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Introducción

Con más de diez millones de ejemplares vendidos en más de veinte idiomas, ¿De


qué color es tu paracaídas? es el manual para buscar trabajo o cambiar de
profesión más popular del mundo.
Este clásico, constantemente actualizado con información nueva, está pensado
para identificar las habilidades en las que destacamos y encontrar el campo
profesional en el que nos sintamos más a gusto.

Cómo encontrar la esperanza


Actualmente vivimos en un mundo donde las viejas normas se están
reescribiendo. Cambian cosas que nunca creímos que podrían hacerlo. Ocurren
cosas que jamás pensamos que llegaríamos a ver. Y cosas que dábamos por
seguras —como un trabajo para toda la vida— ahora desaparecen.
Pero no hay dejarse arrastrar por la preocupación. Mientras tengamos esperanza,
todo seguirá su curso. Esperanza, por encima y antes de todo lo demás; la única
pregunta es, ¿cómo la encontramos? He aquí algunas claves.
Los expertos han descubierto, con los años, cuál es el mínimo absoluto para
conservar la esperanza. Y es simplemente este: la esperanza depende de
asegurarse que tenemos al menos dos alternativas, en todas las situaciones en
las que nos encontremos y en cada tarea a la que nos enfrentemos.
Así, no debemos tener…
 solo una manera de describirnos a nosotros mismos, sino dos por lo menos;
 una manera de orientarnos hacia una carrera profesional, sino hacia dos
por lo menos;
 una manera de buscar trabajo, sino dos por lo menos;
 una manera de buscar un trabajo, sino dos por lo menos;
 una oferta de trabajo únicamente, sino dos por lo menos.
Tener un solo plan, una sola opción, es la receta más segura para la
desesperación. En un estudio realizado sobre 100 personas que buscaban trabajo
utilizando un único método, unas 51 abandonaban su búsqueda al segundo mes.
Habían perdido la esperanza. En cambio, de 100 personas que utilizaban dos o
más maneras distintas de encontrar trabajo, normalmente solo 31 abandonaban la
búsqueda al segundo mes.
En cualquier situación, es importante saber que, por mucho que tengas la
sensación de estar a merced de poderosas fuerzas externas que escapan
totalmente a tu control, siempre podrás encontrar algo, por muy pequeño que sea,
que sí esté bajo tu control y con lo que puedes empezar a trabajar.
Eso es aplicable a cualquier momento en que estés sin empleo, en especial si la
situación se alarga. Buena parte de la situación a la que te enfrentas queda fuera
de tu control. No hay nada que puedas hacer por cambiarla. Pero esta proporción
no puede ser del 100 %. Tiene que haber alguna parte de la situación —aunque
sea solo un 2 %— que esté bajo tu control. Debes buscar cuál es y luego dedicar
todas tus energías a trabajar en ella.
Por todo ello, antes de poder responder a la pregunta de “¿Qué hago a partir de
ahora con mi vida?”, debes tener esperanza. Debes creer que tus acciones
marcan una diferencia, que no te enfrentas a enormes fuerzas inmutables ante las
que estás totalmente indefenso.

