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Índice

4 De la tristeza al canto
14 El placer de la bondad en la vida real

26 Sin comprometerse en Babilonia

38 Misionero en Samaria

50 Tiempo de recuperación

62 De vuelta a Bet-el

74 El regalo del amor

86 Mayordomos en los últimos tiempos

Copyright © 2020 Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día


®Todos los derechos reservados
Publicado por Review and Herald® Publishing Association
Escrito por: Ioan Campian-Tâtar
Coordinador: Josanan Alves
Traducción: Departamento de traducción de DSA
Diagramación, tapa y diseño gráfico: Marcos Castro
Fotos: Depositphotos y Freepik

Este material puede ser traducido, impreso o fotocopiado por cualquier enti-
dad Adventista del Séptimo Día sin obtener permiso adicional. Los documen-
tos republicados deben incluir la línea de crédito: "Ministerios de Mayordomía,
Conferencia General de los Adventistas del Séptimo Día, usados ​​con permiso".
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que lo contrario, todas las Escrituras están tomadas de la Nueva Versión King
James®. Copyright © 1982 de Thomas Nelson. Usado con permiso. Todos los
derechos reservados.

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1
De la tristeza
al canto
De la tristeza al canto
“Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí”
(1 Sam. 1:27).1

Todos tenemos una imagen de cómo debe verse una fami-


lia de creyentes, la iglesia local o incluso la iglesia. Queremos
miembros de iglesia ansiosos por estudiar la Palabra de Dios,
como los de Berea (Hech. 17:11), con una vida de oración activa
y participación en la misión. Por supuesto, una iglesia viva y es-
piritualmente poderosa está formada por familias consagradas,
familias que estudiaron la Palabra de Dios e hicieron un hábito
diario de orar y alabarle.
Te invito a que vayas en tu mente al tiempo de los jueces. Fue
uno de los períodos más agitados en la historia del pueblo de
Israel. El deterioro moral y espiritual es tan obvio en este perío-
do que puede llamarse la Edad Oscura del Antiguo Testamento.
Los primeros dos capítulos del libro de 1 Samuel presentan
la vida real, sin omisiones, de una familia de aquellos tiempos.
Elcana reúne a todos los miembros de su familia cada año y va a
Silo, el centro espiritual y religioso de Israel, “para adorar y para
ofrecer sacrificios a Jehová de los ejércitos” (1 Sam. 1:3). Ver a
toda la familia dirigirse al lugar de culto público era algo digno
de apreciar en aquellos días, como lo es hoy.
En cambio, la realidad más allá de la apariencia era diferen-
te. Según las costumbres de aquel entonces, si una familia no
tenía hijos, algunos tomarían una segunda esposa. Todos esos
ejemplos en la Biblia hablan de las consecuencias negativas de
un paso en falso, y el caso de Elcana no es una excepción.

1 Versículos citados de la versión Reina-Valera 1960

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Una familia y una nación en crisis
El narrador muestra las tensas relaciones dentro de esta fa-
milia. Exactamente cuando ellos más necesitaban una actitud
gozosa para que su adoración se convirtiera en una verdadera
experiencia sentida, todo se convirtió en amargura, contienda
y desilusión. Elcana tenía dos esposas, Penina y Ana, y había
mucha tensión entre ellas. Incluso en el lugar de culto, Penina
denigraba a Ana porque esta no tenía hijos y la hería en el alma
con sus palabras (1 Sam 1:6). Lo único que pudo hacer Ana fue
retirarse llorando de la celebración. Una familia en crisis espi-
ritual y relacional mostró realmente lo que estaba sucediendo
al mismo tiempo, en una escala diferente, al nivel de toda la
nación.
Peregrinos de todo el país vinieron a Silo por una razón: para
adorar. Aquellos que deberían haber guiado a la gente en el sa-
grado acto de adoración “no tenían conocimiento de Jehová” (1
Sam. 2:12). Esta es la razón principal de la crisis moral y espiri-
tual que el pueblo de Israel estaba experimentando. El hacer
concesiones condujo al conflicto y al caos. Los enemigos exter-
nos atacaron la nación (1 Sam. 4-7) y la corrupción prevaleció.
Los hijos de Elí, el sumo sacerdote, fueron culpables de un gran
pecado porque “los hombres menospreciaban las ofrendas de
Jehová” (1 Sam. 2:17).
De esta triste historia vemos que la estrategia del diablo es
arruinar a los hijos de Dios. Cuando la adoración está ausente
o se convierte en un fracaso a nivel personal, familiar o de la
iglesia, la victoria del enemigo está asegurada. Por esta razón,
“la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visi-
ón con frecuencia” (1 Sam. 3:1). Como Ana, quien no podía tener
hijos, Israel se había convertido en un pueblo infructífero, una
tierra estéril e improductiva.

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Dios aún trabaja
La prueba más fuerte de que Dios no se rinde con nosotros
es el libro de los Jueces, los libros de Samuel, la Biblia entera, y
especialmente la cruz del Gólgota. Dios está trabajando, pero él
elige personas para llevar a cabo sus planes.
Eligió a Ana, una mujer común que no era profeta, como Débo-
ra o Hulda, pero que tenía sensibilidad espiritual y temor a Dios.
Su nombre aparece en las páginas de las Sagradas Escrituras jun-
to con los grandes hombres de la fe por la simple razón de que
ella oró. Como resultado de su oración, la historia del pueblo de
Israel cambió y tomó una nueva dirección. Si ella no hubiera ora-
do, ¿estaríamos hoy hablando de Samuel, el profeta y juez, cuyo
liderazgo resultó en una verdadera reforma moral y espiritual? Él
es quien aseguró la transición del período de los jueces a la mo-
narquía. Lloró por Saúl, pero tuvo el privilegio de ungir a David: un
hombre “más de su agrado” (1 Sam. 13:14) como rey.
Ana anhelaba convertirse en madre y la falta de hijos era
una vergüenza en su cultura, una señal de maldición divina. Sin
embargo, poco a poco su sueño murió y se convirtió en objeto
de burla de Penina. Aunque esta vez, cuando Penina se burló
de ella, Ana hizo algo completamente inusual. Se levantó de la
mesa, no para llorar en soledad, sino para llevar la carga de su
alma ante Dios en oración. La expresión que se repite muchas
veces con respecto a este momento es “delante de Jehová” (1
Sam. 1:12). “Delante de Jehová” ella ora y llora, ella hace una pro-
mesa; ella se queda allí por un largo tiempo, y tal vez se hubiera
quedado más si no hubiera sido interrumpida por Elí, el sumo
sacerdote.
Esta expresión se registra en el Antiguo Testamento: la ado-
ración debía tener lugar ante el Señor. Dios, y no el hombre, de-
bería estar en el centro de la adoración. La necesidad que tene-
mos hoy de tal alabanza, en la que se canta, se ora, se predica,
o cualquier otro elemento de adoración, se hace para el Señor, y
no para otras personas.

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Ana le pidió a Dios un hijo, y la razón por la que solicitó esto
se expresó claramente. No era para que cesaran las burlas ni
para que se quitara la vergüenza de la infertilidad, sino para
darle a Dios un regalo, el regalo más preciado: un hijo. Ana sabe
que una verdadera relación con Dios, como cualquier relación,
se desarrolla no sólo al pedir, sino también al dar. Por eso, su
oración es única en la Biblia y se convierte en un voto (1 Sam.1:11).
El regalo de Ana, al igual que el regalo de María (Juan 12:1-8), es
tan preciado porque es un regalo de sacrificio. Ella promete y lo
cumple con todo su corazón.

Una promesa antes de tenerlo


Al permanecer “delante de Jehová”, Ana hace una promesa a
Dios: le devolverá el niño incluso antes de tenerlo. Un voto es una
iniciativa del adorador, es un acto de alabanza. Durante el perío-
do del Antiguo Testamento, la mayoría de los elementos de culto
público estaban condicionados por la presencia de sacerdotes.
No se podía ofrecer un sacrificio sin la intercesión de ellos.
Pero la promesa fue y continúa siendo hoy en día algo hecho
de forma directa con Dios, sin la intercesión de ninguna perso-
na. La verdadera adoración cuesta. Cuesta tiempo, preparación,
ofrendas y diezmos. David dijo que no podía traerle a Dios “ho-
locaustos que no me cuesten nada” (2 Sam. 24:24). Pero, sobre
todo, la adoración no nos cuesta a nosotros: le cuesta a Dios,
que dio a su Hijo. Los primeros que prometieron dar una ofren-
da no fuimos nosotros, sino Dios mismo (Gen. 3:15). ¡Adorar sin
ofrendas no es adorar!
La promesa de Ana es la promesa de fe y amor. Elena de
White nos dice que en estos tiempos “rara vez se podía ver una
oración así. La reacción de Elí es obvia al respecto” (1 Sam. 1:14).
Creo que, en su nombre, Dios pudo decir las palabras: “Oh mujer,
grande es tu fe” (Mat. 15:28).

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Ana prometió: “lo dedicaré a Jehová” (1 Sam. 1:11). En pala-
bras especiales, Elena de White expresa la fe, el amor y la cohe-
rencia de Ana: “Cuando se separó de su hijo no cesó la solicitud
de la madre fiel por el niño. Era el tema de las oraciones diarias
de ella. Todos los años le hacía con sus propias manos un manto
para su servicio; y cuando subía a Silo a adorar con su marido,
entregaba al niño ese recordatorio de su amor”.2 Ana no solo
hace promesas a Dios, sino que además ¡cumple su palabra! (1
Sam. 1:26, 27).

Esperanza para tiempos difíciles


Hay muchas verdades preciosas que podemos aprender del
ejemplo de Ana. Podemos ver cómo Dios utiliza las experiencias
negativas en nuestras vidas para crear algo grandioso. Él puede
usar las pruebas más dolorosas para enseñarnos lo que significa
confiar en él.
Ana aprendió a confiar en Dios en todas aquellas cosas que
estaban más allá de su control. Ahora, mientras escribo estos
pensamientos (2 de abril de 2020), casi todo el mundo está en
cuarentena, preocupado por lo que vendrá después. El miedo a
la contaminación y a lo que sucederá mañana ha cubierto a toda
la humanidad. Para Ana, el sufrimiento y la prueba por la que
estaba atravesando era un llamado a la oración y a la confianza
en Dios. Ella oró y, cuando dejó el lugar de oración, “no estuvo
más triste” (1 Sam. 1:18). En su rostro no había más lágrimas, sino
una sonrisa de alegría. A través de la confianza y la esperanza
delante de Jehová en Silo, Ana encontró la paz incluso antes de
recibir una respuesta a su oración. Imagina el hogar de Elcana
el día en que Ana vio la intervención divina y la respuesta a su
oración en su vida… ¡cuando Samuel nació!
Cuando nos presentamos “delante de Jehová” a través de
la oración, reconocemos su soberanía, nada está fuera de su

2 Elena G. de White, Patriarcas y profetas, 54, p.617.

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control. Hay una esperanza para tiempos de crisis en la familia,
en la iglesia y en el mundo entero. Tenemos un Dios que cuida
y quiere trabajar por aquellos que confían en él. La canción de
Ana (1 Sam. 2:1-11) habla sobre esto. Cuando ves la intervención
de Dios, ¡no puedes dejar de cantar!

Preguntas:

1. Si una sola oración pudiera cambiar la historia de una


nación a través de la intervención de Dios, ¿qué podría
suceder hoy si oramos?
2. De pie “delante de Jehová”, ¿cuáles son las cosas que pro-
metemos, personalmente, en la familia o como iglesia?
3. ¿Hay formas a través de las cuales también podemos hoy
expresar nuestra esperanza y confianza en Dios?
4. ¿Por qué crees que Ana pudo cumplir su voto y traer su
preciosa ofrenda cuando se dio cuenta de la corrup-
ta condición espiritual de los líderes religiosos en ese
momento?

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HISTORIA DE LOS NIÑOS

Oración devota de Johnny


“De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como
un niño, no entrará en él” (Mar. 10:15).

Jesús ama a los niños de una manera especial y siempre le


gusta responder a sus oraciones sencillas y honestas. Hay una
historia real sobre una familia de escasos recursos que atravesó
una grave crisis financiera y luchó por satisfacer sus necesida-
des cotidianas. El padre había perdido su trabajo poco antes
del invierno y no tenía dinero para cubrir las necesidades de
su familia. Su esposa y sus dos hijos pequeños no se quejaron,
ni siquiera cuando la cantidad de comida disminuía cada día.
La madre cocinaba el pan con la poca harina que les quedaba
y rara vez tenían otra cosa en la mesa; hasta que una mañana,
ella anunció con tristeza que había usado lo último de harina
para cocinar el pan de ese día. Con expresión de preocupación,
el padre le dijo que en unos días también se quedarían sin leña
para encender el fuego de la estufa y que estaba preocupado
porque esperaban que las bajas temperaturas del invierno du-
raran unas semanas más.
El pequeño Johnny, que solo tenía cuatro años, miró los pre-
ocupados rostros de sus padres y comprendió que la situación
era grave. Cuando el padre los llamó a él y a Sarah, su pequeña
hermana de solo dos años, para que asistieran al culto familiar
vespertino, Johnny le preguntó si podía orar.
—Querido Jesús —oró—. ¡Gracias por cuidar de nosotros! Por
favor, envía a papá algo de leña para el fuego, algo de harina
para que mamá cocine, y… —luego de una pausa de unos segun-
dos añadió: — …y dos plátanos para Sarah y para mí. ¡Amén!
Cuando su madre lo acostó en la cama esa noche, él le dijo:
— ¡No puedo esperar a recibir los regalos de Jesús!

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Su madre sonrió mientras le daba el beso de buenas noches
y deseaba tener su fuerte fe y confianza.
A la mañana siguiente, el padre decidió ir a la casa de un
amigo a pedirle prestado algo de dinero para las necesidades de
la familia. Pero cuando salió, vio una canasta que contenía un
poco de madera cortada y otro paquete grande en el umbral. In-
mediatamente llamó a su esposa para contarle las buenas noti-
cias. Johnny, que ya se había despertado y tenía hambre porque
se había acostado la noche anterior sin comer, salió corriendo
a toda prisa. Ni siquiera parpadeó cuando su madre abrió el
paquete y sacó una gran bolsa de batatas (papas) y otra bolsa
llena de harina blanca.
Cuando apartó la caja vacía, Johnny la miró y, con los ojos
esperanzados, dijo:
— Mami, ¿puedes comprobar una vez más si están nuestros
plátanos?
El corazón de su madre se derritió y sintió ganas de llorar
cuando se dio cuenta de su fiel esperanza.
— Lo siento — dijo mientras lo abrazaba— , no hay nada más
en la caja, Johnny.
— Está bien — respondió el niño— . Tal vez él envíe otro ángel
más tarde con los plátanos.
Pero cuando la madre fue a la cocina a verter la harina en la
tinaja, encontró escondidos dos — sí, exactamente dos— pláta-
nos. Los habían metido dentro de la harina para que las batatas
no los aplastaran. Con lágrimas en los ojos, la madre llamó al
pequeño Johnny y a Sarah, ¡y les dio sus tan esperados plátanos!
— Te lo dije, mami — dijo Johnny con un destello en sus ojos—
. Sabía que Jesús escucha todas nuestras oraciones. ¡Solo tiene
maneras únicas de responderlas!

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Preguntas:

1. ¿Por qué crees que los niños son especiales para Jesús?
2. ¿Podemos confiar en Dios incluso cuando él respon-
de nuestras oraciones de manera diferente a la que
esperamos?
3. ¿Tienes una experiencia que puedas compartir de cuan-
do Dios respondió a tu oración?

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2
El placer de la bondad
en la vida real
El placer de la bondad en la
vida real
“Contentamiento es a los hombres hacer misericordia”
(Prov. 19:22)

Ben Maxson compartió una conversación que tuvo una vez


con alguien mientras viajaba en avión. En ese momento, él era
director del Departamento de Mayordomía de la Asociación Ge-
neral, y el interlocutor le preguntó acerca de su trabajo. Su res-
puesta fue:
— Soy un pastor, responsable del departamento de Mayordo-
mía de nuestra iglesia.
Sorprendida, la persona continuó:
— ¿Qué significa eso?
— No es algo fácil de explicar para alguien que no está fa-
miliarizado con la Biblia — dijo Maxson— . Supongo que hay
muchos cristianos en este avión, pero ¿son todos verdaderos
cristianos?
La respuesta del interlocutor no se hizo esperar:
— No creo que todos sean verdaderos cristianos.
— Incluso las personas menos religiosas tienen una idea de
lo que significa ser un verdadero cristiano — dijo Maxson— . Mi
deber de tiempo completo es ayudar a las personas a practicar
el cristianismo. Ser un mayordomo fiel, o un administrador, im-
plica tomar en serio el mandamiento que Jesucristo dijo que era
el más grande: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y
con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primer y gran
mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo
como a ti mismo” (Mat. 22:37-39).3

3 Versículos citados de la versión Reina-Valera 1960

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— Quizás alguien pregunte: “Pero aún así, ¿cómo se puede
definir el amor? ¡Incluso en la Biblia el amor se expresa en mu-
chas formas!” — dijo Maxson— . Puedes amar al dar ofrendas,
puedes expresar amor al servir, incluso al escuchar. ¿Cuál es esa
característica fundamental a través de la cual puedo transmitir
amor, tanto a los cercanos como aquellos que podría encontrar-
me solo una vez en la vida? Encontraremos la respuesta en el
cántico del amor, cuyo autor es el apóstol Pablo “El amor es…”,
escribe el apóstol, “benigno” (1 Cor. 13: 4). A través de la bondad
expresada hacia los demás, debemos también amarnos unos a
otros (1 Juan 4:10, 11).

La amabilidad en las pequeñas cosas y en las grandes


decisiones
Las Sagradas Escrituras hablan de la bondad de Dios. Dios
espera que su bondad se haga visible, tangible. Solo hay una
manera de hacerla realidad: a través de sus hijos. En el Antiguo
Testamento tenemos un libro en el que la bondad está presente
y visible. El libro de Rut es el único libro en la Biblia que lleva el
nombre de una mujer que no es parte del pueblo de Israel.
Podemos retroceder en la historia, miles de años atrás, y fa-
miliarizarnos con las costumbres y leyes que han regido la vida
social y religiosa de ese momento.
La acción comienza en Belén, se traslada a la tierra de Moab
y finalmente termina en Belén. Debido a la sequía, la familia
de Elimelec decide mudarse a la tierra de Moab por un tiempo.
Noemí, la esposa de Elimelec, en solo diez años, entierra a su
esposo, presencia el matrimonio y luego la muerte de sus dos
hijos, y se queda con sus nueras, Orfa y Rut. ¡Muchas cosas pue-
den pasar en solo diez años! Noemí decide volver a casa, y las
dos nueras la acompañan. Tres veces estas viudas se detienen
y lloran. Es lo único que pueden hacer en esta situación. Noemí
insiste tres veces a sus nueras para que regresen a sus hogares.

