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Luis Tovar

C.I 24.476803

La microbiología es el estudio de los microorganismos, un grupo grande y diverso de


organismos microscópicos que vive en forma de células aisladas o en grupos de ellas;
también comprende a los virus, que son organismos microscópicos, pero que carecen
de estructuras celulares. Los microorganismos tienen un enorme impacto en la vida y
en la composición física y química de nuestro planeta. Los microorganismos se
encargan de llevar a cabo ciclos de elementos químicos indispensables para la vida,
tales como los ciclos del carbono, nitrógeno, azufre, hidrógeno y oxígeno; los
microorganismos realizan más fotosíntesis que las plantas. Además, los océanos
contienen 100 millones más bacterias (13 × 1028) que las estrellas que contiene el
universo conocido. La frecuencia de infecciones virales en los océanos es de
aproximadamente 1 × 1023 infecciones por segundo, y estas infecciones eliminan de 20
a 40% de las células bacterianas diariamente. Se calcula que en la tierra existen 5 ×
1030 células microbianas; excluyendo a la celulosa, éstas constituyen el 90% de la
biomasa de toda la biosfera. Los seres humanos también tienen una relación cercana
con los microorganismos; más del 90% de las células de nuestros cuerpos corresponde
a microbios. Las bacterias del intestino del ser humano promedio pesan alrededor de 1
kg y un adulto excretará su propio peso en bacterias fecales cada año. El número de
genes contenidos dentro de la flora intestinal es 150 veces mayor que el contenido en
el genoma e, incluso en nuestro propio genoma, 8% del DNA proviene de los vestigios
de genomas virales.

PRINCIPIOS BIOLÓGICOS ILUSTRADOS POR LA MICROBIOLOGÍA

En ninguna otra parte es más evidente la diversidad biológica que en los


microorganismos, seres que no pueden observarse a simple vista sin ayuda de un
microscopio. En cuanto a su forma y función, ya sea una propiedad bioquímica o un
mecanismo genético, el análisis de los microorganismos conduce a los límites de la
comprensión biológica. Por lo tanto, la necesidad de originalidad (una prueba del
mérito de una hipótesis científica) puede satisfacerse por completo en la
microbiología. Una hipótesis útil debe ofrecer una base para hacer
una generalización y la diversidad microbiana proporciona el terreno donde siempre
se da este desafío.

La predicción, que es la consecuencia práctica de la ciencia, es un producto creado por


una mezcla de técnica y teoría. La bioquímica, biología molecular y genética ofrecen
los recursos necesarios para el análisis de los microorganismos. A su vez,
la microbiología amplía el horizonte de estas disciplinas científicas. Quizá un biólogo
describiría este intercambio como mutualismo, esto es, algo que beneficia a todos los
participantes. Un ejemplo de mutualismo microbiano es el de los líquenes. Los
líquenes constan de un hongo y un compañero fototrópico, ya sea un alga (eucariota)
o una cianobacteria

Virus y bacterias: qué son y en qué se diferencian

Los virus son más pequeños que las bacterias y tienen una gran capacidad de mutación
y contagio. Las enfermedades causadas por estos dos tipos de gérmenes se tratan de
maneras muy diferentes. 

Aunque poco a poco se va conociendo más información, en el mundo son muchas las
dudas que giran en torno al nuevo coronavirus. Si bien hay varios estudios clínicos en
curso, por el momento no se ha obtenido una vacuna ni tratamiento farmacológico
específico contra el virus SARS-CoV-2 que causa la enfermedad COVID-19.

Entre tantas preguntas, por desconocimiento o desinformación, a menudo en la


población surge la duda acerca de si el coronavirus se puede tratar con antibióticos. La
respuesta es no: ningún virus se puede tratar con antibióticos, que sólo se utilizan
para tratar las infecciones causadas por bacterias. Las enfermedades provocadas por
virus y por bacterias se tratan de maneras muy diferentes porque no actúan del
mismo modo en el organismo al que afectan.