Las mejores y peores maneras de buscar trabajo


Buscar trabajo se puede describir como intentar averiguar si algo existe, es decir,
los puestos de trabajo vacantes, o puestos que todavía no se han creado, o
necesidades que están por cubrir. En el terreno de nuestra elección. En la zona
geográfica de nuestra preferencia. En el tamaño de empresa u organización que
nos guste más. Aquí, todo depende del método utilizado para tratar de encontrarlo.
Hay muchas maneras de buscar trabajo o de cambiar de profesión. Algunas tienen
un historial de resultados bastante bueno, y que por lo tanto recompensan bien el
tiempo que invirtamos en ellas. En cambio, otras tienen un palmarés realmente
malo, y podemos malgastar mucho tiempo y energía con ellos sin obtener ningún
resultado. Veamos primero las malas.
Las cinco peores maneras de buscar trabajo:
1- Buscar ofertas de empleo de empleadores en Internet. Obviamente, Internet
sí puede ser un medio maravilloso para facilitar que un empleador y alguien que
busca empleo se encuentren, de una manera que hace veinte años era muy poco
probable. Los sitios de Internet dedicados a la búsqueda de empleo facilitan que el
encuentro entre empleadores y aspirantes sea mucho más rápido que nunca antes
en la historia.
Pero, por desgracia, este método de buscar trabajo no funciona para un enorme
porcentaje de las personas que lo prueban. La investigación ha revelado que de
cada 100 personas que utilizan Internet como método de búsqueda de empleo, 4
tendrán suerte y lo encontrarán, mientras que los 96 restantes no lo harán… si
solo buscan por Internet.
Una excepción a lo anterior son los empleos técnicos o relacionados con la
informática. En un empleo en el sector de las tecnologías de la información, así
como en los de ingeniería, finanzas o salud, la tasa de éxito aumenta hasta
alrededor del 10 %. Pero para el resto de los 12 741 tipos de trabajos que hay en
el mercado laboral, la tasa de éxito documentada ronda el 4 %.
2- Enviar por correo ordinario o electrónico tu CV a empleadores. Mandas CV
a ciegas a todo el mundo, con el objetivo de cubrir todo el terreno posible. O bien
apuntas de forma más directa hacia algunos lugares concretos que te interesan, y
mandas un CV especialmente diseñado para ellos por correo tanto digital como
ordinario.
Esta manera de pedir trabajo es muy conocida, pero solo tiene un índice de éxito
del 7 %. Es decir, de cada 100 personas que lo utilizan, 7 tendrán suerte y se
harán con un puesto; las 93 restantes no tendrán la misma suerte… si solo utilizan
este método para buscar esas vacantes que hay por ahí. Hay empleadores que
odian los CV, por todas las mentiras, exageraciones y deformaciones de la
experiencia y los conocimientos inventados que contienen. Esto es así hasta un 82
% de las veces, según los expertos cuya misión es comprobar la veracidad de los
CV.
3- Responder a anuncios de periódicos locales. El índice de éxito de este
método de búsqueda se sitúa únicamente entre el 5 y el 24 %. La fluctuación entre
el 5 y el 24 % se debe al nivel salarial que se busque; cuanto más alto, menos
aspirantes son los que encuentran un puesto con este método.
4- Acudir a agencias de colocación o head hunters privados en busca de
ayuda. Este método parece que tiene un índice de éxito de entre un 5 y un 28 %,
de nuevo en función de cuáles sean las aspiraciones salariales del candidato. Es
decir, de cada 100 personas que lo utilizan para buscar trabajo, entre 5 y 28
tendrán suerte y se harán con un puesto; las 72 a 95 restantes no tendrán la
misma suerte… si solo utilizan este método para buscar las vacantes que hay por
ahí.
Resulta interesante comentar que el índice de éxito de este método ha aumentado
ligeramente en los últimos años en el caso de las mujeres pero no en el de los
hombres: justo antes de la recesión, un 27,8 % de las mujeres que buscaban
trabajo lo encontraba en un plazo de dos meses si acudía a la agencia privada
adecuada, ya fuera una agencia de colocación de personal administrativo,
abogados, médicos o cualquier otro perfil.
Frente a ellos, he aquí los cinco métodos que yo he observado que son los que
mejor funcionan a la hora de encontrar trabajo, en especial cuando las cosas
están difíciles.
1- Hacer correr la voz entre los miembros de tu familia, los amigos, la gente
que conoces, tu comunidad (índice de éxito del 33 %). Pregúntales si saben de
alguna vacante en la empresa en la que trabajan… o en algún otro sitio. Hablando
con tu familia y amigos tienes casi cinco veces más oportunidades de encontrar
trabajo que si te limitas a mandar tu CV.
2- Llamar a la puerta de la empresa, fábrica u oficina que te interesa, tanto si
sabes que hay una vacante como si no. Donde mejor funciona este método es
en las empresas pequeñas. Si vas en persona tienes casi siete veces más de
probabilidades de encontrar trabajo que si te limitas a mandar tu CV.
3- Con la ayuda del índice del listín telefónico de las Páginas Amarillas para
identificar los temas o áreas que más te interesan en la localidad donde te gustaría
trabajar, llamar por tu cuenta a las empresas seleccionadas o hacerles una visita
para preguntar si tienen alguna vacante en ese tipo de trabajo que tan bien
puedes hacer. Haciendo esto tienes nueve veces más de probabilidades de
encontrar trabajo que si te limitaras a mandar el CV.
4- Hacer los deberes sobre ti mismo. Consiste en hacer mucho trabajo sobre ti
mismo antes de salir a la calle. El objetivo es entender mejor quién eres, lo que
puedes ofrecer al mercado laboral, el tipo de trabajo que se ajustaría a tu perfil y
qué sentido quieres darle a tu vida.
Al realizar este trabajo sobre ti mismo, serás capaz de describir con gran detalle lo
que buscas exactamente. Eso facilita mucho la tarea de ayudarte para tus amigos,
tus contactos de LinkedIn o tus familiares. No es un simple “Eh, estoy sin trabajo,
si sabes de algo me lo dices”, sino que dices exactamente qué es ese algo y en
qué entorno de trabajo. Eso incrementa mucho su utilidad para ti, y por lo tanto tu
capacidad de encontrar trabajos que, de lo contrario, no encontrarías nunca. Este
método tiene un índice de éxito del 86 %, el más alto de todos los métodos de
búsqueda que hemos visto hasta ahora.

