Está en la página 1de 10

Versión: 01

Servicio Nacional de Aprendizaje - SENA


Código: F08-6060-004
Regional Arauca.
Sistema Integrado de Mejora CUESTIONARIO Página 1 de 10
Continua Institucional

Caso 1. AMOR QUE DUELE

Esta historia habla sobre un muchacho el cual, asistía a la preparatoria como cualquier chico de su edad, se
juntaba con sus amigos y amigas como siempre, sin embargo, el sentía atracción por una amiga suya, al igual
que la amiga sentía atracción y algo más por él. Por un motivo extraño los dos no podían estar juntos, nadie
de sus amigos sabia ese motivo, quizá podemos pensar varias cosas, pero nunca lo sabremos….

No podían saludarse de beso ni despedirse, ni tomarse la mano, incluso…a veces a la hora de la salida ni se
despedían y cada quien iba por su lado…. Hasta que un día…. Todo cambio….

Era viernes, la última clase, ya todos estaban ansiosos por salir de la clase e irse a sus casas. En eso mientras
copiaban lo escrito en el pizarrón, la chica se detuvo y lo miro durante unos segundos, viendo a un amor
imposible, al amor de su vida…. Quizá….

Ambos sabían que jamás podrían estar juntos y con un dolor en el corazón estuvo dispuesta a hacer algo que
el recordara por siempre.

Al finalizar la clase todos salieron y el típico grupito de amigos se pusieron de acuerdo para reunirse ese día
por la tarde, al acabar de ponerse de acuerdo comenzaron a despedirse…

La chica parada a un extremo del chico, de Carlos, su amor imposible, se despidió de beso de todos sus
amigos hasta que en eso…. Ella se acercó a Carlos y el tiempo para ambos se detuvo, muchas cosas pasaron
por su cabeza, comenzó a decir groserías en su mente de la impresión al ver que la chica se acercaba a él.

Su mano se dobló pero ella no lo noto, se miraron a los ojos y el, al acercarse ella con la mano doblada rozo
su cintura, la chica le dio un beso en la mejilla y se fue… Carlos se quedó sorprendido, en ese momento le
dieron ganas de tomarla de la mano y huir junto a ella para que pudieran estar juntos para siempre pero no
lo hizo…

Ese beso fue algo que jamás podrá olvidar y que va a recordar por el resto de su vida…. Cuando acabaron de
cursar la prepa cada amigo tomo rumbos diferentes al elegir distintas carreras…

Carlos estudio ciencias religiosas y a pesar de que en la universidad conoció nuevas chicas, quizá, si llego a
tener una novia, pero el jamás olvidaba a la chica…. A la chica que le dio el mejor beso de su vida… para él es
duro continuar sin ella…

Mas, sin embargo, actualmente él no es feliz del todo, se hacen muchas preguntas… todos los viernes en la
tarde se siguen reuniendo el grupo de amigos, pero ninguno sabe que paso con aquella chica, es como si se
la hubiera tragado la tierra…. La chica no tiene Facebook, no hay número de teléfono, la casa donde
supuestamente vivía no es la correcta…nada…no hay rastro de ella, quizá…. Podamos pensar que se fue a
otro país, que le sucedió algo…no lo sé…

Lo que podría suceder es que, aquel chico, Carlos haya tenido problemas en esa época y se sentía solo y
triste y quizá… esa chica haya sido un ángel, enviado por Dios para darle momentos de alegría a Carlos…. El
Versión: 01
Servicio Nacional de Aprendizaje - SENA
Código: F08-6060-004
Regional Arauca.
Sistema Integrado de Mejora CUESTIONARIO Página 2 de 10
Continua Institucional

podrá estar solo, sin alguien a quien amar pero quizá, si esta solo es porque tiene una misión aquí en la
tierra y pronto recibirá su recompensa…Yo espero que algún día, Carlos pueda encontrar al verdadero amor
de su vida o por lo menos…volverse a reencontrar con aquella chica…. Su amor imposible….
Versión: 01
Servicio Nacional de Aprendizaje - SENA
Código: F08-6060-004
Regional Arauca.
Sistema Integrado de Mejora CUESTIONARIO Página 3 de 10
Continua Institucional

