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Crónica: cómo influyó la pandemia en el

pago de los recibos de agua en el Perú


El 16 de marzo de 2021 se cumplió un año del inicio del estado de emergencia en el Perú,
para evitar la propagación de la COVID-19, que implicó severas restricciones para la
población, como la inmovilización obligatoria y, con ello, el cierre de muchos negocios.
Por ello, el gobierno peruano anuló el pago de los recibos por el servicio de agua, cuya
deuda se fraccionaría después, pero, ¿cómo afectó esta medida a las empresas prestadoras
de los servicios de saneamiento?
***

Ramiro recuerda la llamada insistente que recibió una tarde de los últimos días de
abril de 2020. La primera vez no respondió, no tenía cerca su celular. La segunda
vez vio que era la dueña que le alquilaba el local donde funciona su restaurante, en
Lima, capital del Perú. Aceptó la llamada, intercambiaron unos saludos: no le
renovaría el alquiler del local.

Desazón y recuerdos lo invadieron tras asimilar que era el final del negocio que había
tenido por más de 10 años. Entonces rememoró aquella tarde del domingo 15 de
marzo del 2020, cuando cerró la reja de su negocio –sin saber que sería la última
vez–, regresó a su casa, saludó a su familia y se puso a escuchar, para su sorpresa, el
discurso que pronunciaba Martín Vizcarra, entonces presidente del Perú.
-¿De qué se trata? –le preguntó a su hija.

Hasta entonces había recibido pocas noticias del nuevo coronavirus. “China está
lejísimos”, se aliviaba. “Luego de hacer una evaluación seria y responsable, hemos
aprobado, en Consejo de Ministros, de manera unánime, un decreto supremo que
declara el estado de emergencia nacional por las graves circunstancias que afectan a
la Nación”, le escuchó decir al presidente Vizcarra. Por entonces, Ramiro no
avizoraba la magnitud de lo que vendría semanas después. Por eso, pensó en
aprovechar esos quince días de inmovilización obligatoria que decretó el Gobierno,
a fin de disminuir los contagios, para descansar, luego de tantos años de trabajo.
Días después, con la segunda extensión de la cuarentena por otra quincena, acordó
con la dueña del local que el pago del mes lo cubriría la garantía que aportó cuando
iniciaron el contrato del alquiler.

Pero, con el paso de los días, notó que el problema y las restricciones tomarían más
tiempo: aumentaban los contagios, escuchaba noticias de contagiados y muertes
sospechosas por covid-19 en el mercado y lugares cercanos de su restaurante –en
uno de los cerros del distrito limeño de Comas– y el colapso de los hospitales en
varias partes del país.

A la vez, ningún acuerdo parecía convencer a la dueña del local, quien, recuerda
Ramiro, le ofreció dividir el pago del alquiler del segundo mes de emergencia (600
soles, cerca de 170 dólares) en los próximos dos meses, es decir, ahora debía
cancelarle 900 soles. Aun si volvía a trabajar, la incertidumbre gobernaba a Ramiro
pues sabía que su negocio no volvería a ser como antes, sobre todo en sus ingresos.
Sin una solución concreta, mantenía la esperanza de que el Gobierno anuncie
alguna disposición para normar los alquileres, como esperaban los padres con los
colegios particulares. Rota toda posibilidad de acuerdo y vigente el cobro íntegro del
alquiler por cada día que pasaba, llegó el final de su negocio.
A la par, consideró que sus más de 60 años era un riesgo para volver a atender a sus
clientes, y, sobre todo, un impedimento mayor: es informal. Ramiro infirió que ser
informal lo exponía a la fiscalización de la municipalidad, una multa, el cierre y,
posiblemente, una coima. Entonces, tras analizar que no volvería a trabajar y
desechar recibir cualquiera de los bonos del Gobierno, así como retirar algún monto
por AFP –es informal y siempre lo fue–, concluyó que no volvería a tener ingresos y
analizó sus gastos futuros, entre ellos, por los servicios básicos, como el agua potable.
El martes 17 de marzo, el segundo día de la emergencia, Martín Vizcarra daba un
anuncio sustancial, aunque somero durante su conferencia: “Se coordina con las
empresas de los servicios públicos para postergar el pago correspondiente a marzo
del 2020”. Horas después, el entonces ministro de Vivienda, Rodolfo Yáñez,
profundizaba a la prensa: “A nivel nacional, los recibos de agua de marzo se
postergarán y prorratearán en los próximos doce meses, según se establecerá en un
decreto supremo. El Ministerio de Vivienda se encuentra elaborando un dispositivo
legal que viabilice esta medida. Se estudia la situación de las EPS [empresas de
agua] a nivel nacional”.

