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Socialismo Comunista.
Socialismo Comunista.
SOCIALISMO COMUNISTA
Presentado por:
Chacon Peña, Bryan Alex
Docente:
Oscar Arbieto Mamani
Abancay – Perú
2021
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Dedicatoria
Quiero dedicarle este trabajo a Dios que me ha dado la vida y fortaleza para terminar este
proyecto de investigación,
A mis Padres por estar ahí cuando más los necesité; en especial a mi madre por su ayuda y
constante cooperación
A nuestro docente Oscar Arbieto Mamani que con su paciencia y esmero pudo darnos el
conocimiento sobre este curso tan importante
.
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Resumen
Índice de Contenido
Dedicatoria .......................................................................................................................... 2
Resumen.............................................................................................................................. 3
Introducción ........................................................................................................................ 5
Justificación ........................................................................................................................ 6
El socialismo en la práctica........................................................................................... 13
Conclusiones ..................................................................................................................... 18
Bibliografía ....................................................................................................................... 19
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Introducción
dominación creemos que la sociedad se puede cambiar y que otro mundo es posible. No solo es
dominación y explotación existe una alternativa viable, realista y al mismo tiempo impostergable:
el socialismo. Enfrentando día a día esta opinión, los poderosos medios de incomunicación
contemporáneos, auténticos monopolios de alcance mundial, y los empresarios que los manejan
no se cansan de batallar contra las ideas socialistas de justicia, emancipación, dignidad e igualdad.
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Justificación
Definir el socialismo
El filósofo John Rawls argumentó que nadie merece beneficiarse o padecer por los recursos
que le fueron asignados en la “lotería de la cuna”. Estos recursos incluyen no solo la riqueza de la
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familia en que nace el bebé, sino todas las posibles ventajas que acumula una persona por nacer
en una familia dada, inclusive los buenos rasgos y disposiciones congénitas.
Esta visión no implica que los socialistas promuevan la ingeniería genética, solo que
aquellos con características congénitas más afortunadas (tanto materiales como genéticas) no
merecen recibir ingresos más altos que aquellos menos afortunados. La igualdad de oportunidades
exige compensar a quienes no han tenido suerte en la lotería de las cunas con una educación y
formación sustanciales.
Para tal fin, las relaciones de propiedad del socialismo apuntan a implementar la plena
igualdad de oportunidades, hasta el punto en que sea posible en una economía de mercado, y a
reflejar el ethos cooperativo de la conducta económica. Las grandes empresas (pero no las
pequeñas) no han de tener propietarios que acumulen utilidades. En lugar de ellos, todos los
ingresos de las firmas se distribuirían a quienes aportaron insumos de trabajo y capital a la
producción.
Resulta útil contrastar estos pilares socialistas con los pilares análogos del capitalismo. El
ethos conductual del capitalismo es el individualismo: la actividad económica se caracteriza como
la lucha de cada persona contra todos los demás y la naturaleza. La ética distributiva del
capitalismo es el laissez-faire: es correcto y admirable que los individuos prosperen sin límites en
lo material, siempre que no interfieran con la oportunidad de que otros hagan lo mismo. Los niños
sí que pueden disfrutar de todo lo que reciban en la lotería de la cuna, así como otros deben
resignarse a sufrir su mala suerte. Es crucial la libertad de contratar, incluso si sus consecuencias
impiden la igualdad de oportunidades (como sin duda ocurre con la herencia de vastas riquezas).
Las relaciones de propiedad en las empresas son privadas: las personas son propietarias de
empresas y sus utilidades se acumulan en beneficio de ellas una vez satisfechos los costes de
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producción, lo que incluye el pago de salarios a los trabajadores y de rentas o intereses a los
inversionistas.
No hay dudas de que en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial muchos llegaron
a creer que el capitalismo había entrado en una fase más benigna. Según Thomas Piketty, de la
Escuela de Economía de París, y Emmanuel Saez y Gabriel Zucman, de la Universidad de
California, Berkeley, entre 1946 y 1980 (el periodo que los franceses llaman los Trente Glorieuses,
el PIB real (ajustado a la inflación) casi se duplicó en Estados Unidos, y los beneficios de este
crecimiento se distribuyeron casi equitativamente. Los ingresos de quienes estaban en la mitad
inferior de la distribución de ingresos se duplicaron (un aumento del 102%), mientras que los del
1% superior lo hicieron en un 47%.
Pero ahora consideremos lo que ocurrió después. Entre 1980 y 2014, el crecimiento real
fue decididamente más débil. El ingreso total creció en apenas un 61% y el de quienes pertenecen
a la mitad inferior lo hizo en un mísero 1%. ¡Pero el del 1% superior se triplicó! Es evidente por
qué recordamos los Trente Glorieuses como años tan benignos.
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Experimentos pasados
Más aún, la distribución del ingreso en los países nórdicos es mucho más equitativa que en
Estados Unidos. En 2014, el 10% superior de los hogares estadounidenses recibió un 47% del
ingreso total, mientras que la mitad inferior recibió el 20%. En otras palabras, el hogar promedio
en el decil superior se llevó 12 veces más que el hogar promedio de la mitad inferior, antes de
impuestos.
Un nuevo modelo
En esta variante del socialismo el producto completo de las grandes empresas se asignaría
a quienes aportan a la producción. No existiría una clase de accionistas que no hacen aportes, ni
una bolsa de valores en que se comerciara la propiedad de las empresas. En la práctica, las grandes
empresas serían propiedad de quienes aportaran directamente los factores de producción.
