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HISTORIA DE LA PSIQUIATRÍA
La historia de la psiquiatría no empezó recientemente. Sino que se
remonta a Hipócrates (460-377 a.C.). Hasta entonces estas enfermedades
eran consideradas de origen extranatural ocasionadas por espíritus y otras
fuerzas mágicas extrañas. Con Hipócrates y la medicina griega se introduce el
concepto de enfermedad mental de causa fisica, por alteraciones en la
interacción de los considerados cuatro humores básicos del cuerpo (sangre,
bilis negra, bilis amarilla y flema). Si bien estos conceptos no tienen ninguna
base en la actualidad, lo cierto es que fueron muy importantes para sustraer la
enfermedad mental del campo mágico y situarla en el ámbito de la medicina.
Sin embargo, el esperanzador camino que se inició con Hipócrates y la
medicina griega, y que se continuó con la medicina romana (Galeno y otros),
se truncó durante la Edad Media, en la que renació el oscurantismo, y las
ideas sobre la enfermedad mental se empañaron nuevamente por
concepciones extranaturales.
El primitivismo y la brujería ocuparon entonces el lugar de la medicina y
los médicos. Tan sólo en la cultura árabe persistieron los principios científicos
y humanitarios, de forma que en Arabia se fundó el primer hospital
psiquiátrico, en Bagdad en el año 792. Por el contrario, en Europa el
tratamiento de estos enfermos se relegó a los monasterios, donde
inicialmente, durante la primera parte del Medievo, los monjes, aunque con
puntos en vista desenfocados, daban a 108 enfermos un trato respetuoso
delicado, pero más adelante, con un pensamiento demonológico, se
endurecieron las prácticas exorcistas y el castigo se consideró un buen medio
para ahuyentar al demonio. Hacia finales del siglo XV la situación empeoró
para estos pacientes, puesto que se les consideraba culpables de una alianza
satánica, y muchos de ellos perecieron en la hoguera de la mano de la
inquisición. El dramatismo dc los siglos XVI y XVII se aplacó y la última
ejecución por brujería se realizó en 1782, aunque las ideas peculiares sobre la
locura se extendieron en el pueblo hasta bien entrado el siglo XIX, y en cierta
medida hasta nuestros días.
Esta situación perduró hasta finales del siglo XVIII y la Revolución
Francesa, pero destacan notables excepciones, como la creación del primer
nosocomio del Viejo Mundo en Valencia por parte del padre Jofté, en 14 IO, y
la asistencia a orates en 1405 en el Hospital dc la Santa Cruz y San Pablo en
Barcelona, así corno la fundación del hospital de San Hipólito en Méjico,
primero en el Nuevo Mundo, por parte de Bernardino Álvarez en 1567. De
mejor o peor recuerdo, durante los siglos XVII y se crean en Europa
sanatorios en Francia, Viena, Bélgica, Inglaterra e Italia.
En 1792, dc la mano de la Revolución Francesa, surge en Francia la
figura destacada de Pinel, que la comuna revolucionaria dc París nombra
Director del Hospital de ta Bictre y posteriormente de In famosa Salpetriêre,
que todavía existe en la actualidad. Pinel liberó a enfermas de las cadenas,
según acreditan algunos cuadros dc la época; mejoró las condiciones de los
hospitales; trabajó sobre el marco científico de la psiquiatría, e implantó el
llamado tratamiento moral, que fue bien acogido rápidamente en Inglaterra,
Alemania y Estados Unidos. Durante el siglo XIX se desarrolló de manera
esplendorosa la psiquiatría francesa (Esquirol y Falret, entre otros), y desde
mediados de esa centuria surgió con fuerza la psiquiatría alemana
(Griescnger), de forma que ambas marcan en el siglo XIX las directrices de
esta nueva psiquiatría, cuyas posibilidades más notables son las siguientes:
TENDENCIAS DOCTRINALES EN LA
PSIQUIATRÍA ACTUAL
Tendencia médico-biológica
Tendencia cognitivo-condúctual
Para el conductismo, los síntomas son la enfermedad que hay que tratar
y la desaparición de éstos supone la curación. Las técnicas de trabajo de esta
corriente se basan en los principios del aprendizaje para descondicionar
conductas patológicas o condicionar otras más sanas. La aplicación inicial a
las fobias y los rituales obsesivos se ha extendido a otros trastornos
(depresiones no melancólicas, fobias sociales, bulimia nerviosa, personalidad
límite, etc.). Lo cierto es que esta corriente ha ido modificando su propio
modelo y ofrece técnicas de tratamiento eficaces para algunos trastornos, si
bien no es aplicable a las enfermedades mentales (psicosis, melancolía).
INTRODUCCIÓN
Aunque hay diferentes cuadros que pueden ser incluidos en este apartado,
destacamos los más importantes: a) esquizofrenia; b) trastorno bipolar (antigua
psicosis maniacodepresiva); c) melancolía, un subtipo de depresión grave de
causa neurobiológica y constitucional, y d) paranoia, subtipo de psicosis
especialmente grave por su resistencia al tratamiento, presencia de delirios muy
estructurados y, como gran diferencia con la esquizofrenia, conservación de las
funciones psíquicas y de la personalidad.
3. Neurosis. Hasta finales del siglo XIX, estos trastornos no captaron una
atención especial de la psiquiatría. Con Freud y el psicoanálisis se
introducen en el campo del conocimiento psiquiátrico, en el contexto de
trastornos que no producen distorsiones graves de la realidad, como las
psicosis, pero que pueden acarrear problemas, a veces graves, de la
relación del individuo consigo mismo o con su entorno. En principio se les
atribuyó una causa psicológica, centrada en el conflicto intrapsíquico,
frecuentemente infantil, pero en las últimas décadas se han perfilado
factores biológicos en alguno de estos trastornos, de forma que a las crisis
de angustia y al trastorno obsesivo se les imputa actualmente una causa
neurobiológica más que psíquica. En principio, las manifestaciones clínicas
de estos trastornos están cercanas a fenómenos que puede experimentar
cualquier sujeto normal. Ansiedad, temores, dudas exageradas, miedo a
enfermar, fatiga, insomnio, no son fenómenos ajenos al ser humano, si bien
en las neurosis pueden exagerarse y producir disfunciones más o menos
graves en el paciente. El curso suele ser crónico, si bien puede atenuarse y
fluctuar a Io largo de la vida. El pronóstico es muy variable, según cada
trastorno, y el tratamiento ideal suele ser mixto, bajo la combinación de
psicofármacos y psicoterapia. Los cuadros que integran el contexto de las
neurosis son los siguientes:
4. a) trastornos de angustia (ansiedad generalizada y crisis de angustia); b)
fobias (especificas, sociales y agorafobia); c) histeria; d) trastornos
obsesivos; e) hipocondría, y f) otros (neurastenia, estrés postraumático,
dismorfofobia, etc.).
