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PROGRAMA NACIONAL DE FORMACION EN CONTADURIA PÚBLICA

PRESUPUESTO Y CONTABILIDAD PARA ENTES


PUBLICOS

Unidad 1. Funciones e Instrumentos de la Planificación

Participantes:
Pérez Neribeth
V-18.737.986
Sección: CO2202
Unidad curricular: Contabilidad II
Profesor. Edie Alvarez

Enero 2021
RELACIÓN ENTRE EL SISTEMA DE PLANIFICACIÓN PÚBLICA Y POPULAR Y
LA FORMULACIÓN DEL PRESUPUESTO PÚBLICO.
La Planificación y el Presupuesto son dos conceptos totalmente interrelacionados que jamás
podrán existir el uno sin el otro; son actividades propias de los Países, de los Estados, de los
Municipios. Igualmente la Planificación y el Presupuesto, son quienes posibilitan la
existencia del Plan Operativo Anual que está igualmente concebido como una serie de
políticas que prevén lo que se debe planificar y presupuestar. El sistema nacional de
planificación, tiene como propósito el uso de los recursos públicos para la concreción de
planes, programas y proyectos que, en esencia sean conducentes a los cambios estructurales
requeridos para una trasformación integral de las realidades específicas, mediante la
propensión al cambio estructural de las bases que constituyen su asidero de acción. El
documento rector en este sentido, se encuentra representado por el Plan de Desarrollo
Económico y Social de la Nación, siendo estipulado dentro de las finalidades de la
planificación pública y popular, contenido en la Ley que la norma, en su artículo 4.
Formalmente se define en el Articulo 5, como aquel que propende a la “coordinación y
articulación de las instancias de planificación participativa de los distintos niveles de
gobierno para definir, formular, priorizar, direccionar y armonizar las políticas públicas, en
concordancia con lo establecido en el Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación,
de conformidad con la Constitución de la República”. Es importante señalar, que la
planificación conlleva a la elaboración de presupuestos y la formulación de políticas
relacionadas con la toma de decisiones, conformándose como la base para los procesos
administrativos. La planificación implica además un proceso de toma de decisiones, un
proceso de previsión, anticipación, visualización, representación del futuro deseado y de
predeterminación de tomar acciones para lograr el concepto de predecir el futuro.
En el caso preciso de Venezuela, la planificación es un mandato constitucional. En el
artículo 299 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (1999), se
establece que “el Estado, conjuntamente con la iniciativa privada promoverá el desarrollo
armónico de la economía nacional, mediante una planificación estratégica, democrática,
participativa y de consulta abierta”. Así también, señala en su artículo 62, que “la
participación del pueblo en la formación, ejecución y control de la gestión pública es el
medio necesario para lograr el protagonismo que garantice su completo desarrollo” y se
definen como medios de participación “la elección de cargos públicos, el referendo, la
consulta popular, la revocatoria del mandato, la iniciativa legislativa, constitucional y
constituyente, el cabildo abierto y la asamblea de ciudadanos y ciudadanas” (artículo. 70).
Además, la participación se establece como un derecho (artículo 62) y como un deber
ciudadano; especialmente en el ámbito local y comunitario (artículo 132).
Desde otra perspectiva, la planificación estratégica, democrática, participativa y popular,
también se establece como medio para impulsar un régimen socio-económico
fundamentado en la justicia social, la democracia, la eficiencia, el cuidado del ambiente, la
productividad y la efectividad en la inversión social, orientándose la gestión tanto del
Gobierno Nacional así como de sus consecuentes niveles de organización, hacia nuevos
esquemas de alineación, tendientes cada vez más al empoderamiento de las comunidades en
lo correspondiente a las herramientas de participación en el ámbito público. La
planificación pública y popular, tal como se le menciona en la Ley que rige la ejecución de
los procesos que involucra, conlleva el entendimiento de esta realidad con una orientación
signada hacia un carácter participativo y protagónico.
