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GEOQUÍMICA DE ELEMENTOS TRAZA Y

PETROGÉNESIS DE ROCAS VOLCÁNICAS


FÉLSICAS ASOCIADO CON DEPÓSITOS DE
SULFURO VOLCANOGÉNICOS DE Cu-Zn-Pb
Autor: T. R. HART. L. GIBSON, AND C. M. LESHER
©2004 by Economic Geology Vol. 99, pp. 1003–1013
1. Resumen
Depósitos de sulfuros masivos volcanogénicos de Cu-Zn-(Pb) (VMS) que se encuentran
principalmente en entornos subacuáticos relacionados con los rifts (por ejemplo, oceánica, de
ante arco, de tras arco, de margen continental o continental), se alojan principalmente en
forma bimodal, las sucesiones volcánicas máfico-félsicas, y se asocian típicamente con rocas
volcánicas félsicas con características geoquímicas específicas. Las dacitas alcalinas y
riodacitas FI, a pesar de ser abundante en el registro de roca, son típicamente estéril.  Algunas
riodacitas y riolitas calco-alcalinas del FII albergan depósitos VMS, pero la mayoría son
estériles.  Las toelíticas FIII y empobrecidas de riolitas FIV y las riolitas con alto contenido de
sílice son mucho menos abundantes en el registro de rocas, pero suelen albergar depósitos de
VMS, independientemente de la edad, y las riolitas FIII parecen albergar los depósitos más
grandes.

La mayoría de los modelos petrogenéticos propuestos para la formación de rocas volcánicas


félsicas FII y FIII-FIV enlazan génesis del magma félsico en procesos de fraccionamiento en
cámaras de magma de alto nivel ahora representadas por intrusiones subvolcánicas asociadas,
donde también se interpreta que el magma ha suministrado el calor y/o los metales necesarios
para generar y sostener el sistema hidrotermal convectivo formador de VMS. Sin embargo, las
composiciones relativamente constantes de rocas volcánicas félsicas FII y FIII-FIV dentro de
áreas individuales, las altas temperaturas eruptivas (en o superior a liquida) de las riolitas FIII, y
la bimodalidad de las sucesiones volcánicas hospedantes de VMS indican que la cristalización
dentro de intrusiones subvolcánicas no podría haber generado o modificado significativamente
las composiciones de magmas FII y FIII-FIV. Esto, junto con estudios geológicos, geoquímicos y
geocronológicos detallados, indica que muchas de estas intrusiones subvolcánicas se colocaron
en múltiples fases y que las fases más tardías y voluminosas a menudo cortan rocas asociadas
al mineral, alteradas hidrotermalmente.

Una reevaluación de las condiciones físicas responsables de producir la geoquímica de rocas


volcánicas félsicas FII y FIII-FIV asociadas a minerales y una revisión de las composiciones de
rocas volcánicas félsicas asociadas con depósitos VMS que varían en la edad de Mesozoico a
Cenozoico proporcionan restricciones importantes en los modelos para VMS asociados a rocas
volcánicas félsicas y su relación con la mineralización. Las composiciones de las rocas
volcánicas pueden explicarse por bajos grados a moderados de fusión parcial de las fuentes
máficas en una gama de profundidades en entornos de rift donde la mineralogía y composición
de las regiones fuente, modos y grados de fusión parcial, presión y temperatura de fusión y, en
menor medida, procesos de fraccionamiento posterior, explica las variaciones de la
composición de FI a través de FII a FIII-FIV. De larga duración, mejorado flujo de calor y
permeabilidad estructural de ambientes de rifts que permite la fusión parcial para formar
algunas riolitas FII a los niveles de la corteza media (10-15 km) y las riolitas FIII-FIV a los niveles
de la corteza superficial (10 km), ambas zonas de permeabilidad a la fractura frágil son
esenciales para sostener los sistemas hidrotermals convectivos de alta temperatura que se
requieren para formar grandes depósitos y campamentos VMS. Los ambientes de la rift
contienen corredores térmicos, magmáticos y estructurales de larga vida que enfocan el
ascenso del magma, el flujo de calor, los sistemas hidrotermals convectivos de alta
temperatura y el emplazamiento de intrusiones subvolcánicas que son ambientes favorables
para la formación de los depósitos VMS y de las rocas volcánicas félsicas FII y FIII-FIV.
2. Introducción
Una asociación preferencial de rocas volcánicas subacuáticas geoquímicamente distintivas con
depósitos de sulfuro masivo volcanogénicos (VMS) se destacó por primera vez en la provincia
de Arcaico Superior del Escudo Canadiense por Thurston (1981) y Campbell et al. (1982).
Estudios posteriores han demostrado que todos los depósitos de VMS en la provincia Superior,
incluyendo Kidd Creek y los depósitos en Noranda y Sturgeon Los campamentos lacustres,
están asociados con características geoquímicas ríodacitas, ríolitas y ríolitas con alto contenido
de sílice (e.g., Lesher et al., 1986; Barrie et al., 1993).