- ¿Pagamos el recibo de agua?, le preguntó Ramiro, a su esposa, una tarde, al


culminar el almuerzo.
“Las empresas prestadoras deben garantizar el normal funcionamiento de
suministro de agua potable, así como la recolección y el tratamiento de las aguas
residuales en los horarios habituales. Se solicita al gobierno nacional una
transferencia excepcional para la adquisición de equipos e implementos a fin de
asistir a la población sin conexión a la red”, solicitó la Asociación Nacional de
Empresas Prestadoras de los Servicios de Saneamiento del Perú (Anepssa), el ente
que agrupa a las empresas de agua del país, el lunes 16 de marzo, el primer día de la
emergencia, en sus redes oficiales. Y luego alertaría, en sendos comunicados, como
el 22 de marzo: “en el Día Mundial del Agua, las empresas ruegan no romper la
cadena de pago de sus recibos [porque] se rompe también la cadena de suministros
de insumos químicos para potabilizar el agua, de servicios como el de energía
eléctrica y otras obligaciones básicas programadas mensualmente”; el 26 de marzo:
“Anepssa solicita a la PCM incluir en paquete de asistencia económica a las 50
empresas prestadoras de agua y saneamiento del país. Se solicita una transferencia
de 253 millones de soles [cada mes] como asistencia para garantizar el
abastecimiento de agua y alcantarillado a 20 millones de personas a nivel nacional”; el
27 de marzo: “empresas de agua y saneamiento solicitan pago de los recibos ante
riesgo de corte de cadena de pagos. El pago de los recibos de agua permitirá el
suministro de insumos químicos, energía eléctrica, materiales diversos y pago de
los operadores”; el 30 de marzo: “el prorrateo de los recibos de agua de marzo y
abril, hasta por 24 meses, corresponde para el ámbito de concesión de Sedapal
[empresa de agua de Lima], no se cuenta con disposición alguna para las EPS del
interior del país. Solicitamos responsablemente posibilitar la prestación de nuestros
servicios, dirigida a preservar la cadena de pagos, por el bien común, asumiendo la
cancelación de los recibos que se vienen acumulando”; el 3 de abril difundieron una
carta dirigida al presidente Vizcarra, en la que las “empresas prestadoras de agua y
saneamiento solicitan inclusión en medidas económicas por el COVID-19”; y el 7 de
abril, un comunicado suyo sentencia: “las empresas prestadoras vienen sufriendo
inexorablemente el estrés de falta de recursos financieros, liquidez como capital de
trabajo para honrar las obligaciones de pago de personal, suministro de insumos
químicos, bienes y servicios esenciales para garantizar el abastecimiento de agua y
saneamiento a nuestros consumidores y usuarios y, gratuitamente, a las áreas sin
acceso a la red pública”. Las empresas de agua del Perú pedían auxilio financiero
para continuar con la dotación de la principal herramienta para evitar la propagación
del virus, mediante el lavado de manos.
“En los últimos años, las empresas prestadoras públicas han tenido, en promedio,
retornos negativos al patrimonio (con excepción de Sedapal), lo que muestra que se
están descapitalizando sistemáticamente. En otras palabras, están destruyendo
valor”, sentencia el Plan Nacional de Saneamiento 2017 – 2021 del Perú, elaborado
por el Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento (MVCS).

El documento añade que los resultados evidencian que las demás empresas
prestadoras (con excepción de Sedapal) no han sido capaces de cubrir los costos de
operación con sus ingresos. “Las causas del débil desempeño de las empresas
prestadoras son diversas, el tamaño de mercado es una limitante, razones por las
que operan por debajo de la escala mínima eficiente. El alto grado de atomización
en la prestación de servicios de saneamiento perjudica la gestión empresarial (…).
Con el proceso de descentralización –con excepción de Sedapal– el Estado
transfirió a título gratuito a las municipalidades, los activos de las filiales y
unidades operativas de la antigua empresa Servicio Nacional de Abastecimiento de
Agua Potable y Alcantarillado (SENAPA); los gobiernos locales quedaron desde
entonces como titulares de la propiedad de las empresas prestadoras públicas. Los
resultados antes expuestos muestran que la descentralización del sector
saneamiento a los gobiernos locales tampoco ha traído los beneficios esperados en
calidad y expansión de los servicios”, reflexiona el texto.
Por ello, en el 2013 se creó el Organismo Técnico de la Administración de los Servicios
de Saneamiento (Otass), adscrito al MVCS. “Dicho órgano también se encuentra
facultado para intervenir a las empresas prestadoras públicas de accionariado
municipal en condición de insolvencia financiera y operativa a fin de mejorar su
desempeño”, explica el mencionado Plan. De hecho, a mayo de 2020, son 18
empresas prestadoras más Agua Tumbes (entidad que brinda el servicio en la
región fronteriza, en situación especial luego un fracasado proceso de
privatización), las que se encuentra en el Régimen de Apoyo Transitorio, que dirige
el Otass y administra el servicio de agua para 4 millones de peruanos ubicados en 10
regiones (Tumbes, Lambayeque, Cajamarca, Amazonas, Lima, Ica, Moquegua,
Pucallpa, San Martín y Loreto).
- “Además de seguir entregando agua a los hogares peruanos, las EPS instalan
puntos para el lavado de manos, colaboran con la limpieza de mercados y calles,
atienden emergencias las 24 horas. Ahora nos preparamos para afrontar una
situación difícil por real disminución de ingresos”, escribió Óscar Pastor, director
ejecutivo del Otass, en su Twitter, el 29 de marzo de 2020.