El Sistema Nacional de Planificación, es concebido bajo un enfoque participativo y de
estrategia política para lograr la transformación del país, vinculando y regulando la relación
entre los distintos niveles políticos del poder público, y la relación de éstos con el
denominado poder popular, representado en su primera instancia en la figura de los
consejos comunales y luego en instancias de mayor alcance, a los fines de garantizar la
aplicación de procesos homogéneos en cada uno de los niveles que lo conforman, así como
también a la contribución del correcto desempeño de los actores involucrados en el
cumplimiento de los objetivos previstos en el Plan Nacional de Desarrollo Económico y
Social de la Nación.
La participación ciudadana se acepta como un factor fundamental del análisis sociopolítico
de una colectividad para definir el funcionamiento y el ejercicio del poder, de cómo el
Estado se ha relacionado con la sociedad, y cómo los individuos particularmente se asocian
a la dinámica del Estado. La interacción entre la comunidad y los diferentes niveles de
Gobierno, en la búsqueda de soluciones a los problemas que afectan directamente al
colectivo social, transita por la senda de un enfoque participativo de la Planificación de las
Políticas Públicas, redundando en un mayor acierto de los diagnósticos de las necesidades;
así como también en la legitimidad y la transparencia en la asignación de recursos a los
proyectos de inversión pública que hayan sido definidas mediante esta voluntad. La visión
de este proceso gubernamental requiere de un gran esfuerzo institucional por parte de todos
los actores involucrados, no sin antes poseer una elevada conciencia del poder ciudadano.
A pesar que existe en Venezuela leyes en donde se establecen procedimientos y pautas para
la planificación y el presupuesto, para todos los sectores del estado para garantizar y cubrir
las necesidades básicas de cada uno de estos, así como el conjunto de bienes materiales de
que disponen los que manejan las instituciones políticas, como lo son el ejecutivo nacional
conjuntamente con el ministerio de planificación y presupuesto para atender las
necesidades colectivas de los diversos sectores que integran la sociedad, es por lo que en mi
criterio la forma de construir, administrar e intervenir en el patrimonio público, conforme a
las reglas y normas que así lo determinan ha sufrido por las situaciones políticas,
económicas y sociales que atraviesa hoy en día nuestro país, debido a los altos índices de
corrupción, de la fuga del presupuesto a otras partidas que no son prioritarias para el
colectivo.
ANÁLISIS DEL ESQUEMA DE LA PLANIFICACIÓN EN VENEZUELA
El Presupuesto del Sector Público, se encuentra regulado por las directrices fijadas en el
Plan Operativo Anual, el cual vela por el cumplimiento de los planes formulados a largo y
mediano plazo. Este Plan es una herramienta que está integrada por los procedimientos
que se deben adoptar para la formulación presupuestaria en áreas estratégicas, programas,
proyectos, manejo de recursos y sus metas, además del reflejo de la información financiera.
Los ingresos se estructuran de la siguiente manera: Situado Constitucional, los cuales se
destinan a la administración regional para cubrir sus necesidades esenciales; es decir para la
construcción de obras y adquisición de equipos que les permita prestar los servicios
públicos básicos. Se distribuyen de la siguiente manera: el 30% de los ingresos
ordinarios de la nación se divide en partes iguales para todos los estados y el Distrito
Federal y el otro 70% se distribuye en proporción de la población total de cada estado.
Presupuesto Público Nacional, esta es otra fuente de ingresos para las diferentes
instituciones regionales y municipales, pero se caracterizan por estar destinados a
actividades específicas a solicitud en la fase iniciativa de la formulación por parte de los
dirigentes regionales ante el Congreso Nacional; además de las ya establecidas dentro de
las partidas presupuestarias. Se encuentra estructurado de la siguiente manera: Ramos; son
los gastos de los Poderes, Secretarías, pago de la deuda de la nación. Programas; es el
monto asignado a la ejecución de las funciones de los diferentes órganos públicos.
Subprogramas; comprende los recursos asignados a cada institución especifica; luego los
Proyectos, después las Obras. Continúa con las Partidas; es la asignación de recursos de
manera específica según su actividad que debe señalarse en la Cuenta Pública Anual, dentro
se encuentran las Subpartidas, las Genéricas, las Específicas y por ultimo las
Subespecificas. Es relevante destacar que se está iniciando una nueva modalidad, que es la
de realizar el Presupuesto por Proyecto a desarrollar.