Estas rocas han sido clasificadas como calco-alcalinas y rocas volcánicas toleíticas por Campbell
et al. (1982), rocas volcánicas de félsicas pertenecientes a los grupos FII y FIII por Lesher et al.
(1986), grupos I, II, y III ríolitas por Barrie et al. (1993), y transicional ríolitas toleíticas por
Barrett y MacLean (1994; Tabla 1). Estas clasificaciones han sido un instrumento útil de
selección de áreas en la exploración de yacimientos VMS en Arcaico y Proterozoico las
sucesiones volcánicas, y Lentz (1998) ha demostrado que estas rocas volcánicas felásicas
geoquímicamente distintivas están asociadas con muchos depósitos Fanerozoico VMS. Debido
a uso común, hemos conservado la clasificación de Lesher et al. (1986). Las rocas volcánicas
félsicas FI se caracterizan por Patrones de REE pronunciados con débil negativo a
moderadamente positivo Anomalías de la Eu, alta Zr/Y, y bajas abundancias de elementos de
alta resistencia al campo (HFSE; por ejemplo, HREE, Y, Zr, Hf). FII rocas volcánicas félsicas se
caracterizan por REE suavemente inclinado patrones con anomalías variables de la Eu,
moderadas Zr/Y, e intermedias abundancias de HFSE. Rocas volcánicas félsicas FIII son riolitas y
riolitas con alto contenido de sílice caracterizadas por relativamente patrones planos de REE.
Las riolitas FIII pueden subdividirse en dos tipos. Las riolitas FIIIa exhiben una variable negativa
Eu anomalías, bajo Zr/Y y abundancias intermedias de HFS elementos. Las riolitas IIB muestran
una anomalía de Eu pronunciada negativamente, bajo Zr/Y, y altas abundancias de HFSE. FIV
rocas volcánicas felsicas son riolitas y riolitas con alto contenido de sílice caracterizadas
mediante modelos REE planos o ligeramente agotados de LREE, y abundancias bajas de REE y
HFSE. Nuestra compilación de los depósitos Mesoarcaicos a Cenozoicos de VMS indican que a
pesar de su abundancia no hay depósitos VMS están alojados por FI rocas volcánicas felsicas,
sin embargo, las rocas volcánicas FI estan presente en la misma sucesión volcánica. Algunos FII
riodacitas y las riolitas albergan depósitos VMS, pero la mayoría son estériles. Las riolitas con
alto contenido de sílice FIII y FIV son mucho menos abundantes en el registro de rocas, pero
comúnmente alojan depósitos VMS, sin importar de su edad, y las riolitas FIII parecen albergar
los mayores depósitos.

Lesher et al. (1986) y Lentz (1998) sugirieron que las rocas volcánicas félsicas FII albergan la
mayoría de los Depósitos VMS fanerozoicos y proterozoicos, mientras que la mayoría de los
depósitos VMS del arcaico son generados por las riolitas FII. Este cambio en la composición de
la roca volcánica sobre el tiempo geológico sugiere un cambio en los procesos petrogenéticos
por el cual las rocas volcánicas formado, aunque la mayoría de las otras características de la
mineralización VMS permanecer sin cambios. Como resultado, ha habido cierta renuencia de
utilizar la clasificación de rocas volcánicas como exploración en las sucesiones volcánicas más
jóvenes, una situación complicada por la gran variedad de modelos petrogenéticos y
ambientes tectónicos en los que diferentes autores consideran FII, FIIIa y FIIIb se formaron
rocas volcánicas félsicas (Cuadro 1).

Aunque se ha propuesto una variedad de modelos petrogenéticos para la formación de rocas


FII y FIII-FIV (tabla 1), la mayoría de la génesis del magma félsico del acoplamiento al
fraccionamiento procesos en cámaras de magma de alto nivel, donde también se interpreta
que el magma ha suministrado el calor y/o metales necesarios para generar y mantener el
formador de minerales del sistema hidrotermal VMS (por ejemplo, Campbell et al., 1981;
Franklin et al., 1981). Este argumento ha sido apoyado por la presencia de alto nivel,
comagmático, las intrusiones subvolcánicas como el Plutón flavriano en la zona de Noranda y
la bahía de Beidelman plutón en la zona del lago Sturgeon, que tienen fases félsicas que sean
geoquímicamente equivalentes a las partículas volcánicas de las rocas FIII y FII (por ejemplo,
Goldie, 1976; Campbell et al., 1981; Morton et al., 1991; Paradis et al., 1993).

Los estudios geológico, geoquímico y geocronológico detallado han demostrado que estas
intrusiones son compuestas, similares a plutones que se inmiscuyen en las bases de sus
edificios volcánicos y, en algunos casos, subyacen grandes estructuras que aloja VMS
sinvolcanicos con estructuras de hundimiento, como el caldero de Noranday la caldera de
Sturgeon Lake (Goldie et al., 1979; Gibson, 1990; Morton y col., 1991; Galley, 2003). Fueron
emplazados como enjambres de diques en rocas hidrotermalmente alteradas donde cada fase
intrusiva puede haber estado acompañada de alteración hidrotermal, y las fases intrusivas
subsiguientes a menudo cruzan esa alteración (por ejemplo, Gibson y Watkinson, 1990; Galley
y col., 2000; Galley, 2003). Por ejemplo, en el Lago Sturgeon la fase intrusiva más voluminosa
del pluton de la bahía Beidleman corta rocas la base alteradas hidrotermalmente, pero no está
claro si la alteración es anterior o singenética con los minerales VMS (Galley et al., 2000;
Galley, 2003). Sin embargo, como discutiremos a continuación, las rocas volcánicas félsicas FII
que albergan Los depósitos de VMS en el lago Sturgeon deben haberse originado en
profundidades (> 10 km) mayores que el nivel de la bahía Beidleman, intrusión subvolcánica
(<2 km), negando así esta intrusión como la fuente de las rocas volcánicas félsicas FII que
albergan minerales. En otras áreas, la fase intrusiva más voluminosa claramente corta zonas de
alteración discordante relacionadas con el mineral (por ejemplo, Noranda: Goldie, 1976;
Gibson y Watkinson, 1990; Galley, 2003; Snow Lake: Galley, 2003), lo que indica que, al menos
en estas áreas, la fase más voluminosa de la intrusión es posterior a la formación del mineral
del VMS. La aparición de VMS mineralizado y alterado estratos kilómetros por debajo de
algunas intrusiones subvolcánicas, por ejemplo, debajo del plutón Flavrian en Noranda, ha sido
interpretado para indicar que las intrusiones se emplazaron en un ambiente tectónico
fisurado, conocido como un "Corredor termal" de Galley (2003), que se centró en los de larga
duración, sistemas hidrotermales convectivos de alta temperatura (Cathles, 1981; Parry y
Hutchinson, 1981; Gibson et al., 1983; Hannington y col., 2003).

