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Il Divino

Música Italiana para laúd


en la época de
Michelangelo Buonarotti
y
Leonardo da Vinci

i. Recercare  quinto Vincenzo Capirola. (Brescia, 1474; Brescia


c.1548). Composicione de messer Vincenzo
Capirola.
La Villanela

Padoana Belissima

Tientalora, Balletto da ballare

ii. Recercare XXXII Marco dall Aquila. (c. 1480 - 1538) D-


Munich Bayerische Staatsbibliothek 266.
La Traditora

Fantasia XXXII

Il est bel est bon

iii. Fantasia Pietro Paolo Borrono. ( Milán, c. 1490–95;


Milán, c. 1563). Intavolatura di lauto…
Venice,1538.
Saltarello

iv. Pavana alla venetiana Joan Ambrosio Dalza. (Milán; fl. 1508)
Intabolatura de lauto libro quarto Venice,
1508.
Saltarello

Piva

v. Ancor che col partir Giovanni Paolo Paladino (?-1565) Premier


livre de tablature de luth; Lyons,
1553.
Il Divino
Música Italiana para laúd
en la época de
Michelangelo Buonarotti
y
Leonardo da Vinci

Fantasia Francesco Canova da Milano (1497 - 1543).


The Lute Music of Francesco Canova da
Milano (1497–1543), ed. A.J. Ness.

Fantasia VIII Alberto da Ripa da Mantova (Mantua, c1500


- Paris, 1551).

Calata alla spagnuola Joan Ambrosio Dalza

Radamés Paz
Laùd de seis órdenes
Londres, Michael Haycock, 1982

Notas al programa

El siglo XVI fué una época de grandes cambios en todos los ámbitos, la Iglesia Católica
sufrió lo que consideramos como el Gran Cisma; la Reforma Protestante que comenzó con
Lutero posteando sus tesis en 1517 en la puerta de la Iglesia de Wittenberg y que para finales
del siglo había logrado quitar a Roma la mayor parte de los fieles cristianos del norte de
Europa. La nobleza europea consolidaba su poder y los reyes de las comunidades europeas
consolidaban sus monarquias, (como ejemplo recordemos a Isabel de Castilla y Fernando de
Aragón que unifican la corona española en 1492 o Enrique VIII que funda la Iglesia
Anglicana), todo esto llevaria al establecimiento de las monarquias absolutas en el siglo
XVII; el Rey Sol, Luis XIV, es el mejor ejemplo de a donde condujo este proceso de
consolidación monárquica en Europa.

En las artes visuales todos estos cambios se vieron reflejados en el esfuerzo conservador de la
Iglesia Católica de Roma a través del Concilio de Trento, una iniciativa por conservar sus
Il Divino
Música Italiana para laúd
en la época de
Michelangelo Buonarotti
y
Leonardo da Vinci

mercados ante la amenza protestante. Los artistas como Miguel Ángel trabajaron
directamente con el Papa en un programa conocido como Contra Reforma derivado del dicho
Concilio con el objeto de seguir contando con el apoyo de los fieles e impedir el avanze de los
protestantes hacia el sur del continente.

Las grandes obras como la capilla Sixtina o La Piedad eran de algún modo muy claro
propaganda política papista. Y la música colaboró en este esfuerzo. Como parte de la Misa la
música ha sido siempre uno de los atractivos principales para los feligreses. Y ese gusto por
la música y el poder terrenal llevó a los Papas a tener a su servicio numerosos virtuosos como
muestra de su grandeza como pontífices y que llegaron a ser “Músicos de Cámara”, músicos
de la intimidad de la habitaciones de palacio o “cámaras”.

Recordemos que hoy la música es algo mucho más democrático gracias a la tecnologías de
grabación electrónicas, los medios masivos y el internet. En el siglo XVI, sin embargo, toda
la música era “en vivo” y el tener a los mejores músicos a su servicio no solo representaba un
gusto cultivado sino de alguna manera iba de la mano del poder político. Y un buen músico
era además un buen “radio”.

Una anécdota; en 1538, El Papa Pablo III y el Rey de Francia Francisco I se reunieron en
Niza. El Papa estuvo acompañado por su laudista Franceso da Milano, y Francois I por
Alberto da Ripa. Los dos virtuosos fueron escuchados como muestra de la música en sus
respectivas cortes durante la reunión. Se sabe que Francesco el Rey de Francia le dio regalos
de alto valor económico luego de escucharlo, por el otro lado el Papa le dio a Francesco su
bendición.