Comprender más a fondo quién eres (el ejercicio de la


flor)
Ahora que el desempleo está a la orden del día tienes que repensar todo lo que
antes creías saber, asumir que estás en un mundo nuevo, replantearte todas tus
estrategias y pensar si hay algo nuevo que has de aprender (recordando siempre
que para poder aprender algo, has de desaprender algunas cosas).
Por encima de todo, ten presente la premisa más importante de este libro: distintas
formas de buscar trabajo dan resultados distintos. Cuanto más ajustada sea la
competición, más importancia adquiere la manera de buscar trabajo de cada
aspirante en un determinado campo o profesión.
El desempleo se convierte en una etapa de transición vital cuando no consigues
encontrar trabajo haciendo lo mismo que has hecho siempre. Puesto que has de
replantearte una cosa, muchos elegimos replanteárnoslo todo.
Eso empieza por despojarte de tu etiqueta profesional. Has de dejar de responder
a la pregunta “¿Tú quién eres?” diciendo: “Bueno, soy obrero de la construcción o
vendedor o diseñador o escritor…”. Eso te encierra en el pasado. En cambio, si
respondes: “Soy una persona que…” te estás lanzando al futuro. “Soy una
persona que… ha tenido estas experiencias”, “Soy una persona que… sabe hacer
esto o aquello”, “Soy una persona que… sabe mucho de esto o lo otro”, “Soy una
persona que… es singular de esta u otra manera”.
Esta representación de ti mismo es como una flor que tiene siete pétalos porque tú
tienes siete lados, o siete maneras de verte a ti mismo. Así, puedes describir lo
que eres:
1. Según lo que sabes: tus conocimientos y disciplinas preferidas, las que
llevas almacenadas en la cabeza (o en el corazón).
2. Según los tipos de personas con las que más te gusta trabajar o los tipos
de personas —franja de edad, problemas, discapacidades, zona geográfica,
etc.— a las que más te gustaría ayudar o servir.
3. Según lo que sabes hacer y tus destrezas funcionales transferibles
preferidas.
4. Según tus condiciones de trabajo preferidas, aquellas que te permiten
alcanzar tu máxima productividad y eficacia en el trabajo: interior/aire libre,
empresas grandes/pequeñas, organización abierta/cerrada, con/sin ventanas,
etc.
5. Según tu salario, rango y nivel de responsabilidad preferidos, lo que te
parece lo más adecuado para ti por tu experiencia, temperamento y ambición:
trabajar para ti mismo, como integrante de un equipo, supervisando a otros o
dirigiendo la orquesta.
6. Según tu ubicación geográfica preferida, en función de qué te haría
sentir más feliz, te permitiría hacer mejor tu trabajo y sacarías el máximo
partido a la vida: en tu ciudad o en el extranjero, clima cálido/frío, norte/sur,
este/oeste, montaña/mar, urbana/rural.
7. Según tus metas o tu idea de la misión o la finalidad de tu vida. De
forma alternativa o complementaria puedes especificar también las metas o la
misión que te gustaría que tuviera la organización para la que termines
trabajando.
Podrías elegir solo uno, dos, o tres de estos aspectos de ti mismo —por ejemplo
“lo que sabes”, “lo que sabes hacer” y tu “sueldo preferido”— como guía para
definir el tipo de trabajo que mejor se adaptaría a ti.
Pero lo que describe la Flor es quién eres en los siete aspectos, reunidos en una
sola página. Al fin y al cabo, no eres tan solo una de estas cosas, sino todas ellas.
La Flor es un retrato tuyo completo, no parcial.
Primer pétalo. Mis conocimientos o campos de interés favoritos. Aquí, por fin,
tienes un lugar donde anotar tus medios preferidos y con/en los que te gustaría
trabajar. Piensa en lo que tú sabes que alguien totalmente nuevo en este medio no
sabría. 
Si, por ejemplo, uno de tus medios favoritos son los ordenadores, entonces la
pregunta es la siguiente: ¿qué sabes de ellos que alguien totalmente nuevo en
este medio no sabría? Tal vez conozcas el sistema operativo de Mac realmente
bien. Apunta: Mac OS X 10.7. Tal vez sepas reparar un ordenador. Apunta:
reparación de ordenadores. Tal vez domines el diseño gráfico. Apunta: diseño
gráfico digital. Tal vez sepas instalar aplicaciones móviles para iPhone (o Android).
Apunta: instalación de aplicaciones móviles. Cualquier cosa que sepas que te
permita trabajar mejor en el medio llamado ordenadores son “conocimientos”.
Segundo pétalo. Mis tipos de persona preferidos para trabajar. Las personas
con las que trabajamos son importantes porque pueden funcionar como
succionadores o como generadores de energía. O bien nos arrastran al fondo y
nos impiden dar el máximo de nosotros, o bien nos elevan y nos ayudan a mostrar
nuestra mejor versión y a trabajar con la máxima eficacia. 
Las personas también pueden ayudarte a identificar profesiones. Eso es debido a
que cada profesión tiene un tipo característico de entorno humano. La profesión
que nos interesa puede ofrecer, de manera general, un tipo determinado de
entorno humano según seis factores, estudiados por el doctor John L. Holland:
1. Entorno humano realista: gente que prefiere las actividades que conllevan
“la manipulación explícita, ordenada o sistemática de objetos, herramientas,
maquinaria y animales”. Yo lo resumo de la siguiente manera: R = gente a la
