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"AÑO DEL BICENTENARIO DEL PERÚ: 200 AÑOS DE INDEPENDENCIA"

ALUMNAS:
Abanto Uceda, Leslie
Sánchez Paredes, Nina

CURSO:

Literatura

ESPECIALIDAD:

Educación Inicial

CICLO:

VIII

DOCENTE:

Carmen Javier Ysla

2021
Actividad Aplicativa N° 02
A ¿Qué aspecto del cuento te cautivo más? ¿Por qué?
El que hayan utilizado la discrminacion hacia las personas, ya que esa situación es
la que hoy en dia se presenta pero no lleva a nada bueno, y es lamentable ya que
dia a dia se lucha contra la discriminación.

B.- ¿Qué emociones despertó en ti el cuento: MATALACHÉ- Enrique López


Albújar? Puedes señalar más de una.
A. Alegría ( ) F. Arrepentimiento ( ) L. Admiración ( )
B. Desconcierto ( ) G. Rechazo ( ) K. Ninguna ( )
C. Rabia ( x) H. Asombro ( ) M. Otra _______
D. Indignación (x ) I. Preocupación ( ) ______________
E. Satisfacción ( ) J. Orgullo ( )

EXPLICA:
Rabia porque no me gusta que discrminen a las personas ya sea por su color de
piel, su raza, o el lugar de donde vengan.
Indignacion, porque nos indigna saber que pueden discrminar.

C.- Transforma cualquier pasaje del cuento: “MATALACHÉ” – ENRIQUE LOPEZ


ALBUJAR de forma breve, en el cual se refleje la desigualdad social. Para ello
tendrás que extraer el pasaje elegido (copiarlo) y luego cambiarlo.
CAPITULO XVI- El último jabón de La Tina

El mayordomo, con su negra y magra figura de poste carbonizado y su cabeza de piel astracanada, esperaba a pie firme en el
centro de la habitación. Don Juan no le había sentido llegar. Absorto por el tumultuoso desfile de sus pensamientos, que, desde
veinticuatro horas antes, no le dejaban dormir ni pensar sino en su propio dolor, nada de lo que le rodeaba parecía advertirlo.

Dos surcos profundos le partían el entrecejo, imprimiéndole a su rostro una dureza implacable y cruel. Sus ojos, de azul
desvanecido, parecían mirar por encima de los muros de la sala un punto lejano, algo que reflejaba en sus pupilas resplandores de
un incendio diabólico.

¡Lo que había envejecido en esas veinticuatro horas! Del cincuentón, de arrestos juveniles hasta ayer no más, sólo quedaba una
armazón humana, rígida, autómata, en la que todo parecía obedecer a golpes de resorte. (…)

Es que en esas veinticuatro horas aquel hombre se había deshumanizado y todo lo que fluía en él tenía una tal radiación de dolor y
fiereza que sobrecogía al que miraba. (…)

Al fin salió de su ensimismamiento, y volviendo los ojos al esclavo, que, poseído por la solemnidad del momento, no se había
atrevido a hablar, murmuró:

—¡Ah, estabas ahí! —Sí, mi amo. Venía desile que to está listo.

—¿Todo? —Todito, mi amo. Antuco cumplí al pie e letra lo que su mersé manda.

—Dame la capa y el sombrero.

Y una vez en posesión de las dos prendas, don Juan Francisco salió precedido del viejo mayordomo, el cual, farol en mano,
comenzó a guiarle (…)

Don Juan Francisco avanzó hasta el fondo, donde el grupo de tres hombres esperaba, y dirigiéndose al que estaba en medio,
díjole, con reconcentrada ira: —Ya supondrás lo que voy a hacer contigo, ¡negro canalla, ingrato, desleal!

—Sí; lo que hace el cuchillo con la carne, señor.

—Algo mejor que eso. Ahorcarte, no. ¡Eso quisieras! Ni garrote tampoco.

Eso, para los caballeros.

—Cualquiera que sea la muerte que me dé usted la recibiré con resignación, como el pago merecido de una deuda que he
contraído con usted.

—¡No baladronees, miserable!

Mejor sería que te encomendaras a Dios. Tienes unos minutos para que lo hagas.

—Ya lo he hecho, don Juan; todo el día he rezado, yo soy un buen cristiano y sé que la oración consuela y purifica.

Desde que se me engrilló y metió en el calabozo sabía lo que podía esperar.

—Desgraciadamente no te puedo cobrar de otro modo la deuda. ¡Ah, si estuvieras a mi altura, con qué placer te buscaría el
corazón con una espada!

Pero siendo quien eres no mereces que yo ponga en ti mis manos, ¡alma de perro! —De hombre, don Juan, de hombre.

José Manuel piensa, siente y quiere como los caballeros, como los blancos.

—¡No, no! Eres un perro, peor que un perro. El perro siquiera agradece el

trato y el pan que se le echa; pero tú muerdes a traición la mano que te lo da.
—Es eso lo que usted cree, pero el pan que he comido yo en esta casa me ha costado mi sudor; lo he ganado muy bien, y todavía
ha quedado para usted.

¿Qué se figura, señor don Juan Francisco, que yo soy un esclavo como los demás, que no sabe lo que es un hombre y una bestia y
que todos tenemos el derecho de vivir libremente?