CIE10 DSM.IV
tipo limite
Todos estos trastornos secundarios a las crisis pueden desarrollarse o no, de tal
forma que unos sujetos presentan sólo crisis y ansiedad anticipatoria y otros
todo el cortejo (conductas de evitación, hipocondría, depresión). La presentación
de todo el cuadro o de una parte depende de la personalidad premórbida, más 0
menos neurótica, de la calidad de las crisis y de que cl tratamiento correcto se
instaure más o menos rápidamente.
Los fármacos antidepresivos suelen ser ineficaces, mientras que los ansiolíticos
son útiles y la psicoterapia ineludible para descubrir y tratar el conflicto de fondo.
HISTERIA
INTRODUCCION
La palabra histeria deriva del griego hystera, que significa matriz y orienta hacia la
interpretación clásica de Hipócrates, que se refiere a las «migraciones uterinas»
como base del trastorno.
Durante la Edad Media volvieron las ideas sobrenaturales y mágicas sobre esta
enfermedad, y en el siglo XVII reaparecieron las teorías somáticas de origen
cerebral. A finales del siglo XIX se consideraba que la histeria era un fenómeno
producto de la autosugestión. Por esa época Freud defendió la causalidad psíquica
e inconsciente del trastorno. Que atribuyó a la represión de sentimientos, deseos y
temores producida por un acontecimiento traumático en la infancia.
MANIFESTACIONES CLÍNICAS
PERSONALIDAD HISTÉRICA
No hay una relación total entre los sujetos con una personalidad histérica y
aquellos que presentan fenómenos histéricos. Existe sólo una relativa
concordancia entre síntomas y persona— lidad histérica, pero aquéllos pueden
aparecer en ausencia de ésta. Sin embargo, ya clásicamente se describieron unos
rasgos de personalidad característicos, tales como:
HISTERIA MASCULINA
TRATAMIENTO
INTRODUCCIÓN
Los trastornos de la personalidad son un punto conflictivo de la psiquiatría, puesto que no son
estrictamente enfermedades, como las psicosis, sino alteraciones de la forma de ser de los sujetos,
que provocan conflictos consigo mismos o con los demás. No es algo mórbido que sobreviene, causa
malestar y desaparece, sino que es el propio sujeto, su identidad, lo que está perturbado.
personalidad de los individuos se conforma en la infancia y adolescencia la interacción de factores
genéticos, heredados, que confieren al sujeto su base constitucional-biológica, y factores
psicosociales, anclados especialmente en el aprendizaje y en Ja influencia familiar y social. De la
interrelación de estos surge la personalidad que, por supuesto, es única para cada individuo, pero
conformada por multitud de matices.
Sin embargo, por encima de la individualidad, que confiere un valor único a cada individuo, se ha
intentado aislar dimensiones esenciales a través de las cuales pueda estudiarse científicamente la
personalidad en relación con grandes grupos de sujetos. la dimensión neuroticismo es un claro
ejemplo de ello. El neuroticismo se ha valorado con cuestionarios específicos, de forma que
constituye una dimensión que se desplaza desde los sujetos con muy bajo nivel neurótico (no
neuróticos) a otros con un elevado nivel (neuróticos). mismo ocurre con otros parámetros, corno el
psicoticismo, la obsesividad, la paranoia, el narcisismo 0 la dependencia. Así pues, la personalidad
está formada por diferentes rasgos que proceden de las diversas dimensiones posibles. De esta
forma, en los trastornos de la personalidad nos encontramos frente a dimensiones que van de
menos a más, pero donde
es dificil precisar en qué punto un sujeto pasa de ser no neurótico, no psicópata, no obsesivo, no
narcisista, etc., a cumplir criterios de neurótico, psicópata, obsesivo 0 narcisista. Está cuestión no se
resuelve sólo con cuestionarios, ya que está sujeta a variaciones clínicas, en las que están claros, los
casos extremos pero no los intermedios, que pueden fluctuar.
El sujeto sin trastornos de la personalidad es el que tiene una combinación de rasgos armónica y
equilibrada, lo cual le permite manejarse en el mundo de una forma ponderada y sin conflictos. Por
el contrario, los sujetos con rasgos sobresalientes y conflictivos poseen personalidades que se
ajustan a alguno de los tipos que describiremos a continuación.
Por otra parte, los trastornos de la personalidad son sistemas dinámicos, no entidades estáticas y
permanentes. De esta forma, si bien se configuran definitivamente en la adolescencia, pueden variar
de forma ligera a lo largo de la vida, en relación con las circunstancias familiares y sociales, y sufrir
fluctuaciones leves y atenuarse en la edad media o la vejez. De cualquier forma, la personalidad y
sus trastornos permanecen bastante estables a IO largo de la vida.
El DSM-I tuvo el acierto de establecer una distinción entre los trastornos del Eje I (trastornos clínicos)
y los del Eje II (trastornos de la personalidad), ya que estos últimos pueden estar o no presentes en
cualquier cuadro clínico, pero no constituyen enfermedades auténticas.
Los dos grandes sistemas actuales de clasificación (CIF.-IO y DSM-IV-TR) coinciden sensiblemente en
los tipos de trastornos de la personalidad. En su día, el DSM-III (1980) describió tres grupos de
trastornos (tabla 8-1):
El grupo B integra a los pacientes teatrales, emotivos o volubles. e incluye cuatro trastornos:
antisocial. limite o borderline, histriónico y narcisista.
El grupo C está formado por los pacientes ansiosos y temerosos, y engloba tres tipos de trastornos:
por evitación, por dependencia y obsesivo-compulsivo.
Además de estos trastornos, se han descrito otros. aunque no en el DSM, también significativos,
como la personalidad depresiva, la sádica y la pasivo-agresiva.
A continuación describiremos, con cierto detalle, todos estos tipos de trastornos de la personalidad.
El patrón básico es la desconfianza, la hipersensibilidad y la suspicacia hacia los demás. las acciones
de los otros son interpretadas como maliciosas y los pacientes piensan con facilidad que los demás
quieren aprovecharse de ellos o van a perjudicarles o dañarles. Son desconfiados hasta con los
amigos y socios. Por estas razones son reservados, y temen quo la información que comparten será
utilizada en su contra. Guardan rencor mucho tiempo y no olvidan insultos, injurias o desprecios.