que le gusta la naturaleza, las plantas, los animales, el deporte, las
herramientas y la maquinaria, o estar al aire libre.
2. Entorno humano investigador: gente que prefiere las actividades que
conllevan “la observación y la investigación simbólica, sistemática o creativa
de fenómenos físicos, biológicos o culturales”. Yo lo resumo así: I = gente con
mucha curiosidad, a la que le gusta investigar o analizar cosas, personas o
datos.
3. Entorno humano artístico: gente que prefiere las actividades que
conllevan “actuaciones o competencias ambiguas, libres y no sistematizadas
para crear formas o productos artísticos”. Yo lo resumo de la siguiente forma:
A = gente muy artística, imaginativa e innovadora, a la que no le gustan los
relojes.
4. Entorno humano social: gente que prefiere las actividades que conllevan
“la manipulación de los demás para informar, formar, desarrollar, curar o
iluminar”. Yo lo resumo así: S = gente inclinada a ayudar, enseñar o servir a
otras personas.
5. Entorno humano emprendedor: gente que prefiere las actividades que
conllevan “la manipulación de los demás para conseguir metas organizativas
o de interés personal”. Yo lo resumo de esta manera: E = gente a la que le
gusta poner en marcha proyectos u organizaciones, vender cosas o influir en
y convencer a los demás.
6. Entorno humano convencional: gente que prefiere las actividades que
conllevan “la manipulación explícita, ordenada o sistemática de datos, como
llevar un registro, clasificar materiales, reproducir materiales, organizar datos
escritos o numéricos según un plan preestablecido, gestionar un negocio o
una máquina de procesamiento de datos”. “Convencional”, por cierto, se
refiere a los “valores” que suelen tener las personas en este entorno, y que
representan la corriente dominante de nuestra cultura. Yo lo resumo así: C =
gente a la que le gusta el trabajo detallado y completar tareas o proyectos.
Según la teoría de John L. Holland, todos nosotros tenemos tres entornos
humanos preferidos, dentro de estos seis. Las letras de tus tres entornos humanos
preferidos te dan lo que se llama tu “código Holland”.
Tercer pétalo. Lo que sé hacer (mis competencias transferibles
preferidas). Si pretendes identificar el trabajo de tus sueños o te propones un
cambio radical de profesión, por encima de todo has de identificar tus
competencias funcionales y transferibles, aptas para ser utilizadas en cualquier
campo o interés. Se trata de tus habilidades con la gente, con los datos o con los
objetos. Son destrezas con las que probablemente naciste, o al menos en las que
tenías un don natural que has ido perfeccionando y agudizando con el tiempo. 
He aquí las verdades más importantes que has de tener presentes sobre tus
competencias transferibles y funcionales:
1. Tus competencias transferibles (funcionales) son la unidad más básica —
los átomos— de cualquier carrera que elijas. Por ejemplo, las competencias
funcionales en lo que se refiere a datos serían sintetizar, analizar, recopilar,
etc.; en lo referente a gente: guiar, negociar, instruir…; en lo que concierne a
las cosas: trabajar con precisión, operar, conducir, etc.
2. Has de alegar siempre las máximas competencias que legítimamente
puedas atribuirte, según tu experiencia pasada.
3. Cuanto más elevadas sean tus competencias transferibles, mayor libertad
tendrás en el trabajo. Las aptitudes más simples pueden y suelen ser
fuertemente prescritas (por el empleador), de modo que si solo alegas estas
deberás “adaptarte”, es decir, seguir las instrucciones de tu supervisor y hacer
exactamente lo que te dicen. Cuanto más altos sean los conocimientos que
puedes alegar legítimamente, mayor discrecionalidad te será concedida para
desempeñar el trabajo de la manera que a ti te gusta, de modo que este se
adapte a ti.
4. Cuanto más elevadas sean tus competencias transferibles, menos rivales
tendrás para el empleo al que aspiras, pues los puestos que requieren estas
competencias raramente se anuncian a través de canales normales. La
esencia de nuestro enfoque para buscar trabajo o cambiar de profesión es
que, una vez identificadas tus competencias transferibles preferidas, y tus
competencias especiales preferidas, puedes dirigirte a cualquier organización
que te interese, sepas o no si tienen algún puesto vacante. Naturalmente,
sean cuales sean los lugares que vayas a visitar —y en particular si no tienen
anunciada ninguna vacante—, encontrarás muchos menos aspirantes con los
que competir.
5. No confundas las competencias transferibles con los rasgos. Las
competencias funcionales/transferibles se confunden a menudo con los
rasgos, los temperamentos o los tipos. La gente piensa que las competencias
o aptitudes transferibles son cosas como las siguientes: tiene mucha energía,
presta atención a los detalles, tiene facilidad de trato, es resolutivo, trabaja
bien bajo presión, tiene empatía, es intuitivo, persistente, dinámico, de fiar,
etc. Pero todo esto no son competencias funcionales/transferibles, sino
rasgos o, en otras palabras, el estilo con el que aplicas tus competencias
transferibles. Pongamos por ejemplo el rasgo “presta atención a los detalles”.