ANÁLISIS LAS FASES DEL PROCESO PRESUPUESTARIO
Fases para su elaboración:
 Fase de iniciativa, la cual comprende la Formulación del presupuesto, los
procedimientos que integran la formulación son los estipulados en la LOAFSP:
 Se realiza los lineamientos generales y la política presupuestaria que deberá seguir.
 Se distribuye la política presupuestaria entre las categorías que integraran el
prepuesto.
 Los encargados elaboran los anteproyectos preliminares y definitivos de
presupuesto.
 Se analiza, ajusta y unifica los anteproyectos en los diferentes niveles.
 Las máximas autoridades respectivas revisan y aprueban los anteproyectos.
 Los entes con competencias en cada materia presupuestada ajustan y aprueban los
anteproyectos.
 Por último, la Oficina de Presupuesto los aprueba y ajusta para luego enviarlo al
Poder legislativo; es decir a la Asamblea Nacional.
 Fase de discusión y aprobación, en la que luego de Discutirse, se Sanciona el
presupuesto para posteriormente Promulgarse. La discusión y sanción se realiza
antes del 15 de octubre de cada año y la Promulgación se debe efectuar antes del 15
de diciembre no más de diez días posterior a su sanción mediante la publicación en
la Gaceta Oficial, y para su reconducción debe ser antes del 31 de marzo.
 Fase integradora de la eficacia, en esta fase se Ejecuta, Evalúa y Controla la
implementación del presupuesto promulgado. Se realiza la distribución general
del presupuesto publicado, luego la distribución administrativa, los entes
programan su ejecución física y financiera, solicitan los bienes y servicios
necesarios, los reciben y comienzan a utilizar para proceder a pagarlos y en caso de
ser necesarios se realizan las modificaciones presupuestarias y reprogramación de
la ejecución. Las modificaciones se pueden realizar sobre los créditos asignados a
los programas, subprogramas, proyectos, obras, partidas, subpartidas, genéricas,
específicas y subespecíficas que expresamente se señalen en la Ley de Presupuesto
y su distribución, entre otros.
Las modificaciones pueden ser producto de incrementos acordados en los créditos,
rectificaciones en caso de que lo presupuestado sea insuficiente, anulaciones totales o
parciales de créditos, ajustes en los créditos por reducción de ingresos, por reprogramación
de contratos de obras y los traspasos de créditos. Para la Evaluación y Control, se registran
las operaciones físicas y financieras, se revisa el apego de las operaciones a las leyes, se
determinan las diferencias entre lo programado y ejecutado para luego analizar las causas.
Para la elaboración de un presupuesto se debe observar que siga los siguientes principios:
Universalidad ya que agrupa todos los gastos de la nación, Unidad por reflejar todas las
partidas en un solo texto, Especialidad al reflejar las partidas de manera específica,
Planificación en concordancia al cumplimiento de los planes socioeconómicos a mediano
plazo, Anualidad por estar formulados para cubrir del 1º. de Enero al 31 de Diciembre,
Previsión al ser aprobada para no generar retrasos en la actividad pública, Periodicidad por
solo tener vigencia durante el periodo planteado, Claridad en su información aunque según
el artículo 74 de la Constitución pueda contener partidas secretas que cumplan con ciertas
condiciones, Publicidad mediante los mecanismos respectivos, Exactitud en la distribución
de los recursos para que estén acorde a los gastos de funcionamiento y a lo ingresado y
Exclusividad al reflejar solamente los gastos públicos. Actualmente la planificación en
Venezuela ha tomado otro rumbo en la cuales sus principales características son: La
Flexibilidad, Objetividad y Realismo, Integridad, Continuidad.