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Orfa finalmente decide volver a casa con su gente y sus padres.
Estas jóvenes, Orfa y Rut, han cumplido sus obligaciones fami-
liares y ahora son libres, no tienen ningún deber con Noemí.
Esta argumenta clara y lógicamente que no tiene forma de ase-
gurarles un futuro.
Rut, por otro lado, se resiste. No quiere irse a casa y enuncia
una de las declaraciones más hermosas de la Biblia: “No me rue-
gues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú
fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será
mi pueblo, y tu Dios, mi Dios. Donde tú murieres, moriré yo, y allí
seré sepultada; así me haga Jehová, y aun me añada, que sólo la
muerte hará separación entre nosotras dos” (Rut 1:16,17).
Estas palabras sencillas pero muy profundas se expresan en
un lenguaje de pacto que muestra amor y fidelidad. Aquí está
la esencia de la lealtad personal. El apego de Rut es volunta-
rio, una elección libre sin esperar nada a cambio de Noemí. Con
frecuencia en la Biblia encontramos la imagen de padres que
aman a sus hijos, incluso a hijos espirituales, como en el caso de
la relación entre Pablo y Timoteo (1 Tim. 1:1-5). Son muchos los
casos en que los niños expresan el apego a sus padres. Pero que
una nuera muestre tal actitud es algo que rara vez se encuentra.
La narración no muestra cómo Rut decidió tomar esa decisi-
ón cuando Noemí le dice repetidamente que no tiene nada que
ofrecer. Parece haber sólo una respuesta: la bondad de Noemí.
A través de ella, Rut pudo comprender la bondad de Dios. Es por
eso que puede decir las palabras: “Tu Dios será mi Dios”.
En hebreo, la palabra “hesed” tiene una fuerte connotación,
muy rica en significado. Es difícil de traducir, y expresa muchos
de los atributos de Dios. Esta palabra puede significar amor, mi-
sericordia, bondad, gracia, devoción, fidelidad y lealtad. Todas
estas cualidades motivan a una persona a actuar para el bene-
ficio de otro sin esperar nada a cambio. Noemí utiliza esta pala-
bra en su forma activa, bajo la variante del verbo, al dirigirse a

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sus dos nueras: “Jehová haga con vosotras misericordia, como la
habéis hecho con los muertos y conmigo” (Rut 1:8), y con respec-
to a Booz “Sea él bendito de Jehová” (Rut 2:20).
Rut, a diferencia de Noemí, habla menos; pero con hechos
demuestra lo que significa la bondad (hesed), como comenta el
narrador: “mas Rut se quedó con ella” (Rut 1:14). Ella no predica
sobre la bondad, muestra la bondad.

Amabilidad con los extraños, las viudas y los pobres


La llegada de Noemí con Rut a Belén no podía pasar desaper-
cibida porque “toda la ciudad se conmovió por causa de ellas”
(Rut 1:19). Todos los habitantes del pueblo tuvieron la oportu-
nidad de conocer la dolorosa experiencia que atravesó esta fa-
milia. Noemí no solo había perdido a su marido, sino también a
sus dos hijos. Una mujer viuda, sin familia que la mantuviera en
ese momento, se encontraba en una situación miserable. La so-
ledad, la falta de esperanza y el sufrimiento emocional fueron y
siguen siendo algunos de los problemas más comunes. Nuestra
imagen de Dios puede verse afectada cuando estamos abruma-
dos por el dolor. Vemos esto en las palabras de Noemí: “El Todo-
poderoso me ha afligido” (Rut 1:21). Noemí es realista, ella pro-
pone un cambio de nombre: “llamadme Mara” (amargura). Pero
recuerda, ella no muestra amargura, solo llama amargas a las
circunstancias por las que ha pasado. Noemí continúa siendo
Noemí (agradable), por eso Rut elige quedarse en su compañía.
Noemí no perdió la fe en aquel a quien David llamaría más tarde
“Padre de huérfanos y defensor de viudas” (Sal. 68:5).
Rut, quizás un poco más optimista, no es solo una pobre viu-
da como Noemí. Es también una forastera. Doce veces aparece
su nombre en esta narración y cinco veces se la llama Rut la
moabita. Tal vez esta repetición sea para recordarnos que ella
no es parte del pueblo elegido. Ella es una forastera. Pero Dios
también ama a los forasteros, por lo que él ordenó a su pueblo

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que no recogiera todo del pueblo, sino que “para el pobre y para
el extranjero lo dejarás” (Lev. 19:10).
Rut le pide permiso a Noemí para ir a recoger espigas del
campo que esté dispuesto a mostrar bondad (hesed) (véase Rut
2: 2). Esta vez, nos encontramos con el tercer personaje del libro
de Rut, llamado Booz. De este relato, se desprende que Booz
no es solo un hombre rico con cierto estatus social. Él trata a
sus trabajadores con mucho respeto, y al saludarlos los bendice.
El saludo estuvo y está presente en todas las culturas, incluso
cuando se expresa a través de diferentes palabras o gestos. El
propósito del saludo es establecer relaciones, es lo primero
que hacemos cuando conocemos a alguien. Al saludar decimos
“Eres importante para mí”. Es la forma más simple en que pode-
mos expresar amabilidad. Rut está abrumada por el aprecio de
Booz, por la forma en que trató a Noemí, su suegra. “Y ella dijo:
‘Señor mío, halle yo gracia delante de tus ojos; porque me has
consolado, y porque has hablado al corazón de tu sierva, aun-
que no soy ni como una de tus criadas’” (Rut 2:13).
Qué extraordinario poder el que tienen las palabras adecu-
adas en el momento adecuado. Muchas personas que nos ro-
dean no esperan mucho de nosotros, tal vez solo un saludo, un
agradecimiento o apoyo. Con palabras sencillas podemos darles
la bienvenida a nuestro mundo. Pero, si para nosotros siguen
siendo los forasteros, la minoría, los pobres o cualquier otra
cosa que pueda crear barreras o distancia, el mensaje de Jesús
de su último sermón es para los demás, no para nosotros (Mat.
25:31-46).

Bajo sus alas


La Biblia utiliza muchas metáforas que nos ayudan a cono-
cer las profundas verdades que nos son reveladas. Necesitamos
imágenes familiares para ver lo que no podemos ver con el ojo
físico. Comprendemos mejor la bondad de Dios cuando leemos

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en las Sagradas Escrituras que él es como una madre que no
puede olvidar a su hijo (Isa. 49:15) o como una fortaleza, un “cas-
tillo” (Sal. 91:2).
Booz usa otra imagen en sus palabras de bienvenida hacia
Rut: “Jehová recompense tu obra, y tu remuneración sea cumpli-
da de parte de Jehová Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido
a refugiarte” (Rut 2:12). Dios mismo utiliza la metáfora de las alas
de un pájaro que protege a sus pequeños (Éxo. 19: 4) con respec-
to a su pueblo. Booz le dice a Rut que las alas de la providencia,
la misericordia y la bondad de Dios se han extendido sobre ella,
una forastera.
Dios también explica por qué le hizo esto a la gente de Israel:
no porque lo merecieran, sino porque en su plan, él quería que
mostraran la misma bondad a todas las naciones. “Y vosotros
me seréis un reino de sacerdotes” (Éxo. 19:6). Ellos mismos de-
berán convertirse en alas protectoras para los demás, como lo
fue Booz. Elena de White declara “Todos los que, como Rahab la
cananea, y Rut la moabita, se volvieran de la idolatría al culto
del verdadero Dios, habían de unirse con el pueblo escogido. A
medida que aumentara el número de los israelitas, éstos ha-
bían de ensanchar sus fronteras, hasta que su reino abarcara el
mundo”.4
Las alas no son como el castillo, una imagen de seguridad
construida con piedra. Las alas expresan lealtad y amor, pero
también vulnerabilidad. Es por eso que la bondad de Dios se ve
mejor no en la providencia de circunstancias de la vida a veces
dolorosas, sino en el Gólgota. Aquí es donde todos podemos es-
tar protegidos del mayor mal de este mundo: el pecado.
A lo largo del libro, el narrador se refiere directamente a Dios
solo dos veces: al principio del libro de Rut, cuando dice que
Dios “había visitado a su pueblo para darles pan” (Rut 1:6), y al
final: “y Jehová le dio que concibiese y diese a luz un hijo” (Rut

4 Elena G. de White, Palabras de Vida del Gran Maestro, p.232

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4:13). Los teólogos llaman inclusión a esta técnica. Si se dice algo
al principio de un informe y la misma idea vuelve a aparecer al
final, significa que toda la narrativa está dominada por la misma
verdad. En nuestro caso, la trama que domina el libro de Rut es
que Dios provee pan y vida. Él es la fuente de todo lo que tene-
mos, incluso de nuestra existencia.
Noemí, Rut y Booz siempre expresan esta verdad en sus dis-
cursos. Por otro lado, no se quedan al nivel de las expresio-
nes piadosas, revestidas de un lenguaje religioso. A través de su
comportamiento, actitud y sacrificio, cada uno de ellos muestra
al pueblo de Belén, a sus futuras generaciones, e incluso hoy en
día, qué es la verdadera religión. Ellos nos dieron el verdadero
cristianismo y nos mostraron lo que es un mayordomo: un ad-
ministrador, alguien a quien un gran día Jesús dirá: “Bien hecho,
buen siervo y fiel”.
La única forma en la que la gente puede ver la bondad de
Dios es con el ejemplo de sus hijos. Las mujeres de la ciudad
de Belén están convencidas de una cosa: que Rut ama verdade-
ramente a Noemí. Y luego de que Rut se casó con Booz y le dio
a luz un hijo, le dijeron a Noemí: “…el cual será restaurador de
tu alma, y sustentará tu vejez; pues tu nuera, que te ama, lo ha
dado a luz; y ella es de más valor para ti que siete hijos” (Rut
4:15). Qué feliz debe estar Noemí sosteniendo el bebé en sus
brazos. Ya no puede decir “Yo me fui llena, pero Jehová me ha
vuelto con las manos vacías” (Rut 1:21).
¿Qué admiramos de Rut la moabita? Hay muchas cosas para
admirar, pero quizás, ante todo, su elección, su valentía y su de-
terminación. Rut sigue siendo un ejemplo de cómo se toman
las grandes decisiones en la vida. Hablando humanamente, sin
Rut no habría habido un Obed, un David; y el resto es historia. Y
¿qué puede ser más grande que estar lleno de bondad, que ser
como Jesús?

20 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


Preguntas:

1. Dios es un Dios de relación. ¿Hasta qué punto las relacio-


nes son una prioridad en tu vida?
2. ¿Cómo puede el libro de Rut inspirarte a hacer cambios
en tu actitud y comportamiento hacia tu familia, parien-
tes, o incluso extraños?
3. ¿Qué podemos aprender de Rut sobre cómo tomar deci-
siones en la vida?

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HISTORIA DE LOS NIÑOS

Ganar es perdonar
“Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará
también a vosotros vuestro Padre celestial” (Mat. 6:14).

Andrew y Tony eran mejores amigos. Solían jugar juntos,


hablar por teléfono cada tarde, e incluso visitarse o andar en
bicicleta por el parque cuando sus padres tenían tiempo para
llevarlos. Ambos estaban en el cuarto grado de la misma es-
cuela, pero asistían a divisiones diferentes: Andrew estaba en
la división A, mientras que Tony estaba en la división B. Algunas
veces incluso aprendían juntos y toda la escuela sabía que eran
mejores amigos.
Pero un día, al final del año escolar, en los campeonatos de-
portivos anuales, los dos amigos encontraron a sus divisiones
compitiendo entre sí en las finales de la Copa de Fútbol. Ambos
eran muy buenos jugando al fútbol, y sus compañeros sabían
que con frecuencia ganaban cuando estaban en el mismo equi-
po. Pero esta vez todos tenían curiosidad en el partido y sobre
cómo los dos amigos se enfrentarían a esta nueva experiencia
de competir entre sí.
— Ahora, espero que recuerdes que las competencias depor-
tivas, e incluso el premio, son solo un logro pasajero, pero los
amigos son para toda la vida — le recordó la mamá de Andrew
cuando lo llevó a la escuela el día de la gran competencia.
— Si mamá, ¡los amigos son lo primero! — repitió Andrew,
citando el lema que él y Tony usaban con frecuencia.
Justo antes de que comenzara la competencia, Andrew se
acercó a Tony, le dio la mano a su manera única y le dijo:
— Mejores amigos sin importar lo que suceda, ¿de acuerdo?

22 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


— De acuerdo — respondió Tony, como una promesa.
Pero cuando llegaron al campo de deportes, el profesor co-
menzó a decirles a cada uno de ellos cuánto confiaba en ellos.
Cuando vieron la expectativa en los ojos de sus compañeros y
el marcador muy ajustado, tanto Andrew como Tony compren-
dieron que no sería un partido fácil, y que no podrían evitar
el enfrentamiento. Los números cambiaban constantemente la
ventaja de un equipo a otro. En los últimos cinco minutos de
juego, el marcador estaba parejo: 6-6. Había mucho en juego, y
cada uno de ellos era la “esperanza” de su equipo.
— ¡Eres nuestra última oportunidad! — susurró Max en el
oído de Andrew, cuando el equipo contrario llegó al ataque final.
Olvidando por un momento el consejo de su madre y su ver-
dadera amistad, y viendo a Tony adelantarse y dirigir la pelota
hacia la portería, Andrew le cometió una falta a Tony que lo hizo
tropezar, caer y perder el balón. Por supuesto que el árbitro lo
vio y le dio a Andrew una tarjeta roja. El equipo de Tony ganó
cuando marcaron el gol con un remate desde once metros.
Sin embargo, Tony no pudo disfrutar la victoria. Su corazón
estaba amargado por la actitud y el comportamiento de su ami-
go. Luego del partido, se cambió y fue directamente a casa, ne-
gándose a hablar con todos.
Esa noche Andrew no pudo dormir. Extrañó la llamada de
su amigo. Comprendió que incluso aunque hubiera ganado el
juego, si perdía a un amigo, no valía la pena. Se sentía terrib-
le por ser injusto con Tony. Por otro lado, Tony estaba acosta-
do en su cama, mirando el techo, sintiendo la amargura de ser
traicionado.
— Nunca lo perdonaré — le dijo a su mamá cuando ella fue a
darle el beso de las buenas noches.
— Creo que estás perdiendo una victoria mayor que la que
obtuviste hoy — dijo su madre.

BUSCA PRIMERO EL REINO | 23


— ¿Cuál? — preguntó Tony.
— La victoria contigo mismo. Sé que puedes perdonar a An-
drew. Simplemente no quieres, porque te traicionó delante de
los otros niños. ¡Pero perdonar a Andrew es el verdadero partido
que debes ganar o perder!
Al día siguiente, Tony fue, cojeando, al salón de clases de An-
drew durante el primer recreo y le dijo que no estaba molesto.
No quería que un partido destruyera su amistad. Y aunque no
era su culpa, todavía quería ser amigo de Andrew. Con lágrimas
en los ojos, Andrew abrazó a su amigo, demasiado avergonza-
do para decir algo más que “¡Gracias!”. Andrew y Tony tienen 41
años ahora, ¡y continúan siendo mejores amigos!

Preguntas:

1. ¿Por qué crees que las relaciones y los amigos son más
importantes que cualquier otro logro?
2 .¿Cómo describirías a un amigo de verdad?
3. Sabes que Jesús es tu amigo, pero ¿cómo puedes ser ami-
go de Jesús también?

24 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


3
Sin comprometerse
en Babilonia
Sin comprometerse en
Babilonia
“Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la
porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía;
pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligase a
contaminarse” (Dan. 1:8).5

A menudo tenemos la impresión de que poner a Dios en pri-


mer lugar se refiere solo a la vida religiosa y no a nuestra vida
en el mundo laboral. La religión de la Biblia, por otro lado, es
práctica: traspasa todas las esferas de la existencia y tiene que
con el ser humano en su totalidad. Algunas veces, incluso los
personajes bíblicos no pusieron a Dios en primer lugar y transi-
gieron La lista es bastante extensa e incluye nombres como: Eva,
Adán, Abraham, Moisés, Salomón, Elías y Pedro, por mencionar
algunos. La lista de los perseverantes no es tan larga e incluye
en primer lugar a Jesús, el modelo perfecto, seguido de José,
Daniel, los amigos de Daniel, Ananías, Misael y Azarías; así como
algunos otros.

Identidad e integridad
Nabucodonosor, rey de Babilonia, y sus soldados rodearon
Jerusalén, la conquistaron y tomaron las vasijas del templo.
Nabucodonosor también tomó cautivos, incluidos Daniel y sus
amigos (Dan. 1:3-5). El propósito principal por el cual fueron lle-
vados a Babilonia fue para servir a la ciudad desde adentro. De-
bían recibir formación en la “Universidad de Babilonia”, conocer
su cultura, impresionarse por su belleza y grandeza y servir a sus

5 Versículos citados de la versión Reina-Valera 1960

26 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


intereses. La esclavitud siempre tiene dos riesgos: el primero es
el aislamiento. Es mucho más fácil mantener la fe, los valores
y la cultura cuando te aíslas. El mensaje de Dios a través del
profeta Jeremías fue no aislarse, estar presente en la vida de Ba-
bilonia y mostrar que se tiene un Dios y una esperanza (Jer. 29).
El otro riesgo es el de la asimilación. Esto es lo que se intentó
con los jóvenes judíos. Al llegar a Babilonia, sus nombres fueron
cambiados porque los originales apuntaban a la identidad de su
religión y su Dios. La filosofía babilónica perpetúa el deseo del
reconocimiento propio de los constructores de la torre de Babel.
Incluso para muchos hoy en día, su condición educativa o
financiera es una forma de hacerse un nombre. Abraham, lla-
mado por Dios, salió de Babilonia con la confianza de que él
mantendría su palabra y engrandecería su nombre (Gen. 12:2),
una bendición para todas las naciones. Babilonia se derrum-
ba, sigue un nuevo reinado, y el nuevo rey Darío, grita a Daniel
cuando se acerca al pozo, llamándolo por su nombre judío, que
permanecerá para siempre. “Daniel, siervo del Dios viviente, el
Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido librar
de los leones?” (Dan. 6:20). El pozo de los leones en el que me-
tieron a Daniel, así como el horno que fue calentado siete veces
más donde fueron arrojados los tres amigos, demuestran que
no habían perdido su identidad. Los nombres se pueden cam-
biar, pero el corazón no.
Estos jóvenes también estuvieron expuestos a la educación
babilónica, que evidentemente comprendía más que aprender
nuevas lenguas necesarias para servir al reino al más alto nivel.
Tenían un conocimiento profundo de la Palabra de Dios. Por eso
pudieron filtrar y distinguir la verdad de la mentira.
El proceso de asimilación no se detuvo en los nombres y el
desarrollo intelectual, sino que también alcanzó otros aspectos
de la vida más personal, incluyendo la alimentación. Babilonia
quería cambiar sus estilos de vida, lo que tenía un gran poten-
cial para destruir la identidad.