Los virus y las bacterias tienen un tamaño microscópico, están en casi todas las
superficies y son la causa de muchas enfermedades. Pero no son lo mismo. Conocer
las características de cada uno ayuda a entender mejor sus efectos en el organismo y
cómo evitar posibles contagios.

¿Qué son las bacterias?

Las bacterias son organismos unicelulares que obtienen sus nutrientes del ambiente


en el que viven. Pueden causar problemas, como las caries, las infecciones del tracto
urinario, de oído o la faringitis estreptocócica, por mencionar algunos ejemplos. Pero
las bacterias no siempre producen enfermedades: algunas de ellas poseen una acción
beneficiosa y, por ejemplo, contribuyen al buen funcionamiento del sistema digestivo,
ayudando a procesar y obtener los nutrientes de los alimentos e impidiendo que
entren bacterias nocivas en su interior. Inclusive, algunos tipos de bacterias son
utilizados para fabricar medicamentos o vacunas que salvan vidas. 

¿Qué son los virus?

Los virus son más pequeños que las bacterias. No son células completas: sólo son
material genético empaquetado dentro de una cubierta proteica. Necesitan otras
estructuras celulares para reproducirse, lo que significa que no pueden sobrevivir por
sí solos salvo que vivan dentro de otros organismos vivos como humanos, plantas o
animales. 

Algunos virus pueden matar bacterias o combatir virus más mortales. Son los
llamados bacteriófagos o fagos (del griego “devorar”): infectan y destruyen bacterias
específicas que se encuentran en la membrana mucosa que reviste los aparatos
digestivos, respiratorios y reproductivos.

Los virus pueden vivir durante una cantidad reducida de tiempo fuera de las células
vivas. No obstante, una vez que se introducen en el cuerpo de una persona,
proliferan rápidamente y pueden enfermarla. Causan algunas enfermedades de poca
importancia, como el resfriado común, y otras graves, como la viruela o el SIDA,
provocado por el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). 

Tienen una gran capacidad de mutación y esto no significa que necesariamente se


vuelva más agresivo, sino que ha cambiado su material genético, es decir, la
estructura de su genoma viral ubicado en el interior de la partícula que puede ser ADN
(ácido desoxirribonucleico) o ARN (ácido ribonucleico). 

Los virus también presentan un alto poder de contagio, llegando a provocar


pandemias, cuando una enfermedad epidémica se extiende a muchos países, tal como
sucede con la enfermedad COVID-19.

Las principales diferencias

Tamaño: las bacterias son hasta 100 veces más grandes que los virus. Y eso teniendo
en cuenta que en ambos casos son imperceptibles al ojo humano y sólo se detectan a
través de un microscopio especial. Las bacterias pueden verse con un microscopio
óptico, mientras que los virus sólo pueden detectarse mediante un microscopio
electrónico, empleando una lente electromagnética.

Estructura: Los virus tienen una composición algo más simple formada por una
partícula de genoma de ARN o ADN encerrada en una cubierta de proteína. En
cambio, las bacterias presentan una estructura interior algo más compleja con una
pared celular donde se localizan el citoplasma, los ribosomas y el genoma bacteriano.

Reproducción: Es otra de las cuestiones que no comparten virus y bacterias. Las


bacterias tienen la capacidad de crecer y reproducirse por sí mismas. Y de esas células
resultantes pueden salir más divisiones. Los virus no tienen la capacidad de dividirse
por sí mismo, se replican sin parar y atacan a otras células para transmitir su
información genética. Hacen copias de sí mismo, pero en las células vivas de su
huésped, al cual infectan y enferman.

Resistencia: Presentes en casi todos los hábitats del planeta, las bacterias cuentan con
mecanismos que las vuelven muy resistentes. Por este motivo, a diferencia de los
virus, son capaces de sobrevivir a temperaturas extremas y durante largos periodos de
tiempo fuera de otros organismos. También aumenta su capacidad de supervivencia el
hecho de que puedan obtener alimento de muchas fuentes diferentes, tanto orgánicas
como inorgánicas. 

En el caso de los virus, en general, pueden sobrevivir durante horas e incluso días,


sobre todo en superficies duras de acero inoxidable o plásticas, pero con el tiempo se
vuelve menos infeccioso porque, sin poder replicarse, el virus se descompone con el
tiempo.