En nuestros días, turbulentos y de grandes cambios como aquellos del s. XVI, las obras de
Miguel Ángel, Leonardo, Durero y sus contemporáneos ya han perdido un poco de la
inmediatez política y son sus cualidades estéticas las que motivan a millones de turistas de
todo el mundo a visitar, por ejemplo, Florencia, para estar cerca por unos minutos, del David
o de la Pietá. Miguel Ángel, tuvo en su época el sobrenombre de IL DIVINO, lo que nos
muestra la gran estima en que su trabajo era tenido por la sociedad en general, y el
reconocimiento que mereció en vida.

Sin embargo solo un artista compartió el sobrenombre de IL DIVINO durante esa época,
Francesco da Milano, y bastaría solo este hecho para que sus nombres siempre fuesen
relacionados, sin embargo hoy en día solo Miguel Ángel es conocido, Francesco “Il Divino”,
esta apenas empezando a ser valorado. ¿Por que?

La respuesta esta quizás en la naturaleza misma de las dos artes a las que dedicaron su vida no
solo Miguel Angel y Francesco da Milano, sino muchos otros como Caravaggio, Raphae,
Alberto da Ripa, Vincenzo Capirola, etc... Mientras que una pintura es una obra terminada
una vez que su autor lo decide y se procede entonces a su cuidado y disfrute, la música es un
arte efímero, tanscurre en el tiempo, es imposible de colgar de un clavo, se nos va de entre las
manos.
Il Divino
Música Italiana para laúd
en la época de
Michelangelo Buonarotti
y
Leonardo da Vinci

El recital de esta noche tiene la pretenciòn de ayudarnos a ver esta música de tiempos
turbulentos y de grandes cambios, música de laúd que fué oída por Papas, Reyes, por artistas
como Miguel Ángel, Leonardo, Durero, Caravaggio que igualmente fueron seducidos por la
música del laúd como lo atestigua la presencia del mismo en numerosas de sus obras.

Muy probablemente estas obras, fueron oídas por gente como el Papa Pablo III o el Rey
Francisco I, y muy probablemente ellos también fueron seducidos como tantos otros antes y
después en la historia de la música de laúd, y si lo menciono es solo para terminar con un
testimonio de los efectos que causaba en la audiencia un músico como Francesco da Milano
“Il Divino”:

Durante mi estancia en Milán fuí inivitado a un suntuoso y magnífico banquete, en donde,


entre varios placeres y cosas únicas, reunidas ahí para el grupo selecto de personas que
asistíamos, apareció Francesco da Milano – un hombre que se considera ha llegado al fin
ultimo (si es que esto es posible) de la perfección en el tañer del laúd. Una vez las mesas
limpias, escogió el una, y como si estuviera afinando sus cuerdas, se sentó en el borde de la
mesa improvisando una fantasía. Apenas había turbado el aire con tres acordes rasgueado y ya
habia interrumpido la conversación que había empezado entre los asistentes. Habiendolos asi
obligado a voltear hacia él, continuo con un arte tan extraordinario que, poco a poco,
haciendo languidecer a las cuerdas debajo de sus dedos de este modo sublime, transportó a
todos los que lo oían a una melancolía tan placentera que, - alguno recargando su cabeza en
su mano y sostenida esta por su codo, otro extendiendo sus extremidades con un descuidado
ademán, con la boca abierta y mas de medios ojos cerrados, pegado (uno diría) a las cuerdas
de laúd, y con su barbilla enterrada en el pecho, dandole a su semblante la taciturnia mas triste
que se ha llegado a ver – permanecieron asi todos como si hubieran perdido todos sus
sentidos excepto el del oído, como si su espíritu, habiendo abandonado su morada en los
sentidos, se hubiese mudado a los oídos, para así, disfrutar mas a su gusto una harmonía de lo
más encantadora; y y creo que ahí seguiriamos todos, si no fuera por que, el mismo – no se
como -- cambiando su manera de tocar con una fuerza gentil, nos devolvió nuestro espíritu y
nuestro sentidos del lugar a donde se lo había robado, no si dejarnos con tanto asombro a cada
uno de nosotros como si hubiesemos sido elevados y transportados por un frenesí divino.

Pontus du Tyard.
Solitaire second ou de la musique, 1555.

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