ANÁLISIS DE LA POLÍTICA PRESUPUESTARIA DESDE 1999 HASTA EL
PRESENTE
La revolución de Hugo Chávez y la nueva constitución de 1999 se caracterizaron, por un
significativo efecto sobre el panorama institucional y político. El poder del congreso en el
proceso presupuestario declinó, y si bien las facultades presidenciales se vieron fortalecidas
y el poder ejecutivo retomó su rol más fuerte respecto del proceso presupuestario,
comparado con el primer período, esta vez el presidente ejerció su poder dentro de un
contexto político no competitivo. En sus primeros años de gobierno, Hugo Chávez
desplegó una política social basada en programas focalizados, de corte asistencialista y en
un marco signado por fuertes tensiones políticas e importantes restricciones económicas.
Desde 2003, sin embargo, el aumento acelerado de la renta de origen petrolero permitió
desarrollar nuevos programas de mayor amplitud las misiones e implementados mediante
mecanismos extrainstitucionales. Uno de los objetivos del gobierno es articular esta nueva
política social con los esfuerzos por consolidar una economía social basada en nuevas
formas de organización empresarial, como las cooperativas y las empresas de producción
social. Este sería el esqueleto de un nuevo modelo de desarrollo. Chávez fue elegido con la
expectativa de dejar atrás la condición de Venezuela de país petrolero fracasado. Frente a
ese desafío, el discurso, así como la gestión pública, especialmente de la política económica
y social, evidencian un sesgo marcadamente progresista. Desde sus inicios en el gobierno,
Chávez intento marcar distancia con el neoliberalismo imperante en Venezuela desde fines
de los 80 y levanto casi permanentemente las banderas de un proyecto alternativo que se
hace llamar de raíces bolivarianas.
El aspecto más visible de este proyecto no es la política macroeconómica, sino la política
social y de desarrollo hacia los sectores productivos. Pero conviene señalar que, en esta
primera etapa, quedaron a merced de un clima de confrontación y polarización política
cuyos momentos más álgidos fueron la promulgación de la Ley Habilitante en noviembre
de 2001, el intento de golpe de Estado en abril de 2002, el paro petrolero de diciembre de
2002 y el referendo revocatorio de agosto de 2004. Esto no debería pasar inadvertido en el
análisis: el caso de Venezuela parece demostrar que un proyecto de cambio político,
económico e institucional que, como el bolivariano, escoge la vía confrontación como eje
de su gestión, requiere dosis constantes de legitimación si quiere continuar transitando por
la ruta democrática.
Conviene no obstante precisar que el gobierno de Chávez no se inició en un marco de
bonanza petrolera ni, mucho menos, de holgura fiscal. Chávez recibió una situación
económica compleja con serias restricciones externas y fiscales. Las reservas
internacionales habían caído en cerca de 3.000 millones de dólares en el último año y el
déficit fiscal alcanzaba casi 4% del PIB. Parte del problema es atribuible a la caída
estrepitosa de los precios del petróleo ocurrida en 1998, que llevó a que el crudo
venezolano se cotizara entre 9 y 10 dólares, por debajo del promedio histórico de las
últimas tres décadas. Pero aún bajo estas importantes restricciones iniciales, el esfuerzo por
reorientar los recursos hacia el área social es evidente. Los primeros pasos de la política
social pusieron en evidencia el fuerte contraste entre los principios incluidos en el Plan de
Desarrollo Económico y Social presentado en la campaña y la necesidad de atender
demandas sociales urgentes y concretas. En general, consistieron en actividades de atención
a la salud y el empleo temporal, así como asistencia pública en el mejoramiento, la
recuperación y la construcción de viviendas e infraestructura social. También contemplaron
acciones de beneficencia en los sectores de pobreza crítica y extrema mediante el
suministro gratuito de alimentos y otros productos básicos. En todos los casos, se trató de
programas de carácter provisional. El aumento acelerado de los precios del petróleo
produjo un incremento de los ingresos fiscales del gobierno central de casi 50% en 2004.
