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La culpabilidad

La Culpabilidad es la Situación en que se encuentra una persona imputable y


responsable, que pudiendo haberse conducido de una manera no lo hizo, por lo
cual el juez le declara merecedor de una pena. Es la situación en que se
encuentra una persona imputable y responsable. Es una relación de causalidad
ética y psicológica entre un sujeto y su conducta.

La culpabilidad tiene dos formas: el dolo y la culpa. La primera es intención, la


segunda, negligencia. Ambas tienen por fundamento la voluntad del sujeto
activo. Sin intención o sin negligencia no hay culpabilidad, y sin ésta, no hay delito,
por ser la culpabilidad elemento del delito.

Para ejemplificar tenemos:

1. Matar a una persona con un disparo de arma de fuego


2. Atropellar a un peatón y causarle la muerte
3. Un knock out mortal en el boxeo

En el primer caso se actúa con conocimiento y voluntad, esto es, con: intención, la


conducta es dolosa. En el segundo caso, es imprudencia, la conducta es culposa.
En el tercer caso la causa escapa al control del autor, la conducta se debe a un
caso fortuito. Por eso la culpabilidad es una situación. Aunque una persona mato a
otro, no se puede considerar sus conductas iguales en los tres casos.
Elementos de la culpabilidad
Para que haya culpabilidad tiene que presentarse los siguientes presupuestos o
elementos de la culpabilidad:

1. Imputabilidad,
2. Dolo o culpa (formas de culpabilidad) y,
3. La exigibilidad de una conducta adecuada a la prohibición o imperatividad
de la norma.

Y por faltarle alguno de estos presupuestos, no actúa culpablemente el autor, en


consecuencia está exento de responsabilidad criminal.

IMPUTABILIDAD

. Imputabilidad Capacidad psíquica de una persona de comprender la


antijuridicidad de su conducta y de no adecuar la misma a esa comprensión. Se es
imputable o no. No hay términos medios.
Pero algunas veces un sujeto deja de ser imputable por las llamadas Causas De
Inimputabilidad (Situaciones que, si bien la conducta es típica y antijurídica,
hacen que no sea posible atribuir el acto realizado al sujeto por no concurrir en él:
salud mental, conciencia plena, suficiente inteligencia o madurez psíquica. CP, 17,
5) que son:

 Enfermedad mental. (CP, 17). Denominación general para toda


perturbación mental mayor de origen orgánico y/o emocional, caracterizada
por pérdida de contacto con la realidad, a menudo con alucinaciones e
ilusiones. En las psicosis existe alteración de la inteligencia, en las
psicopatías hay alteración de la personalidad.
 Grave Insuficiencia de la Inteligencia. (CP, 17). La oligofrenia (del griego
"oligo", poco y "prhéen", inteligencia) es un síndrome neurológico
caracterizado por déficit intelectual congénito o precozmente adquirido.
 Grave Perturbación de la conciencia. (CP, 17). Situación en que se
encuentra el sujeto cuando sufre una alteración de la percepción de la
realidad. Puede ser causado por una embriaguez alcohólica, o puede tener
origen en la sordomudez y ceguera de nacimiento
 Ser menor de 16 años. Las disposiciones del CP se aplicaran a las
personas que en el momento del hecho fueren mayores de dieciséis años.
 A los menores no se les aplica una pena, sólo una medida de seguridad.
Inimputabilidad. Estado de incapacidad para conocer el deber ordenado por la
norma y la ineptitud de actuar, por cuenta propia, con arreglo a su mandato.

El Dolo y la Culpa o Formas de la Culpabilidad

Dolo. Producción de un resultado típicamente antijurídico, con consciencia de que


se quebranta el deber, con conocimiento de las circunstancias del hecho y el curso
esencial de la relación de causalidad existente entre la manifestación humana y el
cambio del mundo exterior, y con voluntad de realizar la acción y con
representación del resultado que se quiere.
Teoría de la voluntad. Si el delincuente se pro-pone, activa u omisivamente, un
cambio en el mundo exterior, la esencia del dolo radicaría en la voluntad. Lo
específicamente doloso, consistiría en la decisión voluntaria del sujeto activo
(CARRARA, von HIPPEL).

Teoría de la representación. La esencia del dolo no solo consiste en la voluntad


del acto, sino sobre todo, en la "representación mental" del resultado que el sujeto
activo se propone alcanzar y que no le hace desistir de su acción delictiva (von
LIZST).