BUSCA PRIMERO EL REINO | 27


Comer la comida servida en la mesa del rey, contradecía la
dieta que Dios había establecido claramente por ley (Lev. 11). El
propósito de los mandamientos relacionados con la comida, así
como toda la ley judía, era la santificación, la preservación de la
identidad como pueblo de Dios.

Consecuente con el estilo de vida


Daniel y sus amigos no tuvieron elección en algunas cosas:
su deportación a Babilonia, el cambio de sus nombres, su pre-
paración intelectual y sus alimentos.
Lejos de casa, esclavos en un país extranjero, estos jóvenes
estaban bajo una enorme presión. A pesar de todo, decidieron
no contaminarse (Dan. 1:8) con los manjares del rey y ni con el
vino de su mesa. El lenguaje tiene una connotación religiosa y
tiene que ver no solo con las leyes alimenticias descriptas en
Levítico 11, sino también con el hecho de que se usaba en un
ambiente ritual, en el cual el rey era considerado un dios. Al
pedir verduras y agua, Daniel se refería a la alimentación esta-
blecida en el principio por Dios para los seres humanos (Gen.
1:29), y afirma implícitamente que Dios, y no el rey, es el Creador.
Hay tres cosas que la Biblia llama abominación ante Dios:
idolatría, comida inmunda y promiscuidad. Los jóvenes decidie-
ron no comprometerse en relación con ninguno de estos.
La teología de la alimentación está presente en las primeras
páginas de la Biblia porque el primer mandamiento que encon-
tramos en Génesis tiene que ver con la comida y el árbol prohi-
bido (Gen. 2:16, 17). La primera prueba que tuvieron que pasar
Adán y Eva incluyó un componente alimenticio, y esto se repite
en la vida de Jesús, cuando satanás lo tentó en el desierto para
convertir las piedras en pan.
Junto con sus amigos, Daniel es consciente que necesitan dar
testimonio frente a sus compañeros y a todos los babilonios.

28 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


Así que decidieron llevarlo más allá de la típica dieta hebrea.
Eligieron una comida vegetariana. Aquellos que quieren evitar
cualquier compromiso no se conforman con los límites de la ley.
Eligen el mejor estándar y el más alto.
A veces, las personas que nos rodean no están tan interesa-
das en nuestras creencias, pero no pueden pasar por alto nues-
tro estilo de vida. La mayoría de las discusiones sobre la Biblia
y la religión están motivadas por vernos vivir un estilo de vida
diferente.
De Daniel aprendemos que la religión no se limita a lo te-
órico y abstracto; va más profundo: al nivel práctico de la vida
diaria. La religión también tiene que ver con la forma en que
cuidamos nuestros cuerpos.
Daniel le pide a Aspenaz, el jefe de los eunucos, que les
permita a él y a sus amigos subsistir con una dieta vegetariana
durante diez días, asumiendo así un riesgo de fe en que estos
jóvenes están pasando de manera brillante.
La prueba final tiene lugar tres años después de la gradua-
ción cuando el rey “los examinó” y “los halló diez veces mejores
que todos los magos y astrólogos que había en todo su reino”
(Daniel 1:20).
En el primer capítulo del libro de Daniel, tres veces tiene lu-
gar la intervención de Dios. Primero, Dios entrega a Joacim, rey
de Judá, en manos de Nabucodonosor (Dan. 1: 2). Luego, puso a
Daniel “ante el favor y la buena voluntad” de Aspenaz. La tercera
vez, “les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y
ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños”
(Dan. 1:17).
El tema principal que surge con frecuencia en el libro de Da-
niel es la victoria y la liberación. El libro comienza con un perí-
odo de angustia local y termina con la gran tribulación además
de la gran liberación. La victoria en el primer capítulo, cuando
Dios les da sabiduría a estos jóvenes, no es más que un preludio

BUSCA PRIMERO EL REINO | 29


de lo que sigue. Esta victoria fue posible porque “decidieron”
permanecer constantes en su fidelidad a Dios, incluso en las
cosas que a algunos les pueden parecer pequeñas. Y Dios honró
su fidelidad dándoles sabiduría. Los sabios, según el libro de
Daniel, han brillado en las tinieblas de Babilonia, y la promesa
es que brillarán por los siglos de los siglos (Dan. 12: 3).

Un estilo de vida para el tiempo del fin


En su último sermón sobre el tiempo del fin, Jesús recomen-
dó el estudio del libro de Daniel (Mat. 24:15). Su estudio condujo
al nacimiento del movimiento adventista y la Iglesia Adventista
del Séptimo Día. No debemos olvidar, sin embargo, que, si Dios
no hubiera intervenido para cambiar el estilo de vida de nues-
tros pioneros, este movimiento podría haber muerto, porque su
prosperidad era muy débil. Sin el mensaje de salud, no sería lo
que es hoy: una iglesia mundial con un mensaje profético. En
1848, Elena de White recibió su primera visión de los efectos
dañinos del tabaco, el café y el té. Pasaron casi diez años para
que la iglesia se limpiara del vicio del tabaco. La próxima visión,
en 1854, trata sobre la higiene corporal, el orden y la limpieza
en los hogares. Luego viene una de las visiones más influyentes,
el 6 de junio de 1863, en Otsego, Michigan, cuando a Elena se le
presentan los principios de un estilo de vida saludable y el he-
cho de que la atención médica es parte del evangelio.
Para vivir, un ser humano necesita primero estas funciones
vitales: latidos del corazón, respiración, digestión y asimilación
de alimentos. Podríamos llamar a estas funciones 'vitales el sis-
tema de soporte vital'. Podemos cuidar este sistema para man-
tener e incluso mejorar su rendimiento. Pero funcionamos a un
nivel aún más alto, intelectual o mental, y mediante el cuida-
do adecuado, podemos tener un pensamiento claro y correcto.
Dios nos creó maravillosamente. No solo tenemos la dimensión
física, sino también la emocional e intelectual. También agre-
gó un nivel aún más alto: el de juicio moral y espiritual. Si nos

30 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


preguntamos cuál de los niveles anteriores es el más resisten-
te a la transgresión, la respuesta, por supuesto, es la física. Su
desempeño es notable. Son muchos los que no solo descuidan
el cuidado de su físico, sino que abusan de él mediante el uso
de sustancias muy nocivas. El nivel intelectual es menos resis-
tente a la transgresión, pero el más sensible es el moral y espi-
ritual. Existe una estrecha conexión entre todos estos niveles.
Se influyen mutuamente. Elena de White dijo: “Entre la mente y
el cuerpo hay una relación misteriosa y maravillosa”.6
Para enfatizar aún más la necesidad de cuidar el cuerpo fí-
sico, Elena de White agrega que: “Se debe considerar que la sa-
lud del cuerpo es esencial para el avance en el crecimiento en
la gracia, y hasta del temperamento”. 7
La profecía bíblica, expresada en lenguaje poético, describe
el menú de quien se convertiría en Emmanuel, “Comerá mante-
quilla y miel, hasta que sepa desechar lo malo y escoger lo bue-
no” (Isa 7:15). Recordamos la metáfora que describía a Canaán,
la tierra donde fluía “leche y miel”, pero esta metáfora expresa
el lenguaje de esa época, que en este país se encuentra todo lo
que se necesita. Y en el caso de Jesús, una dieta sana y completa
influiría en el pensamiento correcto y el discernimiento moral.
Tenemos los sentidos con los que podemos conocer la realidad
externa. Para conocer la realidad espiritual necesitamos la Pa-
labra de Dios, pero también la presencia su autor: del Espíri-
tu Santo. Esta comunicación tiene lugar a nivel intelectual. Los
hábitos de comer y beber poco saludables hacen que la voz de
Dios sea cada vez más difícil de escuchar (Isa. 30:21).
Otra cita de los escritos de Elena de White enfatiza esta ver-
dad: “Todos los que profesan ser seguidores de Jesús debieran
considerar que tienen el deber de preservar su cuerpo en el me-
jor estado de salud, para que su mente pueda estar clara para
comprender las cosas celestiales”.8
6 Elena G. de White, Testimonios para la Iglesia, vol. 3, p. 485.
7 Ibid., vol.9, p.159.
8 Elena G. de White, Testimonios para la Iglesia, vol. 2, p. 522.

BUSCA PRIMERO EL REINO | 31


Dios nos ha dado un manual de instrucciones sobre el fun-
cionamiento del cuerpo, y no solo debemos conocerlo, sino
también ponerlo en práctica. Necesitamos la comida más sa-
ludable, consumida en los momentos adecuados y en las can-
tidades correctas, ejercicio físico, suficiente agua, aire puro, luz
solar, descanso adecuado y, sobre todo, confianza en Dios. La
meta de una vida saludable no es principalmente una vida más
larga, sino vivir para la gloria de Dios y hacer el trabajo que se le
ha confiado lo mejor posible, como lo hizo Daniel.
No lo olvidemos, un estilo de vida en armonía con los prin-
cipios de la Biblia es el mejor testimonio, y para tal vida nece-
sitamos la gracia de Dios. Eso significa poner a Dios en primer
lugar en nuestras vidas. El mundo de hoy necesita personas que
puedan decir que no a transigiro, como lo hicieron Daniel y sus
amigos.

Preguntas:

1. ¿Cuáles son esas concesiones en tu vida que hacen que


su estilo de vida no esté en armonía con los requisitos de
Dios?
2. ¿Qué lecciones de firmeza podemos aprender de la vida
de Daniel?
3. ¿Cuáles son las decisiones que deseas tomar con respec-
to a un estilo de vida para la gloria de Dios y el cumpli-
miento de su misión encomendada?

32 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


HISTORIA DE LOS NIÑOS

Cuando comes, pero no te nutres


“Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo
para la gloria de Dios” (1 Cor. 10:31)

Era un verano caluroso. Hacia el mediodía los días eran tan


calurosos que la gente trataba de quedarse adentro lo más po-
sible hasta que la temperatura bajaba un poco. Emily estaba
pasando sus vacaciones de verano en la casa de sus abuelos en
el campo.
— ¡Estoy tan aburrida! — se quejó descontenta. — Ojalá pu-
diera ir a jugar afuera con Hannah.
Hannah era su mejor amiga, que vivía a solo dos calles de
distancia.
— Estoy segura de que podrán jugar un poco más tarde, cuan-
do esté más fresco — sugirió la abuela. — Mientras tanto puedes
leer un libro, jugar con las muñecas, dibujar algo o ayudarme a
hacer unas galletas.
— Pero yo quiero jugar afuera — suplicó Emily— . Por favor,
por favor abuela, déjame ir a la casa de Hannah y pasar un tiem-
po con ella.
— Prométeme que vas a cuidarte — insistió la abuela. — La
salud es un regalo de Dios que deberíamos cuidar.
— ¡Lo prometo! — gritó Emily mientras atravesaba apresura-
damente la puerta, tirándole un beso al aire a su abuela.
Sin embargo, en el momento en el que salió, Emily olvidó
su promesa. Por un rato jugaron dentro de la casa de Hannah
a las escondidas, luego quería más espacio y salieron al patio
en donde comenzaron a correr y jugar a la pelota. El sol estaba

BUSCA PRIMERO EL REINO | 33


ardiendo cuando la temperatura alcanzó su punto máximo al
mediodía, pero las chicas no prestaron atención ni sintieron sus
rayos abrasadores hasta que Hannah se detuvo y dijo:
— ¡Tengo tanta sed! ¿Qué tal algo de beber del mercado en la
esquina de la calle?
— No lo sé — respondió Emily indecisa. — Puede que a la
abuela no le guste que beba refrescos poco saludables. Además,
no traje dinero.
— Oh, vamos — dijo Hannah agitando su mano en el aire.
— Tengo suficiente dinero para las dos en mi alcancía y estoy
segura que puedes encontrar algo saludable y natural para be-
ber. Hace tanto calor y tengo tanta sed como un camello en el
desierto — bromeó.
Las dos niñas bajaron por la calle, todavía les corría el sudor
por la espalda, y compraron dos jugos de naranja directamente
del congelador.
— Apuesto a que el azúcar de este jugo te dará suficiente
energía para atraparme más rápido — se rio Hannah.
— Ese es el punto — dijo Emily mirando la última gota que
quedaba en su botella. — Estoy segura de que estas bebidas
dulces y heladas pueden ser dañinas, ¡y puede que no haya sido
una buena decisión comprarlas!
Le tomó solo un par de horas descubrir que tenía razón. La
misma noche, ambas niñas comenzaron a sentir los efectos se-
cundarios de su decisión: la garganta de Hannah la torturó du-
rante la cena y durante el resto de la noche, mientras que la
fiebre alta de Emily arruinó sus planes de ver a su amiga al día
siguiente. De hecho, estuvo en cama con laringitis, escalofríos
y fiebre alta durante casi una semana bajo estricta medicación.
— Debería haberte escuchado — le dijo Emily a su abuela. —
¡No puedo jugar con Hannah y además tengo que soportar toda
esta tortura!

34 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


— Y el dolor que le has causado a tu propio cuerpo — dijo su
abuela. — Verás, nuestro cuerpo y nuestra salud son dones que
Dios nos confió y tenemos que cuidarlos para vivir felices y para
su gloria. No podemos representar a Dios ni honrarlo mientras
destruimos lo que él nos ha dado. Cada vez que dañamos nues-
tro cuerpo al comer de manera imprudente, beber de manera
poco saludable, consumir cosas que dañan el templo del Espíri-
tu Santo, que es nuestro cuerpo, o tener hábitos que afectan ne-
gativamente nuestra salud física, mental o espiritual, pecamos
contra Dios. A veces, cuando comemos, engañamos a nuestros
cuerpos, que fueron creados para su gloria. Entonces, la manera
sabia de comer, beber, dormir y vivir es hacer todo esto correc-
tamente, para que podamos disfrutar de esta vida y estar prepa-
rados para el cielo. El cielo es un lugar saludable y solo aquellos
que tengan un estilo de vida saludable podrán llegar y disfrutar
de los menús que Dios preparó para nosotros.
— Prometo nunca hacer trampa cuando coma o beba — dijo
Emily abrazando a su abuela y ya imaginando cómo será el cielo.

Preguntas:

1. ¿Qué crees que significa un estilo de vida saludable?


2. ¿Puedes dar ejemplos de malos hábitos que dañen tu
cuerpo?
3. ¿Por qué es importante cuidar nuestra salud y nuestro
cuerpo?

BUSCA PRIMERO EL REINO | 35


N OTA S
4
Misionero en
Samaria
Misionero en Samaria
“Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he
hecho. ¿No será éste el Cristo?” (Juan 4:29)9

Si hubiera una prensa local, un periódico que anunciara los


eventos más importantes en la región de Samaria, creo que ha-
bría aparecido un artículo titulado “Reavivamiento en Samaria”.
Tal artículo habría hablado sobre los dos días que Jesús pasó en
Nazaret, en la ciudad de Sicar, con sus discípulos. Habría sido un
evento extraordinario debido a las tensiones y el odio que exis-
tía entre judíos y samaritanos. Ningún judío respetable habría
hecho tal cosa. El artículo describiría cómo Jesús se hizo conoci-
do entre los samaritanos, así como el importante papel que de-
sempeñó en este caso una mujer, cuyo nombre no conocemos.
En ese momento, no existían los medios de comunicación que
tenemos hoy. Pero el evento que tuvo lugar en los suburbios de
Judea fue real. Las personas involucradas eran personas reales,
y se ha hablado de esta mujer durante siglos. Puede ser consi-
derada una de las misioneras más exitosas de la Biblia porque
conoció al mayor misionero de la humanidad, Jesucristo. No lo
olvidemos, todo comenzó con algo muy pequeño, un vaso de
agua.

Jesucristo, el gran misionero


Hay un miedo del que no hablamos, aunque está presente y
domina la vida de muchos que se llaman a sí mismos creyentes:
el miedo a testificar. El miedo puede tener muchas causas: pue-
de que no sepamos qué decir, no estamos convencidos de que
sea nuestro deber o nos damos cuenta de que puede cambiar la
vida de alguien para siempre.

