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La renta variable es la gran protagonista de los mercados financieros.

Aunque en las bolsas de valores se


compran y venden títulos de renta fija, títulos de renta variable y derivados, cuando la gente habla de la Bolsa
se refiere al mercado de renta variable. Y cuando se habla de productos o títulos de renta variable, se está
refiriendo, sobre todo, a acciones de empresas.
El mercado de renta variable, o mercado de acciones, refleja las expectativas empresariales y, por lo tanto, la
situación económica general de los distintos países y del mundo entero.

El riesgo de la renta variable para el inversor

El riesgo es una característica inherente a los valores de renta variable. Riesgo significa
incertidumbre. Usted no sabe qué rentabilidad (dividendos y/o plusvalías) puede obtener de su
inversión. La rentabilidad puede ser muy inferior o muy superior a lo esperado.

En general, cuando se habla del riesgo de la renta variable suele considerarse sólo el riesgo de
precio, puesto que se entiende que el resto de los riesgos (de insolvencia, de inflación, de tipo de
interés, de tipo de cambio….) ya están incluidos en éste. Es decir, el principal riesgo de una
inversión en acciones es que baje su cotización. Si usted tuviera que vender sus acciones cuando la
cotización baje, podría perder parte o casi la totalidad del capital invertido.

No todas las acciones están sometidas a riesgos parecidos. Depende mucho de la empresa que las
emita: su tamaño (¿se trata de una empresa grande y establecida o de una de reciente creación?),
zona geográfica y divisa (España, zona euro, mercado emergente), sector de actividad (financiero,
eléctrico, tecnológico), etc.

Volvamos al binomio riesgo/rentabilidad: los inversores están dispuestos a asumir un riesgo mayor
cuando tienen la posibilidad de obtener rentabilidades mayores.

Un consejo muy importante:

Debe plantear su inversión en acciones con la vista puesta en el medio y largo plazo. La renta
variable ha sido la categoría de activos con mayor rentabilidad a largo plazo. A corto plazo, sin
embargo, se trata de una inversión arriesgada por su alta volatilidad.

La volatilidad es una forma de medir el riesgo y se refiere a las variaciones grandes de precio y de
rentabilidad que sufre un mercado, un índice, una cartera o un activo financiero. Si un activo sube
o baja mucho en poco tiempo, se dice que tiene alta volatilidad.
El efecto de la volatilidad tiende a disminuir con el tiempo. Por eso, el inversor a largo plazo no
debe alarmarse excesivamente por las fluctuaciones diarias de los mercados. Nunca invierta en
acciones dinero que va a necesitar a corto plazo.

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