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TALLER RELAJACIÓN CAF GRUPO DE MADRES

SEGUNDA PARTE

ENTREGA DE HOJAS: respiración, cuento del elefante y formas de relajarse.

PRÁCTICA

Respiración profunda:
Tumbados en el suelo, las rodillas dobladas, pies separados, columna recta, una mano sobre el abdomen y otra sobre el
tórax, tomar el aire por la nariz y sacarlo por la boca haciendo un ruido suave y relajante como hace el viento cuando
sopla ligeramente. Hacer respiraciones largas, lentas y profundas que eleven y desciendan el abdomen.

¿RELAJACIÓN MUSCULAR?

RELAJACIÓN CON VISUALIZACIÓN: NUBE O PLAYA

EJERCICIO DE LA NUBE

Tomamos conciencia de nuestra respiración como hemos practicado antes y nos situamos mentalmente en esta
habitación en la que estamos. Imaginamos las paredes, las sillas, las mesas, las ventanas y la puerta. Imagina que sales
de la sala y te diriges hacia la puerta exterior.

Estás saliendo por la puerta y cuando sales ves que a tu izquierda hay una escalera mecánica que sube hacia el cielo y
no ves dónde termina. Decides dar unos pasos y subir para ver hacia donde se dirige.
Mientras la escalera te eleva lentamente, ves cómo dejas abajo el CAF, el Centro Social, la plaza… sigues subiendo y
cada vez puedes ir viendo más el pueblo, sólo ves tejados. La escalera continúa transportándote confortablemente
hacia el cielo despejado, miras hacia abajo y ves los edificios cada vez más pequeños, muy pequeños. La atmósfera es
profundamente azul, miras a tu alrededor y hace un día precioso, la brisa hace ondear tu ropa, y aspiras el aire con
placidez.

Llegas a un suave estrato de vapor, te encuentras con un mar de nubes muy blancas. La escalera se curva aplanándose
de modo que te permite caminar sobre ella como en un paseo de piedras. Caminas hacia adelante, y compruebas que
estás avanzando en un piso de nubes. Tus pasos son muy armónicos. Te sientes ligero y puedes saltar largas distancias,
la gravedad es muy débil. Aprovechas para hacer piruetas, cayendo sobre tus espaldas y rebotando hacia arriba
nuevamente, como si una gran cama elástica te impulsara cada vez, más y más alto. Los movimientos son lentos y tu
libertad de acción es total. (*)
Escuchas la voz de una antigua/o amiga/o que te saluda. Ves cómo se acerca hacia ti corriendo para chocar contigo en
un abrazo. Al chocar rebotáis y rodáis una y otra Vez por el mar de nubes, riendo. Es muy divertido flotar entre las
nubes.

Finalmente, os sentáis y entonces tu amigo/a saca de entre sus ropas una caña de pescar que empieza a soltar. Prepara
los aparejos, pero en lugar de anzuelos coloca un imán en forma de herradura. Luego comienza a maniobrar con el
carrete y hace caer el imán entre las nubes, atravesándolas hacia abajo... Te dice: “vamos a ver qué pescamos”. Pasa
un tiempo y la caña comienza a vibrar y grita: "¡Tenemos buena pesca!". Inmediatamente se pone a recoger el sedal
hasta que aparece el imán agarrando una gran bandeja. En ella hay todo tipo de alimentos
y bebidas, cosas ricas de todo tipo, las que más te gustan. Cogéis la bandeja, estáis felices y con ganas de daros un
gran festín. Todo lo que pruebas es de exquisito sabor. Lo más sorprendente es que los manjares no disminuyen.
Cuando gastáis algo, aparecen nuevos alimentos reemplazando los otros con sólo desearlo. Así que te pones a elegir
aquellos que siempre quisiste comer y los disfrutas. (*)
Ya satisfechos, os estiráis de espaldas sobre el blando colchón de nubes, con una estupenda sensación de bienestar. (*)
Sientes el cuerpo algodonoso y tibio, totalmente aflojado, mientras suaves pensamientos surcan tu mente. (*) No
sientes prisa, ni inquietud, ni deseo alguno, como si tuvieras todo el tiempo del mundo para tí. (*)

En ese estado de felicidad y bienestar, intentas pensar en los problemas que tenías en la vida diaria y experimentas que
puedes tratarlos sin tensión innecesaria, de manera que las soluciones se te aparecen claras. (*)

Al rato, escuchas a tu amigo/a que dice: "Tenemos que volver". Te incorporas y, dando unos pasos, sientes que
caminas hacia la escalera mecánica. Te subes en ella y Suavemente ésta se inclina hacia abajo penetrando el piso de
nubes. Notas de nuevo un tenue vapor, mientras estás descendiendo hacia la tierra. Ves de nuevo el pueblo, la plaza, y
finalmente la puerta del CAF a la que te vas acercando con la escalera mecánica… Te quedan 5 escalones… 4…. 3….
2…. 1…. Estás de nuevo en el CAF. Puedes ir abriendo nuevamente los ojos.
EL MISTERIO DEL ELEFANTE ENCADENADO

Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí
como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enrome bestia hacia
despliegue de su tamaño, peso y fuerza descomunal… pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al
escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas clavada a una
pequeña estaca clavada en el suelo.
Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y
aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su
propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir. El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces?
¿Por qué no huye? Cuando tenía 5 o 6 años yo todavía en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún
maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante.
Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia:
-Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con
el tiempo me olvide del misterio del elefante y la estaca… y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que
también se habían hecho la misma pregunta.
Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la
respuesta: El elefante del circo no se escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde muy, muy pequeño.
Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento el
elefantito empujó, tiró, sudó, tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente
muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado, y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le
seguía…
Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este
elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no se escapa porque cree -pobre- que NO PUEDE.
Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es
que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás… jamás… intentó poner a prueba su fuerza otra
vez…

Autor: Jorge Bucay

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