Esto plantea la posibilidad de que el de alto nivel (2 km) de intrusiones subvolcánicas en estas
zonas no fueron responsables de la generación de las riolitas FII y FIII-FIV asociadas al mineral y
no eran los únicos motores de calor que impulsaban la formación de mineral, sistemas
hidroteramales convectivos. Modelos térmicos por Cathles (1981), Cathles et al. (1997), y
Barrie et al. (1999) mostró que el período de tiempo que una intrusión es capaz de mantener
convección hidrotermal de alta temperatura es principalmente una función de la masa de la
intrusión, la temperatura del magma, y la temperatura y permeabilidad del huésped rocas. Por
ejemplo, más grande, temperatura más alta, intrusiones máficas o ultramáficas emplazadas a
niveles más profundos de la corteza (10-18 km), donde las rocas del país se caracterizan por
una menor permeabilidad y temperaturas de roca encajonante más altas, favorecen a la
generación de larga vida, alta temperatura, convectiva de sistemas hidrotermal (por ejemplo, 5
× 105–1 × 106 años; Cathles et al., 1997). Por el contrario, las fases más pequeñas, pre y durante
la mineralización, de algunas las intrusiones subvolcánicas de alto nivel pueden enfriarse
demasiado rápido para sostener sistemas hidrotermales convectivos de larga duración pero,
dependiendo en su masa y temperatura, pueden ser capaces de la generación de sistemas
convectivos de alta temperatura de menor tamaño volumen y duración más corta (por
ejemplo, 5 × 105 años; Cathles et al., 1997). También hemos considerado la posibilidad de que
fases más pequeñas, pre-mineralización, de las intrusiones pueden haber sido por cámaras
dinámicas de magma que procesaban mucho mayores cantidades de magma y por lo tanto
generó mucho mayor cantidades de calor que es evidente a partir de la masa de rocas, pero las
intrusiones félsicas dominadas no muestran evidencia de acumulación fraccionada y no
contienen unidades cíclicas u otras evidencia de un sistema reabastecido (Galley, 2003). En su
lugar, se componen de múltiples fases intrusivas separadas por contactos intrusivos de grano
fino (Goldie, 1976; Galley, 2003). Por lo tanto, aunque las intrusiones subvolcánicas de alto
nivel la mayoría probablemente contribuyó calor a los sistemas hidrotermales y ciertamente
identificar corredores térmicos-magmáticos- estructurales de larga vida, se requieren otras
fuentes para proporcionar el calor necesario para mantener sistemas convectivos de larga
duración y alta temperatura y generar rocas volcánicas félsicas FII-FIII-FIV. Estas observaciones
deben ser contadas por cualquier hipótesis que busca explicar la formación de FII, FIII, y FIV
rocas volcánicas félsicas y su relación con intrusiones subvolcánicas sistemas hidrotermals de
generación de VMS. En esta comunicación reevaluamos las condiciones físicas para la
petrogénesis de rocas volcánicas félsicas FI, FII y FIII-FIV y presentar un modelo petrogenético
conceptual para la formación de estas rocas y su relación con los depósitos VMS.

3. Reevaluación de las condiciones físicas para la génesis del magma


Con el fin de reevaluar las condiciones físicas responsables de geoquímica de estas rocas,
hemos compilado las composiciones de rocas volcánicas félsicas asociadas a depósitos VMS
que van desde el Mesoarcaico hasta el Cenozoico. Nos concentramos en las riolitas FIII que, de
nuestra compilación, se asocian con muchos depósitos VMS de mayor tonelaje y grado
superior (por ejemplo, Kidd Creek, Neves Corvo, United Verde). La mayoría de las riolitas FIII
que albergan depósitos VMS ocurr en sucesiones bimodales, máfico-félsico, donde las rocas
volcánicas, en la mayoría de los casos muestran mínima o ninguna variación de la composición
con la posición estratigráfica (por ejemplo, Kidd Creek, Kamiskotia, Noranda). Por ejemplo, la
riolita QP de pared colgante 2711 ± 1 Ma en la sucesión volcánica Kidd Creek es
compositionalmente idénticos, excepto pequeñas variaciones en Nb, TiO2 y total REE, al 2716
± 1 Ma riolita de la base (Bleeker et al., 1999; Prior et al., 1999a). Recrear un modelo por el
cual las Riolitas de Kidd Creek FIIIb formadas por cristalización fraccionada de un magma
máfico toleitico requiere presión casi constante y condiciones de temperatura durante un
período mínimo de 3 Ma. o la duplicación de la composición idéntica y P-T condiciones en dos
momentos diferentes, ambos improbables dentro de una sola cámara de magma. Además,
fraccionamiento de un magma intermedio-máfico produciría volúmenes más grandes de roca
de composición intermedia que están ausentes en estas sucesiones bimodales. Estos
temporales y compositivos y los resultados de Sm-Nd y Pb- Pb de estudios isotópicos, apoyan
un modelo por el cual las riolitas FIII de pared y pared inferior formadas por fusión parcial de el
mismo material fuente de basalto hidratado en diferentes momentos en condiciones P-T
similares (Barrie et al., 1999; Prior et al., 1999a, b).