Si una de tus competencias transferibles es “investigar”, entonces “presta
atención a los detalles” describe la manera o el estilo con el que desarrollas la
competencia transferible llamada “investigar”.
Cuarto pétalo. Mis condiciones de trabajo preferidas. A menudo ocurre que
una planta que crece espléndidamente a nivel del mar perece si la llevas a una
montaña de tres mil metros de altura. Lo mismo ocurre con los seres humanos:
damos lo mejor de nosotros en el trabajo en ciertas condiciones, pero no en otras.
Así, la pregunta “¿Cuáles son tus condiciones de trabajo preferidas?” significa en
realidad “¿En qué circunstancias das lo mejor de ti en el trabajo?”. 
La mejor manera de enfrentarse a esta información es empezar por las cosas que
te disgustaban de tus trabajos anteriores. Por ejemplo, en una hoja de papel
puedes escribir: “demasiado ruidoso”, “demasiada supervisión”, “no tenía ventanas
en mi lugar de trabajo”, “tenía que estar en el despacho a las 7 de la mañana”, etc.
Quinto pétalo. Mi sueldo, nivel y responsabilidad preferidos. El objetivo de
completar este pétalo es obtener una imagen realista de cuánto dinero necesitas
ganar, o quieres ganar, en cualquiera de los trabajos que encuentres. 
El sueldo es algo en lo que tienes que pensar por adelantado, cuando contemplas
tu trabajo o profesión ideal. A él va asociado el nivel o la magnitud de la
responsabilidad que te gustaría asumir en una organización (ser jefe o presidente
ejecutivo, director o algún cargo por debajo del jefe, jefe de un equipo, miembro de
un equipo, etc.).
En cuanto al salario al que aspiras, aquí tendrías que pensar en términos de un
mínimo y un máximo. El mínimo es lo que necesitarías ganar para “ir tirando”. Y
esto tienes que saberlo antes de presentarte a una entrevista con cualquier
empleador (o antes de fundar tu propio negocio, para saber qué beneficios
necesitas solo para sobrevivir). Esa cifra representa un suelo por debajo del cual,
sencillamente, no puedes permitirte bajar.
El máximo podría ser cualquier cifra astronómica que se te ocurra, pero te
resultará más útil apuntar al sueldo al que crees que puedes aspirar, siendo
realistas y teniendo en cuenta tu actual nivel de formación y experiencia, si
trabajaras para un jefe real, pero generoso.
Sexto pétalo. Mi lugar preferido para vivir. El objetivo de completar este pétalo
sería definir dónde te gustaría más trabajar y vivir, y dónde serías más feliz, si
pudieras elegir. O bien resolver el conflicto con tu pareja acerca de dónde os
gustaría vivir una vez jubilados. 
Se trata de tener una imagen más clara sobre lo que esperas de la vida. Ahora o
más adelante. Ahora, si tienes la oportunidad de mudarte y quieres tomar una
decisión acertada en cuanto al lugar. Más adelante, si actualmente estás atado a
un lugar concreto porque “necesito estar cerca de mis hijos o de mis padres
enfermos, o lo que sea”, en cuyo caso se trata de planificar el futuro: ya sea para
la jubilación o antes. Es importante pensar ahora en el futuro, porque puede
presentarse una oportunidad cuando menos te lo esperas y, a menos que hayas
madurado la idea y la reconozcas al instante, se te podría escapar.
Séptimo pétalo. Mi meta, propósito o misión en la vida. Tienes que proyectar
el resultado de tu vida en el sentido más amplio, no solo en relación con tu
situación de desempleo de este año. ¿Qué tipo de huella quieres dejar una vez
concluido tu trayecto en este mundo? Averígualo y estarás en el buen camino para
definir tu vida como una vida con un sentido y una misión. 
De acuerdo con nuestra naturaleza, la misión se divide en general en nueve
reinos. A medida que los vas recorriendo, debes preguntarte esto: ¿cuál de estos
reinos llama más mi atención?:
 La mente. Me gustaría que hubiera más conocimiento, verdad o claridad en
el mundo porque he estado en él.
 El cuerpo. Me gustaría que hubiera más salud en el mundo, más alimentos
para quienes pasan hambre, más ropa para los pobres, porque yo he estado
en él.
 Los ojos y otros sentidos. Me gustaría que hubiera más belleza en el
mundo.
 El corazón. Me gustaría que hubiera más amor y compasión en el mundo.
 La voluntad o la consciencia. Me gustaría que hubiera más moralidad, más
justicia, más rectitud, más honestidad en el mundo.
 El espíritu. Me gustaría que hubiera más espiritualidad en el mundo, más fe,
más compasión, más perdón, etc.
 Ocio. Me gustaría que las cargas de los seres humanos fueran más ligeras,
que se les ofrecieran perspectivas más amplias, que se les ayudara a olvidar
sus miedos, que hubiera más risas y alegría en el mundo.
 Nuestras posesiones. Me gustaría que hubiera una mejor administración de
lo que poseemos en el mundo, como individuos, como comunidad, como
nación.
 La tierra. Me gustaría que este frágil planeta estuviera más protegido, que
hubiera más exploración —no explotación— del mundo o del universo, más
interés por sus problemas y su energía.
En suma, todas estas son misiones valiosas y necesarias en el mundo. La
pregunta es la siguiente: ¿cuál de ellas te atrae más?, ¿a cuál te apetece más
dedicar tu mente, tus energías, tus dones y tus conocimientos, tu vida, mientras
estés aquí en este mundo?