9 Versículos citados de la versión Reina-Valera 1960

38 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


En el Evangelio de Juan, se dedica un capítulo completo al
encuentro de Jesús con la mujer samaritana en el pozo de Jacob
(Juan 4). Juan, el evangelista, después de presentar el encuentro
de Nicodemo con Jesús durante la noche en el tercer capítulo,
continúa la descripción del encuentro de Jesús con la mujer sa-
maritana como demostración del versículo más importante de la
Biblia, que dice que “quien” crea puede tener vida eterna (Juan
3:16). Estas dos personas, Nicodemo y la mujer samaritana, son
los dos extremos de todo el espectro de la religiosidad. Nadie
puede ser tan bueno que no necesite un nacimiento del cielo;
pero al mismo tiempo, nadie está tan lejos que la gracia de Dios
no pueda recuperarlo. El evangelio es tanto para los malvados
como para los que se consideran buenos.
Jesucristo es también nuestro modelo para la misión y la
evangelización. Todo el capítulo está colmado de sorpresas. La
mujer se sorprende por la petición de Jesús. Ella nunca ha visto
algo así (Juan 3:9): un judío que se dirige a una mujer samaritana.
Los discípulos se sorprenden porque el Maestro está hablando
con una mujer (v. 27). A su vez, los habitantes de la ciudad se sor-
prenden por las palabras de la mujer y llegan a ver a Jesús por
sí mismos. La mayor sorpresa es el cambio que se produce en
la vida de esta mujer. No sabemos la cantidad exacta de tiempo
que Jesús pasó junto al pozo con esta mujer. Juan nos presenta
solo un resumen del diálogo, pero hay muchas cosas que pode-
mos aprender de él.
En primer lugar, la intención de Jesús es salvar almas. Tene-
mos datos geográficos exactos y contexto histórico, pero Juan
siempre nos da detalles que resaltan aspectos que pasan de-
sapercibidos. Jesús, dice Juan, “necesitaba” pasar por Samaria
(Juan 4: 4) en su camino de Jerusalén a Galilea. Este camino,
aunque más corto, solía ser eludido por los judíos precisamen-
te para evitar cualquier encuentro con los samaritanos. Jesús
tenía la agenda de cada día, tal como la tenemos nosotros. To-
dos los días pedía la aprobación de su padre celestial, así como

BUSCA PRIMERO EL REINO | 39


también la guía para las ocasiones especiales. El cielo todavía
prepara oportunidades para aquellos que quieren ser usados​​
por Dios hoy.
En segundo lugar, Jesús supera todas las barreras, étnicas,
religiosas, raciales y culturales, así como los prejuicios plante-
ados por ambos lados, iniciando el diálogo y pidiendo un favor:
agua, porque tenía sed. Aunque los samaritanos creían en los
primeros cinco libros de la Biblia, los judíos los consideraban
peores que los paganos porque contaminaron la raza pura de
los patriarcas al mezclarse con los gentiles. El recipiente para
el agua que tenía la mujer se consideraba impuro, y su propia
comunidad la consideraba inmoral. Por eso estaba sola: nadie
quería su compañía. A través de la petición “dame de beber”,
Jesús honra a esta mujer y le da dignidad. La trata como una
persona responsable, respetable, capaz de una discusión teoló-
gica. Le habla del agua viva, la adoración verdadera, el templo
verdadero. Aún más, está lista para el descubrimiento más no-
ble: su identidad. “Yo soy, el que habla contigo.” (Juan 4:26), es
decir, el Mesías.
Jesús la ayuda a descubrir la mayor necesidad de su vida:
la purificación y el perdón. La convence de que puede leer los
secretos más ocultos de su vida, que nada se puede esconder.
Allí, en el fondo de su alma, había un capítulo sucio y doloroso:
el sexto hombre, que no era su marido. Jesús sabía que esta
mujer anhelaba amor, satisfacción, comprensión y aceptaci-
ón, y el pozo del que intentaba saciar la sed de su alma estaba
envenenado.
La mujer vio el rostro de Jesús y entendió por sus palabras
que no la estaba condenando, sino que expresaba misericordia
y amor. La gracia de Dios, el agua viva, se vierte en el corazón de
esta mujer, que deja la vasija y corre hacia la ciudad. Ella tiene
un mensaje para todos los samaritanos, y su mensaje es “Venid,
ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho “ (Juan
4:29), sabe todo sobre mí y, sin embargo, me trató con respeto y
amor como nadie lo ha hecho en mi vida.

40 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


Una vez más, Juan agrega un detalle: la mujer dejó su vasija
en el pozo, pero no explica por qué. Quizás lo dejó para que
Jesús tuviera algo con lo que beber, o porque tenía la intención
de regresar de todos modos. El recipiente vacío también puede
ser un símbolo de su vacío interior. Morris, por su parte, prefiere
otro significado que me gusta mucho: “Dejó de traer agua para
traer gente”. (TL)
¿Puede esta mujer ser considerada misionera? ¿Estaba lista
para un trabajo tan importante? Aquí, Juan enfatiza la misión
de una persona comprometida con el evangelismo. No es para
convertir a la gente, esta es la obra del Espíritu Santo. Ella tuvo
su propia experiencia al conocer a Jesús, su propio testimonio,
e hizo una cosa: invitó a la gente a Jesús. “Ven y ved”, expresión
que se repite en este evangelio (Juan 1:39, 46).

La “comida” de Jesús
En ausencia de la mujer, los discípulos le piden a Jesús que
coma, pero Jesús se niega y dice que tiene comida para comer
que ellos no conocen (Juan 4:32). En este caso, se preguntan si
alguien le habrá traído comida. En el evangelio de Juan encontra-
mos dos niveles de realidad. Primero está el físico, que se puede
ver y conocer; pero Jesús siempre vuelve los ojos de los oyentes
hacia otra realidad: la espiritual, que sólo puede identificarse y
verse por la fe. En el capítulo 2, habla del templo espiritual, de
su propia persona, en el que todas las personas tienen la opor-
tunidad de encontrarse con Dios; pero los fariseos y hasta los
discípulos no comprenden sus palabras. Nicodemo reacciona al
imperativo de Jesús, “Debes nacer de nuevo”, preguntando cómo
es posible, y Jesús lo corrige señalando el nacimiento espiritual
(Juan 3:25). Los discípulos tampoco entienden las palabras de
Jesús sobre la comida especial que recibió a través de su diálogo
con la mujer samaritana. Jesús continúa: “Mi comida es que haga
la voluntad del que me envió, y que acabe su obra-. ” (Juan 4:34).
Nadie habló así.

BUSCA PRIMERO EL REINO | 41


Este capítulo nos ayuda a mirar de nuevo al corazón de Dios,
que es la prioridad del cielo. La Biblia entera nos habla de un
misionero, Dios, que busca apasionadamente a los perdidos. La
misión no es nuestra ni de la iglesia, sino de Dios. Es parte de
la naturaleza misma de Dios. Es el protagonista de la misión.
No tenemos un Dios que nos envíe primero, pues se deja enviar
y habla de esto una y otra vez en el Evangelio de Juan. La obra
de Jesús es ofrecer vida eterna, es la obra que el Padre le ha
confiado (Juan 17: 2-4), e involucrarse en esta misión le da la
mayor satisfacción. Fue fortalecido al testificar, y su gozo fue
pleno cuando encontró almas sedientas. Incluso en la cruz de
madera, cuando la agonía de la muerte se apoderó de su ser, fue
consolado por el último testimonio que da al ladrón a su lado.
El grito “tengo sed” es un eco de la búsqueda de Dios, del deseo
de salvar tantas almas como sea posible.
Todas las personas son amadas por Dios y están incluidas en
la obra de salvación. Dios ama al mundo como un todo y a cada
persona individualmente (Juan 3:16). Hay un hambre espiritual
y una sed de Dios en nuestros corazones, un espacio vacío en
cada alma, pero muchos, como la mujer de Samaria, todavía no
saben dónde se puede satisfacer esta necesidad. Sin embargo,
debido al pecado, todas las personas se resisten al llamado de
Dios, razón por la cual el Espíritu de Dios lucha con cada alma.
La resistencia se puede ver en el diálogo de la mujer con Jesús.
Ella no estaba dispuesta a abrir su corazón, pero Jesús la condu-
ce suavemente al manantial de agua viva. Incluso nosotros mis-
mos a menudo resistimos el mensaje divino, y el Espíritu Santo
continúa obrando en nuestros corazones. Es doloroso que algu-
nos continúen mostrando resistencia todo el tiempo. Jesús nos
advirtió que la semilla podría caer en un suelo no preparado.
Pero incluso en tales situaciones, los que no aceptan el mensaje
no nos rechazan a nosotros, sino a aquel que los ama y quiere
salvarlos.

42 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


Listo para la cosecha
El efecto del testimonio de esta mujer se ve en la multitud de
personas que llegan al lugar donde está Jesús. Todas estas per-
sonas no vienen a escuchar un sermón, sino a ver un sermón vi-
viente en la persona del Salvador. Elena de White capta la mayor
necesidad de la humanidad en las siguientes palabras: “El mun-
do necesita hoy lo que necesitaba mil novecientos años atrás,
esto es, una revelación de Cristo. Se requiere una gran obra de
reforma y sólo mediante la gracia de Cristo podrá realizarse esa
obra de restauración física, mental y espiritual”.10
Jesús usa imágenes campestres para describir el interés
mostrado por la gente de Sicar. “¿No decís vosotros: aún faltan
cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad
vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para
la siega” (Juan 4:35).
Según la parábola, el sembrador que salió a sembrar es Je-
sucristo mismo; pero en el Evangelio de Juan, él no es solo el
sembrador. Él es también la semilla que debe morir para dar
mucho fruto (Juan 12:24). Él es la simiente de la mujer en la pri-
mera promesa de la Biblia (Gén. 3:15), y el bosque de la cruz es el
lugar donde la Simiente muere no solo para resucitar en gloria
sino también para ver el fruto de sus sufrimientos (Heb. 12: 2).
El trabajo más duro no es nuestro: fue y es su obra, pero
todos los discípulos están llamados a participar de la gran cose-
cha. La cosecha siempre ha sido una ocasión de alegría y toda la
comunidad ha participado en esta actividad (Rut 1:22).
En la naturaleza hay un orden que Dios ha establecido: hay
un tiempo para preparar la tierra, un tiempo para sembrar y un
tiempo para cosechar el fruto. Usamos estas imágenes para des-
cribir el largo y difícil proceso en el cual la iglesia está involu-
crada en ganar almas. A veces, incluso cuatro meses (vers. 35),

10 Elena G. de White, El Ministerio de Curación, p. 102.

BUSCA PRIMERO EL REINO | 43


según la aplicación de Jesús, no son suficientes para preparar las
almas para entrar en un pacto con Dios a través del bautismo.
Pero en el relato de Juan, el tiempo está reducido. En el
mismo día en que tuvo lugar la siembra, también tiene lugar
la cosecha. Es lo que profetizó el profeta Amós: que llegaría el
día en que “el arador alcanzará al segador” (Amós 9:13). Toda la
ciudad se pone en movimiento. La gente viene no solo a ver a
Jesús; le piden que se quede con ellos, y Jesucristo pasa dos días
con ellos. No nos sorprende que después de la Resurrección,
después de la predicación del evangelio en Jerusalén y Judea,
Samaria esté lista para el mensaje de Felipe (Hech. 8). Los sama-
ritanos reconocen en la persona de Jesús al Salvador del mundo
(Juan 4:42), una expresión que encontramos solo una vez en la
Biblia (1 Juan 4:14).
Nos preguntamos qué representa Samaria hoy. ¿Dónde quie-
re Jesús ser conocido y cuáles son las barreras que hay que
superar? Incluso hoy, todos defienden su religión, sus formas,
rituales y montañas (Juan 4:20). Podemos tener nuestras pro-
pias montañas en las que retrocedemos y nos olvidamos del
mundo que nos rodea. A la pregunta: “¿Está Samaria lista para
el mensaje del evangelio?”¿Cuál habría sido la respuesta de los
discípulos? ¿Qué hay de los discípulos de hoy? La gente no ne-
cesita simplemente cambiar de religión: necesitan ver a Jesús.
Dios puede usar las herramientas más simples, como una mujer
con un pasado dudoso que ha conocido la gracia del perdón.
Elena de White en el capítulo “Junto al pozo de Jacob” en
El Deseado de todas las gentes dice: “Cada verdadero discípulo
nace en el reino de Dios como misionero”11. El evangelio es para
“todo aquel que cree”, y quien recibe el evangelio, las buenas
nuevas, Jesucristo, se convierte naturalmente en un misionero.
Este es el honor que Dios quiere darnos a cada uno de nosotros.

11 Elena de White, El Deseado de todas las gentes, p. 166.

44 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


Preguntas:

1. ¿Cuáles son las similitudes entre la mujer de Samaria y la


sociedad actual?
2. ¿Qué podemos aprender del método de evangelización
de Jesús?
3. ¿Cuáles son los desafíos de los discípulos de hoy? ¿Hasta
qué punto estoy dispuesto a ser guiado por Dios cada día
hacia las oportunidades de testificar que él prepara?

BUSCA PRIMERO EL REINO | 45


HISTORIA DE LOS NIÑOS

El misionero de 5 años
“Cualquiera que me confiese delante de los hombres, yo
también lo confesaré delante de mi Padre que está en los
cielos” (Mat. 10:32).

No hace mucho tiempo, en 2013, la Iglesia Adventista del


Séptimo Día en Ploiesti, Rumania, llevó a cabo una campaña de
evangelismo y decidió distribuir el libro El gran conflicto en todo
el vecindario. Había muchos apartamentos en el vecindario a
los que querían llegar, por lo que el pastor invitó a los estudian-
tes de la escuela secundaria adventista para que ayudaran a
distribuir el libro. Unos 50 estudiantes llegaron en un autobús
desde 60 kilómetros de distancia, y se dividieron en grupos de
tres para recorrer todas las calles, distribuyendo libros por to-
dos los departamentos y casas. Con grandes sonrisas y palabras
amables, tocaron puertas, regalando el libro e invitando a la
gente a leerlo. Algunas personas aceptaron el libro con alegría,
mientras que otras se mostraron reacias o incluso rechazaron a
los estudiantes.
Junto a ellos venían el capellán con su esposa y dos hijos: un
niño de 7 años y otro de 5. Observaron que mientras rechazaban
a los adultos, la gente nunca rechazaba a los niños, así que de-
cidieron dejar que Robert, el niño de 5 años, se acercara a las
personas mientras el resto de la familia oraba en silencio para
que aceptaran el regalo.
Cuando la familia terminó, la calle que les había sido asig-
nada, solo dos personas habían rechazado la oferta del niño.
Estaba muy feliz, y durante semanas continuó orando “para que
las personas que habían recibido los libros los leyeran y cono-
cieran a Dios”.
Tres años más tarde, Robert y su familia asistieron a una gran

46 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


Conferencia Misionera celebrada en Bucarest, la capital de Ru-
mania. Mientras escuchaban las experiencias inspiradoras y las
historias misioneras compartidas por los participantes, una mu-
jer se paró repentinamente en la parte de atrás de la sala y le
contó la historia de su conversión. Ella dijo que hacía tres años
un niño le había dado el libro El Conflicto de los siglos y le pidió
que lo leyera, lo cual hizo. Después de leer el libro, buscó una
iglesia y comenzó a asistir a la Iglesia Adventista del Séptimo Día
local. Ahora se estaba preparando para bautizarse.
Cuando el pequeño Robert, que ahora tenía 8 años, escuchó
su historia, se volvió para ver quién hablaba y reconoció a la
mujer a la que le había dado el libro. Durante el receso posterior
a la reunión, fue con su madre a hablar con ella y ella también la
reconoció. ¡Fue una experiencia maravillosa y feliz!
¡Imagina la gran alegría y celebración en el cielo cuando co-
nozcas a niños y niñas, hombres y mujeres, que te reconocerán
como quien les habló de Dios! Quizás algunos te agradezcan por
ser amable con ellos, por regalarles un libro, por sonreír o res-
ponder cortésmente, o por orar por ellos cuando ni siquiera lo
sabían. Pero con el tiempo, llegaron a conocer a Dios gracias al
espíritu misionero para servir a los demás.
Nunca lo olvides: todo lo que hagas puede testificar a favor
de Dios o en contra de él, ¡y puedes ser misionero a cualquier
edad!

Preguntas:

1. ¿Cómo puedes servir a otras personas y ser un misionero


de Dios? Da algunos ejemplos.
2. ¿Por qué crees que Dios quiere que los niños pequeños
testifiquen por él?
3. Planifica algunas cosas que podrías hacer en los próxi-
mos días para ayudar a otros a conocer mejor a Dios.

BUSCA PRIMERO EL REINO | 47


N OTA S
5
Tiempo de
recuperación
Tiempo de recuperación
“Por lo tanto, el hijo del Hombre es Señor aun del día de
reposo” (Marcos 2:28).

Hay una antigua historia rabínica, más bien una parábola:


Dios había ido de nación en nación, ofreciendo su ley en un in-
tento de encontrar a aquellos que estarían dispuestos a recibirle.
— ¿Qué contiene la ley? — preguntaron.
Cuando se enteraron de las prohibiciones tales como no
matar, no mentir, no robar, todos rechazaron la oferta, porque
nadie podía imaginar la vida sin tales prácticas. Finalmente, en-
contró un grupo en el desierto a quienes les propuso lo mismo.
— ¿Cuál es la ventaja de guardar tus mandamientos?
— preguntaron.
— Les ofreceré mi reino eterno, donde no habrá muerte, su-
frimiento ni dolor, y siempre serán felices — contestó Dios.
— Lo que dices es hermoso, pero está demasiado lejos en el
tiempo. Queremos algo que podamos ver y probar ahora — di-
jeron sonriendo.
— Junto con la ley, les ofreceré un anticipo, una muestra de
cómo es el reino. Les daré el sábado — expresó Dios.
La parábola expresa una gran verdad: el sábado es un ade-
lanto, una muestra de la vida eterna.

Jesús y el sábado
Cada uno de nosotros tiene una cierta imagen del sábado,
dependiendo de la experiencia de vida y del conocimiento que
tengamos sobre este tema. La mayoría de las veces asociamos

50 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


la palabra “sábado” con descanso, paz, bendiciones y gozo. No
queremos que el sábado se vea perturbado por relaciones ten-
sas, acusaciones o sufrimiento físico o emocional. Pero vivimos
en un mundo de pecado y debemos reconocer que a veces esta
es la realidad. No todos los sábados son iguales. Lo mismo su-
cedió con Jesús, como podemos leer en Marcos 3:1-6.
Quizás el autor, el discípulo Marcos, estuvo presente ese sá-
bado. Por eso no pudo olvidar la escena en la que Jesús estaba
“mirándolos alrededor con enojo” (Mar. 3:5), porque el dolor fue
tan inmenso y no podía ocultarlo, y por el endurecimiento de
sus corazones.
El evento de la sinagoga es precedido por otro episodio (Mar.
2:23-28), que también tuvo lugar el sábado. Los discípulos con
Jesús estaban cruzando campos de trigo y comenzaron a ar-
rancar espigas y a comérselas (Mar. 2:23). Aquel que es acusado
nuevamente es, por supuesto, Jesús, porque el Señor lo permite.
Cada discípulo habla acerca de los milagros que realizó Jesús
en sábado, y si los contamos son siete en total. Todos los evan-
gelios relatan las tensiones y confrontaciones entre Jesús y los
líderes religiosos en ocasiones de estos milagros, pero el mayor
espacio para relatar las controversias que siguieron lo propor-
ciona el discípulo Juan.
Una cosa importante que todo creyente debe recordar es
que estas cuestiones nunca son acerca de cómo debe cele-
brarse ese día, sino solo sobre cómo debería mantenerse. Los
fariseos tenían 39 categorías de prohibiciones para el sábado,
y las discusiones en torno a las mismas eran interminables y
a menudo improductivas. Jesús nunca se sintió atraído por ta-
les debates. Incluso en estos dos casos, él no hace nada más
que expresar principios generales que, por supuesto, pueden
aplicarse de manera diferente, según el lugar y el tiempo tales
como: “¿Es lícito en los días de reposo hacer bien, o hacer mal
(…)?”. El mal es lo que planeaban hacer ese mismo sábado: ma-
tar a Jesús (Mar. 3:6).

