Está en la página 1de 5

Ensayo sobre el artículo “La Psicopatología de la infancia y

adolescencia”

Los trastornos psicológicos durante las primeras etapas de la vida,


infancia y adolescencia son objeto de interés para los clínicos ya que permite
abordarlos desde diferentes modelos aso como tener perspectivas que
permiten generar hipótesis y tratamientos viables para una mejor adaptación al
medio en el que el paciente vive. La comprensión de lo que se considera normal
en acá una de estas etapas contrapuesta con lo que se describe como anormal
es clave para poder abordar de forma integral cada una de las dimensiones del
ser humano que padece el trastorno, así como su círculo inmediato.

La psicopatología del desarrollo se ocupa del estudio de la normalidad y


anormalidad en el ser humano y plantea que ambos deben entenderse como
eventos o alteraciones que responden a la personalidad y sus rasgos, y estos
no se pueden estimar de forma aislada. Esto quiere decir que al pensar en una
conducta como desviada o disfuncional, es necesario revisar lo que se espera
de la persona en la etapa que se encuentra y revisar de qué forma su conducta
o desarrollo varia comparado con la norma y le impide un funcionamiento
aceptable dentro de los sistemas y dinámicas de los mismos.

La manera en que los sistemas se disponen es también un indicador de


la vulnerabilidad que tiene un individuo frente a los trastornos que presenta, ya
que sus partes se integran y analizan de esta forma en lugar de considerárseles
de forma individual. Esto quiere decir que aquellos individuos considerados
como mejor adaptados son los que, de forma congruente, han logrado
regularizar los comportamientos y características en su sistema.

Es importante mencionar que cada individuo presenta diferentes


características que pueden influir en la forma en que se desenvuelve y
desarrolla en cada etapa. Estos puntos pueden predisponerlos a manifestar o
no algún trastorno. Estos son conocidos como procesos de riesgo y
representan una influencia significativa en la manera en que las personas se
adaptan y superan una etapa con dificultad o no. El individuo genera diferentes
mecanismos para compensar las carencias o disfunciones que padece y esto
esta expresado en la manera en que se comporta, todo esto bajo la influencia
de las diferentes dinámicas en las cuales participa y le influyen, como la cultura,
los valores y creencias.

Las personas van generando diversas estrategias disfuncionales que les


hacen proclives a desarrollar un trastorno y es de suma importancia evaluar
estos programas comportamentales para poder hacer una correlación entre los
signos y síntomas presentes en uno o mas trastornos.

El ambiente tiene gran influencia en la manera en que los trastornos se


configuran, esto incluye el entorno en el seno familiar y las relaciones en el
mismo, los diferentes estilos de crianza, así como las vivencias que ocurren en
edades diferentes. Todos estos factores juegan un papel importante como
causas correlacionadas respecto a un trastorno mas no son en definitiva el
origen único o detonante de una psicopatología, puesto que una persona en
condiciones ambientales consideradas como ideales podrá desarrollar un
trastorno o manifestar rasgos disfuncionales.

El contexto y factores biológicos ejercen influencia que se evidencia en


puntuaciones significativamente más altas en mediciones que evidencian
trastornos comunes en hombres y mujeres respectivamente. Esto parece
indicar que el aspecto biológico trae consigo una carga que predispone a la
persona, dependiendo de su sexo, a desarrollar vulnerabilidades que pueden
expresarse independientemente de la cultura o el nivel de exposición a
estresores.

Esto último no significa que la aparición de un trastorno o rasgos de este


no esté influida por su ambiente. Cabe mencionar que no existe una relación
precisa entre el contexto y una psicopatología, sin embargo, se reconoce que
entornos divergentes pueden dar como resultado estados de ansiedad que, a
su vez, se originan por medio de reacciones biológicas, desencadenando un
abanico de respuestas que pueden ser experimentadas de diferente forma por
cada persona. Las reacciones que se desencadenan al enfrentar estresores
pueden estar ya normadas por la genética de cada individuo, haciéndole
vulnerable frente a experiencias traumáticas frente a las cuales no ha podido
adaptarse y esto da como resultado cambios en la biología y psique de la
persona. Un ambiente caótico o donde se experimenta negligencia durante la
infancia puede dar como resultado la experiencia de ansiedad o bien
respuestas agresivas, las cuales están determinadas por la disposición
biológica.