El currículum vítae
En lo que respecta a tu CV, las verdades que importan son las siguientes: el
objetivo principal de un CV es lograr que te inviten a una entrevista (con alguien
que pueda contratarte, por supuesto). El objetivo principal de esta entrevista es
lograr que te inviten a una segunda entrevista. Y así sucesivamente.
Para ello, debes saber lo siguiente:
 Es preferible no mandar tu CV solamente por correo electrónico, en
especial si no va incluido en el propio mensaje sino en archivo adjunto. Hay
muchos empleadores que, temerosos de los virus, no abren nunca este tipo
de adjuntos (como tu CV). Si quieres, mándalo por correo electrónico, pero
envía siempre una versión más cuidada por correo ordinario o mensajería
privada.
 Conviene leer todas y cada una de las frases de tu CV y valorarlas en
función de este criterio: “¿Ayudará esto a que me inviten a una entrevista? ¿O
sonará contradictorio, decepcionante, alarmante…?”. Si alguna frase concreta
te plantea dudas desde esta perspectiva, omítela. Si es algo importante,
anótalo para comentarlo durante la entrevista. Y si te parece que queda
alguna explicación por dar, o ampliar, guárdate esa explicación también para
la entrevista.
 No conviene incluir referencias en tu CV. Hay asesores profesionales y
redactores de CV que no opinan lo mismo, pero yo creo que es mejor ofrecer
las referencias una vez que los jefes potenciales han tenido la oportunidad de
conocerte y hablar contigo.

