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Nada de Bezos.

Del trash job y el shit job al hand job y el blow job

2021, año cero de la nueva burguesía orbital. Porno-orbital. Ver el planeta desde el espacio exterior
por la ventanilla de la nave diseñada, construída y financiada por tu empresa se parece a ese gesto
esteriotipado que se supone que hacen los pintores: tomar distancia para apreciar con exactitud la
marcha de tu creación. Algo así como lo que hizo Dios el séptimo día.

Un pequeño paso para un hombre, un gran paso para el capital. Ya no quedan ni el recuerdo de la
operación ideológica que consistía en mostrar que era la humanidad la que pisaba la Luna a través
del Capital. Ahora no se trata más que de la glorificación del ganador. ¿Y los perdedores? Que se
vayan a Cuba.

La glorificación de Bezos convina dos formas de gratificación. La consagración y la


hiper(auto)estimulación. Por un lado, representa un tipo de coronación autoescenificada
comparable a algo que los tucumanos conocemos bien. Así como la oligarquía azucarera construyó
sus casas de fin de semana en Villa Nougues desde donde podían contemplabar sus dominios y, a la
vez, ser admirados desde ellos, Bezos contempla el globo terrestre mientras se exhibe haciéndolo.

Pero no basta con coronarse. Es necesario hacerlo por medio del gesto extremo de una gesta
extrema. Maximizar el placer. Coronación más bungee jumping.

Y aún así, todavía no es suficiente. Como toda escena porno que se precie de serlo, no puede
terminar sin que el astroCEO acabe en la cara de sus empleados y clientes: “También quiero
agradecer a todos los empleados de Amazon y a todos los clientes de Amazon porque ustedes han
pagado todo esto”. Palabras de Bezos pronunciadas inmediatamente después de desender del Blue
Origin, su hipertrófico glande espacial.

Amazon es una empresa indiscutiblemente inovadora: inventó nuevas formas de llevar la


hiperexplotación a cotas estelares. Hace poco, Bezos logró impedir la sindicalización de sus
empleados incluso contra los deseos del mismo Biden. El cuadro de cinismo hardcore de Bezos se
completa con el romantic porn de la Academia que coronó con tres Óscars a Nomadland: no mad's
land. La Tierra de los no insanos.

La película convirtió el libro documental de Jessica Bruden –que nunca renuncia a denunciar la
crueldad corporativa– en un diario de viaje de autoayuda y sanación. Caricaturizo en nombre de la
brevedad. La relación con el libro es compleja. Despolitiza el sufrimiento incluso pasando por alto las
propias opiniones de los involucrados a los que Zhao hizo actuar. Insisto. Despolitiza el conflicto. No
es que decide hacer una película sobre otro conflicto. La decisión es lícita. No obstante, que lo sea,
no la exime de sus consecuencias.

En la película, Amazon no es más que la escenografía pasajera y hasta providencial para la gran
bandada humanista de trabajadores golondrinas que pasan por allí.

En la cultura cinematográfica Norteamericana, aún la que participa de la gran tradición realista de su


literatura, siempre hay una chispa de bondad que la codicia sin escrúpulos de los malvados nunca
puede apagar. Por supuesto, America es esa chispa y su resplandor nunca se consume. Ni siquiera si
los americanos pierden su camino. El libro también trata de conservar cierta fe en el chisporroteo
humanizante. Pero se siente libre de hacerlo porque no deja de desnudar a los villanos.
Vuelvo a Bezos. El célebre Dictum de lord Acton es fácil de recordar: "El poder corrompe. El poder
absoluto corrompe absolutamente". También es fácil olvidar sus implicaciones. Faltaría agregar que
ese poder aniquila absolutamente a quienes lo padecen.

Absolutamente. No es una manera de hablar. Para hacerse una idea de las consecuencias del’
absolutamente’, basta con leer a Primo Levi cuando describe a "los hundidos", esas personas que
colapsaban en los campos de exterminio nazi perdiendo todo capacidad subjetiva, toda capacidad de
retener una chispa de dignidad. ¿Alguien tiene dudas sobre el poder absoluto del capital? Si es así,
ahí lo tienen a Bezos para quitárselas. Quitar es algo que hace muy bien.

Los trabajadores precarios, ciertamente, no son esos "hundidos", pero sí son los que vieron a sus
dobles, los hundidos del gran campo neoliberal. Ellos mismos son en parte sus dobles. A su modo,
los nómadas son sobrevivientes. Y ellos, tal como nos lo hace ver Levi, saben que debemos
avergonzarnos de ser Humanos. Incluso cuando ellos, los nómadas de la America envilecida, traten
de no hacerlo. Consederles ese derecho sin utilizarlo como una cuartada para silenciar la vileza es
una obligación que no se puede eludir si se quiere 'mostrar ese mundo' sin explotarlo. Para todo lo
demás, existe Amazon.

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