Tratamiento: Es la mayor diferencia entre los virus y las bacterias. Los antibióticos no


son eficaces contra los virus –no los mata- y además pueden suponer un riesgo grave
para el paciente, ya que aparecen resistencias bacterianas. En tanto, para atacar a
determinados virus se han desarrollado medicamentos antivirales.

Si el origen de la enfermedad es bacteriano y se dispone de un antibiótico adecuado, el


tratamiento es relativamente asequible y completando el esquema de tratamiento, se 
suele volver a un estado normal en pocos días o semanas. Si el origen de la
enfermedad es viral, la situación se puede llegar a complicar –dependiendo del virus-
porque no se dispone de un arsenal antiviral al mismo nivel, ni en cantidad ni en
efectividad. En muchas ocasiones, el sistema inmunitario es el único aliado.

Los profesionales de la salud se encuentran entonces ante infecciones bacterianas muy


patógenas que cuentan con un tratamiento eficaz y ante infecciones víricas, causadas
por virus, que no son tan patógenas pero que no cuentan con un tratamiento eficaz,
por lo que pueden resultar muy graves en pacientes de mayor edad, con un sistema
inmunitario debilitado o con patologías previas. 

Esto último es lo que ocurre hoy en día en el mundo con COVID-19, la enfermedad que
provoca el nuevo coronavirus. Lo que hoy sabemos de este nuevo virus es que para
evitar que se transmita hay que insistir con el lavado de manos, desinfección de las
superficies y mantener la distancia social.

Los hongos o Eumycota son una clase definida de microorganismos, la mayor parte de


los cuales son formas de vida libre, que actúan como putrefactores en el ciclo
energético. De las más de 90 000 especies conocidas, menos de 200 se han reportado
como causantes de enfermedades en humanos. Estos trastornos tienen características
clínicas y microbiológicas singulares y se están incrementando en individuos con
inmunodepresión.
MICOLOGÍA

Los hongos son eucariotas con un nivel de complejidad biológica superior al de las
bacterias. Portan esporas y tienen reproducción tanto sexual como asexual. Los
hongos pueden ser unicelulares, o se pueden diferenciar y hacer multicelulares
mediante el desarrollo de filamentos con ramificación larga. Adquieren nutrientes
mediante absorción, pero carecen de la clorofila de las plantas. Las enfermedades
causadas por hongos se llaman micosis. Varían mucho en sus manifestaciones, pero
tienden a ser subagudas a crónicas, con características indolentes, con recaídas. La
enfermedad aguda, como la producida por muchos virus y bacterias, es poco común
con las infecciones micóticas.

La organización celular es eucariota.

ESTRUCTURA

Las células micóticas tienen características típicas de eucariotas, incluyendo la


presencia de un núcleo con un nucleolo, membrana nuclear y cromosomas lineales.

El citoplasma contiene un citoesqueleto con microfilamentos de actina y microtúbulos


que contienen tubulina. También cuentan con ribosomas y organelos, como las
mitocondrias, retículo endoplásmico y aparato de Golgi. Las células micóticas tienen
una pared celular rígida externa a la membrana citoplásmica, cuya constitución
química difiere de la observada en plantas y bacterias. Una diferencia importante con
las células de mamíferos es que las membranas citoplásmicas están constituidas por
esteroles. En hongos, el esterol dominante es el ergosterol, en tanto que en células de
mamíferos es el colesterol. Los hongos por lo común se encuentran en un estado
haploide, aunque se forma un núcleo diploide a través de fusión nuclear en el proceso
de reproducción sexual.

Acerca de los parásitos

Un parásito es un organismo que vive sobre un organismo huésped o en su interior y


se alimenta a expensas del huésped. Hay tres clases importantes de parásitos que
pueden provocar enfermedades en los seres humanos: protozoos, helmintos y
ectoparásitos.