Usando argumentos similares, fusión parcial de basalto hidratado, en lugar de cristalización


fraccionada, también se propuso como un medio viable de formar riolitas de relativamente
composición uniforme en otras sucesiones volcánicas bimodales en zonas como Islandia (por
ejemplo, Sigurdsson, 1977; Oskarsson et al., 1982), la cuenca del Paraná (por ejemplo, Garland
y otros, 1995), y en el cinturón Arcaico Abitibi (Gélinas et al., 1984; Hart, 1984; Barrie et al.,
1991, 1993). Un caso similar se puede hacer para rocas bimodales volcánicas félsicas FII (por
ejemplo, Bathurst: Lentz y Goodfellow, 1992; Rio Tinto: Mitjavila et al., 1997; Esturión Lago:
Hart, 2001). Si la geoquímica distintiva de Las rocas volcánicas félsicas FIII (y FII) son
principalmente el resultado de procesos de fusión parcial y no cristalización fraccionada,
entonces hay un gran número de factores, incluyendo la mineralogía y composición del
material de base, condiciones de P, T, fO2, y fH2O, y fraccionamiento posterior, que puede
influir en la composición de la roca volcánica félsica resultante.

Fig 1. Campos aproximados para rocas volcánicas félsicas FI, FII y FIII basadas sobre las relaciones de fase de los
experimentos de fusión utilizando basalto seco, basalto H2O y anfibolita. Compilado de Wyllie y Wolf (1993), Rapp
(1995), y Wolf y Wyllie (1995). Minerales estables con altos coeficientes de partición. Para HREE y HFSE se muestran
con las abreviaturas: cpx = clinopyroxene, grt = granate, hbl = hornblenda, opx = ortopiroxeno.

Los efectos de P y T en la estabilidad mineral (por ejemplo, Wyllie y Wolf, 1993; Rapp, 1995) y
composiciones de fuentes (por ejemplo, Spulber y Rutherford, 1983; Beard y Lofgren, 1991) se
ha examinado la geoquímica de rocas volcánicas experimentalmente y se resumen en la Figura
1. La estabilidad campos en esta figura se basan en experimentos con una composición máfica
de la fuente de anfibolita, que es una aproximación cercana al basalto hidratado
metamorfoseado que se ha propuesto como el material de origen de las riolitas FII del Arcaico
por la mayoría de los trabajadores (por ejemplo, Campbell et al., 1981; Hart, 1984; Tabla 1).

Los Elementos pesados de tierras raras (HREE), Sc, y Y se incorporan preferentemente en el


granate y, en menor medida, en anfíbol y clinopiroxeno, tal que la presencia o ausencia de
estos minerales como fases residuales es fundamental en el control de las abundancias de
oligoelementos medianamente compatibles y compatibles en magmas félsicos. A alta presión
(> ~0,75 Gpa) y baja temperatura (> ~650ºC), el granate está en mayor fase residual, y un bajo
grado de fusión parcial produce una fusión que se agota fuertemente en HREE e Y con alto Zr/Y
y [La/Yb]CN ratios, esencialmente una composición de FI dacita a riolita (Fig. 1). A menor
presión (y alto PH2O) y más alto temperatura (~750º-1,100ºC), donde el anfíbol es la mayor fase
residual, un bajo grado similar de fusión parcial produce una fusión felsica peraluminosa que
se agota moderadamente en HREE e Y con coeficientes moderados Zr/Y y [La/Yb]CN,
esencialmente una composición de riolita FII a dacita (Fig. 1).