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A algunos socialistas el pago a los inversionistas por sus aportes a la producción podría
resultarles contradictorio con la visión de Karl Marx de que, en el socialismo, el ingreso se debería
distribuir por completo a los trabajadores. Su opinión era apropiada en la Inglaterra de 1850,
cuando toda la riqueza financiera era propiedad de unos pocos centiles más adinerados de la
ciudadanía, quienes en su mayoría la habían heredado como aristócratas terratenientes. Sin
embargo, en la actualidad las clases media y media-alta (entre los percentiles 50 y 99) poseen el
56% de la riqueza financiera en Estados Unidos y la cantidad de capital invertida por trabajador
por el sector corporativo estadounidense supera los 400.000 dólares.
Así, cualquier forma de socialismo democrático que se implemente hoy o en el futuro debe
inducir a los ciudadanos a invertir su riqueza, así como la rentabilidad de su trabajo. La obscena
riqueza de quienes están en la cúspide del ingreso se debe eliminar con impuestos: el 1% superior
posee hoy el 42% de la riqueza financiera estadounidense. Pero la riqueza de la actual clase media
no está “goteando desde la cabeza a los pies, desde cada poro, con sangre y suciedad”, como
escribiera Marx sobre la acumulación del capital en la etapa del capitalismo temprano inglés, y no
se debe expropiar.
Los escépticos argumentarán que es utópico postular una sociedad en la que trabajadores e
inversionistas se sientan motivados por el deseo de cooperar. Pero eso supone erróneamente que
“ir por las suyas” es un instinto natural en el ser humano. De hecho, hoy los psicólogos
evolucionistas plantean que la capacidad de cooperación en el principal rasgo del homo sapiens
que da cuenta de nuestro éxito económico. Hace diez mil años, la sociedad humana más grande en
que florecía la paz era la banda, consistente en varios cientos de personas, a lo sumo. La forma de
interacción usual entre esas bandas era la guerra, que se llevaba las vidas de entre un 25% y un
50% de todos los hombres. En la actualidad, lo normal son las sociedades generalmente pacíficas
de millones, cientos de millones e incluso más de mil millones de personas. En Europa, la tasa de
muerte por homicidio y guerras ha caído a uno en 100.000. ¿Qué otras evidencias necesitamos
para la capacidad de cooperación innata de los seres humanos?
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El socialismo en la práctica
Entonces, la pregunta es cómo puede pasar un país desde el capitalismo al tipo de economía
compartido que he descrito. En Europa, varios países ya han incluido a trabajadores y otros actores
interesados en las juntas corporativas. Ese es un primer paso. De igual importancia son los
impuestos a la riqueza, especialmente de los multimillonarios, de modo que el 1% superior de los
hogares no posea más del 40% de los recursos financieros.Como mucho, esta cohorte no debería
poseer más del 10% de la riqueza financiera de un país.En cuanto a la distribución del ingreso
corporativo enteramente a quienes aporten trabajo y capital a la empresa, no hay obstáculos
tecnológicos de por medio. Sería necesario hacer cambios al derecho corporativo.
Esa clase y sus voceros han tenido un éxito notable en alterar la conciencia pública, de
modo que nos hemos olvidado de la sociedad relativamente más cooperativa de la posguerra. Fue
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ideado y puesto en práctica no en menor parte por políticos carismáticos como el presidente
estadounidense Ronald Reagan y la Primer Ministro británica Margaret Thatcher en la década
1980, y por una prensa comprometida en términos financieros. Los medios de comunicación han
promovido de manera incesante el individualismo y el consumismo, mientras que los sindicatos
(instituciones cooperativas por excelencia) han sido desarticulados.
del Socialismo
teoría del materialismo histórico una primera fase de la sociedad comunista, sustituyendo así al
modo de producción capitalista, que exige la abolición de las clases sociales y la supresión de la
propiedad privada de los medios de producción. Algunos de los principales teóricos, postularon
además otras fases intermedias que denominaron de diferente manera. Marx desarrolló la teoría
socialista dotándole un carácter científico al aplicar un análisis materialista frente al idealismo del
socialismo utópico. A lo largo del siglo XIX, se usaron los términos "comunismo" y "socialismo"
como sinónimos. Marx y Engels usaron en un principio usaron el término "comunismo" porque
representaba más a la clase obrera, pero luego cambiaron a "socialismo". No fue sino hasta la
Revolución Bolchevique que el término socialismo llegó a referirse a la etapa previa del
comunismo.
La teoría socialista resulta algo compleja dada las numerosas ramas ideológicas que la
complementan a lo largo de la historia. A modo general, estas son las principales características
del socialismo.
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– Mayor control por parte del Estado (en contra del liberalismo)
Socialismo científico: Con las publicaciones de Karl Marx y Friedrich Engels a mediados
del siglo XIX el socialismo adquirió una base teórica más formal y rigurosa. Junto a un
pormenorizado estudio de la historia y la evolución de las conductas económicas el socialismo
científico se convirtió en la corriente principal
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Material y Métodos
Conclusiones
Bibliografía
Lerussi, N., & Solé, M. (2016). En busca del Socialismo: Transformación de Conceptos
(Primera ed.). Buenos Aires: RagifEdiciones.
Otero, M. H. (2003). La crítica al socialismo y temas correlacionados (Vol. 26). Uruguay: FHC
Editorial.
Reale, G., & Antiseri, D. (2001). Historia del Pensamiento Filosófico y Científico (Vol. I).
Barcelona: Herder.