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UNIVERSIDAD TECNOLOGICA DE LOS ANDES


Facultad de Ciencias Contables
Escuela Académico de Contabilidad

Trabajo Monográfico del:

SOCIALISMO COMUNISTA

Presentado por:
Chacon Peña, Bryan Alex

Docente:
Oscar Arbieto Mamani

Abancay – Perú

2021
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Dedicatoria

Quiero dedicarle este trabajo a Dios que me ha dado la vida y fortaleza para terminar este
proyecto de investigación,

A mis Padres por estar ahí cuando más los necesité; en especial a mi madre por su ayuda y
constante cooperación

A nuestro docente Oscar Arbieto Mamani que con su paciencia y esmero pudo darnos el
conocimiento sobre este curso tan importante
.
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Resumen

Según expresa el socialismo, el principal fin es la consecución de una sociedad justa y


solidaria, libre de clases sociales y que cuente con un reparto de riqueza igualitario. Para ello, los
medios productivos no tienen que ser de propiedad privada, porque considera que de esta manera
acaban perteneciendo a una minoría capitalista que domina los mercados, aprovechando de su
posición para controlar al trabajador y al consumidor.
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Índice de Contenido

Dedicatoria .......................................................................................................................... 2

Resumen.............................................................................................................................. 3

Introducción ........................................................................................................................ 5

Justificación ........................................................................................................................ 6

Definir el socialismo ....................................................................................................... 6

Irse por su cuenta ............................................................................................................ 7

Experimentos pasados ..................................................................................................... 9

Un nuevo modelo .......................................................................................................... 10

Compartir de manera eficiente ...................................................................................... 11

El socialismo en la práctica........................................................................................... 13

Puntos más Importantes del Socialismo ........................................................................... 15

Origen del Socialismo ................................................................................................... 15

Características del Idealismo ........................................................................................ 15

Clases del Socialismo ................................................................................................... 16

Material y Métodos ........................................................................................................... 17

Conclusiones ..................................................................................................................... 18

Bibliografía ....................................................................................................................... 19
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Introducción

Quienes aspiramos a instaurar la justicia en la Tierra y a terminar con toda explotación y

dominación creemos que la sociedad se puede cambiar y que otro mundo es posible. No solo es

posible: ¡es necesario e imprescindible! Frente al reino de muerte, burocracia, mercado,

dominación y explotación existe una alternativa viable, realista y al mismo tiempo impostergable:

el socialismo. Enfrentando día a día esta opinión, los poderosos medios de incomunicación

contemporáneos, auténticos monopolios de alcance mundial, y los empresarios que los manejan

no se cansan de batallar contra las ideas socialistas de justicia, emancipación, dignidad e igualdad.
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Justificación

En El socialismo ha regresado a la agenda política de Estados Unidos. Dos conocidos


nombres de la izquierda estadounidense, el senador Bernie Sanders y la representante Alexandria
Ocasio-Cortez, se autoproclaman socialistas. Y la mayoría de los actuales precandidatos
demócratas a la presidencia apoyan políticas que muchos denominan socialistas: seguro de salud
de pago único, empleo garantizado, inversiones masivas en obras públicas, preescolar universal y
educación terciaria financiada por el Estado. Más aún, cerca de la mitad de los estadounidenses
más jóvenes dicen en las encuestas que prefieren el socialismo al capitalismo (aunque lo que tienen
en su mente se parece más a la socialdemocracia que a la planificación central socialista).

El socialismo se puede concebir como sustentado en tres pilares intervinculados: un ethos


de conducta económica, una ética de justicia distributiva y un conjunto de relaciones de propiedad
que se ajustan al ethos y ponen en práctica la ética. Si la gente se comporta según el ethos e
implementa las relaciones de propiedad, se debería hacer realidad la ética distributiva. Nuestra
comprensión de estos tres pilares evoluciona con la historia. Para determinar en qué consiste el
socialismo del siglo veintiuno debemos identificar sus bases filosóficas, compararlas con el
capitalismo, y después presentar una serie de variantes socialistas.