Respecto al cónyuge, no son raras las sospechas y celos injustificados. Como es lógico, son sujetos
conflictivos, rígidos y con frecuentes problemas interpersonales y escasas relaciones afectivas.
TABLA 8-1. Criterios DSM-IV 1995 para el diagnostico de los trastornos de la personalidad
Extraños. excentricos
Ansiosos, temerosos
Trastorno de personalidad por evitación
El patrón básico es un déficit de las relaciones sociales e interpersonales, que quedan muy
reducidas, así como distorsiones cognoscitivas y perceptivas y excentricidades y rarezas del
comportamiento. El trastorno se manifiesta a principios de la edad adulta. Los elementos más
frecuentes son: ideas de referencia, creencias raras o pensamiento mágico no congruente con las
normas culturales (superstición, clarividencia, telepatía, etc.), experiencias perceptivas no
habituales, pensamiento y lenguaje raros (vago, circunstancial, estereotipado), suspicacia,
afectividad inapropiada, apariencia o comportamiento raro, excéntrico o peculiar, falta de amigos y
aislamiento social. La apariencia de estos sujetos es de auténticos enfermos mentales. Ciertamente
es un trastorno de personalidad que está en el límite con la esquizofrenia, y no siempre es fácil
delimitar dónde acaba uno y empieza el otro. No es impensable que con el tiempo este trastorno
de personalidad pase al Eje I, por constituir una verdadera enfermedad psiquiátrica. El trastorno en
general es bastante frecuente entre individuos vagabundos, afiliados a sectas y marginados en
general.
El patrón general es el desprecio y la violación de los derechos de los demás. Comienza en la infancia
o en la adolescencia precoz. Desde el inicio, estos sujetos tienen conflictos sistemáticos con las
normas y son incapaces de aprender e incorporarlas, por lo que a menudo incurren en actos
delictivos y entran en conflicto con la justicia. Son frecuentes las mentiras repetidas y las estafas
para obtener beneficios o por placer. La impulsividad, la irritabilidad y la agresividad les llevan a
numerosas peleas y agresiones. No planifican el futuro y viven el día a día. Muestran
despreocupación imprudente por su seguridad o la de los demás. así como irresponsabilidad, que
se manifiesta por la incapacidad de mantener un trabajo o de hacerse cargo de obligaciones
económicas. Es significativa la ausencia de culpa y remordimiento, lo cual explica sus fríos actos de
agresión, robo o maltrato a otros. Son, en general, extrovertidos y muy impulsivos. No es raro que
acaben convirtiéndose en delincuentes.
Trastorno limite o borderline de la personalidad
El patrón fundamental es la necesidad exagerada dc recibir apoyo, lo cual suele ocasionar conductas
de sumisión y temores dc separación y abandono. Comienza en la edad adulta y se caracteriza por
dificultades para tomar decisiones cotidianas si no se cuenta con el consejo y la reafirmación por
parte de los demás, necesidad de que los otros asuman la responsabilidad de su vida, dificultades
para expresar desacuerdo con los demás por temor a perder el apoyo y la aprobación, dificultades
para iniciar proyectos, exageración del deseo dc protección y apoyo, desamparo cuando se está solo
debido a los temores de incapacidad, búsqueda de relaciones que proporcionen seguridad y
preocupación por cl miedo a ser abandonado. En general, la búsqueda desproporcionada de
protección genera una muy baja autoestima y vivencias de ansiedad y depresión.
El patrón básico está constituido por la esclavitud al orden, el perfeccionismo y el control. Se han
descrito rasgos como la rigidez, la parsimonia, la obstinación, la meticulosidad. la tendencia a la
duda y a la comprobación, la inseguridad, la intolerancia a la incertidumbre, la escrupulosidad y la
tendencia a la reiteración. Este trastorno, que se inicia al principio de la edad adulta, se caracteriza
por preocupación excesiva por los detalles, las normas, cl orden, la organización o los horarios,
perfeccionismo que interfiere la finalización de las tareas, la dedicación excesiva al trabajo y la
productividad con exclusión de las actividades dc ocio, escasa vida social, excesiva terquedad y
escrupulosidad, asi como inflexibilidad en temas de moral, ética y valores, tendencia a la
acumulación de objetos gastados e inútiles, incluso sin valor sentimental, reticencia a delegar tareas,
estilo avaro en los gastos y manifestación de rigidez y obstinación.
El patrón básico se centra en una oposición y resistencia pasiva y constante ante las demandas
correctas de rendimiento social y laboral por parte de los demás. Se inicia a principios de la edad
adulta y se caracteriza por resistencia pasiva a rendir en las tareas habituales, quejas de
incomprensión, hostilidad y facilidad para discutir, criticas y desprecio irracionales por la autoridad,
y envidia y resentimiento hacia compañeros aparentemente más afortunados. Quejas exageradas
por su mala suerte alternan con ausencias hostiles y arrepentimiento. Son personas hostiles,
irritables y rencorosas, en actitud de oposición constante, que no suelen mostrar su agresividad
directamente sino a través de conductas indirectas dc hostilidad (boicoteo, sabotaje,
obstruccionismo, anónimos).
TRATAMIENTO
En términos generales, los resultados del tratamiento en los trastornos de la personalidad son
bastantes sombríos, pues no existe ningún tratamiento específico que actúe sobre algo que no es
estrictamente una enfermedad. sino una variante de la personalidad normal.
De forma concreta. los trastornos del grupo A (extraños, excéntricos). por su cercanía al círculo
psicótico, son refractarios a los tratamientos psicoterapéuticos y ligeramente sensibles a los
fármacos antipsicóticos atípicos en dosis moderadas, aunque el pronóstico en general es 'malo.
Los trastornos del grupo B (teatrales, emotivos, volubles) tampoco Son especialmente buenos
candidatos a la psicoterapia, por su elevado narcisismo y su escasa capacidad de aprendizaje, lo cual
les incapacita para responder a abordajes que requieren capacidad de introspección y buena
colaboración. Tan sólo la personalidad limite ha sido objeto en los últimos años de varias
aproximaciones farmacológicas (litio, carbamazepina, antipsicoticos, antidepresivos) con resultados
variables.
Finalmente, los trastornos del grupo C (ansiosos, temerosos) son mejores candidatos a la
psicoterapia, si bien con reservas, ya que no es fácil modificar algo tan estructural conto la
personalidad. En este caso se recomiendan los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina
asociados a psicoterapia.
De cualquier forma, en los últimos años se han hecho esfuerzos para encontrar vías de acceso
terapéuticas a estos trastornos. La psicoterapia dinamica ha dado paso a otras más pragmáticas
cognitivas. y se buscan vías para la psicofarmacologia. aunque los resultados son, todavía, poco
consistentes.
