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Vidas Privadas de Angelica Gorodischer
Vidas Privadas de Angelica Gorodischer
-Año 2016-
-Consigna-
Una de las ideas que la crítica cultural de género, en particular los estudios que
parten del feminismo, formula es que las identidades son construcciones y no existe una
sustancia natural preexistente. Por tratarse de construcciones culturales podemos
desarmarlas, examinar sus componentes y modo de funcionamiento. Lo central en esta
idea es que la identidad es un acto, una práctica, una performance, es decir, una
actuación o una representación que las personas aprendemos y ejecutamos de manera
repetitiva desde nuestra infancia. En la medida en que los actos de la identidad se
aprenden y se ejecutan, pueden ser pensados como “actuaciones” y tienen semejanza
con una representación teatral. Cada persona es “entrenada” desde la infancia en
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Canción de Malu, "Como una flor":https://www.letras.com/malu/225058/
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Gorodischer, Angélica en “Vidas Privadas”, publicado en Cómo triunfar en la vida. Buenos Aires,
1998, Emecé.
modelos culturales de género donde aprende a “ser mujer” o a “ser hombre” de acuerdo
a un modelo (o un guión) definido en la esfera cultural.3
3
Butler, Judith en “Actos performativos y constitución de género: un ensayo sobre fenomenología y
teoría feminista”, publicado originalmente en Sue Ellen Case, ed., Performing Feminisms: Crítical
Theory and Theatre. Baltimore: Johns Hopkins University Press, 1990, 270-282.)
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Gorodischer, Angélica en “Vidas Privadas”, publicado en Cómo triunfar en la vida. Buenos Aires, 1998,
Emecé.
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El término “performativo” viene de la filosofía del lenguaje y se refiere a un tipo de acto de habla que
tiene la capacidad de producir aquello que nombra. El acto performativo produce un hecho con el
lenguaje.
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Gorodischer, Angélica en “Vidas Privadas”, publicado en Cómo triunfar en la vida. Buenos Aires,
1998, Emecé.
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y locura. En las discusiones había escuchado recriminaciones de los vecinos: “[…],
cuidáte porque uno de estos días hago la valija y me voy, ya vas a ver, y me va a gustar
saber qué vas a hacer sin mí![…] / Él le dijo que si tanto lo odiaba y no se explicaba
por qué vivía con él, pues que se fuera, que él no la había llamado ni le había pedido
que se fuera a vivir con él, vamos, que se fuera de una vez. […]”11 El espacio, el
escenario estaba anclado en el asesino, a pesar de todo lo sucedido, era su albergue de
protección y de recuerdos. Motivos suficientes hubo, para haber amenazado de irse pero
nunca haberlo hecho hasta el día del asesinato, pero inclusive, vuelve a ese regazo de
pasión y odio.
Entre las escuchas, el narrador recuerda una reconciliación, el vecino dice: “¿de
quién es esa mariposita?” y ella dijo: “tuya, tuya, tuya”12. Esa frase grabada en la
mente del protagonista le sirvió para reconocer en esta situación final del cuento, que
nunca había visto a la “mujer” del vecino, sino que siempre la había escuchado: “Todo
lo de agradable, profundo, atractivo que tenía la voz del canoso, lo tenía la voz de la
mujer de chirriante, sosa, aguda, metálica” 13. Por eso, en el desenlace del relato, narra
el protagonista: “Hizo un movimiento como para separarse de la puerta y la remera se
le deslizó hacia un costado. La mariposa roja y azul estaba tatuada en el brazo, un
poco por debajo del hombro. Cuando él se movía, la mariposa se movía; cuando estaba
quieto, la mariposa se quedaba quieta” 14. Es decir, en esta escena, el narrador deduce
que su vecino no vivía con una “mujer”, que la voz “caricatura de una caricatura” y
“mariposa roja y azul” se pueden ver respectivamente por primera vez, pero desde y en
el cuerpo de un “hombre”. La identidad cultural presupone que la convivencia de estos
vecinos era de una pareja heterosexual y no homosexual, la función simbólica- cuerpo
del hombre- hace que el narrador se sorprenda y reorganice los cánones establecidos por
una sociedad culturalmente tradicional. Butler expresa en su ensayo: “No hay razón
para asumir que los géneros seguirán siendo solo dos” 15. Explica en su texto que
existen personas que pueden no estar cómodas con su cuerpo o la sexualidad binaria y
heterosexual, así como hay individuos que pueden tener un cuerpo masculino y una
identidad de género femenina o a la inversa. Aquí estaría para repensar la pregunta que
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Butler, Judith, El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. Traducción de María
Antonia Muñoz. Barcelona, 2000, Paidós.
le hace la “vieja víbora” al narrador, al principio del cuento:“-¿Ya vio a los nuevos
vecinos?16. Es decir, cada momento, cada descripción y suceso toma otra dimensión con
el estremecimiento al que se asiste como lectores en el cierre de la narración, dimensión
opuesta a la que como lectores se imaginan, descripto por el narrador en otro segmento
de la historia: “[…]la mujer había desaparecido. Se había ido, presumiblemente
llevando una valija porque su ropa no estaba. Los placares estaban abiertos, los
cajones tirados y había perchas y cajas desparramadas por el suelo. No había zapatos
ni carteras ni bijouterie ni cremas, polvos, sombras, perfumes, esmaltes de uñas,
shampoo, ni nada. […]”17.
Desde el comienzo hasta el final del cuento, la voz que narra no revela ninguna
marca gramatical de género sobre su persona, sino que se propone una apertura a las
interpretaciones de cada lector sobre su identidad. Por ejemplo, se observa entre el
personaje que narra y la denominada “vieja víbora”: “Y ahí me encontré con la vieja
víbora que intentaba saber quién era yo, cómo me llamaba, de qué me ocupaba, con
quién vivía, qué edad tenía, en dónde trabajaba, cuánto ganaba, si tenía auto y todo
otro dato para compartir […]” 18. La voz del narrador protagonista, hasta el final del
cuento, inclusive, no se la puede vincular con una identidad fija y acabada.
Para concluir con el análisis, podría agregar que, como lectores se lee y se analiza
desde una representación binaria y heterosexual, también denominada “matriz
heterosexual” se hace difícil romper con esos cánones y abrirse a la inclusión de género,
de sexo y de identidades. Butler dice: “[…] no existe una identidad de género detrás de
las expresiones de género; esa identidad se construye performativamente por las
mismas `expresiones´ que, al parecer, son resultado de estas.”19