La característica esencial de este nuevo modelo productivo es que se organiza bajo el poder
financiero del petroestado. Los crecientes recursos provenientes de la bonanza petrolera han
eliminado las restricciones presupuestarias del pasado. Esto ha hecho que, a esta altura, ya
nadie se pregunte si este diseño es sustentable. Entre 1999 y 2015 desaparecieron 5.200
empresas en el sector manufacturero. De hecho, la ocupación en el sector manufacturero,
según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas, que representaba 14,3% de la ocupación
global de la economía en 1997, pasó a solo 9% en 2016. El nuevo modelo de desarrollo
productivo permite incluir a actores económicos que requieren poco capital y escasas
calificaciones. Puede, por lo tanto, constituir una respuesta atractiva al grave problema de la
exclusión, pero su mayor riesgo es convertirse en un tejido de empresas movidas mucho
más por un afán clientelar que por un espíritu de innovación e incremento de la
competitividad.
Desgraciadamente, con la recesión económica de 2007 y la caída drástica de los precios del
crudo, la situación de bonanza se convirtió en una crisis de liquidez: los gastos del Estado
eran cada vez mayores que los ingresos. Los precios del petróleo pasaron en pocos años de
récords históricos, cercanos a los 150 dólares por barril, a los mínimos de 45. La mala
planificación de los recursos y la mala gestión del Gobierno se evidenciaban en las nulas
previsiones dotadas en los presupuestos para estas posibles caídas. Lo que en ese momento
debería haber constituido una señal de alerta para reducir los gastos resultó una
reafirmación de las políticas populistas, que se limitaron a esperar una nueva subida de los
precios, confiando en que sólo sería cuestión de tiempo y aguante que todo retornase a la
normalidad. No ocurrió así y la situación económica del país empeoró de manera
imparable; para financiar el incesante aumento del gasto, no respaldado por ingresos, se
requirió de préstamos de las pocas naciones amigas (China, Rusia o Irán).
Con la muerte de Chávez, en 2013, su vicepresidente y ministro de Asuntos Exteriores,
Nicolás Maduro (por deseo explícito del fallecido dirigente) asumió las responsabilidades
de la Presidencia del Gobierno. Lejos de cambiar el rumbo de las políticas que habían
llevado al país al colapso económico y social, decidió profundizar más en ellas. La brecha
social aumentó, debido a una hiperinflación galopante (una de las más altas registradas en
la historia mundial), provocada por la impresión descontrolada de dinero y motivada por la
imperante necesidad de pagar deudas que ningún organismo internacional quería
refinanciar. El dinero pasó a valer prácticamente nada, y los precios de los productos,
incluidos los de primera necesidad, comenzaron a multiplicarse de un día para otro. No se
cuenta con datos oficiales, pero en su informe de octubre de 2018, el FMI estimaba que la
inflación se situará en el 10.000.000%, al menos, hasta 2020. Como nota curiosa,
Bloomberg ha señalado que una taza de café con leche cuesta ahora unos 800.000
bolívares, frente a 0,45 bolívares en enero del año pasado: un aumento del 177.678%. En
2017, la economía de Venezuela se desplomó (14%). En 2018, con la reducción del precio
del petróleo, la caída del PIB fue todavía mayor (18%). Esto significa que, en tres años
(2017-2019), su PIB sufrió un derrumbe del 40%.
Una calamitosa situación, que todavía hoy impera, y que ha dado como resultado un
descontento social generalizado. Las condiciones de vida, si antes eran malas, ahora son
mucho peores, con índices de paro oficial que rondan el 30%, índices de pobreza y de
miseria que siguen subiendo, y unas desigualdades entre ricos y pobres que se han visto
aumentadas.
Las probabilidades de que Venezuela tenga una recuperación limpia y rápida con Maduro
es sumamente remota. Pero un nuevo gobierno podría adoptar una serie de medidas que
facilitasen la salida de la crisis: 1. Un control riguroso de la inflación, que la reduzca a
niveles razonables; para ello, es preciso recobrar la independencia del Banco Central. 2.
