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y se puso a enseñarles muchas cosas…

De entrada, el relato se entiende tan bien que no precisa comentario. Sin embargo, detengámonos
en un detalle sorprendente: cuando Jesús y los discípulos se montan en la barca en busca de un
lugar solitario, cuenta Marcos que muchos los vieron marcharse, fueron corriendo de todos los
poblados  y llegaron allí antes que ellos.

¿Es posible que la gente vaya corriendo desde Cafarnaúm, Betsaida, Magdala, y llegue antes que
la barca a un sitio que nadie sabe cuál es? Imposible. Esto demuestra que el relato no hay que
leerlo desde un punto de vista histórico sino simbólico.

Llama la atención la preocupación de Jesús por sus discípulos. Todo trabajo llevado a cabo,
merece el descanso. Todos los cansancios físicos o mentales demandan cuidado y reclaman tomar
medidas adecuadas.

La solución consiste en buscar «un lugar desierto». Esta referencia al desierto es fundamental en
el relato, porque evoca la situación del pueblo de Israel durante su camino desde Egipto a la tierra
prometida. Entonces, en el desierto, fue alimentado por Dios. Ahora, en un lugar desierto, el
nuevo pueblo de Dios será alimentado por Jesús. Retirarse significa, sobre todo, y sin negar la
importancia de alejarse por un tiempo del lugar y de las actividades habituales, tomar distancia de
la mente pensante y de sus cavilaciones. Retiro es sinónimo de silencio de la mente y del ego. Y
gracias a ese silencio, no solo nos sentimos más descansados, sino que accedemos a nuestra
dimensión profunda (espiritual), donde experimentamos que, aun en medio de todo lo que nos
sucede, somos Descanso.

El enorme interés de la gente por Jesús que queda claro en el texto. La respuesta de Jesús no fue
decirle a Pedro que reme mar adentro y busque otro sitio. Siente compasión de ellos porque los ve
abandonados. Jesús no se dedica a hacer milagros, sino a enseñar.

Marcos nos obliga a preguntarnos: ¿sentimos nosotros el mismo interés por Jesús? ¿Vamos
corriendo detrás de él, o preferimos quedarnos cómodamente sentados en casa? ¿Queremos
aprender, estudiar?

De igual manera el relato sirve también de autoexamen a los responsables de la comunidad.


¿Siento compasión de la gente, o procuro quitarme de en medio cuando me van a fastidiar mi
merecido descanso?

A muchos misioneros y catequistas nos consolaría ver que, aunque no podemos hacer milagros
como Jesús, sí podemos dedicar nuestro esfuerzo a enseñar muchas cosas.

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