Las entrevistas
Una vez tengamos nuestra flor completada, el siguiente paso es buscar trabajo a
través de contactos o networking. El networking es necesario porque hay una
brecha que salvar entre tú y tu trabajo. Necesitas intersecciones entre tú y los
demás.
Estas intersecciones se pueden encontrar —hoy en día— de una o dos maneras:
en Internet, en las llamadas “redes sociales”; o pueden encontrarse por ahí,
reuniéndote realmente con la persona.
Esta última modalidad del networking es la más difícil. Lo primero que nos puede
sabotear aquí es la timidez. Ocurre a menudo que personas sin empleo que
pueden ser grandes expertas a la hora de conectar y comunicarse con gente por
Internet —a través de juegos de ordenador, aplicaciones, Facebook, LinkedIn,
Twitter, Instagram y otras redes sociales— de pronto sienten que les tiemblan las
piernas cuando tienen que tratar con alguien cara a cara.
¿Qué podemos hacer si nos domina la timidez y nos sentimos incapaces de
enfrentarnos a todo esto? John Crystal tuvo que enfrentarse a menudo a este
problema, y sugirió que la manera de curar la timidez es a través del entusiasmo.
Sí, dijo, si estás hablando con alguien y sientes entusiasmo por el tema de
discusión, con la ilusión te olvidarás de que pasas vergüenza. Todo depende del
tema del que hables, y de cómo te hace sentir este tema. Su consejo era el
siguiente: ve a buscar solamente un empleo por el que sientas verdadera pasión.
Busca información únicamente sobre una curiosidad por la que sientas entusiasmo
y vislumbres la perspectiva de aprender la respuesta. Y así una y otra vez.
John recomendaba tres tipos de entrevistas: las entrevistas de práctica, las
entrevistas en busca de información y las entrevistas de trabajo. Cada una de
estas entrevistas constituye una preparación para la siguiente; es su plan en tres
etapas para superar la timidez.
En cuanto a la entrevista de información, recuerda que a las empresas y las
organizaciones les gusta el aprecio de los demás. Y ese aprecio se demuestra
tomándose la molestia de saberlo todo sobre ellas antes de ir a visitarlas.
¿Qué es lo que debes investigar sobre una organización antes de acudir a ella
para una entrevista de trabajo? Bueno, ante todo, quieres saber algo sobre su
funcionamiento desde dentro: el tipo de trabajo que hacen allí, su estilo de trabajo,
su “cultura corporativa”. Y el tipo de metas que se proponen conseguir, los
obstáculos o retos a los que se enfrentan y cómo tus aptitudes y conocimientos
pueden ayudar a superarlos. En la entrevista deberás estar preparado para
demostrar que tienes algo que ellos necesitan. Así que es obvio que lo primero
que necesitas averiguar es qué es lo que necesitan.
En cuanto al tercer y más importante tipo de entrevista, la que tiene por finalidad tu
contratación, conviene tener en cuenta algunos de los siguientes secretos:
No debes tomarte la entrevista como una prueba; también es un proceso de
recogida de datos para el potencial empleador. Este trata de decidir si encajas.
Te entrevista para responder a estas preguntas: ¿quiero que trabaje aquí con
nosotros?, ¿tiene las aptitudes, los conocimientos o la experiencia que me hacen
falta?, ¿tienen la actitud hacia el trabajo que yo busco?, ¿cómo se llevará con el
resto de mis empleados?
Durante la entrevista, proponte respetar la “regla del 50-50”. Algunos estudios
revelan que, en general, las personas que se llevan el contrato son las que hablan
y escuchan en la misma proporción durante la entrevista.
Cuando respondas a las preguntas del entrevistador, observa la “regla de
los veinte segundos a dos minutos”. Algunos estudios indican que cuando te
toca el turno de hablar o de responder a una pregunta, si quieres dar la mejor
impresión has de intentar no hablar más de dos minutos cada vez. De hecho, una
buena respuesta a una pregunta del entrevistador a veces solo lleva veinte
segundos.
Proponte que te vean como parte de la solución, no del problema. Para ello,
intenta adivinar antes de la entrevista cómo podría hacerlo mal un empleado en el
puesto al que aspiras: cosas como llegar tarde, tomarse demasiado tiempo de
baja, seguir una agenda propia en vez de la del jefe, etc. Luego intenta
distanciarte de todo ello tanto como puedas ante el entrevistador: tu única meta es
“aumentar la efectividad de la organización, su servicio y su función básica”.
Date cuenta de que el entrevistador pensará que tu manera de trabajar será
la misma que tu manera de buscar trabajo. Así, asegúrate de ilustrar durante la
entrevista esas mismas virtudes que reivindicas para ti como empleado suyo. Por
ejemplo, si vas a afirmar que eres muy riguroso en tu manera de trabajar,
asegúrate de demostrar ese mismo rigor en tu investigación previa sobre la
empresa u organización.
Cinco preguntas básicas a las que debes prestar atención. Las personas con
capacidad para contratarte necesitan saber la respuesta a estas cinco preguntas,
que pueden formular directamente o intentar averiguar de manera oblicua:
 ¿Por qué estás aquí?: ¿Por qué llamas a mi puerta y no a la de otra
organización?
 ¿Qué puedes hacer por nosotros?: Si te contratara, ¿pasarías a formar
parte de los retos que ya tengo o serías parte de la solución a estos retos?
¿Qué aptitudes tienes y cuánto sabes del tema o sector en el que estamos?
 ¿Qué tipo de persona eres?: ¿Te adaptarás bien? ¿Tienes el tipo de
personalidad que facilita que la gente trabaje contigo y compartas nuestros
valores?
 ¿Qué te diferencia de los diecinueve o novecientos otros candidatos
que aspiran a este trabajo?: ¿Son tus costumbres laborales mejores que las
de los demás?; ¿llegas pronto, te marchas tarde, trabajas con mayor rigor,
más rápido, tienes unos criterios de autoexigencia altos, aportas el plus
necesario o… qué?
 ¿Puedo permitirme contratarte?: Si decidimos que te queremos aquí,
¿cuánto nos costará tenerte, y tenemos capacidad y disposición para pagar
esa cantidad, dadas las limitaciones que impone nuestro presupuesto y la
imposibilidad de pagarte tanto como a la persona que estaría en el escalafón
inmediatamente superior al tuyo, dentro de nuestro organigrama organizativo?