Caso 2. EL SACO DE PLUMAS

Cuentan que una vez hubo un hombre, que, roído por la envidia ante los éxitos de su amigo, le calumnió
grandemente. Tiempo después se arrepintió de la ruina que había ocasionado a su amigo con sus calumnias,
y fue a confesarse. Ya una vez en el confesionario y después de haber confesado su pecado, -pecado grave
contra el séptimo Mandamiento, como le dijo el confesor, pues Usted le ha robado a su amigo, el valor más
grande que una persona tiene ante la Sociedad, como son su dignidad, su reputación, su derecho a la buena
fama, y contra el octavo Mandamiento, pues lo que Usted dijo de él son solo calumnias-, le preguntó al
sacerdote: “¿Cómo puedo reparar todo el mal que he hecho a mi amigo? ¿Qué puedo hacer?”. A lo que el
sacerdote le respondió: “Tome un saco llena de plumas y suéltelas por donde quiera que vaya. Y una vez que
lo haya hecho, vuelva que Dios le acompañe.

El hombre, muy contento ante aquel mandato tan fácil, salió rápido fuera de la Ciudad en busca de una
granja, y una vez que hubo conseguido el saco lleno de plumas, regresó a ella, y sin esperar ni un minuto
más, empezó a pasearse por las calles lanzando al aire, en todas direcciones las plumas que llevaba en el
saco. Y una vez que lo hubo vaciado del todo, volvió a la Iglesia en busca del sacerdote con el que se había
confesado y lleno de satisfacción le dijo: “Padre: ya he hecho lo que me mandó esta mañana”. Pero cual no
fue su sorpresa, cuando el sacerdote le dijo: “No hijo, esa es la parte más fácil. Ahora debe volver a las
mismas calles en las que las soltó, e ir recogiéndolas una por una, hasta que vuelva a tener el saco lleno, y
luego vuelva a verme”. Y que Dios le acompañe.

El hombre se sintió muy triste, pues sabía lo que eso significaba. Y por más empeño que puso no pudo juntar
casi ninguna. Al volver a la Iglesia al día siguiente, se lo explicó al sacerdote con una profunda pena y un
verdadero arrepentimiento, pero éste le dijo: “Así como no pudo juntar las plumas que Usted soltó porque
se las llevó el viento, así mismo la calumnia que Usted lanzo contra su amigo, voló de boca en boca y su
amigo jamás podrá recuperar del todo la fama, la reputación que Usted le quitó″.

Lo único que Usted puede hacer es pedirle perdón a su amigo, y hablar de nuevo con todas aquellas
personas ante las que lo calumnió, diciéndoles la verdad, para reparar así en la medida de lo posible el daño
que le ha causado a su amigo y para tratar de restituirle en la medida que pueda su fama, su reputación”.
Versión: 01
Servicio Nacional de Aprendizaje - SENA
Código: F08-6060-004
Regional Arauca.
Sistema Integrado de Mejora CUESTIONARIO Página 4 de 10
Continua Institucional

Caso. 3 EL PLATO DE MADERA

El viejo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años. Ya las manos le temblaban, su vista se
nublaba y sus pasos flaqueaban.

La familia completa comía junta en la mesa, pero las manos temblorosas y la vista enferma del anciano
hacían el alimentarse un asunto difícil. Los guisantes caían de su cuchara al suelo y cuando intentaba tomar
el vaso, derramaba la leche sobre el mantel. Hijo y su esposa se cansaron de la situación. “Tenemos que
hacer algo con el abuelo”, dijo el hijo. “Ya he tenido suficiente”. “Derrama la leche hace ruido al comer y tira
la comida al suelo”.

Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor. Ahí, el abuelo
comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer. Como el abuelo había roto uno o dos
platos su comida se la servían en un plato de madera. De vez en cuando miraban hacia donde estaba el
abuelo y podían ver una lágrima en sus ojos mientras estaba ahí sentado solo. Sin embargo, las únicas
palabras que la pareja le dirigía, eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la
comida.