Teoría del asentimiento. Lo importante no es la representación mental del


resultado, sino la conformidad que el sujeto activo presta a ese resultado. Se
parece a la teoría de la voluntad, aunque más amplia (BELING).

Elementos del dolo

1. Elemento Intelectual. El sujeto debe saber lo que hace y esperar un


resultado. El sujeto debe tener:

2. Conocimiento De La Ilicitud. No exige un saber jurídico, basta que el


sujeto sepa, en el momento de ejecución, que su conducta es contraria al
Derecho. No es preciso que conozca que su conducta esté conminada con
pena criminal. Sigue la Teoría del Dolo (la consciencia de antijuridicidad
pertenece al dolo) y no la Teoría de la Culpabilidad (la consciencia de la
antijuridicidad se sitúa fuera del dolo, como elemento autónomo de la
culpabilidad, básico para formular el juicio de reproche).
3. Antijuridicidad De La Conducta. Basta que el sujeto activo sepa que su
conducta antijurídica está sancionada con una pena de carácter criminal.
No tiene que conocer el ordenamiento jurídico, porque si fuera así, sólo los
abogados cometerían delitos dolosos. Además debe conocer el curso
causal, para eso bastará que su acción que realiza o el medio que utiliza,
normalmente provoque el resultado de que se trate. No es exigible un
conocimiento exacto y de-tallado de proceso causal.

4. Elemento Volitivo. El elemento volitivo del dolo es el “querer". Tiene que


actuar la voluntad. El individuo tiene que querer hacer. El "querer" es el deseo de
llevar a la realidad el resultado planeado (sigue la Teoría de la Voluntad del Dolo).
El autor ha de querer la realización de la conducta típica cuya significación
antijurídica realmente conoce.

Para que exista dolo tiene que haber estos dos elementos del dolo, el intelectual y
el volitivo.