Definir el socialismo

El ethos conductual del socialismo es la cooperación. Los ciudadanos de una sociedad


socialista deberían reconocer que forman parte de un emprendimiento de cooperación para
transformar la naturaleza en dirección a la mejora de la vida de todos. La ética distributiva de una
sociedad socialista favorece la plena igualdad de oportunidades.

El filósofo John Rawls argumentó que nadie merece beneficiarse o padecer por los recursos
que le fueron asignados en la “lotería de la cuna”. Estos recursos incluyen no solo la riqueza de la
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familia en que nace el bebé, sino todas las posibles ventajas que acumula una persona por nacer
en una familia dada, inclusive los buenos rasgos y disposiciones congénitas.

Esta visión no implica que los socialistas promuevan la ingeniería genética, solo que
aquellos con características congénitas más afortunadas (tanto materiales como genéticas) no
merecen recibir ingresos más altos que aquellos menos afortunados. La igualdad de oportunidades
exige compensar a quienes no han tenido suerte en la lotería de las cunas con una educación y
formación sustanciales.

Para tal fin, las relaciones de propiedad del socialismo apuntan a implementar la plena
igualdad de oportunidades, hasta el punto en que sea posible en una economía de mercado, y a
reflejar el ethos cooperativo de la conducta económica. Las grandes empresas (pero no las
pequeñas) no han de tener propietarios que acumulen utilidades. En lugar de ellos, todos los
ingresos de las firmas se distribuirían a quienes aportaron insumos de trabajo y capital a la
producción.

Irse por su cuenta

Resulta útil contrastar estos pilares socialistas con los pilares análogos del capitalismo. El
ethos conductual del capitalismo es el individualismo: la actividad económica se caracteriza como
la lucha de cada persona contra todos los demás y la naturaleza. La ética distributiva del
capitalismo es el laissez-faire: es correcto y admirable que los individuos prosperen sin límites en
lo material, siempre que no interfieran con la oportunidad de que otros hagan lo mismo. Los niños
sí que pueden disfrutar de todo lo que reciban en la lotería de la cuna, así como otros deben
resignarse a sufrir su mala suerte. Es crucial la libertad de contratar, incluso si sus consecuencias
impiden la igualdad de oportunidades (como sin duda ocurre con la herencia de vastas riquezas).
Las relaciones de propiedad en las empresas son privadas: las personas son propietarias de
empresas y sus utilidades se acumulan en beneficio de ellas una vez satisfechos los costes de
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producción, lo que incluye el pago de salarios a los trabajadores y de rentas o intereses a los
inversionistas.

Benjamín Franklin resumió sensatamente el contraste entre el ethos conductual del


socialismo y el del capitalismo, aunque en un contexto diferente. “Tenemos que hacerlo todos
juntos”, dijo a los delegados coloniales en el momento álgido de la Revolución Estadounidense,
“o, sin lugar a dudas, nos ahorcarán por separado”. Por supuesto, el paralelo entre la ingeniosa
declaración de Franklin sobre la necesidad de cooperación y el contraste entre socialismo y
capitalismo es imperfecto. En el capitalismo, algunas personas con gran capacidad de resistencia
tendrán realmente un éxito aplastante. Pero muchos más fracasarán en la competencia, en gran
parte debido al hecho de que no partieron en igualdad de condiciones.

No hay dudas de que en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial muchos llegaron
a creer que el capitalismo había entrado en una fase más benigna. Según Thomas Piketty, de la
Escuela de Economía de París, y Emmanuel Saez y Gabriel Zucman, de la Universidad de
California, Berkeley, entre 1946 y 1980 (el periodo que los franceses llaman los Trente Glorieuses,
el PIB real (ajustado a la inflación) casi se duplicó en Estados Unidos, y los beneficios de este
crecimiento se distribuyeron casi equitativamente. Los ingresos de quienes estaban en la mitad
inferior de la distribución de ingresos se duplicaron (un aumento del 102%), mientras que los del
1% superior lo hicieron en un 47%.

