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TELESHOW

Qué fue de la vida de Richard Dean Anderson, el protagonista de MacGyver


que no quiso convertirse en una celebridad
A mediados de los 80, y casi sin buscarlo, se hizo conocido en todo el mundo. Sin embargo, nunca se llevó bien con la fama: hace seis años
decidió alejarse de todo y llevar adelante sus días con total austeridad
31 de Julio de 2021

Richard Dean Anderson como Agnus MacGyver

En 1985 vio la luz MacGyver, una serie norteamericana creada por Lee David Zlotoff para la
cadena ABC. Llegó a la pantalla chica por una temporada y rápidamente los capítulos obtuvieron
una gran repercusión: lejos de agotarse en aquel inicio con final ya establecido, la producción
continuó siete años más, concluyendo recién en 1992.
El personaje principal –que tenía el mismo nombre que la serie- fue llevado adelante por Richard
Dean Anderson. Si bien ya tenía un recorrido dentro de la profesión, ponerse en la piel de Agnus
MacGyver le otorgó una popularidad que traspasó fronteras gracias a que los derechos fueron
comprados para que se trasmitiera en más 70 países.
En cuanto al argumento, MacGyver trataba las aventuras de un agente que resolvía problemas
complejos utilizando su inteligencia y sus amplios conocimientos técnicos. Siempre llevaba
consigo a su gran compañera: una navaja suiza. Solo con eso, y con lo poco que
ocasionalmente tenía a mano, era capaz de enfrentar las más grandes dificultades creando los
dispositivos y artefactos más originales.
Rápidamente Anderson generó un magnetismo que hizo que grandes y chicos estuvieran frente a
la pantalla esperando para verlo una vez por semana en la televisión abierta, en tiempos en los
que el steaming no era posible ni siquiera en una película futurista. MacGyver era un superhéroe
de carne y hueso que no usaba armas para hacer el bien: una cinta adhesiva, una botella
vacía, hasta un rayo de sol ingresado por una ventana eran sus aliados a la hora de resolver
los conflictos que se le presentaban.
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Una escena de MacGyver (Video: YouTube)

¿El resultado? Pasó rápidamente a transformarse en uno de los ídolos de aquellos que crecieron
viendo televisión entre fines de los años 80 y principio de los 90. Popularidad que Dean Anderson
encontró casi por casualidad: en su niñez, luego en el horizonte de su juventud, la idea de actuar
no estaba en sus planes.
Richard nació el 23 de enero de 1950 en Minnesota, Estados Unidos. Creció en una familia de
clase media: su madre era maestra de escuela y su padre se desempeñaba como artista
relacionado a la música. En sus genes siempre estuvo el deporte. A muy corta edad empezó a
jugar al hockey sobre hielo y llegó a ser profesional. Era muy bueno en lo suyo y se destacaba.
Sin embargo, en pleno crecimiento, un fuerte golpe durante un partido lo alejó de las canchas
para siempre. Estaba disputando un encuentro regional cuando el choque contra un rival, una
mala caída, otros jugadores que se cayeron encima suyo, fueron el cóctel que acabó con su
ilusión. Se quebró los brazos, y lo más complejo: los golpes en la cintura escapular le dejaron
secuelas. Los médicos que lo atendieron en aquel entonces le prohibieron seguir jugando
porque corría riesgo de motricidad.

Richard Dean Anderson

Reinventarse
Fue un golpe duro a su proyecto de vida cuando ya había definido su futuro. El sueño se había
roto apenas había empezado a cumplirlo. En el arte encontró la salvación. Apenas terminó el
colegio se mudó a Los Ángeles para estudiar música, y para poder solventar sus gastos, comenzó
a trabajar como mozo en un restaurante temático: entre plato y plato tenía que actuar. Eso lo
llevó a descubrir su verdadera vocación.
Fue así que cambió de rumbo. A la par que estudiaba actuación daba sus primeros pasos como
extra en distintos proyectos menores. En 1976 lo contrataron para General Hospital, una popular
novela estadounidense. Allí se puso en la piel del doctor Jeff Webber hasta 1981. De inmediato
vino fue su primer protagónico en Siete novias para siete hermanos. Y luego, MacGiver.
Zlotoff era un novato guionista que también estaba haciendo sus primeras armas dentro de la
industria. MacGiver fue uno de sus primeros proyectos significativos. Claro que necesitaba un
protagonista de renombre, una persona atlética, con carácter, el típico personaje de las películas
de acción, pero no daba con el adecuado. Hasta que vio entrar a Anderson en el casting.
Richard Dean Anderson meses antes de la pandemia (Grosby Group)

