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Covid-19: ¿Bill Gates es un imbécil?

Dean Baker 20/03/2021

En los dos primeros meses del año, Dean Baker (CEPR) publicó una breve nota y un interesante
artículo sobre el acaparamiento de las vacunas existentes por parte de los países ricos, y una
brevísima nota sobre un debate imperdible que sostuvo con Thomas Cueni, el Director General de la
Asociación Internacional de Comercio Farmacéutico, en el que este último deja muy mal parados a
los expertos en salud pública y al propio Bill Gates, probablemente para desviar la atención sobre los
monopolios de patentes. SP

Para prevenir el resurgimiento de la pandemia ¿podemos hablar de investigación de acceso


abierto?

Dean Baker

A medida que avanzan los planes de vacunación, varios expertos en salud pública nos advierten que
la pandemia puede resurgir por la aparición de nuevas cepas resistentes a las vacunas. La lógica
dice que cuanto más personas estén protegidas contra la cepa dominante aparecerán nuevas
mutaciones, y las vacunas con las que contamos ya no serían eficaces. Esto puede colocarnos en
una situación de "whack-a-mole" (un juego mecánico en el que hay que darle martillazos a varios
topos que vuelven a aparecer todo el tiempo (NdT), debiendo alterar constantemente nuestras
vacunas y volver a aplicarlas para limitar la muerte y el sufrimiento por la pandemia.

Como nunca antes, esta situación muestra la urgencia de acelerar la investigación sobre vacunas.
Aunque la cuestión es que sería deseable que rápidamente las pruebas sobre las nuevas cepas se
compartieran y también los ensayos sobre la eficacia del lote actual de vacunas en relación con cada
una de las nuevas cepas.
El problema de los monopolios de patentes

Ni duda cabe que es poco probable que estas cosas ocurran, mientras las compañías farmacéuticas
sólo intenten maximizar los beneficios de los monopolios de patentes que les otorgan los gobiernos.
Tienen pocos incentivos para compartir pruebas capaces de poner en evidencia que sus vacunas
podrían no ser eficaces ante determinadas cepas. Las agencias reguladoras deberían tomar esta
determinación y divulgar públicamente sus hallazgos aunque a Pfizer, por ejemplo, no le interesa
divulgar sus hallazgos de manera abierta.

El problema que supone la protección de los derechos de propiedad intelectual en pandemia ha


recibido una atención considerable en el resto del mundo -aunque no en Estados Unidos-, a raíz de
una resolución presentada por India y Sudáfrica en la Organización Mundial del Comercio. Si tal
resolución se aplicara, se dejarían sin efecto los reclamos de patentes y otros derechos de propiedad
intelectual sobre vacunas , tratamientos y pruebas mientras dure la pandemia. La resolución cuenta
con un apoyo aplastante por parte de los países en desarrollo, aunque Estados Unidos y otros
países ricos están prácticamente unidos en la oposición.

Luego de la presentación de la resolución, varios analistas argumentaron que poner fin a la


protección de la propiedad intelectual no aceleraría la expansión de las vacunas (aunque en general
no abordaron la cuestión de los tratamientos y las pruebas). El argumento fue que la producción de
vacunas supone complejos procesos de fabricación que otros productores no estarían en
condiciones de replicar, aún cuando no estuvieran bloqueados por los monopolios de patentes.
También argumentaron que existen límites para escalar la producción, y que estos limites no se
verían afectados por la eliminación de los monopolios de las patentes.

Sobre el primer punto no hay discusión. Pfizer, Moderna y otros fabricantes de vacunas tienen un
conocimiento específico de los procesos de fabricación que no está disponible de manera amplia; y
si bien es probable que con el tiempo los productores de otros lugares sean capaces de replicar sus
procesos, nos gustaría que estas empresas compartieran directamente sus conocimientos de
fabricación.

Y esto podría hacerse de dos maneras: podríamos pagarles para que transfieran sus conocimientos
y organizar seminarios y consultas con los ingenieros de otros fabricantes para que se pongan al día
lo antes posible. Lo ideal sería negociar unas condiciones que fueran aceptables para estas
empresas.

Ahora bien, supongamos que Pfizer, Moderna y el resto no estuvieran dispuestos a vender, o no
quieren hacerlo a un precio razonable. Entonces tenemos una segunda posibilidad: ofrecerles mucho
dinero de manera directa a las personas que tienen los conocimientos necesarios. Supongamos que
les ofrecemos entre 5 y 10 millones de dólares a los ingenieros más aptos durante un par de meses
para que trabajen con ingenieros de todo el mundo. Obviamente que Pfizer y Moderna podrían
demandarlos, entonces nosotros pagaríamos la cuenta de sus honorarios legales y el dinero que
puedan perder en los acuerdos. Las sumas son triviales en relación con las vidas que podrían
salvarse y los daños que se evitarían con una difusión más rápida de las vacunas.

Si estas empresas realmente emprendieran acciones judiciales, también sería una gran oportunidad,
porque le mostrarían al mundo su afán de lucro y la enorme corrupción del actual sistema de
financiación de los monopolios de patentes.

De acuerdo, supongamos que somos capaces de superar los obstáculos y lograr que los
conocimientos de estas empresas se distribuyan libremente por todo el mundo. Todavía tenemos el
argumento de que hay límites físicos para escalar la producción de vacunas.

En este argumento hay dos puntos. En primer lugar, aunque es innegable que hay límites, todavía
podríamos avanzar más deprisa. Nadie tenía vacunas en el mes de marzo de 2020, pero los
principales productores tenían la capacidad de producir decenas de millones de dosis al mes en
noviembre, un período de menos de ocho meses.