A muy baja presión (~0.75-0.1 Gpa) y muy alta temperatura (1100º-900ºC) hay una inflexión en
la estabilidad del anfíbol tal que el anfíbol es reemplazado por clinopiroxeno como la fase
residual estable. En estas condiciones, <10% la fusión parcial producirá una fusión félsica que
es débil agotadas en HREE, metaluminosas y de alto contenido de SiO2, esencialmente una
composición de riolita FIII. Se interpretan las anomalías negativas de Eu de las rocas volcánicas
FII, FIII y FIV indican el equilibrio con una plagioclasa de fase residual (Fig. 1). También es
significativo que a estas altas temperaturas una fusión riolítica tiene una estructura menos
polimerizada y es capaz de acomodar mayores cantidades de HFSE, un diagnóstico
característico de las rocas volcánicas félsicas FIII y FII. Además, una fusión FIII o FII estaría
también próxima a la saturación de H2O, que, junto con las temperaturas más altas, daría
lugar a una menor viscosidad y facilitaría la separación de la masa fundida desde el reposo y
derretimiento del ascenso (por ejemplo, Huppert y Sparks, 1988). La petrogénesis de los
magmas FIV está en menor medida bien delimitados, ya que se dispone de menos análisis para
caracterizar su geoquímica, pero las abundancias generales más bajas de REE y HFSE sugieren
la formación en condiciones P-T similares a la Magmas FIII y derivación de una fuente más
agotada. En hecho, debe haber una continuación en la geoquímica de elementos traza de los
magmas derivados de riolíticos a dacíticos, como los fundidos se generan y extraen a través de
una amplia gama de profundidades y composiciones de origen. Esto se ilustra en la Figura 2,
donde los datos de rocas félsicas de diversos depósitos VMS superponen los campos de FI, FII,
FIII y FIV de rocas de origen volcánico que se derivan de datos en este estudio y de Lesher et al.
(1986). Las composiciones dentro de un campo varían no sólo con diferencias en las
condiciones P-T de fusión, también con diferencias en las composiciones de la fuente. En el
modelo propuesto aquí, no hay variaciones en el entorno tectónico o geológico edad se
requieren, sólo las diferencias en las profundidades de fusión y composición de la corteza
debido a diferencias en el grado de rifting y la evolución de la corteza. La geoquímica de rocas
volcánicas félsicas FI, FII y FIII-IV por variaciones en la mineralogía y composición de la corteza,
condiciones de fusión y, en menor medida, mediante procesos de fraccionamiento posteriores
(fig. 1).

Un control independiente de la validez de la temperatura y condiciones de presión utilizando


la mineralogía, la química mineral, y la petrología de FI, FII, y FIII-IV riolitas y dacitas (por
ejemplo, Streck y Grunder, 1997) se ve obstaculizada por el metamorfismo y alteración
asociados con depósitos VMS. Sin embargo, el geotermómetro de circón utilizado por Barrie
(1995), que se basa en el modelo de solubilidad de circón de Watson y Harrison (1983),
proporciona un medio para determinar la temperatura de flujos riolíticos que están saturados
en circón. Usando este geotermómetro, Barrie (1995) calculó que las riolitas FIIIb en Kidd
Creek formado a temperaturas de 840º a 940ºC, compatible con las temperaturas en el borde
del campo propuesto para la producción de magma FIII en la figura 1. Watson y Harrison
(1983) planteó la posibilidad de que una fuente que contiene >100 ppm Zr podría saturarse en
circón y retener residuos zircón en todos los grados de fusión parcial. Sin embargo, el zircón
residual puede no estar presente si la fusión está próxima a la saturación de H2O, como se
infiere para riolitas FIII. Watson y Harrison (1983) observó que la capacidad de una masa
fundida para disolver el circón aumenta con el incremento de las concentraciones de H2O
hasta un límite de cerca de 2% de H2O, en cuyo punto la solubilidad del circón es
independiente de la concentración de H2O. Además, recientes investigación sugiere que el alto
contenido de F y Cl de algunos magmas pueden aumentar la solubilidad de Zr y el HFSE
observado en a alta temperatura (815º-1,150ºC) en las rocas volcánicas FII de la cuenca del
Paraná (Kirstein et al., 2001). Sin embargo, parece que riolitas FII y FIII formaron y
erupcionaron a altas temperaturas y que contenían cantidades de volátiles.

Interpretación de la alta temperatura de erupción y contenido volátil para las riolitas FIII
también se reflejan en su morfología de flujo y texturas. Las riolitas FIII en Noranda forman
bajo relieve, amplias y extensas mesetas lóbulo-hialoclásticas que podrían solo estar
construido por un magma de viscosidad relativamente baja (Gibson, 1990; Gibson et al., 1999).
Estos flujos son generalmente amignoidal y localmente pumiceous a lo largo de los márgenes
del lóbulo, indicando un contenido volátil relativamente alto. Además, las riolitas FIII en
Noranda y Kidd Creek se caracterizan por un bajo contenido de fenocristales y
microfenocristales y con masas de tierra esferulíticas, texturas que son indicativas de erupción
en o por encima de temperaturas de fase líquida, que es consistente con su inferido, mayor
temperatura de formación (Gibson, 1990).

Una posible preocupación es la extracción física de magma en grados muy bajos de fusión
parcial. Sin embargo, Wolf y Rapp (1994) y Sawyer (2001) ilustraron que la interconectividad
de fusión se puede lograr y que el magma se puede extraer en condiciones de alta
temperatura y bajo grado de fusión propuesta para la formación de rocas volcánicas FII y FIII-IV
en la Figura 1 (Barba y Lofgren, 1991; Lobo y Wyllie, 1995; Bea, 1996).