Pero ahora consideremos lo que ocurrió después. Entre 1980 y 2014, el crecimiento real
fue decididamente más débil. El ingreso total creció en apenas un 61% y el de quienes pertenecen
a la mitad inferior lo hizo en un mísero 1%. ¡Pero el del 1% superior se triplicó! Es evidente por
qué recordamos los Trente Glorieuses como años tan benignos.
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Experimentos pasados

La variante socialista más obvia es la socialdemocracia, enfoque implícitamente


promovido por Sanders y la senadora estadounidense Elizabeth Warren. Bajo la socialdemocracia,
las relaciones de propiedad siguen siendo capitalistas, pero hay una sustancial tributación del
ingreso y la riqueza para financiar varios tipos de seguridad social y la inversión en las personas y
los bienes públicos.

Los principales ejemplos de socialdemocracia contemporánea son los países nórdicos.


Aunque estos países recaudan aproximadamente la mitad de su producto nacional bruto en
impuestos (principalmente al ingreso y al valor añadido), casi todas sus grandes empresas son
corporaciones privadas, cuyos propietarios son de manera predominante hogares con un alto nivel
de ingreso. Aun así, los hogares nórdicos más acaudalados no son tan ricos como sus contrapartes
estadounidenses: en Suecia, el 1% superior posee el 21% de la riqueza del país, mientras que en
Estados Unidos posee el 42%.

Más aún, la distribución del ingreso en los países nórdicos es mucho más equitativa que en
Estados Unidos. En 2014, el 10% superior de los hogares estadounidenses recibió un 47% del
ingreso total, mientras que la mitad inferior recibió el 20%. En otras palabras, el hogar promedio
en el decil superior se llevó 12 veces más que el hogar promedio de la mitad inferior, antes de
impuestos.

Pero la socialdemocracia es solo una de las variantes de lo que el socialismo podría


significar hoy. La variante del siglo veinte (practicada en China hasta 1979 y en la Unión Soviética
y Europa del Este hasta una década después) combinaba la autocracia política y la asignación
central de los recursos y las materias primas, dejando al mercado solo un papel limitado. Esos dos
rasgos explican por qué esos sistemas fracasaron.
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Es cierto que la autocracia y un comando central fueron factores razonablemente eficaces


para que la Unión Soviética saliera de su estado semifeudal en las décadas de 1920 y 1930 del
siglo pasado, cuando la tarea clave era hacer que los campesinos semiempleados migraran desde
las tierras en que habitaban a las fábricas urbanas. En efecto, la rápida industrialización en este
periodo explica el fracaso de la invasión de las fuerzas de Hitler. Pero la autocracia y el temor a
los mercados se convirtieron en pesados grilletes cuando el problema más sutil de la innovación
tecnológica se volvió clave para el progreso en el último tercio del siglo pasado.

Un nuevo modelo

Entonces, ¿qué puede significar el socialismo, aparte de una socialdemocracia o una


planificación central? Pensemos en un sistema de relaciones de propiedad en que los dueños de las
grandes empresas no son capitales privados, sino más bien quienes aportan insumos (trabajo y
capital) para la producción.

En el capitalismo, después de que los trabajadores e inversionistas reciben sus salarios e


intereses por sus aportes a la producción, lo que resta (las utilidades) se distribuye a los propietarios
(como dividendos) o siguen en la cuenta bancaria de la empresa (como propiedad de sus dueños).
En contraste, en lo que yo llamo una economía compartida, los mercados seguirían asignando
recursos y las empresas seguirían acumulando utilidades, pero los trabajadores e inversionistas
recibirían todos los ingresos de la empresa. Tras pagar el precio de mercado del trabajo (el salario)
a los trabajadores y el precio del capital (la renta / tasa de interés) a los inversionistas, las utilidades
se distribuirían a los trabajadores e inversionistas de manera proporcional a sus aportes a la
empresa.