INTRODUCCIÓN
Ya en la Antigüedad, en tiempos de Hipócrates (siglo v a.C), se hacía referencia a la melancolía y a
estados que hoy describimos en el contexto de las depresiones y la manía. A 10 largo de los siglos
XIX y xx se consolida la depresión como un trastorno de la afectividad que expresa una claudicación
psíquica y neurobiológica del sujeto, que se manifiesta a través de síntomas psíquicos (tristeza,
desmoralización, desinterés, llanto, pérdida de la autoestima) y fisicos (pérdida de apetito y de peso,
cansancio, trastornos del sueño, dolores).
Sin embargo, no hay que confundir los síntomas aislados que pueden constatar en múltiples
situaciones de la vida con la depresión como enfermedad, que requiere un tratamiento. Esta
confusión ha dado lugar a la banalización de la depresión en el mundo actual, que ha admitido el
término «estoy depre» como una forma habitual de expresión para referirse a un estado de ánimo
bajo que no corresponde a lo que los profesionales entendemos como depresión. Estar
desmoralizado, desinteresado, cansado, inapetente, etc. pueden.ser síntomas de una depresión,
pero no ineludiblemente, ya que pueden corresponder también a vivencias pasajeras y no
patológicas del ser humano. En el caso de la depresión se requiere un tratamiento, pero cuando
tales fenómenos son únicamente síntomas aislados no empleamos técnicamente el término
depresión y, por supuesto, no se requiere tratamiento médico. El problema emerge porque algunos
síntomas presentes en la depresión también pueden aparecer en diferentes estados de la vida
ordinaria que no son estrictamente patológicos.
Pueden seguirse varios criterios para la clasificación: según la gravedad (mayor, menor), la edad de
aparición (adulta, infantojuvenil), la apariencia clínica (típicas, atípicas), la presencia de trastornos
psicomotores (agitadas, inhibidas) o de ansiedad (ansiosos, no ansiosos), la ausencia o presencia de
episodios de euforia o manía patológicas (unipolares, bipolares), etc. La clasificación que nos parece
más útil y clara es la que establece los tipos de depresión según la causa:
3. Depresiones de causa psicosocial (psicogenas o neuróticas), cuya naturaleza se liga con conflictos
psicológicos personales (depresiones neuróticas o distimias) o con una respuesta emocional
enfermiza a conflictos desencadenantes externos (depresiones reactivas o trastornos adaptativos
depresivos). En general, se caracterizan (tabla 9-1) por ansiedad, autocompasión, ausencia de
trastornos cronobiológicos. curso fluctuante, ausencia de anomalías biológicas, reactividad de los
síntomas a contingencias externas, ausencia de trastornos psicomotores e ideas delirantes, menor
riesgo de suicidio y mayor refractariedad a los tratamientos biológicos que las depresiones
endógenas. En estos casos, la depresión supone una continuidad biográfica respecto a la situación
anterior del sujeto. No hay un corte transversal en la vida del paciente, puesto que antes de la
depresión existen problemas personales y/o sociales que explican el estado mórbido,
contrariamente a IO que ocurre en las depresiones endógenas, en las que el cuadro se instaura de
forma brusca, sin motivo, y el paciente Io vive como una auténtica ruptura biográfica, como ocurre
con cualquier otra enfermedad médica. desde la más banal, corno una gripe. a la más grave.
MANIFESTACIONES Clínicas
Las manifestaciones clínicas de la depresión pueden estructurarse en cincos grandes áreas (tabla 9-
2): a) afectividad, b) pensamiento-cognición, c) conducta, d) ritmos biológicos y e) síntomas
somáticos.
Afectividad
Pensamiento-cognición
Conducta
El individuo depresivo muestra un abandono personal. En los casos medios y graves se puede
observar una hipotonía general, ya que la musculatura está flácida, los miembros caidos y la
comisura labial con el clásico rictus melancólico. En casos especialmente graves melancólicos se
observa una clara inhibición psicomotora y mucho más raramente agitación. El aislamiento y el
rechazo de la relación interpersonal son también consecuencia del tono vital del paciente, que
rehuye todo contacto social. En algunos casos aflora el llanto que, a diferencia del que se produce
por ansiedad, que tranquiliza, no ayuda al paciente, pues proviene de un profundo sentimiento de
tristeza. El riesgo más grave de la conducta depresiva es el suicidio consumado, que cometen un 10-
15% de los sujetos melancólico
Ritmos biológicos
Hay determinados síntomas que, si bien no son frecuentes cuando aparecen, son patognomónicos
(típicos y específicos) de la depresión melancólica. En concreto, nos referimos al inicio o
empeoramiento del cuadro en primavera y/u otoño. la mejoría vespertina y el despertar precoz. NO
aparecen los tres síntomas en todos los pacientes melancólicos, pero cuando se detecta alguno hay
que darle la importancia diagnóstica debida. Por otra parte, puede ocurrir que un paciente explique
una mejoría vespertina clara en los primeros momentos del cuadro, pero ésta desaparece si el
trastorno se agrava y cronifica. Asimismo, en algunas depresiones muy graves, con delirios, pueden
difuminarse la mejoría vespertina y el despertar precoz, porque el cuadro está totalmente
desorganizado y no se mantienen siquiera esos trastornos cronobiológicos.
Síntomas somáticos
Los síntomas físicos son tan frecuentes en la depresión, que en un 50% de los casos son los más
relevantes. Pérdida de apetito y de peso, trastornos digestivos, estreñimiento, dolores, cansancio,
trastornos del sueño, disfunciones sexuales (frigidez, impotencia, anorgasmia) son algunos de los
más frecuentes. Ocasionalmente, el paciente da más importancia a estos síntomas que a los de tipo
psíquico que hemos descrito, porque subyace en él el temor a padecer una enfermedad médica
grave.
Obviamente, no todos los síntomas tienen el mismo peso específico para el diagnóstico de la
depresión y el tipo de ésta o para establecer un diagnóstico diferencial correcto. Las cefaleas, el
estreñimiento o el cansancio son inespecíficos, pero la tristeza profunda, la anhedonía o los
trastornos de los ritmos cronobiológicos son síntomas cardinales que orientan el diagnóstico.
Entre las depresiones psicógenas se han implicado factores todavía inciertos, como la pérdida de los
padres en la infancia, lo cual sensibilizaría al niño para padecer depresiones en la edad adulta. LO
que sí está demostrado es la presencia de acontecimientos negativos, en especial pérdidas afectivas
(fallecimientos, separaciones, divorcios, cambios de vivienda, etc.) en los meses previos al inicio de
un cuadro depresivo no endógeno y en los primeros episodios endógenos. También el escaso
soporte social y de pareja se considera un factor causal importante.
