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INSTITUTO PROFESIONAL DE

EMPRENDEDORES

Itzel Viridiana Santiago Jacinto

3er cuatrimestre

LIC EN TRABAJO SOCIAL


Teorías del desarrollo del niño
Psicoanalíticas
Teoría del desarrollo biopsicosocial de Freud
Freud creía que la personalidad se desarrollaba a través de una serie de etapas en
la infancia en las que las energías o impulsos que buscan el placer de la
Identificación se enfocan en ciertas zonas erógenas. Esta energía psicosexual, o
libido, la describió como la fuerza impulsora detrás de la conducta.
La teoría psicoanalítica sugiere que la personalidad se establece generalmente a la
edad de cinco años, que las primeras experiencias juegan un papel importante en
el desarrollo de la personalidad y siguen influyendo en el comportamiento más
adelante durante toda la vida.
Para Freud, la infancia es una etapa crucial en la que se da forma a nuestra
personalidad y comportamiento como adultos. Consideraba el desarrollo como un
proceso discontinuo, creía que cada uno de nosotros debe pasar por una serie de
etapas durante la infancia, las llamadas etapas psicosexuales.
Si estas etapas psicosexuales se completan con éxito, el resultado es una
personalidad sana. Si debido a algún problema no se resuelven en su momento,
aparecen las llamadas “fijaciones”. Una fijación es un foco persistente en una etapa
psicosexual anterior. Hasta que este conflicto no se resuelve, el individuo seguirá
estando «atascado» en esta etapa. Por ejemplo, una persona que está fijada en la
fase oral, puede ser demasiado dependiente de los demás y puede buscar la
estimulación oral a través de fumar, beber o comer.

La fase oral
Edad: de 0 a 1 año
Zona erógena: boca

Durante la fase oral las actividades relacionadas con la alimentación


como la succión y la masticación son lo más importante.
La principal fuente interacción del bebé se realiza a través de la boca,
que es de vital importancia para la alimentación, pero además el niño
a través de ella obtiene placer gracias a actividades satisfactorias
como la degustación y la succión. Debido a que el bebé es totalmente dependiente
de los cuidadores (que son los responsables de su alimentación), el pequeño
también desarrolla un sentido de confianza y comodidad a través de esta
estimulación oral.
El conflicto principal en esta etapa es el proceso de destete: el niño pasa a ser
menos dependiente de sus cuidadores y pierde las gratificaciones que obtenía con
la succión. Si la fijación se produce en esta etapa, Freud creía que el individuo
tendría problemas con la dependencia o la agresión. La fijación oral puede generar
problemas con la bebida, la comida o la necesidad de fumar.
La fase anal
Edad: de 1 a 3 años

Zona erógena: los esfínteres


Durante la etapa anal, Freud creía que el objetivo principal de la libido
se hallaba en lograr el control de los movimientos del intestino y la
vejiga. El conflicto importante en esta etapa es el control de
esfínteres: el niño tiene que aprender a controlar sus necesidades
corporales. El desarrollo de este control conduce a una sensación de
logro y la independencia.
Según Freud, el éxito en esta etapa depende de la forma en que los padres se
acercan a esfínteres. Los padres que utilizan la alabanza y la recompensa por usar
el inodoro en el momento apropiado, fomentan resultados positivos y ayudan a los
niños a sentirse capaces y productivos. Freud creía que las experiencias positivas
durante esta etapa sientan las bases para que las personas se conviertan en adultos
competentes, productivos y creativos.
Sin embargo, no todos los padres proporcionan el apoyo y el estímulo que los niños
necesitan durante esta etapa. Algunos padres castigan, ridiculizan o incluso
avergüenzan a un niño cuando tiene accidentes.
Para él las respuestas parentales inadecuadas pueden dar lugar a resultados
negativos. Si los padres toman un enfoque demasiado indulgente en esta etapa,
podría desarrollarse una personalidad anal-expulsiva, que se traduce en una
persona adulta desordenada, derrochadora y destructiva. Si los padres son
demasiado estrictos o empiezan el control de esfínteres demasiado pronto, se
genera una personalidad anal-retentiva, que se traduce en un individuo demasiado
rígido, ordenado y obsesivo.
La fase fálica

Edad: de 3 a 6 años
Zona erógena: Genitales
Durante la etapa fálica, el enfoque principal de la libido se centra en
los genitales. A esta edad los niños empiezan a descubrir las
diferencias entre hombres y mujeres.
Freud creía que los niños comienzan a ver a sus padres como un rival
por el afecto de la madre. El complejo de Edipo describe estos
sentimientos de querer poseer la madre y el deseo de reemplazar al padre. Sin
embargo, el niño también teme que será castigado por el padre por estos
sentimientos, a este miedo Freud lo llamó la angustia de castración.
El término complejo de Electra se ha utilizado para describir estas mismas
sensaciones experimentadas por las niñas. Freud, sin embargo, creía que las niñas
por su parte experimentan la envidia del pene.
Con el tiempo, el niño varón comienza a identificar el padre del mismo sexo como
un medio para poseer indirectamente a la madre. Para las niñas, sin embargo, Freud
creía que la envidia del pene nunca se resuelve totalmente y que todas las mujeres
siguen teniendo una fijación en esta etapa. Psicólogos como Karen
Horney discrepaba con esta teoría, que calificó de inexacta y degradante para la
mujer. En su lugar, Horney propuso que los hombres experimentan sentimientos de
inferioridad porque no pueden dar a luz a los niños, un concepto que se denomina
la envidia vientre.

