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El perfil del egresado actual incluye los siguientes rasgos distintivos:

Amplias habilidades y capacidades para el desempeño en un campo profesional específico.

Se alcanzan mediante la atención en el proceso de enseñanza al desarrollo de competencias profesionales


generales. Esto permite la movilidad relativamente amplia dentro de una rama de los conocimientos.

Elevada especialización profesional, al interior de sub ramas relevantes del quehacer profesional
contemporáneo.

Se alcanza mediante la atención en el proceso de enseñanza al desarrollo de competencias profesionales


específicas. Permite desempeños exitosos dentro de campos cada vez más estrechos de desempeño
profesional. Garantiza la focalización en determinadas áreas de interés, casi siempre identificadas como
de interés académico, y garantiza la reproducción de especialistas de alto rango y perfil estrecho.

Apertura hacia las problemáticas vinculadas a las NTICs (Nuevas Tecnologías de la Información y
la Comunicación) y la informatización de la sociedad.

Garantiza tanto el manejo de herramientas generales, como de otras específicas de las profesiones, que
elevan su efectividad práctica.

Limitadas capacidades y habilidades para el diálogo con otros campos profesionales, en particular
los opuestos en el binomio ciencias-humanidades.

Es el costo de la especialización, que descuida el resto de la formación universitaria y produce como


efecto de largo plazo, dos debilidades asociadas: 1) la incapacidad para el diálogo con otras
especialidades relativamente lejanas. 2) la profundización de la separación en dos “culturas” incapaces de
dialogar entre sí, la humanística y la científico-técnica.
Falta de una formación “para-científica”, que complemente el currículo con información de elevada
utilidad para el desempeño profesional, concerniente a legislación, economía y procesos
económicos, política (en especial de ciencia, tecnología y educación), inserción social de los
conocimientos y aplicación de los resultados de la ciencia y la tecnología en la vida social.

Esta trama curricular prácticamente inexistente en el nivel universitario enfrenta al egresado a una
práctica social que demanda conocimientos ausentes, que se buscan entonces mediante la improvisación
en la práctica y en algunas actividades de postgrado que los introducen. Se debe en parte a una debilidad
de la formación académica práctico-productiva, que tiene un carácter casi siempre formal y
complementario; y en parte a la imposibilidad de sobrecargar el currículo universitario intentando
incorporar la diversidad de la vida profesional real.

Formación ambiental débil, que apenas rebasa los niveles de información mínimos para superar la
educación anti ambiental heredada de la modernidad europea.

Es una de las debilidades más agudas de la formación universitaria actual que cumple parcialmente con
los objetivos de la educación ambiental y la educación para el desarrollo sostenible.

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