Protozoos

Los protozoos son organismos unicelulares microscópicos que pueden ser de vida libre
o de naturaleza parasitaria. Son capaces de multiplicarse en los seres humanos, lo cual
contribuye a su supervivencia y también permite que se desarrollen infecciones graves
a partir de tan solo un organismo. La transmisión de protozoos que viven en el
intestino humano a otro ser humano generalmente ocurre por la vía fecal-oral (por
ejemplo, alimentos o agua contaminados o contacto de persona a persona). Los
protozoos que viven en la sangre o tejidos humanos se transmiten a otros seres
humanos mediante un artrópodo vector (por ejemplo, por la picadura de un mosquito
o jején).

Los protozoos infecciosos para los seres humanos pueden clasificarse en cuatro grupos
según su modo de movimiento:

 Sarcodinos, o amebas, p. ej., Entamoeba

 Mastigóforos, o flagelados, p. ej., Giardia, Leishmania

 Cilióforos, o ciliados, p. ej., Balantidium

 Esporozoos, organismos cuya etapa adulta no es móvil,


p. ej., Plasmodium, Cryptosporidium

Helmintos

Los helmintos son organismos grandes multicelulares que por lo general se observan a
simple vista cuando son adultos. Al igual que los protozoos, los helmintos pueden ser
de vida libre o de naturaleza parasitaria. En su forma adulta, los helmintos no pueden
multiplicarse en los seres humanos. Hay tres grupos importantes de helmintos
(helminto deriva de la palabra griega para “gusano”) que son parásitos humanos:

 Gusanos planos (platelmintos): incluyen los trematodos (duelas) y cestodos


(tenias).

 Gusanos de cabeza espinosa (acantocéfalos): las formas adultas de estos


gusanos residen en el tracto gastrointestinal. Se cree que los acantocéfalos son
una forma intermedia entre los cestodos y los nematodos.

 Gusanos cilíndricos (nematodos): las formas adultas de estos gusanos pueden


residir en el tracto gastrointestinal, la sangre, el sistema linfático o tejidos
subcutáneos. Por su parte, los estados inmaduros (larvas) pueden provocar
enfermedades por infección de diversos tejidos corporales. Algunos consideran
que los helmintos también incluyen los gusanos segmentados (anélidos); los
únicos importantes desde el punto de vista médico son las sanguijuelas. Cabe
señalar que esos organismos no se suelen considerar parásitos.
Ectoparásitos

Aunque el término ectoparásitos puede incluir en un sentido amplio a los artrópodos


hematófagos, como los mosquitos (porque dependen de la sangre de un huésped
humano para alimentarse y sobrevivir), este término suele tener un sentido más
restringido que se refiere a organismos como garrapatas, pulgas, piojos y ácaros, que
se adhieren a la piel o escarban en ella y permanecen allí durante períodos
relativamente largos (p. ej., entre semanas y meses). Los artrópodos son de por sí
causantes importantes de enfermedades pero son aun más importantes como
vectores, o transmisores, de muchos patógenos diferentes que, a su vez, producen una
enorme morbilidad y mortalidad por las enfermedades que provocan.

Infecciones parasitarias

Las infecciones parasitarias provocan una enorme carga de enfermedades tanto en los
trópicos como en los subtrópicos y también en climas más templados. De todas las
enfermedades parasitarias, la malaria es la que produce más muertes en el mundo. La
malaria mata a aproximadamente 660 000 personas por año, la mayoría de ellas niños
pequeños en el África subsahariana.

Las enfermedades tropicales desatendidas (ETD), que sufrieron la falta de atención por


parte de la comunidad de salud pública, incluyen enfermedades parasitarias
como filariasis linfática, oncocercosis y dracunculosis. Las ETD afectan a más de mil
millones de personas (un sexto de la población mundial), mayormente en áreas rurales
de países con bajos ingresos. Estas enfermedades se cobran un precio muy alto en las
poblaciones endémicas, que incluye no poder ir a la escuela o al trabajo, retraso del
crecimiento en niños, deterioro de habilidades cognitivas y del desarrollo en niños
pequeños y la grave carga económica que implica para países enteros.

No obstante, las infecciones parasitarias también afectan a personas que viven en


países desarrollados, incluidos los Estados Unidos.

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