El niño de cuatro años observaba todo en silencio. Una tarde antes de la cena, el papá observó que su hijo
estaba jugando con trozos de madera en el suelo. Le pregunto dulcemente: “¿Que estás haciendo?” Con la
misma dulzura el niño le contestó: “Ah, estoy haciendo un tazón para ti y otro para mamá para que cuando
yo crezca, ustedes coman en ellos.” Sonrió y siguió con su tarea. Las palabras del pequeño golpearon a sus
padres de tal forma que quedaron sin habla. Las lágrimas rodaban por sus mejillas. Y, aunque ninguna
palabra se dijo al respecto, ambos sabían lo que tenían que hacer.

Esa tarde el esposo tomo gentilmente la mano del abuelo y lo guio de vuelta a la mesa de la familia. Por el
resto de sus días ocupo un lugar en la mesa con ellos. Y por alguna razón, ni el esposo ni la esposa parecían
molestarse más, cada vez que el tenedor se caía, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel.
Versión: 01
Servicio Nacional de Aprendizaje - SENA
Código: F08-6060-004
Regional Arauca.
Sistema Integrado de Mejora CUESTIONARIO Página 5 de 10
Continua Institucional

Caso 4. EL SACO DE PLUMAS

Cuentan que una vez hubo un hombre, que, roído por la envidia ante los éxitos de su amigo, le calumnió
grandemente. Tiempo después se arrepintió de la ruina que había ocasionado a su amigo con sus calumnias,
y fue a confesarse. Ya una vez en el confesionario y después de haber confesado su pecado, -pecado grave
contra el séptimo Mandamiento, como le dijo el confesor, pues Usted le ha robado a su amigo, el valor más
grande que una persona tiene ante la Sociedad, como son su dignidad, su reputación, su derecho a la buena
fama, y contra el octavo Mandamiento, pues lo que Usted dijo de él son solo calumnias-, le preguntó al
sacerdote: “¿Cómo puedo reparar todo el mal que he hecho a mi amigo?. ¿Qué puedo hacer?”. A lo que el
sacerdote le respondió: “Tome un saco llena de plumas y suéltelas por donde quiera que vaya. Y una vez que
lo haya hecho, vuelva que Dios le acompañe.

El hombre, muy contento ante aquel mandato tan fácil, salió rápido fuera de la Ciudad en busca de una
granja, y una vez que hubo conseguido el saco lleno de plumas, regresó a ella, y sin esperar ni un minuto
más, empezó a pasearse por las calles lanzando al aire, en todas direcciones las plumas que llevaba en el
saco. Y una vez que lo hubo vaciado del todo, volvió a la Iglesia en busca del sacerdote con el que se había
confesado y lleno de satisfacción le dijo: “Padre: ya he hecho lo que me mandó esta mañana”. Pero cual no
fue su sorpresa, cuando el sacerdote le dijo: “No hijo, esa es la parte más fácil. Ahora debe volver a las
mismas calles en las que las soltó, e ir recogiéndolas una por una, hasta que vuelva a tener el saco lleno, y
luego vuelva a verme”. Y que Dios le acompañe.

El hombre se sintió muy triste, pues sabía lo que eso significaba. Y por más empeño que puso no pudo juntar
casi ninguna. Al volver a la Iglesia al día siguiente, se lo explicó al sacerdote con una profunda pena y un
verdadero arrepentimiento, pero éste le dijo: “Así como no pudo juntar las plumas que Usted soltó porque
se las llevó el viento, así mismo la calumnia que Usted lanzo contra su amigo, voló de boca en boca y su
amigo jamás podrá recuperar del todo la fama, la reputación que Usted le quitó″.

