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Administración Nacional de Educación Pública

Consejo de Formación en Educación       


Centro Regional de Profesores del Suroeste

Transcripción del capítulo XXIX de


Homosexualismo creador,
Alberto Nin Frías

Santillán, Daniela
Profesorado de Literatura
Cuarto Año
Metodología de la investigación II
Prof. Marcos Wasem
Junio de 2021
CAPÍTULO XXIX

El afecto amistoso en los primeros siglos del Cristianismo1

(págs. 151-152-153-154).

(…) A pesar de ello, un común ardimiento por el estudio y paridad de gustos

había hecho nacer entre nosotros un sentimiento de una increíble

dulcedumbre2. Le aparté de la verdadera fe, que él no poseía ni sólida ni

profundamente, y extravié su mente en fábulas tan supersticiosas como

funestas; cosas que hicieron llorar mucho a mi madre. El se perdía conmigo, y

mi alma ya no podía pasarse sin él. Mas vos, que seguíais3 de cerca la pisada de

los fugitivos, oh Dios de las venganzas y de las mercedes, que nos atraéis a vos

por mil senderos admirables, le quitasteis la vida apenas había cumplido un año

nuestra amistad, que me fue dulce por encima de todas las dulzuras de mi vida.

(IV, cap. 4.)4

AGUSTÍN5 no asistió a los últimos momentos del camarada de los asoleados días de

la infancia y los tormentos de la pubertad, y por ello su dolor llegó al paroxismo6:

El dolor de esta pérdida inundó de tinieblas mi corazón. Por doquier se me

aparecía la Muerte. Mi patria se tornaba para mí un suplicio, y la casa paterna

una calamidad inconcebible. Cuanto había compartido con él, volvíase7 en su

ausencia tamaña tortura. Mis ansiosos ojos le buscaban por doquier y no daban

con él en parte alguna. Todo era horrible para mí, porque él no estaba en

ningún sitio y nada podía devolvérmelo y decirme: «¡Helo aquí, él va a


1 El tono de este capítulo es de angustia y dolor generados por la imposibilidad de llevar a cabo una
amistad a causa de la muerte.
2 Dulzura, suavidad. Según la RAE
3 Del verbo seguir: Ir después o detrás de alguien. Según la RAE
4 Capítulo cuatro del libro cuarto de Las Confesiones de San Agustín.
5 El Diccionario panhispánico de dudas de la RAE menciona lo siguiente respecto de las mayúsculas. La
escritura normal utiliza habitualmente las letras minúsculas, si bien, por distintos motivos, pueden
escribirse enteramente con mayúsculas palabras, frases e incluso textos enteros; pero lo usual es que las
mayúsculas se utilicen solo en posición inicial de palabra.
6 Exaltación extrema de los afectos y pasiones. Según la RAE
7 Del verbo volver: Dar vuelta o vueltas a algo. Según la RAE
llegar!», como todo me lo anunciaba, cuando estaba con vida, y él se hallaba

lejos de mí. Volvíeme8 un arduo problema para mí mismo, e inquirí de mi alma

por qué estaba tan triste y por qué tan desasosegada, y ella no acertaba a

contestarme. Y si yo le decía: «Espera en Dios», ella no me obedecía; porque

ese ser querido que yo había perdido era mejor y más real que ese fantasma en

el cual yo me inducía a esperar. Sólo las lágrimas me eran dulces. (IV, cap. 4.)

No es posible traducir las admirables palabras del escritor, tan suave y tierno cuanto

grave a la vez: «Solus fletus erat dulcis mihi et successerat amico meo in deliciis animi

mei9».

No para aquí este canto febril, que recuerda fuertemente la angustia de Aquiles

cuando atizaba en sueños al mísero Patroclo:

Me sentía desdichado, porque es desdichada toda alma que se encadena a la

amistad de las cosas terrenas; ella se hace trizas cuando las pierde, y siente

luego cuán infeliz era en realidad cuando las poseía. Así me ocurría a mí

entonces: lloré amargamente y en esa amargura hallé alivio a mis males. A

pesar de mi desgracia, la prefería a mi amigo; pues aunque hubiera querido

cambiarla, yo me abrazaba a ella antes que a él; y no sé yo mismo si me

hubiese despedido de ella por su bien, como se cuenta, si no es ello una ficción

de Orestes y Pílades10, que quisieron morir juntos o dar la vida el uno por el

otro, porque estimaban en más la muerte a vivir separados. Pero yo

experimentaba un sentimiento, no acierto a explicármelo, de naturaleza

contradictoria al expuesto; pues o resentía a la vez un insoportable tedio del

8 Ídem.
9 “Nada más que las lágrimas me resultaron dulces, porque sucedieron a mi amigo, en el más querido de
mis”

10 Orestes y Pílades fueron criados juntos en Fócide casi como hermanos, tal es así que decidieron
sacrificarse el uno por el otro cuando estaban capturados y ofrecidos a Ifigenia que pretendía liberar sólo
a uno de los dos.
vivir y el temor de morir. Parecíame11 que cuanto más le amaba más me

horrorizaba esa muerte que me lo había arrebatado como si fuera un enemigo

implacable… Maravillábame12 que pudiesen vivir otros mortales, en tanto el

que yo había idolatrado, sin jamás pensar pudiera perecer, estuviera muerto; y

que yo, sobre todo – su otro ego –, pudiera sobrevivirle, constituía aún un

asombro mayor. Bien se expresó aquel autor, que, al referirse a su amigo, le

llamara la mitad de su alma. Había yo sentido asimismo mi alma y la suya

como una sola en dos cuerpos, y he ahí el motivo por que la vida se me hacía

horripilante, porque aborrecía el vivir tan sólo porque era la mitad de una vida;

acaso por ello mismo temía el morir, por miedo de lo que no muriese

enteramente a quien yo había amado tanto. (L. IV, cap. 6.)13

La cita a que alude Agustín, cuando la Parca quiebra todo su orgullo intelectual, es la

adjetivación usada por Horacio a propósito de su amigo Virgilio: «Dimidium animae14,

era él la mitad de mi alma. »15

No todo fue doloroso ni perturbador en las amistades mozas del hijo de Mónica16.