Mucho se ha dicho del ambiente como precursor de psicopatologías,


mas es importante considerar que el contexto puede también puede actuar
como un agente modulador y no solo como el origen de un trastorno. Cuando
se repiten ciertos modelos comportamentales, es más probable que estas
conductas sean consolidadas. Esto quiere decir que el ambiente puede ayudar
a aminorar la respuesta no deseada y aumentar la probabilidad de que esta no
se repita o lo haga con menor frecuencia en el futuro. Por el contrario, cuando
el contexto refuerza o norma ciertas conductas sin ser necesariamente un
trastorno, estas son expresadas con mayor facilidad y tienden a concretarse y
general conexiones con personas que tengan rasgos semejantes.

El estrés tiene un rol importante como modulador o agente que atenúa


los rasgos patológicos, pero a pesar de que el ambiente ejerce influencia en la
expresión de vulnerabilidades, no es determinante cuando la carga biológica es
más significativa. Mientras que el riesgo está ligado al ambiente y las
oportunidades que un trastorno se manifieste, la vulnerabilidad significa que
todo aquello que sucede dentro del individuo a nivel orgánico han sido también
identificados como el motivo por el cual una psicopatología aparezca. Por esto
se entiende como el riesgo no puede explicar por sí mismo la causa y expresión
de un trastorno más si está relacionado con la experiencia y el cómo se le
describe. Por su parte, los mecanismos de vulnerabilidad determinan como la
genética y el organismo (afectado por daños o alteraciones) son de ayuda para
explicar la manera en que se expresan las diferente psicopatologías por medio
de los procesos endógenos.

La vulnerabilidad acompañada de experiencias que permitan la


rehabilitación y adaptación al entorno puede dar como resultado la disminución
o aumento de las conductas funcionales o disfuncionales. Esto quiere decir que,
si el individuo es expuesto a situaciones estresantes o enriquecedoras, su
vulnerabilidad frente a estos aumentará o será mermada y tendrá un impacto
significativo en la duración o aparición en el futuro.

Un trastorno y la aparición de este está relacionado con factores de


riesgo y mecanismos de vulnerabilidad. Los primeros son aquellos que actúan
desde el contexto en el cual el individuo se desenvuelve mientras que la
vulnerabilidad está conformada por el aspecto interno biológico de la persona.
Existen ciertas características presentes que permiten la predicción de la
manifestación de algunas patologías, y esta sintomatología se considera
disfuncional cuando se expresa en extremos fuera de la norma.

El perfil de un niño que ha sido expuesto a experiencias traumáticas y su


conducta manifiesta en años posteriores muestra cierta relación con la
aparición de trastornos afectivos o estadios de ansiedad. Por otro lado, la
predisposición biológica debido a irregularidades en el desarrollo y a nivel
neurocognitivo también sirve como predictor de futuros trastornos. Pronosticar
la aparición de una psicopatología a partir de particularidades en la infancia
implica la evaluación integral de factores de riesgo y vulnerabilidad y, a pesar
de esto, no garantiza que un trastorno llegue a expresarse en la edad adulta.
Muchos niños que estuvieron en situación de riesgo en su infancia pueden
desarrollar herramientas que les permitan adaptarse de forma saludable a su
ambiente o bien llegan a encontrar contextos donde su conducta puede ser
modulada de manera funcional. Estos desarrollan mecanismos de protección o
de compensación que sirven de apoyo para poder vivir y adaptarse a los
cambios.

Finalmente, la exteriorización de uno o más trastornos es posible, mas


requiere que el individuo cuente con factores de vulnerabilidad y un ambiente
que permitan que se expresen los síntomas. Sin embargo, es necesario
entender que la presencia de estresores, un contexto precursor de trastornos o
factores endógenos presentes no presupone que originen un trastorno
psicológico que se manifieste de forma definitiva o que la existencia de estos
factores en el pasado signifique la parición rotunda de una psicopatología en el
presente o futuro.
Referencias

Giráldez, S. L. (2003). La psicopatología de la infancia y la adolescencia: consideraciones


básicas para su estudio. Papeles del psicólogo, 24(85), 19-28.

También podría gustarte