“¿Por qué es importante pagar tu recibo de agua?”, publicó la empresa de agua de


Cajamarca, Sedacaj, en sus redes sociales, en último mayo, para exhortar, como la
mayoría de las empresas, al pago voluntario del recibo, a la par que habilitaban la
modalidad virtual o ampliaban centros autorizados en bodegas.

“Hemos emitido un decreto de urgencia con varios temas (…). Se dispone el


fraccionamiento de los recibos de agua para que las familias no tengan que pagar
sus recibos y el consumo pueda ser prorrateado, fraccionado en los próximos 24
meses”, indicó el presidente Vizcarra, en su conferencia del 10 de abril de 2020, al
anunciar el Decreto de Urgencia n ° 036-2020, y que el ministro Yáñez explicaba
así, a los medios de comunicación: “Los beneficiarios de esta medida serán los
usuarios de las categorías social y doméstica cuyo consumo no supere los 50 metros
cúbicos mensuales. Estimamos que esta medida favorecerá a aproximadamente 16
millones de peruanos y peruanas”.
Con ello se oficializó la postergación del pago de los recibos de agua, durante el
estado de emergencia, y su fraccionamiento, hasta por 24 meses, pero, sobre todo,
la autorización para que las empresas prestadoras puedan financiar sus costos con
los recursos de sus fondos de inversiones y sus reservas por mecanismos de
retribución por servicios ecosistémicos, gestión del riesgo de desastres y adaptación
al cambio climático.

Hasta antes de ese drástico cambio, Ramiro se levantaba muy temprano, todos los
días, para iniciar sus actividades. Entre lo primero que hacía era abrir la llave de la
red de agua potable para llenar su tanque, cuya capacidad bordea los mil litros.
Luego de 20 minutos, cerraba la llave y se alistaba para poner en marcha su
negocio.

Con el agua que recibe de Sedapal, Ramiro y las tres familias que se abastecen de la
misma conexión pueden realizar todas sus actividades. En un mes, en promedio, las
tres familias consumen 30 metros cúbicos de agua, por lo que pagan cerca de 100
soles al mes. Con la cuarentena, Ramiro –como lo hemos llamado, pues prefirió
mantener su nombre en reserva– notó que el consumo de agua aumentó, por lo
que, ahora, debe abrir la llave de la red dos veces al día, para no tener
inconvenientes en las noches.
Para decidir si pagaría el recibo, preguntó a las otras dos familias. En marzo de
2020, según el presidente de Sedapal, el 40 % de los usuarios pagó su recibo; en La
Libertad, según el presidente de Sedalib, la empresa del departamento de La
Libertad recaudó el 18 % del dinero que normalmente reciben por el servicio; en
Arequipa, según el gerente general de Sedapar, los ingresos de la empresa cayeron
45 %, comparado con los pagos hechos a fines de marzo del año pasado; y la EPS
Grau, en Piura, proyectaba una pérdida de S/ 5 millones en marzo por el no pago de
los usuarios.

“Ello representa [la postergación del pago] para las EPS dejar de recibir, por ahora,
S/ 110 millones, pero es un esfuerzo necesario”, proyectó el ministro de Vivienda, el
11 de mayo de 2020, ante la Comisión de Vivienda del Congreso.

“Igual tendremos que pagar después”, le respondió el hermano de Ramiro, cuando


conversaban si postergarían el pago del agua. Entonces descansaban tras subir las
cosas de Ramiro a un camión para la mudanza del local, con destino a un nuevo
futuro, que, por ahora, es incierto.
***

Actualización: esta crónica se escribió en junio de 2020, con motivo de un concurso


de crónicas que organizó el Instituto de Estudios Peruanos (IEP) y del que resultó
reconocido este texto, entre otras dos historias del autor. Posterior a esa fecha,
específicamente hasta marzo de 2021, se emitieron algunas disposiciones para la
sostenibilidad del servicio de agua potable en el Perú.

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