Acabamos de pulsar la angustia extrema de su sensitiva naturaleza frente a la

desaparición de uno de los ídolos de su corazón; veamos cómo se regocijaba con los

amigos, cuando, animosos y llenos de vivacidad, deleitaban sus horas de ocio o las

dedicadas al estudio:

Lo que más me ligaba a mis amigos era el encanto que surgía de platicar y reír

juntos, de hacernos servicios mutuos llenos de afecto, el leer juntos libros que

describen asuntos agradables, decir cosas sin sentido y de chancear


11 Del verbo parecer:
3. intr. Seguido de una oración introducida por que, creer que el hecho expresado por ella es probable o
posible. Me parece que se equivoca. Según la RAE
12 Del verbo maravillar: 2. prnl. Ver con admiración. Según la RAE
13 Capítulo seis del libro cuarto de Las Confesiones de San Agustín.
14 “medio de”
15 Oda de Horacio, “El viaje de Virgilio”.
16 Madre de Agustín.
amablemente; el discutir a veces, pero sin acaloramiento, como se suele hacer

consigo mismo, exaltando de esa suerte, por medio de extraños debates, la

satisfacción de estar comúnmente de acuerdo; de instruirnos unos a los otros,

de desear con impaciencia el regreso del amigo ausente, de saborear la dicha de

su retorno. Nos amábamos cordialmente, y las señas de la amistad, que

operaban la fusión de nuestras almas, y, de muchas ellas, hacían tan sólo una…

Sabiduría pagana de la vida era la descrita; pero no por ello menos bella ni ejemplar.

Los años febriles que precedieron a la conversación del futuro santo y doctor

«emeritus17», están llenas de explosiones de sentimientos semejantes.

De sensibilidad incomparable, el joven africano vivió presa del eterno conflicto entre

carne y el espíritu. El temperamento agustino era ardiente, y por eso halla fácil el

descubrirnos siempre su corazón sin recato.

Fue Nebridio18, uno de los camaradas que más quiso Agustín; abandonó él su ciudad

natal19, y aun la seductora Cartago20, para poder vivir a su lado, en Milán. Y dejó,

asimismo, tras sí, a su madre, los subidos bienes que heredara de su padre, y lo más

apreciable de todo, el ambiente de un respetado hogar.

Le pinta Agustín como aguijoneado21 por una ardiente sed de sabiduría y anhelante

por conocer la verdad. Fue su sostén en los embates de su alma: sufrieron y gozaron

juntos. Murió antes que pudiera llegar a la meta con su amigo, mas de la exquisitez de

su alma y de la ternura de su corazón, dan cuenta estas exclamaciones del santo:

«Y ahora vive al amparo de Abraham; cualquiera que sea el significado de ese

amparo, allí vive mi Nebridio, mi dulce amigo. »22

17 “Están cansados”
18 Pastor u obispo de Egara. Uno de sus mejores amigos.
19 Tagaste, actual Argelia.
20 Antigua denominación de la ciudad al norte de África, la actual Túnez.
21 Del verbo aguijonear. 3. tr. Incitar, estimular, inquietar, atormentar. Según la RAE.
22 Confesiones de San Agustín.
Esas palabras, sentidas al punto de parecer empapadas en lágrimas, serían las últimas

con que la pluma doctoral evocaría esa amistad, que, después de la contemplación de

Dios, fue cuanto más hizo vibrar el alma de Agustín.

El amor, como su hermana amistad, son tanto más bellos y atractivos cuanto más se

acercan a su cuna: la adolescencia o la primera juventud.

Olvidemos por un instante al doctor más grande de la Iglesia Católica, cuyas ideas

aun ofrecen novedad a mil quinientos años de distancia, y tengamos sólo presente, en

esta galería, por donde desfilan los amantes de la amistad, la imagen de un joven

ardiente e inquieto, de diez y nueve años, que, después de leer el «Hortensius23», en

Cicerón, se siente presa del amor a la sabiduría24. Ese mancebo, entusiasta por el saber,

de carácter enérgico, literato en ciernes, orgulloso de su inteligencia poderosa, es el

ideal de sus camaradas, y un amigo25 ejemplar.

BIBLIOGRAFÍA

23 Hortensio, libro de Cicerón que Agustín leyó y fue causa de su avocación por completo a la ciencia de
la filosofía.
24 Libro tercero de las Confesiones de San Agustín.
25 A lo largo de este capítulo, Alberto Nin Frías coloca énfasis sobre el intenso afecto entre hombres, y
de aquí la referencia al título de este artículo: “Homosexualismo creador”. El autor pone de relieve temas
tabúes a pesar de la presencia del cristianismo que atraviesa todo el capítulo, tales como las controversias
de la sexualidad y la homosexualidad presentes en el transcurso de los sucesos humanos.
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