En esta variante del socialismo el producto completo de las grandes empresas se asignaría
a quienes aportan a la producción. No existiría una clase de accionistas que no hacen aportes, ni
una bolsa de valores en que se comerciara la propiedad de las empresas. En la práctica, las grandes
empresas serían propiedad de quienes aportaran directamente los factores de producción.
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A algunos socialistas el pago a los inversionistas por sus aportes a la producción podría
resultarles contradictorio con la visión de Karl Marx de que, en el socialismo, el ingreso se debería
distribuir por completo a los trabajadores. Su opinión era apropiada en la Inglaterra de 1850,
cuando toda la riqueza financiera era propiedad de unos pocos centiles más adinerados de la
ciudadanía, quienes en su mayoría la habían heredado como aristócratas terratenientes. Sin
embargo, en la actualidad las clases media y media-alta (entre los percentiles 50 y 99) poseen el
56% de la riqueza financiera en Estados Unidos y la cantidad de capital invertida por trabajador
por el sector corporativo estadounidense supera los 400.000 dólares.

Así, cualquier forma de socialismo democrático que se implemente hoy o en el futuro debe
inducir a los ciudadanos a invertir su riqueza, así como la rentabilidad de su trabajo. La obscena
riqueza de quienes están en la cúspide del ingreso se debe eliminar con impuestos: el 1% superior
posee hoy el 42% de la riqueza financiera estadounidense. Pero la riqueza de la actual clase media
no está “goteando desde la cabeza a los pies, desde cada poro, con sangre y suciedad”, como
escribiera Marx sobre la acumulación del capital en la etapa del capitalismo temprano inglés, y no
se debe expropiar.

Compartir de manera eficiente

Una de las principales virtudes utilizadas para promover el mecanismo económico


capitalista (mercados más competencia más propiedad privada de las empresas) es que, en
condiciones algo idealizadas, logra una asignación de materias primas y recursos alcanzado una
“eficiencia de Pareto”. Ningún recurso se desecha ni desaprovecha, porque es imposible encontrar
otra asignación que mejore el bienestar de una persona, a menos que se reduzca el bienestar de
otra. Pero lo mismo ocurre en una economía compartida. De hecho, la eficiencia de Pareto se
deduce directamente del ethos cooperativo socialista. Como lo anticipaba la ocurrente frase de
Franklin, “permanecer unidos” da a los trabajadores e inversionistas una receta precisa para tomar
decisiones económicas.
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Según mis cálculos, en una economía compartida, los impuestos y la redistribución de la


riqueza que el quintil (5%) superior posee por sobre el 95% restante reduciría el ingreso promedio
de un hogar del decil superior en cerca de 5,4 veces el de un hogar promedio de la mitad inferior,
lo que equivale aproximadamente a la proporción actual de Suecia. Y este escenario considera solo
un impuesto a la riqueza, sin redistribución a través del ingreso ni impuestos al valor añadido.

Una economía compartida tiene importantes ventajas sobre la socialdemocracia,


comenzando por el hecho de que dejaría de existir una clase de propietarios no productivos. La
distribución de todo el ingreso de las grandes empresas (la mayoría de las cuales se encuentran
actualmente en forma de corporaciones) a aquellos que aportan los factores de la producción
mejoraría el ethos de cooperación, que es un elemento central del socialismo. Por supuesto,
seguiría habiendo la necesidad de un estado de bienestar que preste seguridad social temporal y
apoye a quienes no puedan trabajar.