—¡Derecho! ¡Eso quisieras tú, hijo de raza maldita! ¡Hombre tú, que hasta por el color eres una mancha y una vergüenza!…

—Pero por dentro no lo soy. Por dentro soy luz, como que soy hijo de Dios, don Juan. Quizás si más luz que muchos hombres que
blasonan de nobles y generosos. ¿Me enrostra usted mi color? Si fuera blanco no estaría aquí sino en la iglesia, delante de un
sacerdote y de mucha gente hipócrita y aduladora.

—Pues por lo mismo que no lo eres has debido mirar primero dónde ponías los ojos, ¡canalla!

—Lo sabía, señor, por desgracia, y de ello no tengo yo la culpa. ¿Para qué nos ha dado Dios ojos sino para ver y adorar lo que nos
gusta?

—¡Negro mentecato, presuntuoso, pedante! Llévenlo allá arriba.

—Señor, mire bien lo que va a hacer conmigo. Máteme, pero no abuse.

—¡Cárguenlo, y llévenlo allá, he dicho! (…)

José Manuel, que desde la noche anterior había sido encerrado en un ergástulo, cargado de grillos y esposas, sin más alimento que
agua y pan y sin otra esperanza que la de recibir una muerte pronta y humana, se rebeló, y mirando de arriba abajo al hombre que,
sin más ley que la suya, le condenaba a un suplicio horrendo, diabólico, le escupió, más bien que le dijo, estas afrentosas palabras:

—Ya ve usted, don Juan, como no es preciso ser negro para ser una bestia. ¿Quién es aquí la bestia, usted o yo?

—¡Cállate, esclavo vil!

—¡Esclavo! El esclavo es usted, don Juan, que se deja arrastrar por la soberbia, como el demonio. Así son todos ustedes los
blancos.

—¡Súbanlo!, ¡súbanlo! —repitió rabiosamente don Juan—. Que no tenga que decirlo otra vez.

Y los dos fornidos congos, el de la risa innoble y la copla canallesca y el otro, un mozo de herrería, cogiendo violentamente al
infeliz por los brazos y las piernas, salvaron de unos cuantos trancos la rampa y se detuvieron sobre la plataforma que engolillaba
a una de las enormes tinas de jabón, rugiente y humeante como un cráter voraz. (…) —¡José Manuel, arrodíllate y reza un
padrenuestro!

—Ya he dicho que he rezado hoy bastante. ¡Acaba; no me torturen más! Y sentándose y volviendo la cara al amo:

—Don Juan, ¿va usted a hacer jabón conmigo? Si es así, que le sirva para lavarse la mancha que le va a caer y para que la niña
María Luz lave a ese hijo que le dejo, que seguramente será más generoso y noble que usted, como que tiene sangre de Sojo.

—¡Tírenlo adentro! —rugió el de los Ríos y Zúñiga, más ceñudo e implacable que nunca.

Y sobre el crepitar de la enorme tina de jabón se oyó de repente un alarido taladrante, que hendió el torvo silencio del viejo
caserón y puso en el alma de los esclavos una loca sensación de pavor.

Quince días después, los parroquianos que iban por jabón a La Tina se encontraban con las puertas cerradas, y sobre éstas un
lacónico letrero, que decía:

SE TRASPASA

EN SAN FRANCISCO DARÁN RAZÓN

PASAJE TRASFORMADO
—Don Juan, ¿va usted a hacer jabón conmigo? Si es así, que le sirva para lavarse
la mancha que le va a caer y para que la niña María Luz lave a ese hijo que le
dejo, que seguramente será más generoso y noble que usted, como que tiene
sangre de Sojo.
—¡Tírenlo adentro! —rugió el de los Ríos y Zúñiga, más ceñudo e implacable que
nunca.
Y sobre el crepitar de la enorme tina de jabón se oyó de repente un alarido
taladrante, que hendió el torvo silencio del viejo caserón y puso en el alma de los
esclavos una loca sensación de pavor.
Quince días después, los parroquianos que iban por jabón a La Tina se
encontraban con las puertas cerradas, y sobre éstas un lacónico letrero, que
decía:
SE TRASPASA
EN SAN FRANCISCO DARÁN RAZÓN

Don juan antes de someter a esa desgracia a Jose Manuel, logra recapacitar ante
los perjuciios del racismo ya que el vio a su hija que lloraba y suplicaba para que
se compadesa del padre de su hijo.
Diciendo ella a donde juan padre abre tu corazon yo se que tu no eres como los
demas, yo amo a Jose Manuel y dentro de mi llevo un fruto de nosotros.
Don juan dice Jose Manuel ha sido uno de los mejores esclavos y siempre me
obedecia en todo pero jamas deviste fijarte en mi hija y muchos menos
embarazarla.
Pero tampoco soy de sangre fria para poder matarte a si que no lo haré y por la
felicidad de mi hija y de mi futuro nieto he tomado la decisión de que vivan junto
conmigo ya que asi podre gozar de nuevas experiencias contra mi nieto.

METACOGNICIÓN

¿QUÉ APRENDÍ? ¿CÓMO LO APRENDÍ? ¿CÓMO PUEDO APLICAR LO


QUE APRENDÍ EN MI
CARRERA PROFESIONAL?

Sobre el cuento de Resolviendo las fichas con mi Pues en mis niños, donde debemos
Matalaché, que habla de la compañera, y pues dar a conocer enseñarles los valores desde pequeños
discriminación hacia José cada opiniones de mis el que lo practiquen y hablar sobre
Manuel su esclavo. compañeras en clase junto con la estos temas con ellos y aprendan que
maestra. no se descrimina que todos somos
iguales.

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