BUSCA PRIMERO EL REINO | 51


El discípulo Mateo agrega un detalle: “Y si supieses qué sig-
nifica: Misericordia quiero, y no sacrificio, no condenaríais a los
inocentes” (Mat. 12:7). Es posible que ese día de reposo nadie
invitara a los discípulos a almorzar. En la época del Antiguo Tes-
tamento y en la época de Jesús, el sábado no era un día de ayu-
no: era un día de gozo. Por eso Jesús les dice: “El día de reposo
fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del
día de reposo” (Mar. 2:27). ¡Los principios que Jesús declaró son
profundos y amplios! Si se tuvieran en cuenta incluso hoy en día,
se evitarían muchas experiencias tristes.

Sábado: un día de gozo


Jesús está en la sinagoga el sábado y es invitado a predicar.
Es lo que queremos cada sábado: ¡ver y oír a Jesús! Jesús no solo
establece los principios del sábado, además muestra cómo se
pueden experimentar en la práctica. Había un hombre con una
mano seca (Mar. 3:1-3) y en un momento Jesús se percata de él.
Se detiene durante el sermón y se dirige al de la mano seca:
“Ponte de pie frente a todos” (NVI).
Es imposible que este incidente no llame la atención de to-
dos, especialmente de aquellos seguidores de Jesús. Hay tres
acciones que Jesús realiza en esta ocasión. Primero, toca al
hombre enfermo. En algún momento, sus ojos se encuentran.
Jesús ve una necesidad, un sufrimiento, y no puede seguir ade-
lante sin detenerse a ayudar. Él ve la impotencia, pero también
la fe de este hombre, que había ido a la sinagoga para adorar.
Segundo, Jesús se involucra; no solo expresa compasión, que es
importante pero no suficiente. Le pide al hombre que se con-
vierta en el centro de atención, que se coloque “en el medio”.
Muchas veces, en sábado, nos posicionamos como el centro
de atención, esperando que otros vengan a nosotros, esperando
que otros observen nuestra presencia o nuestro ministerio. A
menudo el sábado, después de una semana entera de trabajo, se
convierte en el día en que esperamos ser servidos, nutridos por

52 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


la Palabra de Dios y bendecidos, olvidando el verdadero propó-
sito del sábado: bendecir a otros a través de nuestro ministerio.
El sábado puede convertirse un día de gozo solo si seguimos el
ejemplo de Jesús. Nadie tuvo el valor de responder a la pregunta
de Jesús: si “¿Es lícito en los días de reposo hacer bien, o hacer
mal; salvar la vida, o quitarla?” (Mar. 3:4). En tercer lugar, Jesús,
no solo cura sino que también protege a este hombre. Salieron
los fariseos enojados y los herodianos, los dos extremos de la
religiosidad judía. Esta vez tienen un objetivo común: destruir a
Jesús. Los que se alegraron se quedaron dentro con Jesús y el
hombre sanado. Para ellos y para la familia de este hombre, el
sábado se convierte en el sábado más hermoso. Nosotros so-
mos quienes podemos hacer del sábado una delicia y gozo para
nuestras familias y la iglesia donde adoramos.
Pero no nos detengamos aquí. El mandamiento pronunciado
en Sinaí (Éxo. 20:10) requiere que el gozo del sábado sea probado
incluso por aquellos considerados “extraños” para la gente que
guarda el sábado. Dios quiere llegar a más corazones a través de
nosotros en el día de reposo; quiere colmar de más bendiciones
y sanar más almas pecadoras. Jesús declaró en su sermón en la
sinagoga de Nazaret que esta era su misión (Luc. 4:16-18).

El rol y propósito del sábado


Es importante tener una comprensión correcta del propósito
del sábado, esto puede ayudarnos a tener la actitud y la acción
adecuada. El sábado se menciona por primera vez en la Biblia
en el momento de la creación (Gén. 2: 1-3). Es el día en que Dios
terminó la obra de la creación. Es parte de su obra. No se pue-
den separar. Si durante los seis días Dios nos ofreció cosas crea-
das, en el día de reposo se ofrece entrar en el espacio y tiempo
creado para los humanos. El sábado es el día en que Dios está
presente con su reposo, además de bendecir y santificar este
templo creado en el tiempo, al que todas las personas tienen
acceso.

BUSCA PRIMERO EL REINO | 53


El descanso no es lo opuesto al trabajo; Dios no necesitaba
descansar, y probablemente el hombre y la mujer tampoco lo
necesitaban en la creación. El descanso es la celebración de la
armonía entre el cielo y la tierra. Es el gozo de todo el universo
por todo lo que ha sido creado. El primer relato de la creación
(Gén.1, 2) culmina en el gozo del sábado. En otras palabras, todo
lo que Dios creó fue para este día en particular: el sábado. Inclu-
so después de la caída, el sábado sigue siendo un memorial de
la creación, apuntando hacia aquel que es el Creador. Al mismo
tiempo, conlleva cierta nostalgia: nos recuerda lo que perdimos.
Si ha perdido a alguien querido, el sábado despierta recuerdos
que pueden doler. Pero al mismo tiempo, el sábado habla de un
fin, no solo el fin de la creación, sino también de la recreación.
Es por eso que implica esperanza. Es el final de nuestro viaje a
casa. Cada sábado no es más que un ensayo para el día en que
veremos cara a cara a aquel que es el Señor del sábado. De esta
forma, el sábado se convierte en una bóveda que conecta la cre-
ación con la recreación a través de Jesucristo, y en el centro de
este arco se encuentra la cruz del Gólgota.
También podemos llamar al sábado el día de la reunión.
Cuando mis padres estaban vivos y les decía que iba a volver
a casa para una visita, era el día más hermoso para ellos. Cada
ocasión de encuentro estaba llena de emoción y alegría. Nada
es más triste que los padres que esperan que sus hijos vengan
y los niños no los honran con su presencia. Cada sábado, Dios
abre la puerta de las bendiciones y espera que sus hijos vengan
para una nueva fiesta.
Cada sábado, experimentamos el descanso al poner en prác-
tica el principio del trabajo realizado. Tenemos muchos planes,
listas de tareas pendientes e innumerables deseos. La vida más
allá de las puertas del Edén está marcada por muchos fracasos.
Por otro lado, el sábado nos dice que dejemos a un lado nues-
tras preocupaciones, que nos detengamos y que aprendamos la
lección más importante: lo que Dios hace por nosotros es mucho

54 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


más importante que nuestros logros. En el trabajo de creación
y recreación, el descanso precede al trabajo. El primer día com-
pleto para la primera familia humana fue un día de descanso.

El sábado en el contexto de la gran controversia


Dios no quería que este planeta se convirtiera en un lugar
de dolor y sufrimiento, pero previó la posibilidad de que los hu-
manos cayeran, así que nos dio el sábado. Quería decir que el
peligro de caer en el pecado es real, por eso no basta con reu-
nirse una vez al año o una vez al mes. Quiere pasar un día con
nosotros todas las semanas. La necesidad de la presencia de
Dios es imperativa después de caer en el pecado. Los milagros
realizados por Cristo en sábado deben verse en el contexto de
la gran lucha. “El objeto de la obra de Dios en este mundo es la
redención del hombre; por lo tanto, lo que es necesario hacer
en sábado en cumplimiento de esta obra, está de acuerdo con
la ley del sábado”12. Antes de caer en el pecado, Dios descansó
con el hombre y la mujer (Gén. 2:1-3), pero en las condiciones del
pecado y el sufrimiento, Dios obra en sábado. De esta manera,
manifiesta su presencia. Los evangelios muestran cómo la tensi-
ón entre los líderes religiosos y Jesús está creciendo debido a su
ministerio del sábado. De esta manera, Jesús reveló su identidad
y el carácter de Dios (Juan 5: 17-47). El sábado, la salvación de los
seres humanos, que era obra del Padre, era una prioridad para
Jesús.
El último libro de la Biblia, Apocalipsis, revela de manera más
amplia la realidad del gran conflicto. En el centro de este libro
está el mensaje del sábado. En este tiempo del fin, el número de
aquellos que creen en el informe de la creación y que honran al
Creador se hace cada vez más pequeño. Es por eso que debe-
mos transmitir la verdad: “adorad a aquel que hizo el cielo y la
tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Apocalipsis 14: 7). Los

12 Elena de White, p. 252.

BUSCA PRIMERO EL REINO | 55


judíos tenían el sábado, pero rechazaron a Jesús, y sin el Señor
del sábado (Marcos 2:28), la observancia del día no tiene valor.
Lo cercaron de todo tipo de restricciones, y Jesús quiso restau-
rar su verdadero significado. Otro extremo es cuando el sábado
se convierte en un día de descanso ordinario, sin el respeto y el
honor que le damos a aquel que lo creó. El sábado es el medio
y la ocasión por la cual mostramos que Dios es lo primero en
nuestras vidas y que la misión de Cristo es nuestra misión.
En 2007, se imprimió en los medios rumanos un artículo es-
crito por un no adventista, con el título “¡Perdóname, Beatrice!”.
El autor del artículo, Emilian Isailă, describe un incidente cuan-
do asistía a la escuela secundaria en Bucarest y tenía una com-
pañera llamada Beatrice. Él dice: “Era una niña pequeña, her-
mosa e inteligente. Era una buena estudiante y no hablaba sin
que se lo pidieran… Para toda la clase, Beatrice era un misterio.
La envidiaba sinceramente. En ese momento, me parecía incre-
íble que un estudiante perdiera un día de clases cada semana.
Además de no venir el sábado, Beatrice se había ido de las últi-
mas clases del viernes. Estábamos estudiando por la tarde y, a
medida que se acercaba la noche, recogió sus cosas y se fue…
Beatrice era hija de la familia de un médico y eran miembros
de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Todos los sábados, los
maestros notaban sus ausencias injustificadas. Un viernes por
la tarde, al final de la clase de historia, cinco minutos antes de
que sonara la campana, nuestra maestra sugirió que no dejá-
ramos que Beatrice se fuera. Beatrice, impasible ante las ame-
nazas, comenzó a recolectar sus cosas. La maestra nos llamó
para detenerla. Algunos chicos, incluyéndome, bloqueamos la
puerta; otros la rodearon, tratando de hacerla rendirse. Beatri-
ce volvió a sentarse en su escritorio. Se tapó los oídos con las
manos para no poder oírnos más y empezó a llorar. Las lágrimas
corrían por sus mejillas como dos manantiales que finalmente
habían encontrado su camino de liberación. Nos bloqueamos.
De repente hubo un silencio, como si toda la clase tuviera una
revelación. Nos avergonzamos. A partir de ese día, Beatrice no

56 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


tuvo problemas para salir de la escuela. Se había creado una
especie de solidaridad misteriosa entre ella y nosotros. La está-
bamos ayudando".
Incluso hoy, Jesús se dirige a los jóvenes, a los padres, a to-
dos nosotros: “Párate delante de todos” (Marcos 3: 3). El sábado
es el medio por el cual honramos a Dios. Demostramos que él
merece ser lo primero en nuestra vida. El sábado es el día de
la curación, un momento en el que su amor toca nuestros co-
razones. El sábado es el día en el que Dios quiere traer sanidad
y bendiciones a través de sus hijos para quienes nos rodean. El
sábado es el signo de pertenencia y fidelidad a Dios.

Preguntas:

1. ¿Qué lugar ocupa el sábado en el horario de tu familia?


¿Es el sábado un día de alegría?
2. ¿Cómo puede el sábado convertirse en una bendición
para quienes nos rodean?
3. ¿Qué decisiones quieres tomar para reconsiderar cómo
celebras el sábado?

BUSCA PRIMERO EL REINO | 57


H I S TO R I A PA R A L O S N I Ñ O S

Regalo, el regalo
“Acuérdate del sábado para santificarlo” (Éxo. 20:8).

Betty siempre celebró su cumpleaños de la misma forma.


Invitaba a sus amigos, jugaban y se divertían juntos durante al-
gunas horas. Luego, su madre llevaría la torta especial de cum-
pleaños, que era diferente cada año, y servía varios manjares
que su madre había preparado. Después que todos se iban, ella
ayudaba a su mamá a limpiar la casa, abría sus regalos y pasaba
algún tiempo disfrutando de sus juguetes nuevos.
Este año era diferente. Su cumpleaños caía en sábado, y sa-
bía que tendría que celebrarlo de forma diferente. Sabía que no
solo era su cumpleaños, sino que también era la celebración de
Jesús. Ella quería ponerlo en primer lugar, para hacerlo feliz en
su día especial.
Cuando sus amigos le preguntaron qué planeaba hacer para
su cumpleaños, ella les dijo:
— Tengo una invitación especial para ustedes este año.
— ¿Qué es? ¿Qué es? — preguntó Amy, curiosa.
— Bueno, quiero invitarlos a todos a la iglesia a la mañana,
y después están invitados a un almuerzo especial de celebraci-
ón en mi casa. Después, saldremos a dar un paseo especial en
la naturaleza y disfrutaremos de juegos sabáticos. — respondió
Betty.
— ¿A la iglesia? — respondió Amy, sin creer lo que oía. — ¿Qué
tiene que ver la iglesia con tu cumpleaños?
— Nada, — explicó Betty — pero tiene que ver con el día de
mi Mejor Amigo. Es que el sábado es el día especial de Jesús, y
entonces me gustaría celebrarlo primero como a él le gusta, y
estoy segura que él lo transformará en una fiesta feliz para mí
también.

58 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


A medida que se acercaba su cumpleaños, nada parecía salir
bien. Toda la semana anterior, el clima estuvo frío y lluvioso,
inadecuado para una caminata al aire libre. Su madre, que ha-
bía pensado preparar una torta especial de frutos del bosque,
tuvo mucho trabajo extra y no tuvo tiempo de ir al mercado para
comprar la fruta. Incluso Mark, el hermanito menor de Betty, no
se sentía muy bien, y Betty pensaba que su plan para festejar su
cumpleaños no tendría éxito. Pero oró mucho por eso y estaba
decidida a hacer que ese día fuera “una delicia”, como sabía que
todos los sábados debían ser, a pesar de todos los desafíos.
Sorpresivamente, el sábado de mañana el clima era muy
bueno, y el sol alumbraba de forma brillante y cálida. En la igle-
sia, la maestra de su Escuela Sabática quiso darle una sorpresa
y preparó una gran torta de frutilla para todos, y la comieron al
final de la clase. Para su sorpresa, todos sus amigos asistieron
a la iglesia y después fueron a su casa, le llevaron sus regalos e
hicieron que el almuerzo fuera una verdadera celebración. Y en
la tarde, cuando fueron a dar un paseo en la naturaleza a unas
dos millas de su pueblo, encontraron a un pequeño perrito, pro-
bablemente perdido o abandonado por alguien lejos de la casa.
— ¡Es exactamente lo que quería! — exclamó Betty, emocio-
nada. — Oré tanto para tener un perrito por mi cumpleaños,
pero sabía que mamá y papá no me dejarían tener uno en casa,
así que no le dije a nadie sobre mi deseo.
— ¿De verdad? — preguntó su mamá.
— Sí, mami, — respondió Betty. — Por favor, por favor, ¿puedo
llevarlo a casa? Lo llamaré Regalo, porque es mi regalo de cum-
pleaños que me dio Dios. — dijo, saltando, llena de felicidad,
sosteniendo al cachorrito en sus manos.
— ¡Tienes tanta suerte! — exclamó Amy. — Tuviste exacta-
mente el cumpleaños con el que soñabas. Y creo que fue, de
hecho, uno de los mejores cumpleaños que has tenido.

BUSCA PRIMERO EL REINO | 59


— Te lo dije, — respondió Betty — Cuando nos preocupamos
por el día de Dios, él hará que el nuestro sea una celebración
real.

Preguntas:

1. ¿Por qué crees que es importante guardar el sábado y


celebrarlo?
2 ¿Qué puedes hacer para que el sábado sea un día espe-
cial y hermoso?
3. Nombra a un amigo que no sabe acerca del sábado y
comparte las noticias especiales sobre el día de Dios con
esa persona.

60 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


6
De vuelta a
Bet-el
De vuelta a Bet-el
“Y esta piedra que he puesto por señal será casa de Dios; y de
todo lo que me des, el diezmo apartaré para ti” (Gén. 28:22).13

La Biblia contiene muchas promesas. Para muchos, son la


parte más hermosa de las Santas Escrituras. Necesitamos estas
promesas porque a través de ellas, nuestra fe se fortalece. ¿Cuál
es la promesa más importante en la Biblia, la promesa que el ser
humano necesitaba incluso antes de caer en pecado?
La encontramos de una forma explícita por primera vez en
Génesis 28:15, y es “yo estoy contigo”. No está dirigida a una per-
sona que, en nuestra opinión, se lo merezca. Dios lo dice al que
había engañado a su hermano, mentido a su padre, y que, obli-
gado por el odio de su hermano, se volvió un fugitivo. Su nom-
bre es Jacob, que quiere decir “el engañador”. La Biblia llama a
esto ‘gracia’; es lo que todos necesitamos.

Bet-el, el lugar de encuentro con Dios


Jacob deja Beerseba, el lugar de la ira y venganza de su
hermano Esaú, y se dirige hacia Harán (Gén. 28:10). Allí, sería
engañado y explotado por Labán. Detrás estaba la amenaza, y
delante, lo desconocido. El camino era uno largo, de unos 800
km (550 millas), y en las condiciones de esa época, llevaba más
o menos un mes. La Biblia no dice todo lo que sucedió en ese
tiempo, pero presenta la experiencia de una sola noche que
cambió la vida de Jacob.
El abuelo de Jacob, Abraham, había viajado por este camino
unos 125 años antes, pero en dirección opuesta, viniendo a la

13 Todos los textos bíblicos son de la New King James Version®. Copyright © 1982
by Thomas Nelson. Usado con permiso. Todos los derechos reservados. [NT: en
español, se usó la versión Reina Valera 1995].