Período de latencia
Edades: 6 a 12 años
Zona erógena: ninguna (sentimientos sexuales inactivos)
Durante el período de latencia los intereses de la libido son
suprimidos temporalmente.

El desarrollo del ego y superego contribuyen a este período de


calma. La etapa comienza alrededor del momento en que los niños
entran a la escuela y se preocupan más por las relaciones entre
iguales, juegos y otros intereses.
El período de latencia es un tiempo de exploración en el que la energía sexual está
todavía presente, pero se dirige hacia otras áreas, tales como las actividades
intelectuales y las interacciones sociales. Esta etapa es importante en el desarrollo
de habilidades sociales y de comunicación y confianza en sí mismo.
La fase genital

Edades: 12 años hasta la muerte


Zona Erógena: los genitales (maduración de los intereses sexuales)
Durante la etapa final del desarrollo psicosexual, el individuo
desarrolla un fuerte interés hacia el sexo y las relaciones sexuales.
Esta etapa comienza en la pubertad, pero dura el resto de la vida de
una persona.

En las primeras etapas descritas por Freud la atención se centraba


únicamente en las necesidades individuales. En esta etapa crece al
fin el interés por el bienestar de los demás. Si las demás etapas se han completado
con éxito, el individuo debe estar ahora bien equilibrado, cálido, y el cuidado. El
objetivo de esta etapa es establecer un equilibrio entre las diversas áreas de la vida.

Teoría de confianza y autonomía de Erickson

En ella argumenta que, desde el nacimiento hasta la vejez, pasamos por ocho
conflictos que permiten el desarrollo psicosocial y personal. Cuando nos
enfrentamos al conflicto y lo resolvemos satisfactoriamente «crecemos
mentalmente». Sin embargo, si no logramos superar estos conflictos, es posible que
no fomentemos las habilidades necesarias para afrontar lo que viene en un futuro.
Etapa 1. Confianza versus desconfianza (0 – 18 meses de edad)
Durante esta fase el bebé crea confianza hacia su entorno y sus padres. Esta va a
depender del vínculo que construya con ellos, sobre todo con la madre, ya que suele
ser con la que más tiempo pasa el niño.
Esto es lo que se conoce como “vínculo del apego” y va a determinar el desarrollo
psicosocial del niño a lo largo de su vida. Si los padres no le ofrecen un entorno
seguro y no satisfacen sus necesidades básicas y afectivas, el menor crecerá entre
sentimientos de frustración y sospecha, así como sin esperar nada de los demás, ni
del mundo.
Etapa 2. Autonomía versus vergüenza y duda. (18 meses – 3 años)

En este periodo el niño comienza a ser más independiente, aprende a caminar y a


hablar, empieza a controlar los esfínteres, sabe expresar lo que le gusta y lo que no
le gusta. Este mayor «poder» sobre su cuerpo y sobre lo que le rodea hace que
empiece a obtener un sentido de autonomía.
Durante esta etapa es importante brindar ocasiones en las que poder tomar
decisiones, por ejemplo, que elija su ropa del día entre dos opciones, establecer los
primeros límites y normas en el hogar o proponerle pequeños retos adaptados a su
edad. Al superar con éxito esta fase los menores desarrollan una mayor autoestima,
más sana y fuerte.
Etapa 3. Iniciativa versus culpa (3 – 5 años)

Esta es la etapa en la que crece el interés por todo lo que le rodea y por relacionarse
con sus iguales. El juego adquiere una gran importancia y a través de él explorará
sus habilidades y capacidades. Los niños sienten curiosidad por absolutamente
todo. Todo lo tocan, lo miran y lo tratan como un juguete, así que aquí aparecen las
típicas roturas de jarrones, pintadas en la pared y demás ingeniosidades que
muchas veces cuesta creer cómo pueden aparecer en mentes tan jóvenes.

La culpa es buena, en el sentido de que sirve para reconocer que algo se ha hecho
mal, sin embargo, este sentimiento en exceso es uno de los mayores nutrientes del
miedo.

