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Estudio realizado en cinco universidades del país revela la tolerancia estudiantil hacia el
fraude.
Por: REDACCIÓN BOGOTÁ
Una desconfianza mayor que la del resto de los colombianos, poca tolerancia hacia algunos
grupos poblacionales y opiniones inquietantes sobre temas como el porte de armas, la
violencia y la trampa. Estas son algunas de las conclusiones que se desprenden de una
encuesta realizada por el centro de pensamiento Corpovisionarios –ligado al exalcalde
Antanas Mockus– entre universitarios de Bogotá, Medellín y Cartagena.
El estudio reveló datos preocupantes sobre la percepción que tienen los universitarios acerca
del fraude. Ocho de cada diez encuestados piensan que más de la mitad de sus compañeros
lo han cometido y seis de cada diez, que más de la mitad han mandado a hacer tareas o
trabajos a terceros.
No obstante, el 59 por ciento opinó que quien “sabe tomar atajos” para obtener lo que quiere
es tramposo y el 22, que es oportunista, mientras que el 17 por ciento dijo que es ingenioso
y el 1 por ciento, exitoso.
Soborno y evasión
La mitad de los jóvenes entrevistados cree que todos hemos sobornado a un policía por lo
menos una vez en la vida. Para cuatro de cada diez, evadir impuestos es un delito menor –en
comparación con los demás problemas del país– y para tres de cada diez, la mayoría de
personas exitosas han sido corruptas en algún momento.
Una parte importante de la población encuestada considera poco o nada grave aparentar una
enfermedad para evadir responsabilidades (50 por ciento), colarse en el transporte público
sin pagar (49), quedarse con las vueltas cuando le dan de más (48) y evadir impuestos
comprando en el mercado negro.
Otra de las conclusiones que preocupan es que, aunque los universitarios parecen más
tolerantes que el promedio nacional frente a grupos poblacionales como los homosexuales,
lo son menos frente a desplazados y desmovilizados. “Esto puede ser crítico de cara a una
eventual firma de la paz y en el posconflicto, cuando se supone que debemos estar preparados
para los cambios”, explican los investigadores.
En cuanto a las instituciones de seguridad, se fían más del Ejército que de la Policía, y
respecto a los medios de comunicación, desconfían menos de la radio que de la prensa y la
televisión.
Tampoco están contentos con las instituciones políticas (Gobierno, alcaldías, gobernaciones,
Congreso, políticos y funcionarios públicos). En la mayoría de los casos, su desconfianza es
casi el doble que la del promedio nacional, “que ya de por sí es baja”, explicaron los
responsables del estudio.
Los jóvenes piensan además que la corrupción no solo atraviesa al Estado, sino a toda la
sociedad: ocho de cada diez consideran que más de la mitad de los funcionarios públicos son
corruptos y cinco de cada diez, que más de la mitad de los ciudadanos también lo son.
Justificación de la violencia
Un dato que preocupa a los investigadores del estudio es el porcentaje de estudiantes que
admite estar de acuerdo con portar un arma para defenderse, pues dobla al promedio nacional,
que es de 15 por ciento.
También alertó el hecho de que 5 de cada 10 encuestados aprueben que un ladrón sea
linchado por otras personas si este es atrapado en medio de un acto delictivo. En cuanto
a la violencia intrafamiliar, 5 de cada 100 estudiantes afirmaron que cuando un esposo golpea
a su pareja lo hace porque seguramente esta le dio motivos, y 3 de cada 10 creen que hay que
golpear de vez en cuando a los hijos para que aprendan a obedecer. Vale la pena aclarar que
en este último ítem los resultados son muy similares a los del promedio nacional. “Lo que
podemos deducir es que no hay un avance o relevo generacional frente a estas prácticas
machistas”, explica el estudio.
‘Todavía seguimos con la cultura del atajo’
Henry Murrain, de Corpovisionarios
¿Por qué escogieron estas universidades?
¿Qué lo sorprendió?
Todos estos años se pensó la educación solo en materia de formación para el trabajo y nunca
en una que forme para la ciudadanía.
Sí, sobre todo en la ‘cultura del atajo’. Todas las instituciones del país deberían estar
preocupadas por esta situación.
Sí, en la medida en que más universidades nos abran sus puertas. Queremos discutir con las
directivas cuál es la mejor manera de mostrar nuestros resultados y que estos generen
cambios en el futuro.
REDACCIÓN BOGOTÁ