62 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


Tierra Prometida. Hay muchas otras diferencias entre Abraham y
Jacob. Abraham estaba con su familia, sirvientes, y mucha rique-
za, pero Jacob estaba solo y sin materiales de apoyo. Pero em-
pezando con esta noche, tienen algo en común: las promesas de
Dios. La Tierra Prometida, muchos descendientes y la bendición
que incluiría todas las familias de la Tierra. Jacob no esperaba
que Dios le hablara personalmente bajo tales circunstancias. Te-
nía 15 años cuando Abraham murió, y ciertamente tuvo la opor-
tunidad de aprender mucho acerca del Dios de su abuelo y de
su padre.
Es el primer encuentro de Jacob con Dios; escucha la voz de
Dios por primera vez. La escalera que llega al cielo desciende
al lugar donde se encuentra. La palabra “lugar” domina toda la
narrativa (versículos 11, 16, 17, 19), no es solo una ubicación geo-
gráfica. Es el lugar que marcó la vida de Jacob para siempre; es la
“puerta del cielo”. Aunque solo fue un sueño, ese sueño lo des-
pertó. Las palabras dichas por Jacob, “Ciertamente Jehová está
en este lugar, y yo no lo sabía”, apunta a su mayor revelación.
Dios puede hablarnos de muchas formas y puede que nosotros
no lo sepamos. Jacob necesitaba protección, y Dios prometió
estar con él. Él necesitaba perdón y descubrió la escalera en
la cual los ángeles ascendían y descendían. La imagen de esta
escalera señala a Uno que desciende, Jesucristo, para quitar “el
pecado del mundo” (Juan 1:29). No se refiere a su pasado en lo
absoluto, sino solo al futuro (Gén. 28:13-15).
En esta magnífica narrativa, la revelación de Dios está en pa-
ralelo con la respuesta de Jacob (Gén. 28:18-22). La respuesta
se llama adoración. Nadie puede definir precisamente lo que
es la adoración, y la Biblia no la define. La adoración, la mayor
necesidad y más profunda experiencia del ser humano, no pue-
de ser definida sino únicamente experimentada. Es actitud, ac-
ción, obediencia, asombro, temor, gozo, celebración, misterio,
vida, dedicación, todo eso. Cada dimensión de la vida está to-
cada por la adoración. La adoración transforma vidas. El diablo

BUSCA PRIMERO EL REINO | 63


no necesita nuestros bienes; solo quiere una cosa de nosotros:
nuestra adoración. El último libro de la Biblia, Apocalipsis, nos
dice que la adoración será el objeto final del gran conflicto entre
el bien y el mal (Apoc. 13:8).
Somos invitados a caminar junto con Jacob en este espacio y
experimentar la verdadera adoración.

Votos en el lugar de adoración


Es imposible encontrarse con Dios, experimentar la adora-
ción y seguir siendo la misma persona. Hasta ese momento, la
vida de Jacob había estado marcada por fracasos. El lugar donde
había llegado y permanecido por la noche estaba dominado por
la oscuridad. Elena de White describe la condición interior de
Jacob, que también estaba cargada de oscuridad:

“Se sentía desechado, y sabía que toda esta tribulación ha-


bía venido sobre él por su propio proceder erróneo. Las ti-
nieblas de la desesperación oprimían su alma, y apenas se
atrevía a orar. Sin embargo, estaba tan completamente solo
que sentía como nunca antes la necesidad de la protección
de Dios. Llorando y con profunda humildad, confesó su peca-
do, y pidió que se le diera alguna evidencia de que no estaba
completamente abandonado”.14

Después que Dios le habla, vemos a un Jacob diferente. Emo-


cionado por las promesas de Dios, por la grandeza de su presen-
cia, responde a Dios con un voto. Es el primer voto que encontra-
mos en la Biblia, y está basado en lo que Dios ya ha prometido.
Jacob no hace nada nuevo, sino que repite las promesas de Dios
en una escala bastante menor, contentándose con solo las ne-
cesidades básicas de la vida y la garantía de volver a casa en
paz. Él dice: “Si va Dios conmigo y me guarda en este viaje en que
estoy, si me da pan para comer y vestido para vestir y si vuelvo

14 Elena de White, Patriarcas y profetas, p. 182.

64 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


en paz a casa de mi padre, Jehová será mi Dios” (Gén. 28:20, 21).
En este voto, Jacob promete a Dios tres cosas: en primer lu-
gar, su completa lealtad a él. El compromiso de Jacob, en el que
promete poner a Dios en el primer lugar de su vida, incluye el
hecho de que, en este mundo de pecado, esto no puede lograrse
sin determinación y lucha. Es una elección que debe renovar-
se cada día, y la biografía de la vida de Jacob demuestra esta
verdad.
El segundo elemento de adoración es la “piedra”, una cosa
común, que primero sirvió de almohada y fue bañada en lágri-
mas. Ahora se convierte en un monumento de conmemoración
y en la “casa de Dios”. En esta piedra, Jacob derrama aceite, un
símbolo de dedicación. El lugar de adoración pública, las ca-
sas de oración, deben ser respetadas y apreciadas también hoy.
Cerca se encontraba la ciudad de Luz, pero perdió su importan-
cia por la gloria de Bet-el. Las casas de oración deben ser los
edificios más hermosos y prolijos, y la adoración allí debe ser
un lugar apropiado donde los ángeles asciendan y desciendan.
El tercer elemento de adoración es el diezmo que Jacob pro-
mete será “de todo” lo que Dios le diera (versículo 22). Jacob no
concibe la adoración sin dar. David pensó lo mismo cuando dijo
a Ornán “porque no tomaré para Jehová lo que es tuyo, ni sacrifi-
caré holocausto que nada me cueste” (1 Cró. 21:24). La verdadera
adoración siempre cuesta. Si hay algunos que consideran que no
cuesta, no saben lo que es la adoración. Si queremos ver cuánto
cuesta la adoración, miremos al Gólgota. Nuestra adoración le
costó más a Dios. Él es la “escalera” que Jacob vio descendien-
do del cielo. Elena de White, comentando sobre la promesa de
Jacob, no puede más que decir con asombro: “¡Los diezmos para
Cristo! ¡Oh, […] pobre recompensa para lo que ha costado tanto!
Desde la cruz del Calvario, Cristo nos pide una consagración sin
reservas. Todo lo que tenemos y todo lo que somos, lo debiéra-
mos dedicar a Dios”.15
15 Elena de White, Patriarcas y profetas, p. 185.

BUSCA PRIMERO EL REINO | 65


Alguien alguna vez dijo que todo lo importante que necesi-
tamos saber sobre Dios, acerca de los hombres y las mujeres, y
acerca de la salvación, se encuentra en el libro de Génesis. Aquí
hay otro aspecto que no podemos ignorar. Muchos no entienden
por qué Dios instituyó el sistema del diezmo. Tienen la impresi-
ón que la única razón es apoyar a la iglesia y a su misión. Cuan-
do Jacob prometió ser fiel en los diezmos, no había una iglesia
organizada, ni pastores, ni instituciones de evangelismo. El prin-
cipio del diezmo existía incluso antes que el primer hombre y la
primera mujer cayeran en pecado (Gén. 2:16, 17). La práctica del
sistema del diezmo comenzó con Adán y, por lo tanto, era parte
de la experiencia de Abraham (Gén. 14:20). El principio del diez-
mo no fue instituido para juntar fondos, sino para proteger al
ser humano de la tentación más pérfida: olvidar quién es el ver-
dadero Dueño. Teóricamente, aceptamos que todo le pertenece
a Dios, pero con frecuencia, prácticamente, nos consideramos
como dueños. Cuando esto se vuelve una realidad, todo cambia
en la vida. Algunos se preguntan, sin embargo, a quién Jacob le
devolvía los diezmos, lo que sabemos de Abraham. La respuesta
es simple y debería ser tenida en mente por cualquier adorador:
¡se lo devolvía a Dios! Siempre devolvemos el diezmo a Dios. El
hecho de que Dios después estableciera que fuera usado en el
templo (Núm. 18:24) y para difundir el evangelio (1 Cor. 9:13) es
otra cuestión, pero él es el verdadero Dueño. El diezmo tiene el
rol de poner en orden nuestro mundo material, pues coloca a
Dios en primer lugar en una forma práctica y tangible, así como
el sábado tiene el rol de poner orden la administración del
tiempo. Ambas instituciones tienen el rol de protegernos de la
idolatría. Ambas pertenecen a Dios; ambas son sagradas; ambas
expresan nuestra dependencia de Dios; y ambas nos recuerdan
que Dios es la Fuente de toda bendición.

Renovación de votos
Cada uno de nosotros, como Jacob, pasa por momentos en

66 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


los cuales le prometemos a Dios consagración y fidelidad en to-
das las áreas de la vida. Pero como hemos mencionado antes,
para preservar nuestra consagración, necesitamos vigilancia,
determinación, y lucha diaria. Dios estaba con Jacob, pero esto
no significa que estaba libre de problemas, aflicción, e incluso
del fracaso. Por eso Jacob tuvo que pasar por una nueva expe-
riencia. Es en la agonía de otra noche cuando Dios, tomando
la forma de un ser humano, desciende para estar con él. Aquí
vemos nuevamente cuán difícil es para nosotros ceder el con-
trol de nuestras vidas y dejar que Dios sea nuestro Maestro. Hay
tantas paradojas en esta historia única.
Primero, que el Dios Todopoderoso luche toda la noche con
Jacob, un puñado de polvo, y no lo venza (Gén. 32:24, 25). Fue ne-
cesario un toque sobrenatural para que Jacob se rindiera, y que
su derrota se transformara en victoria (Gén. 32:28). Después de
encontrarse con Dios, encontrarse con Esaú se vuelve una de las
experiencias más hermosas y emotivas de su vida. El verdadero
problema no es externo a él, y no es Esaú. Es acerca de dejar que
Dios sea el líder de su vida.
Hay muchas lecciones para nosotros en la biografía de Jacob,
pero vamos a detenernos en solo un episodio más. El capítulo
35 del libro de Génesis nuevamente es triste. Cuando miramos
a la familia de Jacob, encontramos que todas las peores cosas
en este mundo le suceden a esta familia. Ver que su única hija
ha sido dejada en ridículo, que tus hijos le mientan, y que la
crueldad manifestada en Siquem muestre el verdadero carácter
de los hermanos. Jacob se horroriza cuando ve manadas de ani-
males entrando a su propiedad, niños llorando y esposas gritan-
do. Hay una nueva crisis en la vida de Jacob. Al mismo tiempo,
vemos a Dios luchando por su gracia para transformar y cambiar
a esta familia que se convertiría en su pueblo.
Por eso Dios interviene y habla a Jacob otra vez: “Dijo Dios a
Jacob: «Levántate, sube a Bet-el y quédate allí; y haz allí un altar
al Dios que se te apareció cuando huías de tu hermano Esaú»”

BUSCA PRIMERO EL REINO | 67


(Gén. 35:1). ¿Por qué en Bet-el? Bet-el domina todo el capítulo
otra vez, es el lugar donde Dios se le reveló por primera vez, es
el lugar donde Jacob hizo el primer voto de su vida a Dios. Allí,
Dios prometió: “yo estoy contigo”. Diez años han pasado desde
que Jacob volvió a la tierra de Canaán (30 años después de de-
jar su casa), pero se detuvo en Siquem, tal vez olvidándose de
Bet-el. Volver a Bet-el implica una obra menos agradable. Jacob
sabía que las cosas no estaban en orden en su familia, pero las
toleraba. Hasta ahora, siempre había ido solo a encontrarse con
Dios, pero esta vez se negó a hacerlo. Se da cuenta que está
perdiendo a su familia, por lo que esta vez su valentía no tiene
precedentes, y él demanda que todos participen en este evento.
Él sabe que la adoración requiere renuncia, purificación y con-
sagración; por lo que ordena: “Quitad los dioses ajenos que hay
entre vosotros, limpiaos y mudad vuestros vestidos” (Gén 35:2).
Lo que nos impide poner a Dios en primer lugar de forma
tangible al diezmar, al sacrificarnos por la casa de Dios, y tam-
bién al participar en la misión mundial es la idolatría. Pueden
ser los ídolos del materialismo, del egoísmo, del yo, o cualquier
otro. Pero no olvidemos: los ídolos destruyen nuestras vidas
y familias. Son crueles. Demandan todo de nosotros, y no nos
ofrecen nada a cambio. Jacob tuvo la valentía de decir que ya no
quería esas cosas. Los ídolos fueron enterrados bajo una encina
cerca de Siquem (Gén. 35:4). Al llegar a Bet-el, él construye un
altar, prepara el sacrificio, y reúne a su familia alrededor del al-
tar. El sermón que Jacob da allí no pudo ser olvidado por nadie,
porque estaba cimentado en la experiencia de su vida. Este es el
lugar, él dice, donde Dios me habló por primera vez; él prometió
que estaría conmigo y ha mantenido su palabra.
Dios siempre mantiene su palabra. Ese fue el caso entonces,
y lo mismo ocurre hoy. El problema no está en Dios, sino en no-
sotros. Jacob admite que hubo demora en su compromiso, pero
que quiere una nueva consagración, esta vez de toda su familia.
Estamos hablando de reavivamiento y reforma y cuánto lo

68 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


necesita la iglesia. Si hubo un día en nuestras vidas cuando pro-
metimos fidelidad y consagración, ahora es el tiempo de reno-
var ese voto. Es tiempo de volver al Bet-el de nuestros comien-
zos. Estos son los tres aspectos esenciales del compromiso: Dios
en primer lugar, la casa de Dios o su iglesia local o mundial, y la
fidelidad en los diezmos. Si queremos un cambio en nuestras vi-
das por primera vez, no olvidemos la experiencia de Jacob. Dios
está listo a perdonar el pasado y darnos un nuevo comienzo.
Bet-el es el lugar de nuevos comienzos, así como el lugar donde
renovar nuestra consagración. El día de esta experiencia es hoy.

Preguntas:

1. ¿Cómo la adoración cambia mi vida y la de mi familia?


2 ¿Juan abruptamente concluye su primera epístola con la
advertencia “Hijitos, guardaos de los ídolos” (1 Juan 5:21).
¿Por qué?
3. ¿Hay alguna demora en mi vida con respecto a la fideli-
dad al devolver el diezmo? ¿Qué me impide comprome-
terme con Dios como lo hizo Jacob?

BUSCA PRIMERO EL REINO | 69


H I S TO R I A PA R A L O S N I Ñ O S

Cinco veces recompensado


“[…] porque Dios ama al dador alegre” (2 Cor. 9:7).

Timothy era un niño de 7 años que amaba jugar con Legos®.


Podía pasar horas construyendo pacientemente diferentes mo-
delos de Lego® e inventando todo tipo de cosas con los bloques.
Solo tenía dos sets de Lego®: uno había sido un regalo de cum-
pleaños por parte de sus padres, y el otro había sido un regalo
de uno de sus compañeros de clase como regalo de fin de curso.
Pero él amaba mezclar las piezas y construir todo tipo de autos,
barcos, aviones y edificios.
Había visto que había salido un nuevo modelo de Lego®, y le
gustaba mucho, mucho y quería tenerlo.
— Si tuviera también este modelo, que tiene muchas pie-
zas especiales incluidas, estoy seguro de que podría inventar y
construir casi todo. — solía decirle a su mamá.
— Puedes intentar ahorrar dinero. — le aconsejó su madre.
Timothy comenzó a ahorrar, poco a poco, pero sabía que el
juego era bastante caro, y se sentía mal por tener que pagar
tanto por un simple juego.
Un día, un amigo de la familia vino de visita y le dio a Timo-
thy un billete de 50. Junto con el dinero que había ahorrado, era
justo lo suficiente para comprar el set de Lego®. ¡Imaginen la
alegría de Timothy! Su primer pensamiento fue ir a comprarlo.
Pero luego vino un segundo pensamiento a su mente: recordó
que el sábado anterior el pastor había anunciado en la iglesia
que tendrían una ofrenda especial para un proyecto misionero
en África. Sintió la necesidad de dar ese dinero a la iglesia, aun-
que quería mucho conseguir el set de Lego®.

70 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


El siguiente sábado, llevó el dinero que había recibido a la
iglesia y puso el valor completo como ofrenda. Su madre estaba
muy sorprendida, ya que sabía lo mucho que él quería el juego.
Ella también sabía que no le resultaría fácil ganarse la suma que
necesitaba por sí mismo.
Dos días después, una mujer del trabajo de la mamá de Ti-
mothy le preguntó a ella si quería algunos juguetes para Timo-
thy. Su nieto, que había crecido, había decidido reglarlos. Adi-
vinen, ¿cuál era uno de esos juguetes? ¡Era una bolsa muy, muy
grande llena de piezas de Lego®! Cuando le dio la bolsa a la
mamá de Timothy, la mujer dijo:
— Estos juguetes fueron los últimos de los que mi nieto se
deshizo, pero ahora ya está grande como para jugar y estaba
listo para regalarlos. Creo que hay más de 10 sets de Lego® me-
zclados adentro.
Pueden imaginarse la alegría de Timothy cuando su mamá
llegó con la bolsa a la casa. ¡Traten de imaginar, también, su
emoción cuando se dio cuenta que había dado su dinero a Dios,
y que Dios le había dado más de lo que hubiera podido comprar
con su dinero! Poner a Dios primero en todos los aspectos de
nuestra vida, incluyendo el dinero, es como abrir la puerta para
que Dios nos bendiga y nos llene de alegría. A Dios le gusta ben-
decir al dador alegre.

Preguntas:

1. ¿Creen que Dios necesita nuestro dinero? ¿Por qué creen


que él quiere que devolvamos el diezmo?
2 ¿Cómo pueden compartir lo que tienen con Dios y con
otros?
3. ¿Creen que pueden encontrar formas de devolver el diez-
mo, aunque no tengan un ingreso?

BUSCA PRIMERO EL REINO | 71


N OTA S
7
El regalo del
amor
El regalo del amor
“Entonces Jesús dijo: — Déjala, para el día de mi sepultura ha
guardado esto” (Juan 12:7)16

No he conocido a nadie a quien no le gusten los regalos. Los


regalos son parte de nuestras vidas y son un termómetro del
amor y la generosidad. Es difícil decir qué nos gusta más: dar o
recibir regalos; pero Jesús dijo que “Más bienaventurado es dar
que recibir” (Hechos 20:35). Me gustaría invitarle a meditar en un
regalo especial, extraordinario, que fue ofrecido de una forma
no convencional e inapropiada para ese tiempo. Todos estaban
preocupados y por lo tanto no olvidaron la ocasión. Sucede que
el beneficiario de este regalo extraordinario era Jesús. Pocos re-
cuentos, excepto la crucifixión y la resurrección, son contados
por los cuatro evangelistas. Este evento es uno de ellos. Mateo
dice que una mujer “con un vaso de alabastro de perfume muy
costoso, lo derramó sobre la cabeza de él” (Mat. 26:7). Marcos,
por otro lado, añade un detalle: que esta mujer “quebrando el
vaso de alabastro” lo derrama en su cabeza, y Jesús lo describe
como “Buena obra me ha hecho” (Mar. 14:6). El evangelista Lucas
la llama “pecadora” en la ciudad; y en el evangelio de Juan, un
evangelio que fue escrito mucho después, también encontra-
mos el nombre de esta mujer, María (Juan 12:3).