Aprovechar el actual crecimiento económico de América Latina para llevar a cabo una
política de restablecimiento de relaciones internacionales con los países vecinos, que
conduzca a acuerdos comerciales beneficiosos para todos. 3. Parece necesario un
redimensionamiento del gasto público, hasta ahora desbocado, y reorientarlo hacia políticas
que aumenten la productividad y competitividad del tejido empresarial, actualmente
ahogado y desmantelado por los imposibles costes de producción. 4. Conseguir privatizar o
recapitalizar junto con la empresa privada muchas empresas que fueron nacionalizadas
durante el chavismo y que se han vuelto lentas e ineficientes. 5. Diversificar las
exportaciones hacia actividades productivas no relacionadas, algo que no debería ser muy
complicado en un país tan rico en materias primas y con una localización tan atractiva.
La política presupuestaria del gobierno central en la República Bolivariana de Venezuela
durante el período 2007 hasta hoy, ha vulnerado intencionalmente los principios de:
 Legalidad, ya que una parte formidable de los ingresos y los gastos públicos no se
aprueban por el órgano legislativo correspondiente, la Asamblea Nacional;
 Universalidad, ya que varias categorías de ingresos públicos no se incluyen en el
presupuesto y cuantiosas sumas de dinero se ejecutan a través de la empresa
PDVSA y los fondos paralelos FONDEN, Fondo Chino, Fondo Miranda, Fondo
Bicentenario, entre otros, sin que pueda conocerse el volumen global de los gastos
proyectados;
 Unidad, puesto que todas las entidades ejecutoras no siguen la misma metodología
presupuestaria, ni todos los fondos van a una caja única, ni hay un solo presupuesto;
 Integralidad, al aprobarse presupuestos deficitarios, limitando el gasto corriente y
con ello imposibilitando el cumplimiento de compromisos previsibles durante todo
el año, se está rompiendo la debida planificación, y hay imposibilidad de consolidar
la información para verificar el cumplimiento de metas y objetivos;
 Transparencia, debido a que los procedimientos presupuestarios han sido
vulnerados, aun cuando se crearon instrumentos legales para hacerlo; la
participación está vetada ya que no hay posibilidades de incidir en las decisiones de
gasto extrapresupuestario ni por la vía de la cámara de representantes ni mucho
menos a través de organizaciones civiles; no hay acceso a la información veraz y
oportuna sobre el destino de los fondos paralelos; ni hay manera de hacer
seguimiento y control, habiendo una institucionalidad formal de ingresos y gastos
que se modifica de manera considerable y “otra institucionalidad” que no ha podido
ser incorporada en la construcción de estadísticas oficiales.
La expresión de estas afirmaciones está en los montos deficitarios aprobados en las leyes de
cada año, las amplias modificaciones y los montos efectivamente ejecutados. La
subestimación de los ingresos petroleros no obedecen a un acto de prudencia, tal como lo
señala la sección de noticias del Ministerio del Poder Popular de Planificación y Finanzas,
así como la propuesta de un gasto deficitario tampoco es indicativo de una política de
austeridad, sino “anticipo de una gestión financiera sin planificación real, basada en
créditos adicionales. La Ley de Presupuesto no es real, es cumplir muy mal un requisito
formal”.
Como consecuencia se ha potenciado el riesgo de corrupción que a su vez ha permitido
pérdidas patrimoniales históricas para el Estado venezolano, según lo que ha sido difundido
y aceptado por las propias autoridades del gobierno. Mientras tanto, el gobierno central
aglutina los ingentes recursos provenientes de los altos precios de los hidrocarburos en los
últimos años y minimiza la actuación de los gobiernos de estados y municipios, con la
subestimación de los ingresos ordinarios del presupuesto, partida de referencia para la
distribución del Situado Constitucional, principal transferencia intergubernamental.
La política presupuestaria junto con las reformas legales sin ningún control constitucional
ha permitido el reparto de dinero sin criterios objetivos, la concentración del poder y el
centralismo, comparable a los períodos dictatoriales que imperaron en Venezuela durante la
primera mitad del siglo XX. Una nueva institucionalidad, paralela al Estado Federal, está
emergiendo con amplias y diversas entidades públicas pero que tienen una única y
excluyente visión del país, que no gozan de autonomía política, ni financiera y sin recursos
recurrentes.

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