CURSO Y PRONÓSTICO
El curso y el pronóstico dependen del tipo de depresión. En las depresiones de causa orgánica, el
pronóstico es en general bueno una vez resuelto el problema fisico de base, excepto si esta es una
demencia.
En los trastornos unipolares endógenos, el inicio es más tardio que en los bipolares, hacia los 40
años, y la duración de los episodios se estima en alrededor de 5 meses, si bien en los casos atípicos,
con trastornos de la personalidad o enfermedades físicas concomitantes, la duración es más
prolongada. La tendencia a las recurrencias es muy elevada (70% tras el primer episodio y casi el
100% tras el tercero). Aunque estos episodios suelen responder totalmente a un tratamiento
biológico correcto, el 20% se recupera de forma incompleta al cabo de año. No es raro que los
primeros episodios se recuperen totalmente, pero que a medida que sc inicia la vejez la respuesta
sea menos brillante y más dificultosa. El bajo nivel intelectual, los rasgos de neuroticismo, la
hipocondría, la paranoia y la presencia de enfermedades físicas empañan el pronóstico.
Las depresiones reactivas suelen tener un buen pronóstico si no se sobreañaden otros factores.
Finalmente, las depresiones neuróticas o distimias tienden a cronificarse, ya que existe una
personalidad neurótica de base que dificulta un buen pronóstico.
TRATAMIENTO
Desde que en 1957 vieron la luz los primeros fármacos antidepresivos, el tratamiento de las
depresiones ha mejorado progresivamente. Nuevas familias de antidepresivos han ampliado las
posibilidades de los tricíclicos y los IMAO, que fueron los primeros fármacos utilizados. Si bien la
eficacia de los nuevos antidepresivos no ha mejorado sustancialmente la de los primitivos, se ha
atenuado sensiblemente el umbral de efectos secundarios y, por tanto, ha aumentado la posibilidad
de tratar a pacientes que antes presentaban dificultades por tener sobreañadido un problema
médico.
De cualquier forma, el tratamiento de las depresiones endógenas es diferente del de las depresiones
psicógenas. En las primeras hay que emplear antidepresivos y otras técnicas fisicas, como la terapia
electroconvnlsiva, para resolver el episodio. Otra cuestión es evitar las frecuentes recaídas, Io cual
debe abordarse con dosis elevadas de los antidepresivos que consiguieron la remisión del episodio,
con o sin eutimizantes, como las sales de litio o el ácido valproico. La psicoterapia es improductiva
cn estos casos. Por el contrario, las depresiones psicógenas deben tratarse con una combinación de
fármacos y psicoterapia. Los antidepresivos mejoran el estado de ánimo y reducen los síntomas
depresivos, en tanto que la psicoterapia ayuda a resolver conflictos y mejora las relaciones
interpersonales. Entre las psicoterapias, la interpersonal y la cognitiva, dirigidas a conseguir
beneficios a corto plazo, son las más acreditadas.
Si bien no vamos a entrar en detalles de cómo tratar una depresión, ya que es cuestión del médico
facultativo, vamos a facilitar una serie de normas básicas que ayuden a orientar el tratamiento y
contrarrestar los tópicos y malos entendidos.
Existen varias alternativas y estrategias para abordar las depresiones resistentes, que no responden
a un tratamiento correcto. De las depresiones endógenas, no más del son auténticamente
resistentes. Tras diferentes alternativas terapéuticas sin éxito hay que plantearse la posibilidad de
que la enfermedad subyacente sea orgánica o el diagnóstico sea erróneo.
2. Las vitaminas y los tónicos generales no tienen ninguna propiedad antidepresiva, que no sea
propiamente la sugestión. Las depresiones deben tratarse con fármacos antidepresivos.
3. los efectos indeseables de los antidepresivos pueden aparecer antes que sus efectos
terapéuticos. Éstos afloran entre la segunda y la cuarta semana de tratamiento y a veces a la sexta
semana, mientras que los efectos secundarios pueden aparecer desde el principio. I lay que ser
prudente y no disminuir la dosis sin criterio o, en cualquier caso, bajar la dosis si aparecen efectos
indeseables y volverla a aumentar aj cabo de unos días.
Son frecuentes las recaídas por reducción o suspensión promatura del tratamiento. Conseguida la
mejoría, Io correcto es mantener la medicación durante meses (dc 6 a 12) antes de iniciar una
reducción progresiva. En algunos casos, en ciertos pacientes con episodios graves y tendencia n las
recurrencias puede estar indicado un tratamiento ininterrumpido.
INTRODUCCIÓN
El trastorno bipolar es el nuevo término de un cuadro descrito hacia finales del siglo XIX
Ya hacia mediados del siglo xx (1957), un autor alemán, Leonhard. distinguió con claridad los
trastornos depresivos unipolares (depresiones sin manía) de los bipolares (alternancia de episodios
depresivos y maniacos). En el capitulo anterior hemos descrito las depresiones unipolares, en las
que sólo se presentan episodios depresivos pero no cuadros maniacos, mientras que abordaremos
aquí los trastornos bipolares.
En el pasado el concepto de trastorno bipolar tenía un carácter mucho más restrictivo, puesto que
se aplicaba a cuadros graves con importantes episodios depresivos y maníacos (bipolares I). Sin
embargo, en la actualidad el concepto bipolar incluye formas más atenuadas, en las que los
episodios maníacos no son tan aparatosos (bipolares II), así como un cuadro que antes ge
consideraba un trastorno de la personalidad, que es la ciclotimia (Eje I), y que hoy se incluye entre
los trastornos bipolares (Eje i).
Este trastorno se ha constatado en todas las culturas y razas, con una prevalencia que se sitúa en
torno al de la poblacion general. La proporción de mujeres y hombres es similar en las formas graves
( bipolares I) y superior en mujeres en las formas más atenuadas (bipolares II). La edad media de
inicio son los 30 años, y sólo un de los casos se inician después de los 50 años, y en estos casos hay
que sospechar la existencia de factores orgánicos.
