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UNIVERSIDAD CENTRAL DEL ECUADOR

FACULTAD DE JURISPRUDENCIA CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES

CARRERA DE DERECHO

NOMBRE: ANDREA PAOLA CÓRDOVA

CURSO: QUINTO A MALLA ANTIGUA

ASIGNATURA: DERECHO CIVIL CONTRATOS Y OBLIGACIONES

INTERPRETACIÓN DE LOS CONTRATOS

La interpretación es una actividad dirigida a la determinación del sentido de una


declaración o comportamiento negocial y de sus efectos y consecuencias en el
orden jurídico, que ha de hacerse en conformidad con unas reglas jurídicas
predispuestas.

La búsqueda de sentido enfrenta a dos poderosas corrientes doctrinales. Una


de ellas estima que lo que el intérprete ha de indagar es la voluntad de los
contratantes (interpretación subjetiva) o, en otras palabras, su intención; otra
por el contrario cree que el intérprete cumple su misión dando a la declaración
el significado que tiene en el tráfico, en la vida social (interpretación objetiva).

En el Ecuador, el Código Civil adopta un método de interpretación subjetiva.

Art. 1576.- Conocida claramente la intención de los contratantes, debe estarse


a ella más que a lo literal de las palabras; Art. 1577.- Por generales que sean
los términos de un contrato, sólo se aplicarán a la materia sobre que se ha
contratado; Art. 1578.- El sentido en que una cláusula puede surtir algún efecto
deberá preferirse a aquél en que no sea capaz de surtir efecto alguno; Art.
1579.- En los casos en que no apareciere voluntad contraria, deberá estarse a
la interpretación que más bien cuadre con la naturaleza del contrato. Las
cláusulas de uso común se presumen aunque no se expresen; Art. 1580.- Las
cláusulas de un contrato se interpretarán unas por otras, dándose a cada una
el sentido que mejor convenga al contrato en su totalidad. Podrán también
interpretarse por las de otro contrato entre las mismas partes y sobre la misma
materia. O por la aplicación práctica que hayan hecho de ellas ambas partes, o
una de las partes con aprobación de la otra; Art. 1581.- Cuando en un contrato
se ha expresado un caso para explicar la obligación, no se entenderá por sólo
eso haberse querido restringir la convención a ese caso, excluyendo los otros a
que naturalmente se extienda; Art. 1582.- No pudiendo aplicarse ninguna de las
reglas precedentes de interpretación, se interpretarán las cláusulas ambiguas a
favor del deudor. Pero las cláusulas ambiguas que hayan sido extendidas o
dictadas por una de las partes, sea acreedora o deudora, se interpretarán
contra ella, siempre que la ambigüedad provenga de la falta de una explicación
que haya debido darse por ella.

Los fundamentos de la tarea interpretativa de los contratos se encuentran en


los principios de autonomía privada y de libertad contractual.

La interpretación de los contratos debe cumplir con la función propia de estos


principios, que es justamente permitir a las partes regular sus intereses como
estimen conveniente dentro de los límites que la ley establezca.

La importancia de la voluntad en los contratos es esencial, y frente a ciertas


limitaciones de su relevancia, conviene observar, desde el punto de vista
sustancial de la autonomía privada y de la libertad contractual, que la justicia
conmutativa en el derecho contractual se apoya en un procedimiento en el que
el consentimiento de las partes es decisivo.

En un ordenamiento jurídico en el que el principio de la libertad contractual es


uno de sus valores centrales, el criterio más importante para garantizar la
justicia conmutativa consiste en asegurar que el vínculo se ha contraído
voluntariamente. Esto es lo coherente con la máxima “volenti non fit iniuria”[1],
que expresa una idea fundamental de la justicia, en cuanto respeta la
autonomía de la persona y su dignidad. Según esto, en los contratos en
general, en principio, no es relevante la justicia o equidad sustancial de su
contenido. El ordenamiento jurídico reconoce como contraprestación justa la
que las partes hayan acordado. En consecuencia, es una tarea central del
Derecho contractual, además de asegurar la voluntariedad de la perfección del
contrato, su interpretación conforme a la común voluntad de las partes.
Las personas se obligan por su voluntad o por su responsabilidad, esto es, por
la confianza que hayan suscitado en la otra parte. Quien emite una declaración
de voluntad con un sentido objetivo determinado debe contar con que la otra
parte la entienda en ese sentido, y el declarante, no puede pretender después
atribuirle otro significado, salvo en los supuestos en que alegue y pruebe su
error como vicio del consentimiento o como error obstativo y estos sean
relevantes como tales por ser esenciales y excusables.

Naturalmente, el sentido objetivo de la declaración se impone en caso de


divergencia de voluntades, siempre que el destinatario de la declaración no
haya conocido el sentido peculiar que la otra parte inicialmente atribuyera a su
declaración. Si el destinatario de la declaración conociera el error de la otra
parte al tiempo de prestar el consentimiento, la buena fe impediría que invocara
un sentido objetivo distinto del que la otra parte quiso dar a su declaración.

Volenti non fit iniuria (“no se comete injusticia con quien actuó


voluntariamente”). Esta máxima resume el principio de respeto por la
autonomía privada. Los jueces no corregirán lo pactado por dos particulares si
estos actuaron voluntariamente porque nadie mejor que el propio individuo
sabe lo que le conviene. La consecuencia es que la gente está obligada a
cumplir lo que aceptó voluntariamente aunque, a ojos de terceros, la obligación
asumida parezca injusta. En las relaciones extracontractuales, la expresión
resume la idea según la cual no se genera un daño indemnizable cuando la
víctima autorizó la actuación del que causa el daño.

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