Los escépticos argumentarán que es utópico postular una sociedad en la que trabajadores e
inversionistas se sientan motivados por el deseo de cooperar. Pero eso supone erróneamente que
“ir por las suyas” es un instinto natural en el ser humano. De hecho, hoy los psicólogos
evolucionistas plantean que la capacidad de cooperación en el principal rasgo del homo sapiens
que da cuenta de nuestro éxito económico. Hace diez mil años, la sociedad humana más grande en
que florecía la paz era la banda, consistente en varios cientos de personas, a lo sumo. La forma de
interacción usual entre esas bandas era la guerra, que se llevaba las vidas de entre un 25% y un
50% de todos los hombres. En la actualidad, lo normal son las sociedades generalmente pacíficas
de millones, cientos de millones e incluso más de mil millones de personas. En Europa, la tasa de
muerte por homicidio y guerras ha caído a uno en 100.000. ¿Qué otras evidencias necesitamos
para la capacidad de cooperación innata de los seres humanos?
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El socialismo en la práctica

Entonces, la pregunta es cómo puede pasar un país desde el capitalismo al tipo de economía
compartido que he descrito. En Europa, varios países ya han incluido a trabajadores y otros actores
interesados en las juntas corporativas. Ese es un primer paso. De igual importancia son los
impuestos a la riqueza, especialmente de los multimillonarios, de modo que el 1% superior de los
hogares no posea más del 40% de los recursos financieros.Como mucho, esta cohorte no debería
poseer más del 10% de la riqueza financiera de un país.En cuanto a la distribución del ingreso
corporativo enteramente a quienes aporten trabajo y capital a la empresa, no hay obstáculos
tecnológicos de por medio. Sería necesario hacer cambios al derecho corporativo.

¿Afectaría a la economía la desaparición gradual del mercado de valores? No en la opinión


de destacados economistas como John Maynard Keynes, que comparó las bolsas de valores con
un casino, o del ex Jefe de la Reserva Federal Paul Volcker, que señaló en 2009 que la innovación
financiera más importante de los últimos años eran los cajeros automáticos. Después de todo, las
firmas seguirían aprovechando al máximo sus utilidades. Pero sin una pequeña clase de titulares
de acciones cuyos ingresos dependen en gran parte de esas utilidades, cambiarían para mejor las
decisiones de las juntas corporativas, tal como hoy las empresas que incluyen actores no
propietarios en sus juntas directivas prestan más atención a las externalidades negativas de su
búsqueda absoluta de utilidades.

Por último, acerca de la cuestión de si podemos reemplazar fácilmente el ethos


individualista por uno cooperativo, no basta con señalar que milenios de historia son testimonio
de la capacidad cooperativa de nuestra especie. También se debe entender por qué tanta gente
acepta una competencia implacable como si fuera una forma de ley física: alimentar el ethos del
individualismo es y siempre ha sido una tarea ideológica principal de la clase capitalista.

Esa clase y sus voceros han tenido un éxito notable en alterar la conciencia pública, de
modo que nos hemos olvidado de la sociedad relativamente más cooperativa de la posguerra. Fue
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ideado y puesto en práctica no en menor parte por políticos carismáticos como el presidente
estadounidense Ronald Reagan y la Primer Ministro británica Margaret Thatcher en la década
1980, y por una prensa comprometida en términos financieros. Los medios de comunicación han
promovido de manera incesante el individualismo y el consumismo, mientras que los sindicatos
(instituciones cooperativas por excelencia) han sido desarticulados.