MANIFESTACIONES CLÍNICAS
El cuadro clínico del trastorno bipolar se caracteriza por la alternancia de episodios maníacos y
depresivos. El trastorno puede iniciarse con un cuadro maníaco. hipomaníaco o depresivo. En
ocasiones el paciente presenta varios episodios depresivos antes de presentar uno maníaco. los
autores europeos convinieron en que para establecer el diagnóstico de depresión unipolar se
precisaba un mínimo de tres episodios depresivos sin manía intercurrente. Por otra parte, en
personas jóvenes el primer episodio puede ir seguido de un período asintomático de varios años,
pero con el tiempo los períodos intercríticos van reduciéndose, de forma que se presentan cada vez
con más frecuencia episodios con el paso del tiempo.
Cada paciente tiene un patrón personal y constante de presentación, tanto de los episodios
maníacos corno de los depresivos.
El cuadro depresivo guarda grandes similitudes con las manifestaciones clínicas descrita para las
depresiones endógenas, si bien los individuos con depresión bipolar presentan inhibición e
hipersomnia diurna más acusadas que aquellos son depresión unipolar. Asimismo, los episodios
bipolares son más cortos (3-6 meses) y frecuentes (media de 2 años) que los unipolares, y responden
mejor a las sales de litio y otros fármacos eutimizantes (fármacos reguladores del estado de ánimo)
que los unipolares.
Por su parte, el cuadro clinico de la mania es polimorfo, pero en general está marcado por lo que se
conoce como taquipsiquia, que supone una aceleración general de todas las funciones psíquicas
(afectividad, pensamiento, conducta, sexualidad. etc.). Aunque la manía se caracteriza sobre todo
por un estado de ánimo desbordante, lábil y patológico, Io más específico es la hiperactividad
general, de forma que un paciente puede estar maníaco sin estar eufórico, pero jamás sin tener un
punto más 0 menos acusado de hiperactividad. El inicio más frecuente y constante del cuadro son
los trastornos del sueño, la insaciabilidad alimentaria, el consumo excesivo de tóxicos, la
desinhibición sexual, las compras excesivas e innecesarias o los proyectos de trabajo inapropiados
de forma concreta, la mania se manifiesta en varios frentes:
Afectividad. Lo más típico es el ánimo desbordante y lábil. El tono afectivo del paciente es
dc una euforia inusual, quo cambia con facilidad si se le contradice y se convierte en irritabilidad y
hostilidad. La afectividad es, lógicamente, expansiva e invasiva. A diferencia del esquizofrénico, que
tiene un ánimo vacío. que no trasciende a los otros, el del maníaco es contagioso.
Hipomanía. Son estados atenuados del estado maníaco típico. Algunos pacientes no
sobrepasan este estado, y en otros constituye la puerta de entrada del estado maníaco típico. A
veces los estados hipomaníacos son inducidos por fármacos (generalmente antidepresivos).
Mania secundaria. Son manías provocadas por causas orgánicas médicas (metabólicas,
infecciosas, neurológicas, tóxicas, etc.). En estos casos no se detectan antecedentes familiares
afectivos, y el inicio es más tardío que en las manías puras, aunque el perfil clínico es superponible
al de éstas.
Ciclación rápida. El de los pacientes bipolares presentan ciclos muy cortos: cuatro o más
episodios depresivos o maníacos al año. Son casos especialmente graves y responden pobremente
al litio.
Manía disforica (estados mixtos). Son cuadros raros en los que coexisten simultáneamente
síntomas depresivos y maníacos. Son más graves que la manía pura y tienen un pronóstico peor.
Trastorno afectivo estacional. Fue descrito hace dos décadas como un trastorno afectivo
de incidencia estacional y prevalencia desconocida, que se caracteriza por alternancia dc
depresiones en invierno y estados hipomaníacos en primavera-verano, ligados probablemente a los
ciclos de la luz relacionados con la secreción dc melatonina. El cuadro, más frecuente en países
nórdicos, se caracteriza por depresiones moderadas que no sc inician por precipitantes y cursan con
fatiga, hipersomnia diurna, dolor de cabeza, trastornos del sueño e ingesta excesiva de hidratos de
carbono (dulces, patatas, pasta, etc.).
Aunque no se conoce la causa precisa del trastorno bipolar, puede afirmarse que es de naturaleza
neurobiológica por varios motivos: a) la participación genética está demostrada, ya que la
morbilidad familiar es muy superior al de la prevalencia admitida para la población genéral: en los
padres es del 12%, en los hermanos del y en los hijos del 24,5%, aunque se desconocen los
mecanismos de transmisión; b) el cuadro cursa al margen de factores psicológicos y sociales
desencadenantes, y c) el cuadro maníaco no responde a tratamientos psicológicos y sí lo hace a
terapéuticas biológicas, como cl litio, los antipsicóticos y el electroshock.
Si bien no se conocen los mecanismos neuroquímicos exactos que subyacen en esta enfermedad,
se han postulado teorías que implican a la noradrenalina, la serotonina y la dopamina, así como al
desequilibrio colinérgico/adrenérgico. A nivel neuroanatómico se ha postulado una disfunción del
hemisferio cerebral no denominante.
CURSO Y PRONÓSTICO
La edad dc inicio del trastorno bipolar se sitúa antes de los 30 años en cl de los casos, y antes de los
50 años en el 90%. Cada vez se adelanta más la aparición de la enfermedad, si bien en jóvenes los
síntomas son más imprecisos (irritabilidad, hiperactividad, insomnio, trastornos de la conducta). La
duración de los episodios sin tratamiento es variable, pero es de alrededor de 4 meses, y constante
en cada paciente. Los intervalos asintomáticos, que duran de promedio 2 años, son más cortos que
en las depresiones unipolares. Los cicladores rápidos constituyen un grupo de especial malignidad
(15%).
TRATAMIENTO
Hay que distinguir cl tratamiento clel episodio agudo del tratamiento de mantenimiento dirigido a
evitar recurrencias. El tratamiento del episodio depresivo sigue las directrices que hemos sugerido
en el capítulo dc las depresiones (v. cap. 9), si bien con prudencia para no provocar un cambio a un
estado maníaco, por Io que la asociación con litio u otro eutimizante es ineludible. Por su parte, el
tratamiento de la manía aguda se efectúa con litio, antipsicóticos y en casos graves con
electroshock. Un 70% de los casos requieren hospitalización, pues la ausencia de conciencia de
enfermedad impide la colaboración del paciente y un tratamiento ambulatorio. En este período la
psicoterapia está contraindicada, aunque hay que intentar conseguir una buena relación con el
paciente que permita realizar un tratamiento adecuado. El cese de la agitación y la reinstauración
del sueño son índices predictores de buena respuesta.