El contexto en el evangelio de Juan


Algunos comentaristas dividen el evangelio de Juan en dos
partes. La primera parte, desde el capítulo 1 al capítulo 12, es
llamada “el libro de las señales”. En esta primera parte, Juan
presenta siete señales. La primera la encontramos en Caná, y la
última en la resurrección de Lázaro en Betania.

16 Los textos bíblicos fueron tomados de la New King James Version®. Copyright ©
1982 por Thomas Nelson. Usado con permiso. Todos los derechos reservados. [NT:
para el español se utilizó la versión Reina Valera 1995].

74 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


La segunda parte, desde el capítulo 13 hasta el final del
evangelio, se la llama “el libro de la gloria”. Los eventos en esta
sección terminan en el Gólgota, donde Jesús manifiesta la gloria
de Dios.
Vemos cómo en el evangelio de Juan, la popularidad de Jesús
aumenta de una señal a la otra. La resurrección de Lázaro moti-
vó al Sanedrín a reunirse para decidir qué hacer con Jesús (Juan
11:47-57).
El Sanedrín decidió que Jesús debía morir; y el discípulo Juan,
luego de presentar la cena en la casa de Simón, habla sobre una
nueva decisión del Sanedrín. No era suficiente que Jesús murie-
ra; Lázaro también debía morir (Juan 12:9-11). Juan intercala el
informe sobre el ungimiento de Jesús bajo esta nube de amena-
zas, mostrando cuán grande era la tensión cuando esto ocurrió.
En la primera parte del evangelio de Juan tenemos una cro-
nología de lo que sucedió durante la primera semana de ac-
tividad mesiánica, ahora empieza la cuenta regresiva durante
la última semana antes de la crucifixión. “Seis días antes de la
Pascua, fue Jesús a Betania” (Juan 12:1), porque quería pasar el
último sábado con sus amigos, en la familia donde se sentía
como en casa.

Cena en la casa de Simón


Simón, aunque fariseo, se consideraba un discípulo de Jesús.
Quería honrar a Jesús preparando una comida especial. Simón
tenía el epíteto “el leproso”, porque había sufrido de esta ter-
rible enfermedad, y Jesús lo había curado. En esta comida se
encontraban los discípulos junto con Jesús, otros judíos, y Láza-
ro, quien había sido resucitado de los muertos recientemente.
Marta también está presente, y es la responsable de preparar la
comida. Es la última ocasión en la que encontramos a los tres
hermanos: Lázaro, Marta y María.

BUSCA PRIMERO EL REINO | 75


Si tuviéramos la oportunidad de volver en el tiempo y estar
presentes en esa cena, ¿en qué estaríamos interesados? Tal vez,
algunos de nosotros estaríamos sorprendidos por el menú, o
por la forma en la que la comida fue servida. Otra sorpresa para
nuestra cultura es que solo los hombres estaban presentes, y
las mujeres solo se preocupaban por preparar y servir la comi-
da. Las discusiones entre los presentes podrían ser otro punto
de interés. No olvidemos que en la mesa estaba uno que había
pasado varios días en la tumba, y eso era algo que no había
pasado antes.
La cena estaba en pleno auge cuando de pronto sucedió
algo poco común, incluso inaceptable para algunos. Una mu-
jer, María, entra al espacio donde el evento se está llevando a
cabo. Llevaba con ella un frasco, el cual “quebró” (Marcos 14:3),
y luego derramó su contenido sobre Jesús. El frasco era precio-
so, hecho de alabastro, y el contenido era muy caro, “perfume
de nardo puro” (Juan 12:3). Unas pocas gotas hubieran sido su-
ficientes para llenar la casa con la fragancia de la unción, pero
María vierte todo su contenido en el cuerpo de Jesús. Todos los
ojos se vuelven a Jesús. Hay silencio; la indignación y la tensión
aumentan en el lugar. Uno de sus discípulos finalmente rompe
el silencio con las palabras: “¿Para qué este desperdicio?” (Mat.
26:8), y Juan nos dice quién era ese discípulo, cuyo espíritu críti-
co fue imitado inmediatamente por los otros discípulos.
El espíritu crítico sigue siendo muy contagioso hoy. Con
pensamiento mercantil, Judas inmediatamente calculó el cos-
to de este “desperdicio” en trescientos denarios. Para darnos
una idea del regalo de María, la suma de trescientos denarios
era suficiente para proporcionar todas las necesidades básicas
para una familia durante todo un año. Podemos evaluar el re-
galo de María en el contexto actual del ingreso familiar para
todo un año. Incluso hoy, este regalo sería considerado extra-
ordinario. María se horrorizó al escuchar las palabras críticas, y
ahora temía cómo reaccionaría Jesús. De pronto, la voz de Jesús

76 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


se escucha a través de las palabras “Déjala, para el día de mi
sepultura ha guardado esto” (Juan 12:7). Jesús no solo defiende
a María, él aprecia el profundo significado de su gesto. El regalo
de María señala a un regalo mayor, el regalo del Gólgota.

Dos personajes con dos actitudes totalmente diferentes


El personaje principal de esta narrativa, así como de todo el
evangelio, es Jesús. Veamos otros dos personajes que tuvieron
la oportunidad de conocer a Jesús: Judas y María.
Judas, un derivado del nombre Judá, es un hermoso nombre;
el significado es “Esta vez alabaré a Jehová” (Gén 29:35). Hoy,
sin embargo, este nombre raramente se encuentra. ¿Por qué se
molestó Judas y por qué creó esta atmósfera de indignación ha-
cia María e incluso hacia Jesús? Elena de White, en el libro El
Deseado de todas las gentes dice que Judas se molestó tanto
que después de esa cena fue con los líderes religiosos para trai-
cionar a Jesús.17 Pero el hecho es que no era su dinero. No era
su producto. Cada vez que se manifiesta un acto de generosidad,
el egoísmo ya está presente y quiere tomar el control. Este era
el caso, entonces, y ocurre lo mismo hoy. Esta tensión y lucha
están presentes en cada corazón, incluyendo el nuestro. No na-
cemos con un espíritu de generosidad; el egoísmo es parte de
nuestra naturaleza caída. Está presente en nuestro ADN. Incluso
los niños pequeños, hasta la edad de 2 años, ya tienen un cla-
ro sentido de posesión. Saben cómo decir la palabra “mío”. Así
como los padres se esfuerzan para ayudar a sus hijos a dejar ta-
les manifestaciones egoístas, Dios lucha para que nosotros nos
hagamos como él, llenos de generosidad.
Juan el discípulo añade un detalle que no encontramos en
los otros evangelios cuando Judas hace la pregunta “¿Por qué no
se vendió este perfume […] y se les dio a los pobres?” (Juan 12:5).
Juan dice esto de Judas: “Pero dijo esto, no porque se preocupara

17 Elena de White, El Deseado de todas las gentes, p. 516.

BUSCA PRIMERO EL REINO | 77


por los pobres, sino porque era ladrón y, teniendo la bolsa, sus-
traía de lo que se echaba en ella” (v. 6). Incluso décadas después
que fue escrito el evangelio, la indignación de Juan es grande. Él
sabía que el dinero en la bolsa no le pertenecía a Judas ni a los
discípulos, sino que era de Dios.
Cada sábado en la iglesia, hoy en día, se coloca dinero en el
alfolí o se envía a la cuenta de la iglesia durante el momento
de la adoración. Este dinero, diezmos y ofrendas, pertenecen
a Dios, y su dinero también pasa a través de nuestras manos.
El egoísmo o la codicia también pueden tentarnos a quedar-
nos con lo que le pertenece a Dios. Algunos pueden preguntarse
que, si Jesús conocía el carácter de Judas, ¿por qué estuvo de
acuerdo en que fuera el recaudador del grupo? Dios nos da res-
ponsabilidades no para que nos supere la tentación sino para
superar la tentación. Él no necesita de nuestras ofrendas o diez-
mos. Nosotros debemos superar el egoísmo y la crítica. “Judas
se había entregado a la avaricia hasta que ésta había subyuga-
do todo buen rasgo de su carácter. Envidiaba la ofrenda hecha a
Jesús. Su corazón estaba lleno de celos porque el Salvador había
sido objeto de un don digno de los monarcas de la tierra”.18
En contraste a la actitud de Judas, tenemos el ejemplo de
María. Su regalo excede todas las expectativas. Es un modelo
de generosidad. Juan dice: “[…] la casa se llenó del olor del per-
fume” (Juan 12:3), pero no solo la casa se llenó, sino también el
patio. Además del Salvador, nadie es más honrado en el Nuevo
Testamento que María, porque Jesús dijo: “De cierto os digo que
dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo,
también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella”
(Mat. 26:13).
En el frasco que María quebró se encontraba toda su riqueza,
toda su dote, todos sus sueños. Si tuviéramos la oportunidad
de preguntarle “María, ¿valió la pena hacer eso?”, ¿cuál creen

18 Elena de White, El Deseado de todas las gentes, p. 516.

78 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


que sería su respuesta? Yo creo que su respuesta sería: “Lo que
yo hice no puede compararse a lo mucho que él ha hecho por
mí”. En los evangelios, podemos encontrar a María cada vez a
los pies de Jesús. Luego de la resurrección, es a ella que Jesús
se revela por primera vez. La esencia de la mirra de nardo puro
empapó el cuerpo del Salvador y siguió esparciendo su fragan-
cia placentera. Cuando se burlaron de él y lo golpearon, y lo col-
garon en el madero de la cruz, la fragancia del aceite de nardo
puro le recordaba que había seres en este mundo que valoraban
su sacrificio.

Regalos de Dios
¿Qué podemos ofrecerle a una persona que tiene absolu-
tamente todo? Lo único que podemos ofrecer es nuestro amor.
Junto con los diezmos, Dios instituyó el sistema de ofrendas. Con
frecuencia, cuando discutimos la práctica del diezmo y como
Dios trata este tema, abrimos la Biblia en el último libro del An-
tiguo Testamento, el libro de Malaquías. En el primer capítulo de
este libro, Dios expresa su descontento con la forma como su
pueblo trataba las ofrendas que debían ser llevadas al templo
(Mal. 1:8), y en el capítulo 3, junto con los diezmos, se menciona
nuevamente las ofrendas (Mal. 3:8). Las ofrendas en la Biblia
suelen ir asociadas a la confesión de pecados y la adoración.
El estándar de dar regalos es diferente del de diezmar. Diez-
mar es nuestro deber, y los deberes en la Biblia están expre-
sados en términos específicos, para que sean claros para to-
dos. Por eso el diezmo es el 10% de todo nuestro ingreso. Pero
las ofrendas no se limitan a un número matemático exacto. Las
ofrendas se determinan por nuestra gratitud y amor. El regalo
extraordinario de María es una expresión de su amor y aprecio
por Dios. Nuestras ofrendas, no nuestro diezmo, muestran cuán-
to amamos a Dios. Por eso Jesús le dice a Simón, que miró de
mala manera a María y juzgó a Jesús, “pero aquel a quien se le
perdona poco, poco ama” (Lucas 7:47).

BUSCA PRIMERO EL REINO | 79


Hay principios claros en la Biblia que pueden ayudarnos a
personalmente determinar no solo la cantidad sino también la
calidad de las ofrendas. En el Antiguo Testamento (Deut. 16:10,
17), así como también en el Nuevo Testamento, se dice que las
ofrendas deben ser “según haya prosperado”, o la “ganancia”
de cada uno (1 Cor. 16:2) o las bendiciones recibidas. (Expan-
dir una línea adicional acerca del principio de la proporcionali-
dad). El segundo principio es el del sacrificio tan evidente en las
iglesias de Macedonia que el apóstol Pablo aprecia y presenta
como modelo para los de Corinto, pero también para nosotros
(2 Cor. 8:1-5). Jesús estaba tan impresionado con la ofrenda de la
viuda, que dio no de su abundancia sino con sacrificio; ella dio
todo (Marcos 12:41-44). Cada sábado, cuando tenemos el privi-
legio de dar, debemos preguntarnos: “¿El regalo que le ofrezco
a Dios hoy es un sacrificio para mí?”. No es Dios quien necesita
nuestra ofrenda, sino que nosotros necesitamos ser curados del
egoísmo.
El tercer principio es el de la regularidad. Cada vez que parti-
cipamos en la adoración, damos porque la adoración sin dar no
solo es incompleta, sino también inútil (Sal. 50:5).
Un sábado estaba en la oficina cuando se acercó un herma-
no y me pidió que le prestara cierta cantidad de dinero porque
al día siguiente, dijo, “no quiero ir al servicio de adoración con
las manos vacías”. Por supuesto, pronto volvió y me devolvió la
cantidad, pero no puedo olvidar la ocasión. Cada día debemos
acudir al don supremo de nuestro Salvador en el Calvario.
Otro principio de ofrendar es el que Jesús mencionó en el
Sermón del Monte. Es el principio de la prioridad divina y su
reino. María, a diferencia de otros, tuvo la oportunidad de ungir
el cuerpo de Jesús antes del funeral porque ella había hecho de
su regalo para Jesús una prioridad. Elena de White dice que “El
Espíritu Santo había pensado en lugar suyo, y ella había obede-
cido sus impulsos”.19

19 Elena de White, El Deseado de todas las gentes, p. 515.

80 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


El Espíritu Santo aún quiere guiarnos al ofrendar, hoy. Pode-
mos escuchar a sus exhortaciones o, como Judas, ser dirigidos
por el egoísmo.
Cada ofrenda que damos debe ser un símbolo del sacrificio
en el Calvario. Jesús vio en el regalo de María un símbolo de
la fragancia de la salvación que se esparcirá desde el Gólgota
a través del universo. María le dio a Jesús un regalo aún más
precioso que el vaso de alabastro con perfume de nardo puro.
No solo se rompió el vaso, sino que el corazón de ella también
estaba quebrado.
Al permanecer frente a la cruz como lo hizo María, podemos
decir: “Señor, toma en tus manos nuestro pasado, presente y
futuro. Transforma nuestro vaso roto en un vaso de honor para
tu gloria. Vela sobre nosotros para que no sigamos el ejemplo
de Judas. Queremos expresar nuestro amor por ti a través de las
ofrendas que podemos ofrecerte cada sábado, para que a través
de ellas, otros puedan conocer la esencia de tu salvación eterna,
tu amor y tu gracia”.

Preguntas:

1. ¿Estoy feliz de que Dios haya instituido el sistema de


ofrendas, o es algo que me molesta?
2. ¿Hay ofrendas que Dios no acepte hoy, y si es así, cuáles
son?
3. Estoy dispuesto a decidir que mi ofrenda no es por impul-
so o por sumas que no me representan. ¿Hasta qué punto
mi ofrenda es un símbolo del sacrificio en el Calvario?

BUSCA PRIMERO EL REINO | 81


H I S TO R I A PA R A L O S N I Ñ O S

“Dad… a Dios lo que es de Dios”


“Dad… a Dios lo que es de Dios” (Mat. 22:21).

Hellen vive en un pequeño pueblito y tiene edad de estar


jubilada, pero no recibe ningún sueldo mensual porque fue una
ama de casa toda su vida. Siempre trabajó muy duro como ama
de casa, pero nunca tuvo un empleo fuera de casa. Ahora que es
anciana, su ingreso es muy poco, y muchas veces ha pasado por
necesidades financieras.
Uno de sus más anhelados deseos era poder sostener la mi-
sión a través de su dinero y ayudar a los que llevaban la Palabra
de Dios a otras personas. Un día, ella decidió separar para Dios
un billete cada día, sin importar la situación (el billete de menor
valor en la moneda de su país equivale a 25 centavos de dó-
lar). Cada día, Hellen buscaba formas de poder juntar esa poca
cantidad de dinero y oraba para poder mantener su promesa a
Dios. Como vivía en el campo, trataba de vender por lo menos
dos huevos por día (que era el monto de ese pequeño billete),
simplemente para poder separarlo para Dios.
Cuando vio que fácilmente podía llegar a esa cantidad, ella
“aumentó la apuesta”. Decidió separar un billete para la misi-
ón, uno para caridad, uno para Hope Channel, y uno para ADRA
cada día. Aunque la suma no era mucha, no era una tarea fácil
para una mujer de 60 años con poco ingreso. Cada día oraba y
le pedía a Dios que la ayudara a encontrar la forma de llegar a
esa suma antes del atardecer. A veces trabajaba por un poco
de dinero o vendía algunas cosas, pero Dios siempre la ayudó a
mantener su promesa, y tuvo muchas experiencias maravillosas
al recaudar dinero para Dios.
Poco a poco, aumentó la apuesta, hasta que daba un billete
equivalente a USD $10 para cada uno de sus cuatro proyectos de

82 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


ofrenda: la misión, caridad, Hope Channel y ADRA. Eventualmen-
te, llegó al punto de dar el equivalente a un billete de USD $50
para cada proyecto cada semana, y ha tenido muchas hermosas
experiencias con Dios como resultado. Han pasado más de cua-
tro años desde que ella comenzó a hacer esto, y cuando habla
sobre esto, siempre dice que estos han sido los años más prós-
peros de su vida. ¡Ha sido grandemente bendecida todo este
tiempo!

Preguntas:

1. ¿Por qué crees que Dios quiere que demos ofrendas a la


iglesia?
2. ¿Cómo nuestro dinero puede ayudar para que otros co-
nozcan a Dios?
3. Desafío: trata de ahorrar lo más posible esta semana y da
la suma a la iglesia, pidiendo a Dios que la use como una
bendición para los que lo necesitan.