“Creo que los productores vieron mucho de MacGyver en mí, como la compasión y el cuidado por
el medio ambiente. Y yo le agregué algunas características, como mi pasión por el hockey”, contó
el actor en una entrevista en 1989. La serie presentó varias escenas de riesgo y él se encargó de
hacerlas: no aceptaba que tener un doble para llevarlas adelante. Y pagó las consecuencias: tuvo
varios accidentes e ingresos al hospital durante el rodaje, pero nada lo detuvo.
Pese a la fama, Richard nunca se creyó una estrella de Hollywood, sino que le escapó a todo eso.
Más tarde lo convocaron para protagonizar Duro de matar, pero no aceptó (el papel y la gloria
recaerían en Bruce Willis). No era lo que más le gustaba, en sus genes no estaba la posibilidad
de mostrarse rudo y con armas.
Aparecía primero en la lista de los productores de películas de acción, pero cuando le decían que
tenía que empuñar una pistola o una ametralladora, enseguida se negaba. Tiempo después
explicó el motivo por que el sí aceptó ponerse en la piel de MacGiver y no de otros personajes
similares. “La serie buscaba crear conciencia sobre el uso de armas, por ejemplo, un tema con el
que me siento identificado. De hecho, siempre estuvimos en la lista negra de la NRA, la
Asociación Nacional del Rifle, y es algo de lo que estoy orgulloso. También hemos hablado de
alcoholismo, de los peligros de los pesticidas, del movimiento de trabajadores agrícolas y la difícil
situación de los osos y los delfines”.
En 1997 se subió de nuevo a un gran éxito cuando protagonizó Stargate SG1, una serie de
ciencia ficción. Se puso en la piel de Jonathan Jack O’Neil hasta 2008. Al concluir, se bajó de los
protagónicos por decisión propia. En ese momento empezó a trabajar en producciones menores
haciendo distintas participaciones, hasta le puso su voz a videojuegos, y no mucho más. En 2013
dio por terminada su vida como actor.
Richard Dean Anderson fue un gran deportista, y se desempeñó en béisbol y en hockey sobre hielo, donde llegó a ser
rofesional

Misterio y nueva vida


Su alejamiento generó que los fanáticos le perdieran el rastro. Al no tener redes sociales y no
brindar entrevistas, su rostro desapareció por completo. Enseguida comenzaron a tejerse
leyendas, apuestas sobre qué era de su vida y demás especulaciones. Otros aprovecharon para
crear perfiles falsos en Facebook y hacerse pasar por él. Tiempo después Dean Anderson
apareció para, a través de un video, informar que apostaba por su vida privada, que ya no quería
ser más famoso, y que debían respetarlo.
En 2016 lo convocaron para que volviera a poner en la piel de MacGiver en una suerte de
conmemoración por cumplirse los 35 años del primer capítulo. La propuesta no colmó sus
expectativas. “Cuando pedí ver guiones y algunas escenas descubrí que no lo encontré tan
atractivo. Y no me volví loco por estar ahí, lo confieso, así que rechacé la invitación. Y una vez que
estuvo al aire y pude verlo, me alegré”, comentó a través de su página web, el único canal por el
que suele aparecer muy esporádicamente.

Richard Dean Anderson en una de las últimas apariciones públicas

El año pasado los rumores daban cuenta de que se había contagiado de coronavirus y que su
salud estaba endeble. Una vez más tuvo que salir a explicar la situación. “No me contagié, ¿pero
quién no está cansado de esta reclusión tan prolongada? Yo he decidido rodearme de música”,
comentó a mediados de 2020.
Además, destina su tiempo a compartirlo con Wylie Anderson, su hija, fruto de su relación
conApryl Prose, su pareja desde 1996 a 2003. La joven tiene 24 años y es muy cercana a su
padre.
Hace unos meses le preguntaron el motivo por el que se retiró y vive alejado de lo que alguna vez
fue. Sincero, respondió: “Siempre me ha costado entender y aceptar el fenómeno de la fama. Soy
un chico de Minnesota, donde la gente no está interesada en la celebridad o la fama, por
apetecible que sea. Además, me estoy haciendo mayor. Y ahora eso me avergüenza todavía
más”.
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