El tratamiento de mantenimiento del trastorno bipolar se realiza desde Otra perspectiva que el
tratamiento agudo. En este caso, el objetivo se centra en evitar futuras recurrencias. El litio continúa
siendo el fármaco más eficaz, con un índice de eficacia dc alrededor del 75% de pacientes. En los
últimos años otros eutimizantes completan la acción del litio (valproato sódico, carbamazepina,
lamotrigina, topiramato, gabapentina), aunque con menor apoyo experimental. A menucdo hay que
combinar dos o más de estos fármacos para conseguir favorable. Todos estos medicamentos deben
administrarse con control médico riguroso, pues no son inocuos, en especial el Iitio, que debe
mmntenerse dentro de unas determinadas concentraciones (0,6-1,2 mEq/I) para que no sea ineficaz
0 tóxico. Aunque la psicoterapia no es eficaz en el trastorno bipolar, los programas psicoeducativos,
dirigidos a informar al paciente y mejorar el cumplimiento farmacológico, son muy útiles.
Esquizofrenia
INTRODUCCIÓN
Sin duda la esquizofrenia es la enfermedad mental más grave que existe en psiquiatría, con una
prevalencia que se sitúa en torno al 1% de la población general. Si bien en el siglo xx la interpretación
de este trastorno sufrió aproximaciones psicológico-sociales, como la analítica-existencial, el
psicoanálisis o la antipsiquiatría, en el momento actual existen pocas dudas acerca de su naturaleza
neurobiológica. Las razones de su base fisica son las siguientes: a) la participación genética está
acreditada; b) en los casos más graves se han detectado anomalías gracias a los estudios de imagen
de la función cerebral, y c) sólo los tratamientos biológicos (terapia electroconvulsiva, fármacos
antipsicóticos) son capaces de incidir positivamente sobre la enfermedad, pues los dispositivos de
índole psicosocial (hospitales de día, programas psicoeducativos, etc.) sólo actúan corno
tratamientos complementarios, pero no son capaces de incidir sobre los síntomas y el curso de la
enfermedad.
LO cierto es que esta grave enfermedad ha mejorado sensiblemente su pronóstico desde que hace
medio siglo aparecieron los fármacos antipsicóticos, puesto que antes los pacientes estaban
condenados a pasar su existencia en los grandes manicomios. A partir de 1952, momento en que
salió al mercado el primer fármaco eficaz, la clorpromazina, se frenaron drásticamente las
hospitalizaciones en los manicomios y empezaron a reducirse los ingresos. La aparición reciente de
nuevos antipsicóticos (llamados atípicos) ha contribuido a tratar esta enfermedad de forma más
eficiente, aunque persiste su malignidad.
MANIFESTACIONES Clínicas
Los síntomas de la esquizofrenia configuran un cuadro polimorfo que afecta a casi todas las
funciones psíquicas.
Los trastornos en estas funciones son muy característicos de la esquizofrenia. Son frecuentes las
ideas delirantes, aisladas o sistematizadas, que se relacionan con diversos temas: persecución,
envenenamiento, celos, mística-religión, hipocondría, etc. Como todos los delirios primarios, son
incorregibles, irreversibles, incomprensibles, invasivos e imposibles. En efecto, estos delirios no se
modifican por el razonamiento lógico y permanecen inalterados si no se tratan con tratamientos
biológicos. Son incomprensibles, pues se refieren a temas que resultan extraños y de contenido
claramente inverosímil, excepto para el enfermo, que cree con convicción delirante en ellos. Si el
delirio es estructurado, con el tiempo no sólo se va consolidando, sino que se ramifica y extiende en
una red cada vez más amplia y sofisticada.
En general, el mundo para el esquizofrénico cambia y se vuelve más amenazante. Otros síntomas
no tan frecuentes, pero
también muy significativos. son los fenómenos de difusión y sonorización del pensamiento. así
Como eco, control y robo de éste. El enfermo cree que sus pensamientos son captados y
manipulados por otra gente, en ocasiones desconocidos que pretenden controlarle.
Existen otros trastornos del pensamiento no tan frecuentes como los anteriores pero significativos,
como el mutismo. asociaciones del pensamiento inconexas. pensamiento disgregado, sin sentido ni
conexión de una frase con otra, y bloqueo del pensamiento. de forma que el paciente queda mudo.
En casos crónicos y graves. el enfermo inventa palabras (neologismos) que sólo tienen sentido para
él.
Trastorno sensoperceptivos
Son típicas las llamadas seudoalucinaeionés auditivas, que son voces interiores que el paciente
siente dentro de su cabeza. Las voces dialogan entre sí o contentan cosas negativas y amenazantes
entre el paciente. Raramente las seudoalucinaciones son de tipo visual (en este caso hay que
establecer el diagnóstico diferencial con trastornos orgánicos) o gustativo (se establece el
diagnóstico diferencial con los tumores). Las seudoalucinaciones no son tan frecuentes como los
delirios, pero cuando aparecen confieren al euadro una malignidad especial.
Trastornos de la afectividad
Es frecuente, sobre todo en cuadros crónicos, el llamado aplanamiento afectivo, que puede
confundirse con la depreSión. Sin embargo. en el aplanamiento afectivo del esquizofrénico el
paciente más que triste estó desconectado del mundo exterior y ha perdido las conexiones con la
realidad, mientras que la hipotonía afectiva del depresivo conecta con el mundo exterior y no
supone una pérdida de las coordenadas de la realidad, puesto que su origen es una tristeza
profunda. Otros sintomas de la esfera afectiva son la discordancia afectiva (respuestas afectivas
extemporáneas y fuera de contexto), el embotamiento emocional, la incongruencia afectiva
(amorodio hacia la misma persona), la apatía, la lentitud, la frialdad emocional, el negativismo, la
inadecuación emocional 0 carnbios emocionales improcedentes con síntomas que pueden
apreciarse y que dificultan mucho la relación del enfermo con el entorno.
Trastornos psicomotores
Aunque más infrecuentes que los síntomas anteriores, los trastornos psicomotores son muy
característicos. hasta el punto de que en un subtipo de esquizofrenia, la catatónica, estos trastornos
son lo más relevante y significativo del cuadro. Se pueden observar, sobre todo en las esquizofrenias
crónicas, estupor, agitación, flexibilidad cérea (alternancia de agitación y rigidez e inmovilismo total,
en el que los miembros quedan inmóviles aun si se les coloca en una posición forzada), manierismos
(movimientos o posturas voluntarias alambicadas y extravagantes realizadas de forma repetida),
ecopraxia (imitación de movimientos y gestos de la persona que el paciente observa) y estereotipias
motoras (movimientos repetidos que no tienen una finalidad).