BUSCA PRIMERO EL REINO | 83


N OTA S
8
Mayordomos en los
últimos tiempos
Mayordomos en los últimos
tiempos
“Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo
del hombre ha de venir” (Mat. 25:13).20

El año 2020 todavía no ha terminado, pero sin lugar a dudas


pasará a la historia como el año de la más profunda crisis de los
tiempos recientes. Las personas hacen muchas preguntas estos
días. Estas son algunas de ellas: ¿Es esta crisis que estamos pa-
sando una señal del fin? ¿Queda mucho tiempo antes que Cristo
vuelva? ¿Qué más nos depara el futuro?
Para responder estas preguntas, abramos la Biblia en el últi-
mo sermón del Salvador, que podemos encontrarlo en todos los
evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), pero no en Juan.
El discípulo Juan no registró este sermón, pero escribió el libro
de Apocalipsis, que trata del mismo tema.
De los tres evangelios sinópticos, el evangelio de Mateo pre-
senta el último sermón de Jesús de forma completa. Domina la
mayoría de dos capítulos (Mat. 24, 25). Jesús hace un paralelo del
escenario de la destrucción de Jerusalén con los eventos finales
de su regreso, como la seguridad del cumplimiento del último
acto en la historia humana, su regreso en gloria.
Si miramos la estructura del Sermón del Monte de los Oli-
vos, vemos que Jesús en primer lugar habla de las señales de
su venida, luego de la necesidad de estar atentos a ellas. Pero
la mayoría del sermón está dedicado a la forma en la que de-
beríamos esperar y estar listos para su regreso. Esto se hace

20 Los textos bíblicos fueron tomados de la New King James Version®. Copyright ©
1982 by Thomas Nelson. Usado con permiso. Todos los derechos reservados. [NT:
en español, se utilizó la versión Reina Valera 1995].

86 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


obvio en la forma en la que corrige la pregunta de sus discípu-
los: “Dinos, ¿cuándo serán estas cosas y qué señal habrá de tu
venida y del fin del siglo?” (Mat. 24:3). Jesús responde: “Mirad que
nadie os engañe” (Mat. 24:4). Él quiere decirles a sus discípulos
que la pregunta más importante no es cuándo, sino cómo deben
prepararse. Para ayudar a los discípulos y a los que esperan a
través de los siglos a comprender lo que significa estar prepa-
rados, Jesús cuenta cuatro parábolas. Las llamamos “parábolas
de expectativa”, pero también pueden ser llamadas “parábolas
de mayordomía”, porque ilustran los principios fundamentales
de la mayordomía. La respuesta corta para la pregunta de lo que
significa estar listo para el regreso de Jesús, según el sermón, es
ser un verdadero mayordomo, uno al que el Señor pueda decir,
“Bien, buen siervo y fiel” (Mat. 25:21).
En la primera parábola, Jesús muestra que velar y estar listo
se refleja en cómo tratamos a los que nos rodean. Un día rendi-
remos cuentas de esto. En la segunda parábola, Jesús habla de
una posible demora. Velar implica una relación con Dios que nos
sustenta, incluso cuando él no viene y nosotros pensamos que
debería venir. En la siguiente parábola, velar significa usar todas
las capacidades y oportunidades que se presentan para expan-
dir las fronteras de su reino. En la última parábola, la de las
ovejas y los cabritos, velar significa estar dispuestos a servir. El
espacio no nos permite hablar de cada parábola. Por esta razón,
solo voy a explayarme en la tercera, la parábola de los talentos.

Tenemos un Dios generoso


Los discípulos se reunieron alrededor del Salvador y con-
tinuaron oyendo uno de los sermones más importantes que
hayan tenido la oportunidad de oír. El reino de los cielos, dijo
Jesús, “es como un hombre que, yéndose lejos, llamó a sus sier-
vos y les entregó sus bienes” (Mat. 25:14). Esta verdad debería ser
repetida una y otra vez, que todo lo que somos y tenemos solo
nos es confiado; pertenece a Dios. Solo de esta manera seremos

BUSCA PRIMERO EL REINO | 87


capaces de tener una perspectiva correcta de Dios, de nosotros
mismos y del sentido de la vida. Velar y esperar el regreso del
Salvador no es un evento. Es un estilo de vida basado en la ver-
dad de que todo le pertenece a Dios y debe ser utilizado en ar-
monía con su voluntad. La pregunta del apóstol Pablo siempre
debería dominar nuestro pensamiento: “¿Y qué tienes que no
hayas recibido?” (1 Cor. 4:7).
Se les dio a tres siervos la responsabilidad de administrar
toda la riqueza de su señor: ocho talentos. Lo que los discípu-
los entendieron de las palabras de Jesús puede ser diferente
de cómo nosotros comprendemos el significado de la palabra
“talento” hoy en día. El talento en ese tiempo no era una unidad
monetaria, sino una medida de peso. Podía pesar entre 25 y 35
kilos (55-77 libras). Un talento de plata equivalía a 6.000 dena-
rios, o 15 años de trabajo. Entonces, un talento tenía un valor fa-
buloso. Del talento de la parábola viene la palabra “talento”, que
significa los dones o habilidades que una persona pueda tener.
El propósito principal de Jesús a través de esta parábola
no es enseñarnos una lección sobre administración financiera.
Jesús quiere decir que el reino de los cielos solo se parece a la
administración del dinero. Cada siervo recibió de acuerdo con
su propia “habilidad” (Mat. 25:15), o capacidad. Una cosa es cier-
ta: cada uno recibió mucho más de lo que podría haber ganado
o tenido. El señor de los sirvientes también expresa su generosi-
dad con la confianza que muestra a cada uno de ellos.
Para nuestra comprensión, un talento puede representar
cualquier regalo recibido de Dios, todo lo que tenemos, todo lo
que somos, cada momento, cada día, los recursos financieros,
la familia, y las relaciones sociales; todo lo que tenemos es por
su gracia.
Dios también abre oportunidades para servir, a través de las
cuales podemos hacer algo extraordinario para él. Nadie tiene
razones para quejarse que no recibe ninguna oportunidad. Dios

88 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


ha invertido tanto en cada uno de nosotros… Todo lo que sigue
en esta parábola sucede debido a las diferentes perspectivas
que los mayordomos tienen de su señor. Tal vez, deberíamos
hacer una lista diaria, como lo hizo David (Sal. 103), de las bendi-
ciones de Dios y alabarlo y adorarlo por quien es, un Dios lleno
de generosidad.

Diferentes actitudes hacia el señor


Los dos primeros mayordomos aprecian a su señor, y por lo
tanto no se comportan como sirvientes, sino como si fueran sus
socios. Ellos “en seguida” (Mat. 25:16, NVI) invirtieron todo lo que
habían recibido y así incrementaron su valor. Cada vez que lee-
mos esta parábola, nuestra atención se vuelve al tercer siervo,
quien “hizo un hoyo en la tierra y escondió el dinero de su señor”
(v. 18). A primera vista, no parece que haya nada malo con lo que
hizo. No desperdició los recursos de su señor. Por el contrario,
buscó una manera de asegurarse de que podría devolver com-
pletamente todo lo que había recibido. En este caso, nos pre-
guntamos “¿por qué el castigo es tan duro? Tal vez, despedirlo
hubiera sido suficiente”.
No olvidemos el propósito por el que Jesús contó esta pará-
bola. No se dirige a la multitud; él les habla a los discípulos, a los
que le preguntaron acerca del fin de este mundo. Una vez más,
Jesús enfatiza la necesidad de velar y muestra lo que significa
hacerlo. En las parábolas anteriores, también el señor y el novio
regresan. Aquí aparece el mismo tema. Jesús menciona que ha-
brá una demora cuando utiliza la expresión “Después de mucho
tiempo” regresó el señor. La certeza del regreso se acentúa nue-
vamente. No sabemos cuándo vendrá, pero sí sabemos que vol-
verá. Y cuando regrese, hará una cosa: él “arregló cuentas” (v. 19)
con ellos, y eso hará con nosotros, sobre lo que hayamos hecho
con lo que nos fue confiado. Un Dios tan generoso tiene todo
el derecho de hacerlo. Sin embargo, ¿por qué arregla cuentas?
Dios da el talento que no había sido usado al que ya tenía diez

BUSCA PRIMERO EL REINO | 89


talentos. Dios solo espera una cosa de nosotros: que crezcamos
a su semejanza y seamos generosos con lo que se nos confió.
O somos generosos como Dios lo es, o tacaños y lo vemos a él
como tacaño también.
Estas son las palabras de siervo infiel: “Señor, te conocía que
eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges
donde no esparciste; por lo cual tuve miedo” (Mat. 25:24, 25). Si
no tenemos una perspectiva correcta de Dios, no esperaremos a
que él regrese, y nuestra vida estará dominada por el miedo (v.
25). El miedo tiene un efecto paralizante, afecta negativamente
la experiencia de velar y esperar. Entonces, ¿por qué un castigo
tan duro?
Jesús no está hablando de dinero aquí, sino acerca de su
reino. Hizo todo lo posible para que su reino fuera una realidad;
para expandirlo y para acoger a tantas almas como sea posible.
Este es el rol de la iglesia, la responsabilidad de cada uno de
nosotros. Por esta razón, su preciosa sangre fue derramada en
la cruz. Ser descuidado con tal llamado significa ser un “siervo
malo y negligente” (v. 26). La iglesia no es solo un lugar para
sentirse bien o donde enterrar los talentos recibidos. No poner
en práctica lo que hemos recibido a través del enorme costo del
sacrificio en el Calvario es maldad y rebelión contra Dios. Elena
de White dice: “Los seguidores de Cristo han sido redimidos para
servir. Nuestro Señor enseña que el verdadero objeto de la vida
es el ministerio”.21
Estas parábolas nos recuerdan que no importa qué tan ricos
o modestos sean los talentos recibidos, todos son importantes
para los planes de Dios. La parábola de los talentos nos muestra
que lo más importante no es cuánto recibimos (la recompen-
sa es la misma para todos), sino lo que hacemos con lo que
tenemos.

21 Elena de White, Palabras de vida del gran Maestro, p. 262.

90 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


Mayordomos en los últimos tiempos
¿Es la crisis que ha golpeado al mundo en el 2020 una señal
del fin? La respuesta es definitivamente “Sí”. Hemos estado en
el tiempo del fin desde el periodo de la iglesia primitiva, dice el
apóstol Pablo en 1 Cor. 10:11. Pero, cuánto tiempo queda hasta el
regreso de Cristo es lo que no sabemos. Ni siquiera lo saben los
ángeles (Mat. 24:36). Precisamente por esta razón se nos aconse-
ja velar y estar listos. Lo que nos suceda entonces, depende de
lo que hagamos hoy. Este es el mensaje de Jesús.
Hay otro aspecto a considerar. El estar listos no es lo que nos
salva. La salvación, de principio a fin, sucede por su gracia. El
estar listo o velando muestra si hemos recibido la gracia de Dios
en nuestras vidas. La parábola del Salvador nos dice que este
inmenso capital, que es su gracia, debe ser invertido y usado
para expandir su reino. Los primeros dos siervos sabían cómo
velar y estar preparados para el regreso de su señor y poder mi-
rarlo a los ojos con gozo. Ellos invirtieron lo que habían recibido.
El pastor Randy Roberts dice en el libro Waiting and Longing
[Esperando y anhelando]:

“¿Alguna vez ha pensado en lo que significa velar? Prime-


ro que nada, tome en cuenta lo que literalmente significa-
ba para los primeros oyentes, cuando un talento significaba
dinero. Entonces, una de las primeras maneras de velar es
usar su dinero en formas que hagan avanzar el reino de Dios.
“¿Alguna vez se ha dado cuenta que cuando el alfolí llega a
su fila en la iglesia y usted coloca su diezmo y su ofrenda,
no solo está dando para la iglesia? No, usted está velando,
velando para la segunda venida de Cristo. ¿Se ha dado
cuenta que cuando se recoge dinero a favor de una familia
con necesidades, y usted ayuda a aliviar la carga, no solo
está dando algo para ayudar al necesitado? No, usted está
velando para la segunda venida.

BUSCA PRIMERO EL REINO | 91


“Pero también debemos, de forma apropiada, ampliar el sig-
nificado del talento para que incluya no solo el dinero, sino
también las responsabilidades, dones, talentos y habilidades
que Dios da a cada uno de nosotros. Y cuando hacemos eso,
nos damos cuenta que cada día de nuestras vidas puede es-
tar caracterizadas por el acto de velar.
“Cuando músicos espectaculares dirigen a los adoradores en
alabanza majestuosa; cuando el coro y la orquesta usan lo
que les ha sido dado para elevar los corazones del pueblo de
Dios hacia el cielo, es tentador simplemente decir, ‘Gracias
por usar sus talentos’ … Pero por favor comprenda que, en
un nivel mucho más profundo, al aumentar el reino de Dios,
ellos están velando. Velando por la venida.
“Cuando los niños aprenden sobre las verdades del reino en
los programas para niños, son los beneficiarios de las perso-
nas que están usando sus talentos para aumentar el reino de
Dios en sus pequeñas vidas. Y entonces diremos: ‘Gracias por
usar sus talentos’ … Pero más allá de eso, no olvide el hecho
que estos líderes no solo están sirviendo a los niños. No, es-
tán velando. Velando por la venida del Rey”.22

La mayor bendición que uno puede disfrutar es escuchar en


el día de su regreso las palabras “Bien, buen siervo y fiel; sobre
poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de
tu señor” (Mat. 25:21). Recuerden, por la gracia de Dios, luche no
por ser un siervo exitoso, sino por ser un siervo bueno y fiel, que
administre algunas pocas cosas. No estamos llamados a lograr
algo sensacional, sino a ser fieles con lo que se nos ha confiado,
y la Biblia llama a esto “mayordomía”.

22 Randy Roberts, Waiting and Longing for Jesus (Nampa, Idaho: Pacific Press Pub.
Assn., 2011), p. 86.

92 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


Preguntas:

1. ¿Quién es el señor de la parábola para usted?


2. ¿Cuáles son los talentos recibidos por los cuales un día
tendrá que dar cuenta?
3. ¿Cómo las parábolas de Jesús me ayudan a tener una
comprensión correcta de lo que él espera de mí?

BUSCA PRIMERO EL REINO | 93


H I S TO R I A PA R A L O S N I Ñ O S

El tesoro escondido
“Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto,
del Padre de las luces” (Santiago 1:17).

Amanda era una niña muy talentosa. Amaba dibujar, sacar


fotos, viajar y hacer crucigramas. Pero lo que más le gustaba era
coleccionar estampillas. Tenía una gran pasión por esa actividad
y su colección incluía más de 250 estampillas de diferentes colo-
res y valores de todo el mundo. Ella les mostraba su colección a
sus amigos e incluso intercambiaba estampillas por correo con
otros niños que también las coleccionaban.
Una cosa que a Amanda no le gustaba hacer, sin embargo,
era tocar su violín todos los días. Le encantaba la música, por
supuesto, y ella era quien le había rogado a su madre que la lle-
vara a la escuela de música. Pero cuando se trataba de practicar
todos los días, siempre lo postergaba o lo salteaba. Su madre
le recordaba todos los días que practicara, pero siempre surgía
algo que era más urgente. Así que Amanda a veces se olvidaba
de tocar su violín. Más que eso, cuando se trataba de tocar en la
iglesia, siempre se quejaba de que era muy tímida o que prefe-
ría hacer otra cosa.
Un día, después que su madre recibió un mensaje de texto
de parte de la maestra de música diciendo que Amanda tenía
que practicar más, la madre tomó la caja donde Amanda guar-
daba su colección de estampillas y la enterró en un pequeño
pozo que cavó en el jardín. Al día siguiente, cuando Amanda vol-
vió a casa después del colegio, parecía estar muy contenta. Le
dijo a su madre que acababa de recibir dos nuevas estampillas
de su mejor amiga, cuyo padre había viajado a otro país. Pero
cuando quiso añadir las dos nuevas estampillas a su colección,
¡la caja no estaba! Muy preocupada, buscó en todas partes en su

94 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA


cuarto donde pensó que podía estar, pero no la encontró. Casi
llorando, fue a donde se encontraba su madre y le preguntó si
había visto su caja de estampillas.
— ¿Estás segura que has buscado en todas partes? — le pre-
guntó la madre.
— Sí, mamá, estoy segura que busqué muy bien. Mamá, ¡ni
siquiera puedo pensar en perder mi colección de estampillas! —
suspiró — ¡Esa caja era como un cofre del tesoro para mí!
— Bueno, entonces, tratemos de buscarla juntas, — sugirió la
madre — porque muchos cofres del tesoro que están perdidos
no tienen valor, ¿verdad? — preguntó, mirando a Amanda a los
ojos.
— Sí, — respondió la muchacha de 12 años. — ¿Realmente
crees que está perdida, mamá? — preguntó, con voz temblorosa
y miedo en los ojos.
— Déjame decirte algo; — dijo su madre, tomándola de la
mano y llevándola hacia la puerta trasera que daba al jardín —
Verás, nuestros bienes tienen valor mientras los usemos como
los necesitamos. Pero cuando los perdemos, o los escondemos,
o cuando están enterrados, no tienen valor, no importa cuán
grande sea el tesoro. — Antes que Amanda pudiera preguntar
por qué su madre la había llevado al jardín, su madre conti-
nuó, — Lo mismo pasa con nuestros talentos. Son tesoros que
Dios nos ha dado para que los usemos para su gloria. Algunos
tenemos más, algunos tenemos menos, pero cada uno tiene un
cofre del tesoro en el cual Dios ha puesto uno o más talentos es-
peciales. Cuando dejamos de usar esos talentos, cuando no los
ponemos en práctica para la gloria de Dios y para bendecir a los
que nos rodean, los enterramos, tal como a un cofre del tesoro
que está perdido o escondido.
— ¿Y eso qué tiene que ver con mi caja de estampillas? —
preguntó Amanda, confundida.

BUSCA PRIMERO EL REINO | 95


— Tiene mucho que ver tanto con tu caja de estampillas
como con tu talento musical, que ambos se encuentran enterra-
dos en este momento — respondió la madre, apoyándose contra
el tronco al lado de donde había enterrado la caja. Entonces,
removió la tierra y reveló la caja de estampillas de Amanda, cui-
dadosamente envuelta en una bolsa plástica.
— ¡Oh, mamá! — Amanda saltaba feliz, tomando su caja y sos-
teniéndola contra su pecho — ¡Casi pensé que la había perdido!
— Bueno, casi lo has hecho. Y temo que perderás algunos de
los tesoros que Dios te ha confiado, como tu talento musical, si
lo sigues enterrando bajo el polvo del tiempo, al posponerlo u
olvidarlo.
— Creo que entiendo — dijo Amanda, sonrojándose, aunque
feliz de haber recuperado su caja de estampillas — Creo que
tengo otro tesoro que recuperar — dijo, apresurándose hacia su
cuarto para tomar su violín y practicar la canción que tenía que
tocar para el programa de los niños para el siguiente sábado.

Preguntas:

1. ¿Puedes nombrar uno o más talentos que Dios te ha


dado?
2. ¿Cómo puedes usar tu talento o talentos para la gloria de
Dios?
3. ¿Cómo pueden multiplicarse nuestros talentos al usarlos
más y más?

96 | SEMANA DE MAYORDOMÍA CRISTIANA

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