Los seis secretos de la negociación salarial


Antes de aceptar una oferta de trabajo, pregunta siempre por el sueldo. Y
recuerda: primero pregunta, luego negocia. Aquí, básicamente hay seis secretos
que hay que tener presentes.
Primer secreto de la negociación salarial. No hables nunca del sueldo hasta el
final del proceso de entrevistas, cuando (y si) te han dicho definitivamente que
desean contratarte. Es decir: 
 No hasta que te hayan conocido en tu mejor faceta y hayan podido apreciar
cómo destacas por encima de los demás candidatos.
 No hasta que empieces a conocerlos, tanto como puedas, y sepas distinguir
cuándo se ponen firmes y cuándo son flexibles.
 No hasta que hayas averiguado exactamente en qué consiste el empleo.
 No hasta que hayan tenido la oportunidad de descubrir lo bien que te
ajustas a las necesidades del puesto.
 No hasta que estés en la entrevista final en aquella organización en
particular y para aquel empleo en particular.
 No hasta que tú hayas decidido: “Me gustaría trabajar aquí”.
Segundo secreto de la negociación salarial. El objetivo de la negociación
salarial es descubrir cuánto es lo máximo que están dispuestos a pagar para
contratarte. La mayoría de los empleadores, con la esperanza de poder contratarte
por menos, empiezan por una cifra inferior a lo que están dispuestos a pagar. Eso
crea una franja. Y esta franja es la cuestión central de la negociación salarial.
Tercer secreto de la negociación salarial. Durante la discusión salarial, no seas
nunca el primero en decir una cifra. Nadie sabe por qué, pero a lo largo de los
años se ha observado que cuando existen objetivos contrapuestos, como en este
caso —tú intentas cobrar lo máximo posible y el empleador intentará pagar lo
mínimo posible—, el que da la primera cifra suele salir perdiendo. 
Cuarto secreto de la negociación salarial. Antes de acudir a la entrevista,
infórmate cuidadosamente del nivel de los salarios en tu sector y en esta
organización. 
Quinto secreto de la negociación salarial. Averigua la franja salarial que
probablemente tenga en mente el empleador, y luego define una franja salarial
propia en concordancia con la suya. 
Lo que necesitas es una franja salarial: cuál es el mínimo y el máximo que el
empleador te puede ofrecer. En cualquier organización de más de cinco
empleados, esta franja es relativamente fácil de averiguar. Será menos de lo que
gana la persona que tendrías por encima, y más de lo que gana la persona que
tendrías por debajo.
Una vez averiguada cuál puede ser la franja que el empleador tiene en mente para
el trabajo que a ti te interesa, podrás definir tu propia franja en concordancia. Aquí
es importante que tu mínimo empiece justo por debajo del máximo del empleador.
Durante esta conversación ayudará mucho si puedes mostrar de qué maneras
harás ganar o ahorrar dinero para la organización, de un modo que justifique el
sueldo más alto que pides.
Sexto secreto de la negociación salarial. Aprende a cerrar la negociación
salarial, no la dejes “en el aire”. Antes de acudir a la entrevista debes decidir qué
prestaciones (seguros de vida, seguros médicos, vacaciones, etc.) son más
importantes para ti, de modo que una vez superada la discusión salarial básica,
puedas negociar las prestaciones que más te interesen. Preverlo antes de tiempo
hará que la negociación te resulte mucho más fácil. 
Finalmente y como cierre de la entrevista, será bueno tener por escrito todo lo que
te han ofrecido. Pide siempre una carta de intenciones, o un contrato de trabajo.
Recuerda que la búsqueda de trabajo siempre implica cierto grado de suerte. Pero
con un poco de suerte, mucha energía y determinación, estas instrucciones sobre
cómo lograr que te contraten y cómo negociar el sueldo deberían funcionarte,
como les han funcionado a tantos cientos de aspirantes antes que a ti.
Fin del resumen
Biografía del autor
Richard N. Bolles

Richard N. Bolles estudió Ingeniería Química en el MIT, y posee una


licenciatura cum laude en Física por la Universidad de Harvard, un máster en
Teología Sagrada del General Theological Seminary de Nueva York y tres
doctorados honorarios.
A Bolles se le atribuye la fundación de la asesoría profesional tal como la
conocemos y es un autor destacado en publicaciones como Time, The New York
Times, BusinessWeek, Fortune, Money, Fast Company, The Economist y otros.
Según San Francisco Chronicle, Richard N. Bolles es la máxima autoridad
reconocida en el campo de la búsqueda de empleo.

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