Así, las composiciones relativamente constantes de las rocas volcánicas félsicas FII y FIIIIV
dentro de áreas individuales, las altas temperaturas de erupción (en o por encima de líquidas),
la bimodalidad de sucesiones volcánicas que albergan VMS, y la probable falta de gran cámara
de magma en la región de fusión (por ejemplo, Petford et al., 2000) indican que la cristalización
fraccionada dentro de las intrusiones subvolcánicas o en la fuente no podría haber generado o
modificado significativamente las composiciones de los magmas FII-FIII-IV. Por el contrario, las
rocas volcánicas FII y FIII-IV y sus intrusiones subvolcánicas asociadas son productos de
procesos de fusión parcial similares que funcionen bajo las mismas condiciones de presión
relativamente baja y temperatura elevada. Por lo tanto, las preguntas no son si las rocas
volcánicas félsicas FII y FIII-IV pueden formarse a través de procesos de alta temperatura de
fusión parcial, pero donde el ambiente de alto flujo de calor se desarrolla y si hay una conexión
entre este entorno y la metalogénesis VMS.
FIG. 2. Gráficos normalizados con condrita, que muestran el cambio con la edad de rocas volcánicas félsicas
predominantemente FIII a FII asociadas con depósitos VMS, excepto para riolitas FIII que albergan depósitos más
jóvenes y de mayor tonelaje (por ejemplo, Kidd Creek, Neves Corvo, United Verde, Eskay Creek). Normalización de
factores de Nakamura (1974). Depósitos mesozoicos: s = distrito de Hokuroko (Dudas et al., 1983), u = Eskay Creek
(Barrett y Sherlock, 1996a), ✚ = Seneca (McKinley et al., 1996), e = Murgul (Schneider et al., 1996). al., 1988), ∇ =
distrito de Shasta (Bence y Taylor, 1985; LaPierre et al., 1985). Yacimientos paleozoicos: s = faja de pirita ib érica
(Mitjavila et al., 1997), q = Neves Corvo (Grimes et al., 1998), v = Thalanga (Stolz, 1995), = Kutcho Creek (Barrett et
al., 1996), n = Benambra (Stolz et al., 1997), x = Myra Falls (Barrett y Sherlock, 1996b; Robinson et al., 1996), ✲ =
Brunswick 12— triángulo invertido lleno hasta la mitad (Lentz y Goodfellow, 1992), x = Heath Steele (Lentz y Wilson,
1997), u = Chester (van Staal et al., 1995), = Tulsequah Chief (Sebert y Barrett, 1996). Depósitos proterozoicos: u =
Garpenburg (Allen et al., 1996; Kumpulainen et al., 1996), s = Flin Flon (Syme, 1998), ✚ = Deri (Tiwary y Deb, 1997),
e = Boliden (Weihed et al., 1996), n = Stirling (Dostal et al., 1992), x = United Verde (Gustin, 1988, 1990). Depósitos
precámbricos: e = Kidd Creek (Campbell et al., 1984; Muirhead y Hutchinson, 1999; Hart, 2001), s = Manitouwadge
(Geco, Willroy, Willecho, Big Nama; Schandl et al., 1995), ∇ = Sturgeon Lake (Campbell et al., 1984; Hart, 2001), =
Selbaie (Barrie y Krogh, 1996), ✳ = Sulphur Spring (Vearncombe y Kerrich, 1999), q = Scuddles (Whitford y Ashley,
1992), x = South Bay (Thurston y Fryer, 1983), u = Noranda (Corbet: Barrett et al., 1993; Aldermac: Barrett et al.,
1991; Mobrun: Barrett et al., 1992; Horne y Quemont: MacLean y Hoy, 1991), x = Kamiskotia (Hart, 1984; Barrie y
Pattison, 1999).
4. Las rocas volcánica y sub-volcánicas félsicas de un VMS
Intrusión, petrogenética y su conexión

Un gran número de factores, incluyendo la fuente(s) de metales y azufre, profundidad del agua
(separación de fases), entorno volcánico (flujos frente a rocas volcánicas), procesos de
deposición, y estructuras volcánicas (fallas de bloques y estratos transversales hidrotermales
permeabilidad) influye en la formación y preservación de los depósitos VMS. Importante, debe
haber un calor fuente que es lo suficientemente grande, lo suficientemente caliente, y en un
adecuado nivel dentro de la corteza (dependiendo de la masa, temperatura, y permeabilidad)
para generar y mantener una larga vida, alta temperatura sistema hidrotermal convectivo, y
no debe ser suficientemente permeable para permitir la circulación hidrotermal y
depositacitación (Cathles et al., 1997; Barrie et al., 1999). Estos los factores son comunes a casi
todos los ambientes de rift, explicando por qué los depósitos de VMS se producen en una
amplia variedad de ambientes de rift volcánicos extensionales subacuáticos, incluyendo
oceánico, tras arco, ante arco, arco maduro, margen continental y rifts continentales (por
ejemplo, Sillitoe, 1982; Lentz, 1998; Franklin y otros, 1998).

En ambientes de rifts hay un adelgazamiento de la corteza y permeabilidad asociado a la parte


estructural que permite el ascenso de magmas máficos a ultramáficos a altos niveles de la
corteza, ponderando y resultante una fusión parcial de la corteza para generar fusión riolitica.
La figura 3 ilustra las condiciones aproximadas para formación de dacita a riolita FI en las
profundidades de la corteza (>30 km y no se limita a los ambientes de rift), riolita a dacita FII a
niveles superiores (30-10 km), y riolita a riolita rica en silice FII en la alta corteza (15 km). La
geoquímica de elementos traza de los diferentes magmas felsicos están determinados por las
fases minerales residuales, donde los magmas del FI se equilibran con granate residual, los
magmas FII equilibrados con anfibol y plagioclasa residual y magmas FIII-IV equilibrados con
una plagioclasa dominante, granate- y anfibol residual (Fig. 1). Algo recurrente en la
geoquímica de los elementos traza de los magmas félsicos derivados es que se generan y se
extraen en una amplia gama de profundidades y composiciones de corteza. No hay inferencia
de edad tectónica o geología en este modelo, sólo diferencias en el espesor y composición de
la corteza debido a diferencias en el grado de rift, evolución de la corteza y profundidad de
fusión parcial.

