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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA MEDIEVAL, 2° CUATRIMESTRE DE 2019

TEÓRICO-PRÁCTICOS (VIERNES 17:00-19:00)


PROF. CAROLINA FERNÁNDEZ

LA DOCTRINA DE LA SUSTANCIA EN LA METAFÍSICA DE ARISTÓTELES


Y SU LEGADO A LA EDAD MEDIA

– Antecedentes: la doctrina de la sustancia transmitida en los tratados lógicos menores de


Aristóteles (Categorías y De Interpretatione) a los primeros siglos de la Edad Media (Logica
Vetus). El papel de Porfirio y Boecio. El “árbol de Porfirio” y la transmisión del esquema lógico de
géneros y especies.

– Recepción de la Metafísica en Occidente en el siglo XIII y las nuevas problemáticas que se


plantean sobre la sustancia

1. Metafísica VII, cap. 1 1028a 10-30: La sustancia como sentido primario del ser

“La expresión ‘algo que es’ se dice en muchos sentidos, según distinguimos ya con anterioridad en
el tratado Acerca de cuántos sentidos (tienen ciertos términos) (Met. V 7). De una parte, en efecto,
significa el qué-es y algo determinado y, de otra parte, la cualidad, la cantidad o cualquier otra de
las cosas que se predican de este modo. Pues bien, si «lo que es» se dice tal en todos estos sentidos,
es evidente que lo que es primero de (todos) ellos, es el qué-es referido a la entidad (efectivamente,
cuando queremos decir de qué cualidad es algo determinado, decimos que es bueno o malo, pero no
que es de tres codos o un hombre; por el contrario, cuando queremos decir qué es, no (decimos) que
es blanco o caliente o de tres codos, sino «hombre» o «dios»), mientras que las demás se denominan
«cosas que son» porque son cantidades o cualidades o afecciones o alguna otra determinación de lo
que es en el sentido señalado. Por eso cabe considerar la aporía de si «pasear», «sanar» y «estar
sentado» son, respectivamente, algo que es o algo que no es, y lo mismo acerca de cualesquiera
otras cosas semejantes. Y es que ninguna de estas cosas es (existente) por sí ni capaz de existir
separada de la entidad, sino que, con más razón y en todo caso, entre las cosas que son se contarán
el que pasea, el que está sentado y el que sana. Estas determinaciones parecen cosas que son, más
bien, porque tienen un sujeto determinado (o sea, la entidad individual), el cual se patentiza en tal
forma de expresión; en efecto, si se prescinde de él, no es posible hablar de «lo bueno» y «lo que
está sentado». Es, pues, evidente que en virtud de aquélla es cada una de estas determinaciones, de
modo que lo que primeramente es, lo que no es en algún aspecto, sino simplemente, será la
entidad”.1

2. Ib., cap. 4, 1030a 30 - 1030b: La esencia de la sustancia y de las restantes categorías

“… señalaremos ahora que igualmente la esencia se da de modo primario y absoluto en la entidad, y


posteriormente en las demás <categorías>, y lo mismo el qué-es: no se trata de la esencia en sentido
absoluto, sino de la esencia de la cualidad o de la cantidad. De éstas hay que decir, en efecto, o bien
que se trata de cosas que son solamente por homonimia, o bien <que son> según matices y reservas
que añadiremos o suprimiremos, como también <decimos que> lo no-cognoscible es cognoscible.
En efecto, lo correcto es que ni se dice por mera homonimia ni tampoco con el mismo sentido, sino
como “médico”: porque guardan relación a una y la misma cosa, y no porque su significado sea uno
y el mismo, a pesar de lo cual tampoco se trata de homonimia. En efecto, un cuerpo, una operación

1 Aristóteles. Metafísica. Introducción, traducción y notas de Tomás Calvo Martínez. Madrid, Editorial Gredos, 1994.

1
y un instrumento no se denominan “sanos” ni por homonimia ni según un único significado, sino
por relación a una cosa única” (Met. IV 2, 1003a34-b6.).

