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2018
¿Y QUÉ HAY DE LOS DERECHOS HUMANOS?
De ésta manera, así como una de las grandes preocupaciones que tiene la
Educación está orientada al tema de los Derechos, debe ser su norte: la
promoción de estrategias y acciones dirigidas que permitan ser conocidos y
entendidos como un factor fundamental de la vida humana individual y colectiva.
Aún más, siendo la Educación el motor de la transformación social y comulgando
con los planes de desarrollo que desde los entes gubernamentales se proponen y
se convierten en políticas, hay que decir que debe optarse por una educación para
los Derechos Humanos; es decir, debe estar siempre a su disposición. Así pues,
“se concibe la educación para los derechos humanos ‘como un proceso educativo
continuo y permanente, asentado en el concepto amplio y procesual de derechos
humanos -como tal, ligada al desarrollo, la paz y la democracia-, y en la
perspectiva positiva del conflicto, que pretende desarrollar la noción de una cultura
de los derechos que tiene como finalidad la defensa de la dignidad humana, de la
libertad, de la igualdad, de la solidaridad, de la justicia, de la democracia y de la
paz” (Plan Nacional de Educación en Derechos Humanos, p. 70).
Como se puede ver, existe una fuerte apuesta por hacer de los Derechos
Humanos un pilar, un baluarte de la Educación, tanto así que ha quedado por
escrito en la Ley 115 cuando habla sobre los fines de la educación: “La formación
en el respeto a la vida y a los demás derechos humanos, a la paz, a los principios
democráticos, de convivencia, pluralismo, justicia, solidaridad y equidad, así como
en el ejercicio de la tolerancia y de la libertad” (Ley General de Educación.
Artículo 5). En definitiva, los Derechos Humanos deben conllevarnos a garantizar
a todas las personas un desarrollo integral que involucre la totalidad de sus
facetas y dimensiones; inclusive, es muy necesario también poder lograr que
desde una cultura de dichos Derechos, los niños y adolescentes de una manera
muy autónoma sean defensores de sus Derechos y de los Derechos de los
demás.
Sin embargo, la educación en la actualidad parece nadar contracorriente
respecto a las pretensiones y objetivos de los medios de comunicación social y del
modelo capitalista. Mientras que en el ámbito educativo se hacen todos los
esfuerzos posibles por formar en materia de Derechos Humanos, de su promoción
y defensa, así con de los mecanismos para denunciar atropellos en su contra,
como ya quedó claro hasta aquí, los medios de comunicación y el capitalismo
tienen una propuesta totalmente contraria y que va en detrimento de la dignidad
humana, y por lo tanto de los Derechos de los que toda persona debe gozar.
En éste orden de ideas, es preciso tener muy claro que, nuestra sociedad
colombiana, entre muchas otras características que posee –para efectos del tema
que se desarrolla-, se encuentran: el régimen político “democrático”, el modelo
económico capitalista, y el contundente papel de los medios de comunicación
nacionales; que de una manera mancomunada y bajo sofismas de distracción,
pretenden arrebatar al pueblo su capacidad analítica, crítica, su papel de liderazgo
en materia de defensa de sus Derechos.
Se trata entonces de lo que Fromm denominaba con inconsciencia social a
través de un filtro: “Lo que afirmo es que el filtro social evita que muchas
experiencias se hagan conscientes, y que, por lo tanto, este filtro produce una
forma específica de ‘inconciencia social’. Pero existe un cuarto elemento que
determina a la conciencia. Este elemento consiste de la considerable masa de
ficción manufacturada que cualquier sociedad trasmite al individuo. Algunas veces
se le llama ‘lavado de cerebro’, cuando el otro bando lo hace; cuando se trata del
propio bando se le llama ‘educación’ o algo similar. Pero en realidad todo es lo
mismo”.
Por ende, las denuncias públicas, las alertas tempranas, las acciones
urgentes y otras acciones que se adelantan para la promoción y defensa de los
Derechos tienen poca efectividad, en cuanto que los medios de comunicación “tal
como señaló el Informe Rettig ‘por regla general, los medios de comunicación
mantuvieron en el período que nos ocupa una actitud tolerante con las violaciones
a los derechos humanos y se abstuvieron de emplear su influencia en procurar
evitar que ellas siguieran cometiéndose’” (pág. 972 tomo II, citado por Medios de
comunicación social y derechos humanos, p.247), de hecho, esa actitud de los
medios de comunicación y de información aún se mantiene, porque las denuncias
que de manera pública en ellos se hace son infructuosas, no trascienden la
frontera de la mera información, y aunque se ponen en conocimiento de todo un
país no hay acciones contundentes por evitar, o por lo menos menguar las
constantes violaciones que se cometen en contra de los Derechos Humanos;
demás, en muchas ocasiones, la desinformación y la complicidad con los
atropellos cometidos es un fenómeno imperante. No obstante, es preciso aclarar
en este momento, que respecto a las denuncias que se suscitan, no todas son
desatendidas o no resueltas, aunque la constante es la actitud ciega y negligente
que se adopta.
Ahora bien, entre todas las falsas realidades que generan los medios de
comunicación y de información, manipulados por la proliferación del pensamiento
capitalista, hay una realidad que es totalmente verídica, los medios de
comunicación y de información no cumplen con su rol fundamental: “develar
asuntos de interés público donde se ven afectados los derechos humanos, y
revelan realidades de afectación de derechos que enfrentan ciertos grupos. Los
medios masivos de comunicación contribuyen a construir realidades y desde allí a
determinar qué hechos son los relevantes de dar a conocer y desde qué
perspectiva hacerlo; a través de los mensajes que emiten juegan un rol
preponderante en la construcción de la realidad social” (INDH, 2012, citado por
Medios de comunicación social y derechos humanos, p.243); tanto así que, en
ellos no se propende por formar al pueblo en mecanismos que sirvan para
denunciar las violaciones a los Derechos Humanos, tales como la acción de
tutela, la acción de cumplimiento, las acciones populares y de grupo, el derecho
de petición, el Habeas Corpus, y el Habeas Data.
Y todavía más, todas las artimañas que se gestan en torno al poder del
capitalismo y la manipulación de los medios de comunicación, que denotan
opresión y que para nada benefician la promoción y defensa de los Derechos
Humanos, recrea el llamado efecto dominó, tal como lo expresaba Paulo Freire:
“Cuando la educación no es liberadora, el sueño del oprimido es convertirse en
opresor”; precisamente ese es el mal que sufre la sociedad colombiana y que
sufre la dignidad de las personas, factor que degrada en demasía la realidad de
los Derechos que se nos deben garantizar.
BIBLIOGRAFÍA