Clases De Dolo

1. El dolo directo es la concurrencia de la voluntad "querida" y la


representación. Busca expresamente el resultado producido. Prevé como
seguro la producción del resultado típico. Por ejemplo el sujeto activo
dispara un arma de fuego contra su compañero de trabajo, causándole la
muerte, porque quería matarlo.
2. El dolo indirecto (o dolo de consecuencias innecesarias o dolo directo en
segundo grado) es aquel en que el sujeto activo desea el resultado pero no
se representa las consecuencias dañosas que necesariamente podrían
producirse sobre terceros. Por ejemplo atentado a jefe de Estado en desfile.
3. El dolo eventual es la voluntad que acepta el resultado criminal
representado en la mente del sujeto sólo como posible. Acepta como
posible la realización del resultado típico. No busca expresamente el
resultado. Por ejemplo un taxista que conduce a alta velocidad admite la
posibilidad de atropellar a alguien, y efectivamente lesiona a peatón. No
persigue el resultado ni es segura su producción, pero es aceptado como
posibilidad.
4. El dolo inicial, es el que existe hasta antes del acto.
5. El dolo concomitante es aquel que existe luego del acto, por ejemplo saña
sobre el moribundo.
6. El dolo sucesivo es aquel que se da luego del resultado, por ejemplo
descuartizar al cadáver
LA CULPABILIDAD
Para terminar con la exposición de los componentes de las conducta punible,
debemos ahora, abordar el estudio de la culpabilidad o responsabilidad penal,
concepto este que tiene tres acepciones: la culpabilidad en sentido procesal es la
resultante de la presencia de todos los requisitos de la conducta punible y de la
prueba de éste, siguiendo, eso sí, el debido proceso legal. La culpabilidad en
sentido procesal surge de un nexo contradictorio entre la voluntad conciente del
agente imputable y la obligación que tiene de comportarse de acuerdo con las
exigencias de la ley penal.
La culpabilidad como principio de derecho penal, la cual fue suficientemente
explicada cuando al comienzo de nuestro curso, abordábamos el tema de “normas
rectoras de la ley penal colombiana”.
La culpabilidad como elemento independiente de la conducta punible, que es
de la cual nos ocuparemos seguidamente, entendida como posibilidad de
conocimiento de la desaprobación o posibilidad de motivación en sentido estricto.
Es que la ejecución de un hecho típico, antijurídico y no justificado, nos basta para
aseverar la comisión de una conducta punible. Es necesario que el agente haya
actuado con culpabilidad. Dentro de la estructura dogmática-culpabilista adoptada
por la legislación penal colombiana desde 1980, la culpabilidad es el tercer
elemento dogmático de toda conducta punible.
“Puede afirmarse que la culpabilidad es la actitud conciente de la voluntad que da
lugar a un juicio negativo de reproche, porque el sujeto actúa antijurídicamente
pudiendo y debiendo actuar de otra manera, y que en nuestro derecho positivo
puede adoptar la forma del dolo, de la culpa o de la preterintención; cuando de la
primera de ellas se trata, el agente mediante un acto de acción o de omisión
emanado con humana libertad de su propio psiquismo, realiza un hecho
penalmente antijurídico con conocimiento de su típica ilicitud, con conciencia de su
antijuridicidad y con voluntad de ejecutarla”. (C.S. de J. Sala Penal Sentencia de 9
de agosto de 1983 M.P. Dr. Alfonso Reyes Echandía).
ESTRUCTURA DE LA CULPABILIDAD.
En el nuevo estatuto sustancial el esquema de la culpabilidad como principio
rector y tercer elemento dogmático del hecho punible, se conserva dentro del
culpabilismo adoptado por nuestro sistema desde el código de 1980.
En un sentido esencial, la culpabilidad considera la motivación del actuar típico y
antijurídico y su conocimiento por parte del agente.
No obstante, el conocimiento de la antijuridicidad se traslada de ser un elemento
de dolo (recordemos que el artículo 36 del código de 1980 hablaba de
conocimiento del hecho punible), para integrarlo ahora como elemento de la
culpabilidad; por ello tal conciencia se admite como presupuesto tanto en los
delitos dolosos como en los delitos culposos.
A partir del criterio de motivabilidad o capacidad de motivación, se integra el
contenido de la culpabilidad, vale decir, se elaboran los requisitos o elementos
necesarios para que una conducta típica y antijurídica pueda ser tildada de
culpable. De esta forma, para que la conducta considerada por el derecho penal
sea definitivamente punible, se exige que además de ser típica, antijurídica y no
justificada, que de ella se pueda pregonar culpabilidad del agente, este tercer
elemento lo centra la sistemática que adoptamos en la capacidad de culpabilidad o
imputabilidad, la conciencia de la antijuridicidad y la exigibilidad de otra conducta,
tres elementos que conforman la culpabilidad y que pasaremos a reseñar con la
brevedad de las circunstancias.
PRIMER ELEMENTO DE LA CULPABILIDAD: IMPUTABILIDAD O CAPACIDAD
DE CULPABILIDAD.
Define el diccionario de la Real Academia la palabra imputar como “atribuir a un
sujeto un hecho como suyo”. Así las cosas, sólo se puede imputar un hecho a
aquel que es “dueño de sus actos”. La imputación consiste, siguiendo la definición
de la Real Academia, en extractar de un hecho una consecuencia. La
imputabilidad será entendida como la idoneidad o actitud jurídica de un sujeto para
la realización plena de un hecho típico, antijurídico en cuanto culpable o
reprochable, que genera como consecuencia jurídica la imposición de una sanción
penal.
SEGUNDO ELEMENTO DE LA CULPABILIDAD: CONOCIMIENTO DE LA
ANTIJURIDICIDAD.
Como segundo elemento positivo, el juicio de culpabilidad exige el conocimiento
de la ilicitud de la conducta realizada o conocimiento de la antijuridicidad o
conciencia de la antijuridicidad, en razón de que la norma sólo puede motivar al
individuo si este conoce y entiende, bajo unos parámetros medios de
razonabilidad, el contenido de la prohibición. Dentro de la teoría de la
motivabilidad, el conocimiento de la ilicitud es la razón de la abstención; si tal
conciencia no existe, no puede haber motivación y la acción típica y antijurídica no
adquirirá la calidad de culpable.
No se puede tratar de un simple conocimiento con visos objetivos, ni mucho
menos que tenga por objeto el contenido exacto de la norma penal o de su
punibilidad; se trata de una conciencia que exige la aprehensión e
internacionalización de la prohibición, aspectos que deben ser fruto del proceso de
socialización del individuo; sólo en esta media puede plantearse el tema del
conocimiento de la antijuridicidad.
Al agente no se le exige que en el momento de su actuación conozca exactamente
que ella está prohibida, sino que atendiendo a sus circunstancias personales,
sociales, culturales, etc., haya tenido la oportunidad de tomar conciencia de dicha
ilicitud y a pesar de ello a actuar.
El conocimiento aquí requerido tampoco debe referirse al contenido exacto del
precepto penal o a la punibilidad como consecuencia jurídica de su inobservancia;
el autor debe conformarse simplemente con que el agente haya tenido la
posibilidad, en cuanto ocasión, suficiente para saber que el comportamiento
realizado está prohibido normativamente; no se trata entonces de una “conciencia
moral”, del todo relativa y subjetiva, sino del conocimiento de la contrariedad del
hecho con las normas de convivencia, sujeta a los procesos de
internacionalización y socialización.
El conocimiento de la antijuridicidad es uno de los elementos subjetivos de la
conducta punible y precisamente por ello exige que su valoración se realice ante el
caso concreto, en sus diversos componentes tanto sicológicos como sociales y
socioculturales, que determinan el actuar humano. Si el agente no ha conciencia
de la antijuridicidad de su actuar, su comportamiento se ha verificado en error de
prohibición, del cual nos ocuparemos más adelante, cuando hablemos de las
causales de inculpabilidad.