El modelo conceptual de la Figura 3 también destaca dos características críticas para la


formación de depósitos VMS. En primer lugar, debe haber una fuente de calor de masa
suficiente y temperatura y en una posición adecuada en la corteza (Cathles et al., 1997). El
calor requerido para la fusión parcial responsable de la generación de algunas rocas FII y de
todas las rocas volcánicas félsicas FIII-FIV es un resultado de intrusiones ultramáficas a máficas
emplazadas a niveles poco profundos en la corteza y dentro de la zona de permeabilidad por
las fracturas frágiles (10-15 km; por ejemplo, Sibson, 2002). La permeabilidad de la fractura
gobierna la profundidad de circulación del fluido hidrotermal, y se estima que la fracturación
se produce a profundidades de hasta 12 km en entornos cratónicos y 8 km en zonas de cresta
mesooceánica (Nur y Wader, 1990; Taylor, 1990; McClain et al., 1993; Barrie et al., 1999). En
segundo lugar, el entorno extensional de rifts permite magmas ascendentes para seguir vías
preexistentes en el magma de las cámaras de la corteza superior (intrusiones subvolcánicas), lo
que resulta en un flujo de calor y permeabilidad de larga duración, reactivado de estructuras
sinvolcanicas. Una consecuencia importante de este modelo es la posibilidad de flujo de fluido
a través de secciones más profundas de la corteza, aumentando así el volumen de roca (y
metales) disponible a la lixiviación por convección hidrotermal de fluidos de alta temperatura.
El modelo también permite una contribución directa de metales de un fluido hidrotermal
magmático exresuelto de magmas emplazados en varios niveles dentro del rifts o desde
magmas derivados de la fusión parcial o que la causen (por ejemplo, Tomkins y Mavrogenes,
2003). De hecho hay muchas líneas de pruebas (isotópica, rastros de metal, balance de
metales, inclusiones fluidas, y fluidos ricos en metales en inclusiones de fusión) que sugieren
un componente magmático, especialmente para la formación de grandes depósitos VMS de
alta calidad (Stanton, 1991; de Ronde, 1995; Yang y Scott, 1996, 2002; Hannington et al.,
1999a). El rifting también se caracteriza por la falla de bloques que podrán contribuir a la
conservación de los depósitos VMS una vez constituidos.

Fig. 3. Modelo petrogenético conceptual para la formación de rocas volcánicas félsicas FII y FIII-IV por fusión parcial
en profundidades de la corteza progresivamente menos profundas en un entorno de rift. Flujo de calor elevado
combinado y un entorno de grieta extensional Permitir la fusión de la corteza a baja presión y temperatura más alta
dentro de la zona de permeabilidad de la fractura frágil y promover la convección, flujo de fluido de agua de mar. La
compleja disposición de las cámaras de magma representadas para los centros volcánicos félsicos FII corresponde al
hecho de que las rocas volcánicas félsicas FII que se forman por debajo de la profundidad máxima del flujo de fluido
convectivo son estériles, mientras que los que se forman por encima de esta profundidad pueden estar
mineralizados.

Como se ha indicado anteriormente y se muestra en las figuras 1 y 3, también es posible de


formar rocas volcánicas félsicas FII a profundidades entre 15 y 30 km o por debajo de la
profundidad de permeabilidad de fractura, explicado, en parte, por qué algunas rocas
volcánicas asociados con los depósitos VMS. En este momento, no somos capaces de distinguir
geoquímicamente entre las rocas volcánicas félsicas del FII a profundidades de 15 a 30 km y las
que se formaron a profundidades de 10 a 15 km, que es más probable que se asocien con
depósitos VMS. Esto es particularmente importante porque las rocas volcánicas félsicas FII son
más abundantes que FIII y riolitas FIV.

Sin embargo, riolitas FII asociadas con depósitos VMS ocurren en sucesiones volcánicas
bimodales (por ejemplo, Bathurst: Lentz y Goodfellow, 1992; Rio Tinto: Mitjavila et al., 1997;
Sturgeon Lake: Hart, 2001), mientras típicamente asociado con continuas sucesiones de
vulcanismo diferenciado (e.g., Buchanan et al., 2002; Moghazi, 2003). La baja proporción a casi
ausencia de basalto en algunos VMS-hosting FII (por ejemplo, Bathurst: Lentz y Goodfellow,
1992) y FIII (por ejemplo, Neves Corvo: Grimes et al., 1998) indican que las sucesiones de
basaltos derivados de magmas maficos o ultramáficos responsables de la fusión parcial no
pueden constituir una proporción significativa del material en erupción. Nuestra compilación
indica que las riolitas ricas en sílice FIII son no restringido al Arcaico y que se asocian con
muchos de los depósitos VMS de gran tonelaje y de grado superior (por ejemplo, Kidd Creek,
Neves Corvo, United Verde). Sin embargo, el composiciones de rocas volcánicas félsicas
asociadas con depósitos de VMS muestran una disminución general en las abundancias de
compatibles y elementos traza medianamente incompatibles (por ejemplo, Y, HREE), con sólo
un ligero aumento en las relaciones de elementos de alta a moderadamente incompatibles
(por ejemplo, La/Yb, Zr/Y, Ti/Zr) en el tiempo geológico, los depósitos VMS del Arcaico más
comúnmente se producen en las riolitas FIII y los depósitos VMS fanerozoicos ocurre más
comúnmente en rocas volcánicas félsicas FII (Fig. 2). Este cambio a las composiciones
dominantes de FII con el tiempo ha sido observado por otros investigadores y puede ser el
resultado de un número de factores, incluido un engrosamiento general de la corteza, lo que
resulta en una fusión a presión más profunda y por lo tanto más alta, en cambio a
composiciones de la corteza más félsicas, y, tal vez, diferentes procesos tectónicos (por
ejemplo, Lesher et al., 1986; Lentz, 1998; Piercey et al., 2003). Sin embargo, hay menos
estudios ejemplos de rocas volcánicas félsicas asociadas con depósitos VMS más jóvenes,
por lo que se requieren más datos para definir mejor esta tendencia. Sin embargo, la aparición
de riolitas FIII en algunas sucesiones volcánicas fanerozoicas hospedadoras de VMS indican
que el proceso ígneo responsables de la formación de las rocas volcánicas félsicas FII y FIII no
han cambiado apreciablemente con el tiempo.