Lo único que Usted puede hacer es pedirle perdón a su amigo, y hablar de nuevo con todas aquellas
personas ante las que lo calumnió, diciéndoles las verdad, para reparar así en la medida de lo posible el
daño que le ha causado a su amigo y para tratar de restituirle en la medida que pueda su fama, su
reputación”.
Versión: 01
Servicio Nacional de Aprendizaje - SENA
Código: F08-6060-004
Regional Arauca.
Sistema Integrado de Mejora CUESTIONARIO Página 6 de 10
Continua Institucional

Caso 5 LA VENTANA DEL HOSPITAL

Dos hombres, seriamente enfermos, ocupaban la misma habitación en el hospital. A uno de ellos se le
permitía estar sentado una hora todas las tardes para que los pulmones drenaran sus fluidos. Su cama daba
a la única ventana de la habitación.

El otro hombre tenía que estar tumbado todo el tiempo. Los dos se hablaban mucho. De sus mujeres y
familiares, de sus casas, trabajos, el servicio militar, dónde habían estado de vacaciones.

Y todas las tardes el hombre que se podía sentar frente a la ventana, se pasaba el tiempo describiendo a su
compañero lo que veía por la ventana. Éste, solamente vivía para esos momentos donde su mundo se
expandía por toda la actividad y color del mundo exterior.

La ventana daba a un parque con un bonito lago. Patos y cisnes jugaban en el agua mientras los niños
capitaneaban sus barcos teledirigidos. Jóvenes amantes andaban cogidos de la mano entre flores de cada
color del arco iris. Grandes y ancestros árboles embellecían el paisaje, y una fina línea del cielo sobre la
ciudad se podía ver en la lejanía.

Mientras el hombre de la ventana describía todo esto con exquisito detalle, el hombre al otro lado de la
habitación cerraba sus ojos e imaginaba la pictórica escena.

Una cálida tarde el hombre de la ventana describió un desfile en la calle. Aunque el otro hombre no podía
oír la banda de música- se la imaginaba conforme el otro le iba narrando todo con pelos y señales. Los días y
las semanas pasaron.

Una mañana, la enfermera entró para encontrase el cuerpo sin vida del hombre al lado de la ventana, el cual
había muerto tranquilamente mientras dormía. Se puso muy triste y llamó al doctor para que se llevaran el
cuerpo. Tan pronto como consideró apropiado, el otro hombre preguntó si se podía trasladar al lado de la
ventana. La enfermera aceptó gustosamente, y después de asegurarse de que el hombre estaba cómodo, le
dejó solo.Lentamente, dolorosamente, se apoyó sobre un codo para echar su primer vistazo fuera de la
ventana. Finalmente tendría la posibilidad de verlo todo con suspropios ojos.

Se retorció lentamente para mirar fuera de la ventana que estaba al lado de la cama. Daba a un enorme
muro blanco. El hombre preguntó a la enfermera qué había pretendido el difunto compañero contándole
aquel maravilloso mundo exterior.
Versión: 01
Servicio Nacional de Aprendizaje - SENA
Código: F08-6060-004
Regional Arauca.
Sistema Integrado de Mejora CUESTIONARIO Página 7 de 10
Continua Institucional

Caso 6. EL COFRE DE VIDRIOS ROTOS

Érase una vez un anciano que había perdido a su esposa y vivía solo. Había trabajado duramente como
sastre toda su vida, pero los infortunios lo habían dejado en bancarrota, y ahora era tan viejo que ya no
podía trabajar.

Las manos le temblaban tanto que no podía enhebrar una aguja, y la visión se le había enturbiado
demasiado para hacer una costura recta. Tenía tres hijos varones, pero los tres habían crecido y se habían
casado, y estaban tan ocupados con su propia vida que sólo tenían tiempo para cenar con su padre una vez
por semana.

El anciano estaba cada vez más débil, y los hijos lo visitaban cada vez menos.
— No quieren estar conmigo ahora -se decía- porque tienen miedo de que yo me convierta en una carga.

Se pasó una noche en vela pensando qué sería de él y al fin trazó un plan.

A la mañana siguiente fue a ver a su amigo el carpintero y le pidió que le fabricara un cofre grande. Luego
fue a ver a su amigo el cerrajero y le pidió que le diera un cerrojo viejo. Por último, fue a ver a su amigo el
vidriero y le pidió todos los fragmentos de vidrio roto que tuviera.