3. Ib., cap. 10, 1035a 25 - 1035b; 1035b 13 - 22; 1035b 32 - 1036a 13: Las partes de la
sustancia compuesta y su inclusión en la definición

“… todas las cosas que son compuestas —como lo chato y el círculo de bronce— tienen materia y
forma, y se descomponen en estas, y la materia es una parte de ellas. Por el contrario, todas las
cosas que no se conciben con materia, sino sin materia, cuyos enunciados son solamente de la
forma, o bien no se descomponen en absoluto, o bien no <se descomponen> del mismo modo. Por
consiguiente, estos <componentes> son principios y partes de aquellos <compuestos>, pero no son
partes ni elementos de la forma. Y de ahí que la estatua de barro se descomponga en barro, y la
esfera <de bronce> en bronce, y Calias en carne y huesos, y el círculo, a su vez, en segmentos. […]
las partes que lo son en cuanto materia y en las cuales, como en su materia, se descompone <el
todo>, son posteriores. Por el contrario, las partes del enunciado, es decir, de la entidad según el
enunciado, son anteriores todas o algunas de ellas. Y puesto que el alma de los animales (ella es, en
efecto, entidad de lo animado) es la entidad según el enunciado, es decir, la forma específica y la
esencia de tal tipo de cuerpo […], se concluye que las partes del alma son —todas o algunas de ellas
— anteriores al compuesto animal, y lo mismo en el caso de los animales particulares. Por el
contrario, el cuerpo y sus partes son posteriores a tal entidad, y se descompone en ellas, como
materia, no la entidad, sino el compuesto. […]
Una parte puede, pues, serlo de la forma (y llamo forma a la esencia), o bien del compuesto de
la forma y de la materia misma. Pero las partes del enunciado son solamente las de la forma y, a su
vez, el enunciado es de lo universal: en efecto, lo mismo son el círculo y aquello en que consiste
ser-círculo, el alma y aquello en que consiste ser-alma. Pero del compuesto, por ejemplo, de este
círculo o de cualquier círculo particular, sea sensible o inteligible —llamo círculos inteligibles a los
matemáticos, por ejemplo, y sensibles a los de bronce o madera—, de estos no hay definición […].
Sin embargo, siempre cabe enunciarlos y conocerlos por medio de un enunciado universal. La
materia, a su vez, es por sí misma incognoscible. Y hay la materia sensible y la inteligible: sensible,
como el bronce, la madera y toda materia sometida a movimiento; inteligible, la que se da en las
cosas sensibles, pero no en tanto que sensibles, por ejemplo, las realidades matemáticas”.

3. Ib., cap. 11, 1036a 25 - 1036b 8:

“Surge, con razón, la aporía de cuáles son partes de la forma y cuáles no (lo son de ésta), sino del
compuesto. Desde luego, si esto no está claro, no será posible definir cada cosa, pues la definición
es de lo universal y de la forma. Así pues, si no está claro qué partes lo son en tanto que materia y
qué partes no, tampoco estará claro el enunciado de la cosa. Pues bien, aquellos casos en que
observamos que algo se realiza en sustratos de distinta especie, por ejemplo, el círculo (se realiza)
en bronce, en piedra y en madera, en tales casos parece estar claro que ni el bronce ni la piedra son,
en absoluto, una parte de la entidad del círculo, dado que éste puede separarse de ellos. Y nada
impide que ocurra lo mismo con todas aquellas cosas que no vemos que se den separadas:
supongamos, por ejemplo, que todos los círculos observados fueron de bronce; no por ello el bronce
sería, con mayor razón, una parte de la forma, a pesar de que sería difícil separarlo con el
pensamiento. Así, la forma del hombre se manifiesta siempre en carnes, huesos y partes de este tipo.
¿Son éstas también, entonces, partes de la forma y del enunciado, o no, sino que son más bien
materia, sólo que no somos capaces de separarlas de la forma porque ésta no se realiza en otras
cosas?”

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