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2- En relación a los textos de “El reposicionamiento de las ciudades y

regiones urbanas en una economía global…” (Saskia Sassen), y el de


“Revolución y contrarrevolución en la ciudad global…” (Jordi Borja), se
plantea que hay “redes transfronterizas como una forma espacial urbanizada”
que da como consecuencia un “urbanismo globalizada versus urbanismo
ciudadano”.

2- Luego de analizar los textos de “El reposicionamiento de las ciudades y


regiones urbanas en una economía global…” (Saskia Sassen), y el de
“Revolución y contrarrevolución en la ciudad global…” (Jordi Borja),
podemos plantear que es verdadero decir que mediante el avance de la
globalización se formaron diferentes “redes transfronterizas como una forma
espacial urbanizada”, pudiendo distinguir dos tipos de urbanismo: un
“urbanismo ciudadano versus un urbanismo globalizado”.
En la actualidad, se puede distinguir diferentes circuitos económicos llevados
adelante por ciertos países, que se terminan concretando en el plano espacial,
con una geografía bien definida. Como bien explica Saskia Sassen, “con la
globalización, esta capacidad de redistribuir globalmente ha crecido
velozmente. Estos circuitos son multidireccionales y cruzan el mundo,
alimentando la geografía Inter ciudades con nodos estratégicos esperados e
inesperados.” (Sassen, 2007, p. 20) En este sentido se puede explicar que
diferentes ciudades se integran a estas redes y circuitos comerciales que
superan las fronteras, expresándose en una geografía distinta, más
concentrada e intensificada.
Sin embargo, esta caracterización de las ciudades como puntos nodales que
forman parte de una red mucho más grande, globalizada y competitiva también
despertó diferentes reacciones sociales y políticas adversas. Estas reacciones
adversas se fundamentan en que la aceptación de la competitividad en algunas
ciudades se traduce en una situación de dependencia, desigualdad, y
dualización social.
Esta situación de resistencia de las ciudades a la conformación de redes
transfronterizas se puede ver traducido en una conformación geográfica, como
es el urbanismo ciudadano, en contraposición a un urbanismo globalizado
(característico de las redes transfronterizas). Para caracterizarlos, podemos
decir que el urbanismo globalizado se distingue por una urbanización difusa y
discontinuas, compuesto por enclaves, parques temáticos y áreas marginales,
siendo funcional a los requerimientos de la globalización. En contraste a esto,
el urbanismo ciudadano sienta sus bases en el espacio público y la
funcionalidad social, siendo central la identidad urbana, la morfología del lugar,
entre otros aspectos.
Como dice Jordi Borja, “en el marco de la economía globalizada capitalista, de
la propiedad privada del suelo y de la mercantilización de la vivienda, la
tendencia dominante es la “urbanización difusa” y la producción de enclaves o
parques temáticos de ocio” (Borja, 2007, p. 45), haciendo una fuerte resistencia
el “urbanismo ciudadano”. Visto desde el otro lado, la globalización, las redes
comerciales transfronterizas, la competitividad entre los territorios también
necesita que las ciudades tengan un urbanismo globalizado, compuesto por
ofertas culturales y comerciales, atractivo desde el exterior.
Por otra parte, esta desigualdad, inherente a la globalización y a la economía
mundo actual, se puede presentar mediante un “lucha de clases en el
territorio”, por la diferenciación entre los incluidos y los excluidos. Según Borja,
una salida posible a esta situación puede ser la integración ciudadana
mediante el urbanismo, incluyendo las iniciativas públicas y la cooperación
privada, reelaborando los derechos ciudadanos, construyendo un nuevo
consenso ciudadano democrático.

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