Etapa 4. Laboriosidad versus inferioridad (5 – 13 años)


En este periodo aparecen las comparaciones con los demás, el querer hacer
infinidad de actividades y planes. Los niños ya son capaces de reconocer sus
habilidades y las de sus compañeros y quieren ponerlas a prueba continuamente.
Insisten en enfrentarse a tareas más desafiantes, quieren apuntarse a todos las
actividades habidas y por haber, surgen los “te echo una carrera hasta…” y los
enfados cuando pierden un juego o una competición.
Es importante ofrecerles una estimulación positiva por parte de padres y también
profesores y amigos, reconocer los logros y ayudarles a calibrar desde el realismo
hasta dónde pueden llegar en sus desafíos para que no se afiancen en el
sentimiento de inferioridad.
Etapa 5. Exploración de la Identidad versus difusión de la identidad (13 – 21 años)
Durante esta fase el adolescente se pregunta continuamente una sola cosa:
«¿Quién soy?» Es el momento en que comienza a moldear su propia personalidad,
elige a quién quieren parecerse y qué rol quiere desempeñar en la sociedad. Para
ello, la vida social adquiere un papel muy importante.
Etapa 6. Intimidad versus aislamiento (21 – 40 años)

El entorno y la vida social empiezan a dejar de ser tan importantes, durante estas
edades se empiezan a trazar ciertas líneas invisibles sobre aspectos que la persona
ya no está dispuesta a sacrificar por agradar al resto. Se priorizan las relaciones
más íntimas que requieren un compromiso mutuo.
Etapa 7. Generatividad versus estancamiento (40 – 60 años)

Este es el momento en que la persona empieza a dedicar más tiempo a su familia.


Se intenta ser productivo para poder ofrecer un buen futuro a los seres queridos, se
busca ser y sentirse útil de esta forma. Pero a la vez nos persigue la eterna pregunta
de «¿Qué hago aquí, realmente sirve para algo?».
Etapa 8. Integridad del yo versus desesperación (a partir de los 60 años)
La forma de vivir se altera completamente, el individuo ya no es tan productivo como
antes y no se puede evitar echar la vista al pasado. Esta mirada hacia tiempos
anteriores puede evocar nostalgia y desesperación o, por el contrario, sensación de
que ha merecido la pena lo logrado. Tener una visión u otra nos hará afrontar los
cambios físicos de la vejez y los duelos propios de esta etapa de una forma más o
menos positiva.

Teoría del aprendizaje social de Watson


Watson demostró el condicionamiento clásico con un experimento en el que
participó un niño de algunos meses de nacido (de nombre Albert) y una rata blanca.
El experimento consistía en acercar la rata a Albert para que la tocara, al principio
Albert no mostraba temor por el pequeño animal, pero al comenzar a hacer, de
repente un fuerte ruido cada vez que Albert tocaba la rata, al poco tiempo Albert
comenzó a mostrar temor por la rata aún sin hacer el ruido (debido al
condicionamiento). Este miedo se generalizó para otros animales pequeños.
Watson después "extinguió" el miedo presentando la rata al niño en repetidas
ocasiones sin hacer el ruido. Algunos hechos del estudio sugieren que el
condicionamiento al miedo fue más poderoso y permanente que el realmente
observado. (Harris, 1979; Samelson, 1980, en Brophy, 1990).
En realidad los métodos de investigación usados por Watson en la actualidad serían
cuestionados, su trabajo demostró el papel del condicionamiento en el desarrollo de
la respuesta emocional para ciertos estímulos. Esto puede dar explicación a
determinados sentimientos, fobias y prejuicios que desarrollan las personas.
A watson se le atribuye el término "conductismo".
os objetivos que perseguían con su experimento eran dar respuesta a las siguientes
preguntas:

¿Puede condicionarse a un niño para que tema a un animal que aparece


simultáneamente con un ruido fuerte?
¿Se transferirá tal miedo a otros animales u objetos inanimados?
¿Cuánto persistirá tal miedo?
El procedimiento seguido fue el siguiente: Se seleccionó a un niño sano de nueve
meses, Albert, para el experimento. Se le examinó para determinar si existía en el
un miedo previo a los objetos que se le iban a presentar (animales con pelo),
examen que fue negativo. Sí se identificó un miedo a los sonidos fuertes(como
golpear una lamina metálica con un martillo fuertemente).
El experimento dio comienzo cuando Albert tenía 11 meses y tres días. Consitía en
presentar al niño un objeto de color blanco al tiempo que un ruido fuerte (que se
lograba golpeando una barra metálica detrás de la cabeza del niño). Después de
varios ensayos, el niño sollozó ante la presencia de una rata, y posteriormente
generalizó su respuesta a otros estímulos: un perro, lana, un abrigo de piel, etc.

El experimento no pudo llegar a término, no alcanzándose la fase de des


condicionamiento, debido a que Albert fue sacado de la unidad hospitalaria en que
se encontraba antes de su conclusión.

Implicaciones Éticas
El experimento con el pequeño Albert abrió el debate sobre la ética a la hora de
experimentar con seres humanos, contribuyendo al establecimiento de límites para
este tipo de experimentos.
Se dice que el pequeño Albert quedó condicionado respecto a las ratas durante toda
su vida, ya que el niño Albert era huérfano y lo adoptaron. Por tanto no se sabe con
certeza que ocurrió en su caso.

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