Autismo
Este término se refiere al aislamiento del mundo exterior, que puede manifestarse ya en los
primeros estadio la enfermedad hasta alcanzar la desconexión total. Si la enfermedada se cronifica,
no es raro que el paciente viva aislado en propi mundo, sin relación alguna con nadie en el contexto
de una existencia fantástica, irreal, impenetrable y desconectada del exterior. El autismo marcado
es propio de enfermos crónicos afectos de un deterioro personal importante.
Otros síntomas
Raramente se observan otros síntomas, como apariencia estrafalaria y rara, excepto en casos
crónicos. Pueden presentarse delirios de la memoria, en las que se falsean de manera delirante los
recuerdos. No son excepcionales los trastornos de la conducta alimentaria, en especial el rechazo
de la cornida por temor al envenenamiento. La agresividad inmotivada también puede observar así
como perturbaciones constantes de la sexualidad, al igual que el insomnio. El deterioro psicótico
está siempre presente, de forma más evidente en los casos crónicos con gran empobrecimiento
cognitivo y personal, pero también en los cuadros más leves. Después del primer episodio, tanto la
familia como 108 conocidos constatan que el paciente no es el mismo que antes de iniciarse la
enfermedad. Está empobrecido e infantilizado, y si era un estudiante brillante no puede continuar
los estudios; en definitiva, ha cambiado profundamente y no volverá a ser el que era. En los casos
más graves, el sujeto queda en un estado de grave afectación, reducido a la condición de «casi un
vegetal».
CLASIFICACIÓN
Todos estos síntomas tan variados pueden presentarse en la esquizofrenia, pero en distinta
proporción y relevancia, configurando las diferentes formas clínicas de esta enfermedad, que
describimos a continuación.
Esquizofrenia catatónica
LOS trastornos psicomotores (inhibición motora, catalepsia, estupor, flexibilidad cérea) son los
síntomas predominantes. La llamada catatonía estuporosa se presenta junto a negativismo,
mutismo, obediencia automática, manierismos, ecopraxia o acolalia, y puede alternar con episodios
de agitación. En el pagado esta modalidad de esquizofrenia era más frecuente que en el momento
actual, pues hoy se diagnostican con más facilidad causas orgánicas (tóxicas, metabólicas,
infecciones. tumores medicamentos, etc.), que antes pasaban desapercibidas y provocaban
cuadros catatónicos parecidos al que caus frenia. La catatonía mortal de Stauder correspondiente
sin duda a este tipo de catatonía secundaria a causas orgánicas.
Aparece en la pubertad de forma insidiosa. Es una forma muy agresiva, deteriorante y crónica de la
enfermedad. Se caracteriza por un lenguaje y comportamiento desorganizados, afectividad
aplanada o inapropiada (son típicas las risas o sonrisas vacuas, insulsas e improcedentes) y, en
general, una conducta regresiva (aspecto infantil y bobo). Las ideas delirantes y las
seudoalucinaciones, si están presentes, son fragmentadas y poco sistematizadas.
Esquizofrenia paranoide
Es la forma más frecuente y de aparicion más tardía. Tiene mejor evolución que los otros subtipos.
El núcleo del cuadro lo ocupan los delirios y las seudoalucinaciones. El deterioro, también posible,
no es tan acusado corno en otras formas clinicas.
Esquizofrenia simple
Este subtipo extremadamente grave se inicia de forma insidiosa y cursa con deterioro importante y
autismo. Se caracteriza por ausencia de síntomas positivos (delirios, seudoalucinaciones) y
presencia de síntomas negativos, como pobre respuesta emocional, disminución del impulso, del
interés y de la iniciativa, así como tendencia al aislamiento, apatía y mutismo. La respuesta al
tratamiento cs muy pobre.
Los factores psicosociales no parecen tener una acción causal, y las condiciones sociales negativas
más bien parecen consecuencia y no causa de la enfermedad. Si bien en 01 pasado se identificó a la
familia como generadora dc la esquizofrenia, en la actualidad se ha desestimado esta propuesta, y
la familia tan sólo sc vincula al pronóstico del trastorno, puesto que las recaídas más frecuentes se
producen en sujetos con familias que expresan un elevado grado de hostilidad e incomprensión
hacia la enfermedad. Parece evidente que la enfermedad se relaciona con una elevada
vulnerabilidad biológica específica, que quizá pudiera ser desencadenada por estrés o aparecer de
forma autónoma sin desencadenantes
Curso Y PRONÓSTICO
La esquizofrenia es, por definición, una enfermedad de curso crónico, si bien tiene diferentes
posibilidades de evolución: inicio insidioso hacia la cronicidad. diversos brotes (episodios) con
deterioro ligero o brotes con deterioro acusado, sobre todo tras el segundo o tercer episodio. Las
recaídas son muy elevadas, ya que un de los pacientes en tratamiento recae antes de los 2 años, y
entre quienes no se medican las recaídas alcanzan el 80%.
TRATAMIENTO
Los fármacos antipsicóticos constituyen la base del tratamiento de la esquizofrenia, desde que se
introdujo la clorpromazina en 1952. Estos fármacos, hoy mejorados con la introducción de los
antipsicóticos atípicos, que caus 119/178 menos efectos secundarios, han permitido la extermlos
pacientes fuera de los hospitales y la instauración de la Ilamada psiquiatría comunitaria, en la que
el enfermo vive en la comunidad fuera del manicomio.
Como las recaídas son frecuentes (50% en el primer año tras ser dados de alta y 85% en los primeros
5 años), sobre todo si se abandona la medicación, se aconseja mantenerla 2 0 3 años como mínimo
tras el primer episodio agudo y hasta 5 años tras el segundo episodio. Sin embargo, la mayor parte
de los pacientes requiere tratamiento indefinido toda la vida. Por esta razón. es importa nte
complementar el tratamiento farmacológico con Otro psicoeducativo y rehabilitador, que
conciencen al paciente y a la familia de la necesidad de un tratamiento continuado.
Ocasionalmente, en pacientes reticentes a tomar la medicación oral diaria pueden ser útiles los
antipsicóticos de acción y liberación prolongadas (depot), que se administran cada 2 o 4 semanas
por Via intramuscular.
Otra herramienta terapéutica en las formas agudas, muy especialmente en el subtipo catatónico, cs
la terapia electroconvulsiva. En pacientes con respuesta escasa 0 parcial a los antipsicóticos hay que
valorar esta posibilidad terapéutica.
Tal como hemos indicado, las terapias psicosociales son un excelente complemento de la
psicofarmacología. dirigidas a mejorar la capacidad funcional y la interacción social, y de forma
prevalente a que el paciente y la familia comprendan la enfermedad, la acepten y entiendan que es
básico mantener un tratamiento adecuado.