El anciano se llevó el cofre a casa, lo llenó hasta el tope de vidrios rotos, le echó llave y lo puso bajo la mesa
de la cocina. Cuando sus hijos fueron a cenar, lo tocaron con los pies.

— ¿Qué hay en ese cofre? preguntaron, mirando bajo la mesa.

— Oh, nada -respondió el anciano-, sólo algunas cosillas que he ahorrado.

Sus hijos lo empujaron y vieron que era muy pesado. Lo patearon y oyeron un tintineo.

— Debe estar lleno con el oro que ahorró a lo largo de los años -susurraron.

Deliberaron y comprendieron que debían custodiar el tesoro. Decidieron turnarse para vivir con el viejo, y
así podrían cuidar también de él. La primera semana el hijo menor se mudó a la casa del padre, y lo cuidó y
le cocinó. A la semana siguiente lo reemplazó el segundo hijo, y la semana siguiente acudió el mayor. Así
siguieron por un tiempo.

Al fin el anciano padre enfermó y falleció. Los hijos le hicieron un bonito funeral, pues sabían que una
fortuna los aguardaba bajo la mesa de la cocina, y podían costearse un gasto grande con el viejo. Cuando
terminó la ceremonia, buscaron en toda la casa hasta encontrar la llave, y abrieron el cofre. Por cierto, lo
encontraron lleno de vidrios rotos.

— ¿Qué triquiñuela infame! -exclamó el hijo mayor-. ¡Qué crueldad hacia sus hijos!
— Pero, ¿qué podía hacer? -preguntó tristemente el segundo hijo-. Seamos francos. De no haber sido por el
cofre, lo habríamos descuidado hasta el final de sus días.
Versión: 01
Servicio Nacional de Aprendizaje - SENA
Código: F08-6060-004
Regional Arauca.
Sistema Integrado de Mejora CUESTIONARIO Página 8 de 10
Continua Institucional

— Estoy avergonzado de mí mismo -sollozó el hijo menor-. Obligamos a nuestro padre a rebajarse al
engaño, porque no observamos el mandamiento que él nos enseñó cuando éramos pequeños.

Pero el hijo mayor volcó el cofre para asegurarse de que no hubiera ningún objeto valioso oculto entre los
vidrios. Desparramó los vidrios en el suelo hasta vaciar el cofre.

Los tres hermanos miraron silenciosamente dentro, donde leyeron una inscripción que el padre les había
dejado en el fondo: “Honrarás a tu padre y a tu madre”.
Versión: 01
Servicio Nacional de Aprendizaje - SENA
Código: F08-6060-004
Regional Arauca.
Sistema Integrado de Mejora CUESTIONARIO Página 9 de 10
Continua Institucional

Caso 7. EL ELEFANTE ENCADENADO

Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales.
También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la
enorme bestia hacia despliegue de su tamaño, peso y fuerza descomunal… pero después de su actuación y
hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que
aprisionaba una de sus patas clavadas a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era
solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena
era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia
fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir.

El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye? Cuando tenía 5 o 6 años yo todavía
en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el
misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado.
Hice entonces la pregunta obvia: -Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido
ninguna respuesta coherente. Con el tiempo me olvide del misterio del elefante y la estaca… y sólo lo
recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.

Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para
encontrar la respuesta: El elefante del circo no se escapa porque ha estado atado a una estaca parecida
desde muy, muy pequeño. Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca. Estoy
seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró, sudó, tratando de soltarse. Y a pesar de todo su
esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado, y que al día
siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía… Hasta que un día, un terrible día para su
historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.

Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no se escapa porque cree -pobre- que NO PUEDE.
Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo
peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás… jamás… intentó poner a prueba
su fuerza otra vez…
Versión: 01
Servicio Nacional de Aprendizaje - SENA
Código: F08-6060-004
Regional Arauca.
Sistema Integrado de Mejora CUESTIONARIO Página 10 de 10
Continua Institucional

También podría gustarte