Desafortunadamente es altamente probable que la pandemia siga siendo un problema grave en una
buena parte del mundo en octubre de este año. Esto significa que si reprodujéramos las
instalaciones de Pfizer, Moderna y los demás fabricantes principales, podríamos disponer de
suministros adicionales en un plazo de tiempo en el que todavía sería enormemente útil, y el objetivo
de octubre no supone ningún aprendizaje que acelere el proceso.

Recientemente Pfizer anunció haber descubierto algunos cambios en su proceso de producción que
permitirían casi duplicar el ritmo de su producción. Por supuesto es una gran noticia que además
significa que quienes aseguraban que no había forma de acelerar la producción no estaban en lo
cierto.

Y este hallazgo de una producción más rápida por parte de Pfizer también hace que nos
preguntemos si los ingenieros de Pfizer son los únicos en el mundo que tienen capacidad para
descubrir nuevas formas de acelerar la producción. Digámoslo así: si el conocimiento del proceso de
producción de Pfizer fuera libremente compartido con los ingenieros de todo el mundo,
¿sinceramente pensamos que no habría nadie con capacidad para aportar nuevas mejoras?

La lucha contra las variantes

Esto nos vuelve a mostrar la necesidad de pasar al código abierto para combatir la propagación de
nuevas variantes resistentes a las vacunas. En este momento, tenemos más de media docena de
vacunas que se están distribuyendo ampliamente en países de todo el mundo. Además de las
estadounidenses y europeas, hay al menos dos de China (al parecer, el país acaba de aprobar una
tercera), una vacuna de la India y otra de Rusia. Estas vacunas tienen tasas de eficacia diferentes y
sin lugar a dudas también tendrán diferentes tasas ante las nuevas cepas.

Ante las numerosas quejas sobre la falta de transparencia en los resultados de los fabricantes no
estadounidenses y europeos, preciso es recordar que incluso los fabricantes estadounidenses y
europeos no han sido totalmente abiertos con los resultados de sus ensayos. Sería ideal que todas
estas empresas divulgaran plenamente los resultados de sus ensayos clínicos para que los
investigadores de todo el mundo pudieran ver en qué grupos de personas fue más eficaz cada una
de las vacunas y qué resultados obtuvieron en la protección contra las distintas cepas.

Huelga decir que conseguir la total divulgación es algo que habría que negociar, pero para eso dios
creó los gobiernos. En principio, esto debería ser una tarea no imposible, porque finalmente el
control de la pandemia lo antes posible nos beneficia a todos. La tarea no requiere tanto esfuerzo,
los fabricantes de vacunas tienen los datos, sólo tenemos que lograr que se publiquen en la web.

Si dispusiéramos de toda la información sobre la eficacia de cada vacuna, y si los fabricantes de


todo el mundo tuvieran permiso para producir cualquier vacuna sin tener que enfrentarse a juicios de
propiedad intelectual, estaríamos mejor situados tanto para contener la pandemia como para
responder rápidamente ante la aparición de nuevas cepas. Obviamente esto supone plantear si
nuestro sistema actual de financiación de monopolios de patentes es la mejor manera de apoyar el
desarrollo de nuevos medicamentos y vacunas, pero es un riesgo que vale la pena correr.

https://cepr.net/to-prevent-the-resurgence-of-the-pandemic-can-we-talk-a...

Thomas Cueni, el Director General de la Asociación Internacional de Comercio Farmacéutico,


dice que Bill Gates es imbécil

Dean Baker

Bueno, no fueron exactamente las palabras que usó el Sr. Cueni ni estaban dirigidas de manera
específica a Bill Gates, pero también lo es que lo que Cueni afirmó sobre los esfuerzos para vacunar
al mundo entero contra el Coronavirus equivale a haberlo dicho.

En el debate que tuvo lugar la semana pasada, Cueni dijo –y todos estuvieron de acuerdo- que el
principal obstáculo para la vacunación en el mundo en desarrollo no era la vacuna sino la
disponibilidad de jeringas y otros artículos necesarios para transportar y administrar vacunas. (
Sus comentarios a partir del minuto 21.10 aproximadamente).

Cueni -es importante reparar en ello- está hablando en el mes de marzo de 2021 y no en marzo de
2020; y si aceptamos a pié juntilla su afirmación, deberíamos pensar que Bill Gates y los expertos en
salud pública altamente capacitados que trabajan en su fundación, o en Covax, o en la OMS y en
otros lugares, no sabían que serían necesarias miles de millones de jeringas y enormes cantidades
de artículos para administrar las miles de millones de vacunas. O bien deberíamos pensar que
incluso luego de un año de preparación -y con miles de millones de dólares a su disposición-, no han
sido capaces de organizar la fabricación de estos artículos tan pedestres.

Si alguna de las dos opciones fuera cierta, no cabe duda de que "imbécil" sería una descripción
correcta. Por supuesto, existe otra posibilidad: que el Sr. Cueni haya intentado desviar la atención
sobre los esfuerzos para anular los monopolios de patentes concedidos por el gobierno, de los que
gozan los miembros de su organización.

https://cepr.net/thomas-cueni-director-general-of-the-international-phar...

Dean Baker
es economista principal en el Centro de Investigación en Economía y Políticas de
Washington D.C.

Traducción María Julia Bertomeu Fuente: Varias


URL de origen (modified on 21/03/2021 - 16:51): https://www.sinpermiso.info/textos/covid-19-bill-
gates-es-un-imbecil

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