Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Santillan TranscripcionarticuloNinFrias
Santillan TranscripcionarticuloNinFrias
Santillán, Daniela
Profesorado de Literatura
Cuarto Año
Metodología de la investigación II
Prof. Marcos Wasem
Junio de 2021
CAPÍTULO XXIX
(págs. 151-152-153-154).
mi alma ya no podía pasarse sin él. Mas vos, que seguíais3 de cerca la pisada de
los fugitivos, oh Dios de las venganzas y de las mercedes, que nos atraéis a vos
por mil senderos admirables, le quitasteis la vida apenas había cumplido un año
nuestra amistad, que me fue dulce por encima de todas las dulzuras de mi vida.
AGUSTÍN5 no asistió a los últimos momentos del camarada de los asoleados días de
ausencia tamaña tortura. Mis ansiosos ojos le buscaban por doquier y no daban
con él en parte alguna. Todo era horrible para mí, porque él no estaba en
por qué estaba tan triste y por qué tan desasosegada, y ella no acertaba a
ese ser querido que yo había perdido era mejor y más real que ese fantasma en
el cual yo me inducía a esperar. Sólo las lágrimas me eran dulces. (IV, cap. 4.)
No es posible traducir las admirables palabras del escritor, tan suave y tierno cuanto
grave a la vez: «Solus fletus erat dulcis mihi et successerat amico meo in deliciis animi
mei9».
No para aquí este canto febril, que recuerda fuertemente la angustia de Aquiles
amistad de las cosas terrenas; ella se hace trizas cuando las pierde, y siente
luego cuán infeliz era en realidad cuando las poseía. Así me ocurría a mí
hubiese despedido de ella por su bien, como se cuenta, si no es ello una ficción
de Orestes y Pílades10, que quisieron morir juntos o dar la vida el uno por el
8 Ídem.
9 “Nada más que las lágrimas me resultaron dulces, porque sucedieron a mi amigo, en el más querido de
mis”
10 Orestes y Pílades fueron criados juntos en Fócide casi como hermanos, tal es así que decidieron
sacrificarse el uno por el otro cuando estaban capturados y ofrecidos a Ifigenia que pretendía liberar sólo
a uno de los dos.
vivir y el temor de morir. Parecíame11 que cuanto más le amaba más me
que yo había idolatrado, sin jamás pensar pudiera perecer, estuviera muerto; y
que yo, sobre todo – su otro ego –, pudiera sobrevivirle, constituía aún un
como una sola en dos cuerpos, y he ahí el motivo por que la vida se me hacía
horripilante, porque aborrecía el vivir tan sólo porque era la mitad de una vida;
acaso por ello mismo temía el morir, por miedo de lo que no muriese
La cita a que alude Agustín, cuando la Parca quiebra todo su orgullo intelectual, es la
No todo fue doloroso ni perturbador en las amistades mozas del hijo de Mónica16.
desaparición de uno de los ídolos de su corazón; veamos cómo se regocijaba con los
amigos, cuando, animosos y llenos de vivacidad, deleitaban sus horas de ocio o las
dedicadas al estudio:
Lo que más me ligaba a mis amigos era el encanto que surgía de platicar y reír
juntos, de hacernos servicios mutuos llenos de afecto, el leer juntos libros que
operaban la fusión de nuestras almas, y, de muchas ellas, hacían tan sólo una…
Sabiduría pagana de la vida era la descrita; pero no por ello menos bella ni ejemplar.
Los años febriles que precedieron a la conversación del futuro santo y doctor
De sensibilidad incomparable, el joven africano vivió presa del eterno conflicto entre
carne y el espíritu. El temperamento agustino era ardiente, y por eso halla fácil el
Fue Nebridio18, uno de los camaradas que más quiso Agustín; abandonó él su ciudad
natal19, y aun la seductora Cartago20, para poder vivir a su lado, en Milán. Y dejó,
asimismo, tras sí, a su madre, los subidos bienes que heredara de su padre, y lo más
Le pinta Agustín como aguijoneado21 por una ardiente sed de sabiduría y anhelante
por conocer la verdad. Fue su sostén en los embates de su alma: sufrieron y gozaron
juntos. Murió antes que pudiera llegar a la meta con su amigo, mas de la exquisitez de
17 “Están cansados”
18 Pastor u obispo de Egara. Uno de sus mejores amigos.
19 Tagaste, actual Argelia.
20 Antigua denominación de la ciudad al norte de África, la actual Túnez.
21 Del verbo aguijonear. 3. tr. Incitar, estimular, inquietar, atormentar. Según la RAE.
22 Confesiones de San Agustín.
Esas palabras, sentidas al punto de parecer empapadas en lágrimas, serían las últimas
con que la pluma doctoral evocaría esa amistad, que, después de la contemplación de
El amor, como su hermana amistad, son tanto más bellos y atractivos cuanto más se
Olvidemos por un instante al doctor más grande de la Iglesia Católica, cuyas ideas
aun ofrecen novedad a mil quinientos años de distancia, y tengamos sólo presente, en
esta galería, por donde desfilan los amantes de la amistad, la imagen de un joven
Cicerón, se siente presa del amor a la sabiduría24. Ese mancebo, entusiasta por el saber,
BIBLIOGRAFÍA
23 Hortensio, libro de Cicerón que Agustín leyó y fue causa de su avocación por completo a la ciencia de
la filosofía.
24 Libro tercero de las Confesiones de San Agustín.
25 A lo largo de este capítulo, Alberto Nin Frías coloca énfasis sobre el intenso afecto entre hombres, y
de aquí la referencia al título de este artículo: “Homosexualismo creador”. El autor pone de relieve temas
tabúes a pesar de la presencia del cristianismo que atraviesa todo el capítulo, tales como las controversias
de la sexualidad y la homosexualidad presentes en el transcurso de los sucesos humanos.
ASALE, R.-, & RAE. (s. f.). Propalar | Diccionario de la lengua española. «Diccionario de
https://dle.rae.es/propalar
visor/confesiones--0/html/ff7b6fd2-82b1-11df-acc7-002185ce6064_15.html#I_0_
Hagius, H., & Pesce de Bargellini, M. (2009). Alberto Nin Frías: Vida y obras : con un
https://trianarts.com/recordando-a-horacio-el-viaje-de-virgilio/#sthash.vaaOKlez.dpbs
OAR PSNT - San agustín: Los personajes que rodearon a San Agustín. (s. f.). Recuperado 1
rodearon-a-san-agustin
https://www.rae.es/dpd/mayúsculas