Una lógica extensión de la generación de las rocas volcánicas félsicas FIII y FII por fusión
parcial, tal como se presenta en las Figuras 1 y 3, es que las rocas volcánicas félsicas de estas
composiciones deben ser observada en ambientes de rifts subaeriales, si las condiciones físicas
para la fusión son adecuadas. Respecto a esto, es significativo tener en cuenta que las riolitas
FIII ocurren en el sistema del río Columbia (Snake River rhyolites: Streck y Grunder, 1997), el
Río Gran Rift (Bandelier tuff: Valles caldera; Self y Sykes, 1996), la cordillera del Atlántico
Medio en Islandia (por ejemplo, Sigurdsson y Sparks, 1981), el rift del Medio Continente
(Lightfoot et al., 1999), y la cuenca del Paraná (Garland et al., 1995). Aunque los depósitos VMS
no se forman en rifts subaeriales, este entorno es favorable para la formación de depósitos
epitermales de metales preciosos. Por ejemplo, los valles de calderas, localizada a lo largo del
Gran rift, hospeda una activa intracaldera epitermal incipiente, sistema hidrotermal de metales
preciosos. Esto sugiere un sistema relacionado entre los dos tipos de mineralización
propuestos por otros autores (por ejemplo, Hannington et al., 1999b).
5. Resumen y conclusiones

La geoquímica de las rocas volcánicas FII-FIII-FIV es influenciado por la mineralogía y


composición de la fuente, P y T del proceso de fusión primaria, y, a un menor cualquier
proceso de fraccionamiento posterior. La alta temperatura y condiciones de baja presión
necesarias para generar rocas volcánicas FII, FIII, y FIV, y sus intrusiones subvolcánicas
caracterizan los entornos de rifts que tienen un flujo de calor anómalo y alto debido a la subida
de calor manto, una corteza más delgada, y ascenso de magma a través de la corteza.
Estructuras profundas, producidas durante el flujo de sucesivos lotes de magma ascendente
desde el manto y/o la corteza inferior a la superficie o a la intrusiones subvolcánicas de alto
nivel compuestas que pueden ocurrir en varios niveles de la corteza. Un subproducto del
rifting es la permeabilidad de fractura mejorada que, junto con las altas temperaturas, resulta
en un aumento en la eficiencia de la transferencia de calor mediante el gran desarrollo del
sistema hidrotermal convectivo de alta temperatura esencial para la formación de depósitos
VMS.

Hay una serie de aplicaciones de estos hallazgos en la exploración para los depósitos VMS:

- Los depósitos VMS suelen estar alojados en sistemas bimodales, sucesiones volcánicas
máficas con rocas volcánicas félsicas FII, FIII y FIV que muestran una variación
geoquímica mínima y no por rocas volcánicas félsicas FI.

- Existe una asociación preferencial de depósitos de VMS con rocas volcánicas félsicas
FII, FIII y FIV que se encuentran en una variedad de los ambientes volcánicos
subacuáticos extensionales relacionados con los rifts, incluido el oceánico, el tras arco,
el ante arco, el arco maduro, el margen continental, y paleorifts continentales.

- Las riolitas FIII, independientemente de la edad, tienden a albergar en muchas


ocaciones el tonelaje mayor y los depósitos VMS de grado superior (por ejemplo, Kidd
Creek, Neves Corvo, United Verde, Eskay Creek) y tal vez representan los objetivos de
exploración preferidos.

- Como han señalado Lesher et al. (1986), algunas sucesiones de VMS (por ejemplo,
Sturgeon Lake, Confederation Lake) contienen Rocas volcánicas félsicas FI y rocas
volcánicas de félsicas FII o FIII. Por lo tanto, el muestreo cuidadoso y sistemático es
crítico en la utilización de la geoquímica de elementos traza como instrumento en la
exploración de minerales (Lesher et al., 1986).

- Porque la geoquímica de las rocas volcánicas félsicas es favorable puede formarse en


entornos en los que los depósitos de VMS pueden no formarse o ser conservados, la
litologeoquímica no se puede utilizar como instrumento de exploración. Otros
factores, incluida una evaluación de ambiente tectónico, ambiente volcánico
(incluyendo profundidad del agua), y la presencia de una intrusión subvolcánica
también debe ser considerado. Reconocimiento de FII, FIII, o riolitas FIV no se dirige a
depósitos VMS, sólo entornos favorables para su formación.

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