los recursos naturales y la
contaminación del ambiente.

La Comisión de Ambiente, Ecología y Amazonía no está ajena a los requerimientos de estos tiempos, y
siendo consciente del enorme potencial de nuestro país en materia de recursos naturales, paisajísticos y
culturales, considera que, mediante el desarrollo de un adecuado marco jurídico–político, debemos dejar
atrás cualquier actitud proteccionista limitante para asumir decididamente una actitud de promoción a la
participación en el aprovechamiento racional y sostenible de nuestros recursos, la realización de trabajos

Los recursos biológicos de la Tierra son fundamentales para el desarrollo económico y social de las
personas. Los ecosistemas terrestres constituyen el sustento de la mayoría de las actividades humanas y
la base de una gran variedad de bienes y servicios ambientales esenciales para el bienestar social.
La biodiversidad —o diversidad biológica— se refiere a la gran variedad de seres vivos que existen en el
planeta. Ésta engloba, además de los distintos ecosistemas marinos y terrestres, las interacciones y
dependencias que se forman entre la pluralidad de especies.
Su papel es vital pues salvaguarda el funcionamiento de los ecosistemas en lo referente a sus ciclos: el
ciclo del agua, el ciclo de los nutrientes, o el del suelo, con su correcta formación. Además, un buen
equilibrio biológico favorece la regulación del clima y una menor contaminación. En lo que respecta al ser
humano, la biodiversidad nos aporta la seguridad alimentaria, el acceso a diferentes materias primas y la
accesibilidad a agua limpia. Nos previene ante posibles desastres naturales y facilita, asimismo, la
seguridad energética.
LA BIODIVERSIDAD Y EL DESARROLLO SOSTENIBLE
El fomento del desarrollo económico y social, el respeto del medio ambiente y la promoción de la
biodiversidad mundial son valores corporativos primordiales

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