En 1949, Albert Einstein describió al socialismo como el intento de la humanidad de ir más


allá de la fase predatoria del desarrollo humano. En muchos casos, los experimentos socialistas del
siglo veinte fueron justamente eso. El reciente resurgimiento del interés en el socialismo en
Estados Unidos indica que una nueva generación –que apenas recuerda esos experimentos- busca
una alternativa atractiva a nuestra nueva Edad de Oro y sus patologías asociadas. Harían bien en
dirigir sus miradas a la economía compartida.
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Puntos más Importantes

del Socialismo

Origen del Socialismo

En el marxismo, el modo de producción socialista o simplemente socialismo, es bajo la

teoría del materialismo histórico una primera fase de la sociedad comunista, sustituyendo así al

modo de producción capitalista, que exige la abolición de las clases sociales y la supresión de la

propiedad privada de los medios de producción. Algunos de los principales teóricos, postularon

además otras fases intermedias que denominaron de diferente manera. Marx desarrolló la teoría

socialista dotándole un carácter científico al aplicar un análisis materialista frente al idealismo del

socialismo utópico. A lo largo del siglo XIX, se usaron los términos "comunismo" y "socialismo"

como sinónimos. Marx y Engels usaron en un principio usaron el término "comunismo" porque

representaba más a la clase obrera, pero luego cambiaron a "socialismo". No fue sino hasta la

Revolución Bolchevique que el término socialismo llegó a referirse a la etapa previa del

comunismo.

Características del Idealismo

La teoría socialista resulta algo compleja dada las numerosas ramas ideológicas que la

complementan a lo largo de la historia. A modo general, estas son las principales características

del socialismo.
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– Persigue la igualdad social

– Abolición de la propiedad privada

– Mayor control por parte del Estado (en contra del liberalismo)

– Nacionalización de los medios de producción

– Sustitución del sistema capitalista por un sistema comunista (marxismo)

Clases del Socialismo

Desde su nacimiento, el socialismo tomó forma a través de los primeros postulados


socialistas y comunistas, siendo sus raíces principales las siguientes:

Socialismo utópico: Esta tendencia situada en el nacimiento de las ideas socialistas se


acercan a una visión idealista o utópica. Por ello, los primeros planteamientos comunistas aún no
contaban con una visión claramente negativa del efecto del capitalismo y la industrialización de la
época.

Socialismo científico: Con las publicaciones de Karl Marx y Friedrich Engels a mediados
del siglo XIX el socialismo adquirió una base teórica más formal y rigurosa. Junto a un
pormenorizado estudio de la historia y la evolución de las conductas económicas el socialismo
científico se convirtió en la corriente principal
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Material y Métodos

Recolección de información de fuentes confiables como libros, PDF y algunas páginas


web, validación de la información, análisis y lectura de la información recolectada
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Conclusiones

El socialismo ha ayudado a los países que lo practican en el sentido de su bienestar material,


así mismo el modelo socialista nos muestra su punto de vista del modelo capitalista y de las clases
sociales, nos dice que no está de acuerdo el cómo llegan a utilizar dicho modelo.
Pero por otro punto de vista, sabemos que su economía ha traído varios problemas a la sociedad,
porque es increíble que en la actualidad los países socialistas continúen entorpeciendo la economía
de sus pueblos por ejemplo el empobrecimiento a sus ciudadanos, aunque el gobierno diga que “es
un buen sistema” para mejorar la economía, sabemos que no lo es. El historial de los países
socialistas comenzó desde el siglo XX y ha sufrido varias controversias.

Pero al final de cuentas algunos países continúan con este modelo.


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Bibliografía

Beade, I. (2010). Acerca de la cosa en sí como causa de la afección sensible. Scielo.org.

Gonzales, L. A. (2012). Los fundamentos de la filosofía socialista alemna:

Inclán, R. P. (2012). Lecciones de Etica: Conociendo el Proceso Histórico. México.

Lerussi, N., & Solé, M. (2016). En busca del Socialismo: Transformación de Conceptos
(Primera ed.). Buenos Aires: RagifEdiciones.

Monterrubio, A. G. (2015). socialismo y fundamentación. Lima: Portal UNAM.

Otero, M. H. (2003). La crítica al socialismo y temas correlacionados (Vol. 26). Uruguay: FHC
Editorial.

Reale, G., & Antiseri, D. (2001). Historia del Pensamiento Filosófico y Científico (Vol. I).
Barcelona: Herder.

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