TERCER ELEMENTO DE LA CULPABILIDAD: EXIGIBILIDAD DE


COMPORTAMIENTO DIFERENTE.
Como principio general, aun plenamente admisible, advertimos que la observancia
de los mandatos normativos, sobre todo de los que ostentan contenido punitivo,
puede y debe ser exigida a la generalidad de los coasociados sin ningún tipo de
distinción. Para la exigibilidad jurídica de un comportamiento o una abstención el
ordenamiento siempre ha de tener en cuenta la propia naturaleza de la exigencia
normativa, las circunstancias de realización y la jerarquía de los bienes jurídicos
comprometidos.
También como principio inmanente al propio sistema jurídico, encontramos los
rangos de exigencia mínimos o comunes para todos los ciudadanos, en virtud de
lo cual se asume que los mandatos normativos pueden ser observados por todos.
En el presente caso se habla entonces de una exigibilidad normal o general,
también denominada objetiva o material, que es examinada sin atender a
consideraciones, circunstancias o posiciones peculiares del individuo cuya
actuación se confronta con la norma.
Pero paralelamente a la exigibilidad material se ha de examinar la llamada
exigibilidad subjetiva o individual, que se refiere a situaciones circunstanciales
extremas en que se debate el sujeto, en las que, vista su actuación concreta, no
se le puede exigir que se abstenga de realizar un hecho típico y antijurídico, pues
ello implicaría un sacrificio injustificado, y más que un sacrificio injustificado, como
sostienen Muñoz Conde y García Arán, exigir en esta situación que el sujeto se
abstenga de realizar el hecho típico y antijurídico implicaría su negación en cuanto
individuo con plenitud de subjetividad jurídica fundamental.
La exigibilidad de un comportamiento diferente es, pues, la tercera condición
para la estructuración de la culpabilidad. El sujeto actuante debe encontrarse
dentro de unos límites tangibles que hagan exigible, por parte del ordenamiento, la
respectiva acción o abstención.
En varias oportunidades hemos dicho que a los coasociados no se les puede
reclamar comportamientos heroicos o imposibles y por ello, este tercer elemento
de la culpabilidad, fija un ámbito normativo de conminación o un límite de
exacción, que si bien se trata de nutrir estableciendo fronteras de naturaleza
objetiva, sigue siendo un elemento por determinar frente al caso concreto.
Si obedecer la norma coloca al sujeto en el ámbito de lo heroico o imposible, no
puede haber exigibilidad y, por ende, se ha de derivar inculpabilidad y supresión
del juicio de responsabilidad penal. De esta forma, el derecho no puede sancionar
la actuación en circunstancias extremas de quien prefiere ejecutar conducta típica
y antijurídica para no anular o menoscabar su vida, libertad o integridad personal,
por ejemplo.
En torno a realizaciones en las que no es posible exigir un comportamiento distinto
encontraremos un hecho típico, por los aspectos subjetivo objetivo, antijurídico, en
cuanto no justificado o autorizado, pese a lo cual del autor no se puede aseverar la
nota de culpabilidad. Pero adicionalmente, el análisis de la exigibilidad de otro
comportamiento supone, en primer término, la capacidad de culpabilidad del
agente, imputabilidad, y el conocimiento de la antijuridicidad del hecho, pero por
encontrarse en una situación extrema no le puede exigir el cumplimiento de otra
conducta y, por ende, se hace innecesaria e inconveniente la derivación de
responsabilidad penal y consecuente imposición sancionatoria.

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