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Porque no te has de inclinar a ningún otro dios, pues Jehová, cuyo nombre es Celoso,

Dios celoso es. Éxodo 34: 14

(qan.na) 'jealous' (H7067) – Celoso

Romanos 1:20 -23

Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles
desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de
modo que no tienen excusa.

Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron


gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue
entenebrecido.

Profesando ser sabios, se hicieron necios,  y cambiaron la gloria del Dios


incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de
cuadrúpedos y de reptiles.

Dios es, para el panteísta, el ser absoluto que une todas las cosas.

Postulados:

Dios es el universo

Dios y las criaturas son idénticos

Durante la época predinástica, divinizaron aquellos fenómenos naturales que les


desconcertaban, o infundían temor, de los que no conocían la razón de su
proceder; asociaron estas divinidades con las características de ciertos animales,
y los representaron con forma humana aunque conservando rasgos zoomorfos:
el halcón en el dios Horus, "el elevado", dios del cielo; el perro egipcio, o chacal
del desierto, "el guardián de las necrópolis", se convierte en un dios protector,
Anubis; el cocodrilo del Nilo, un peligro constante, en un dios temido, venerado
en la región de El Fayum, etc. Además les atribuyeron conceptos humanos,
como la relación familiar, por lo que se formaron tríadas compuestas por un
dios, su esposa y su hijo, y también pasiones humanas por lo que se les rendía
culto dando ofrendas en los templos a cambio de favores solicitados, o
recibidos.
Un intervalo corto del monoteísmo (Atonismo) ocurrió bajo el reinado de Akenatón,
enfocado en la deidad egipcia del sol, Atón. Akenatón proscribió la veneración de otros
dioses y construyó una nueva capital, Aketatón (Amarna), alrededor del templo para
Atón.

Politeístas

Rechazan la idea de un solo Dios que gobierna sobre todas las cosas y, en cambio, se enfocan
en la multiplicidad y el caos del mundo para demostrar que hay muchos dioses con pleas a
veces, discordantes.

Algunos politeístas dicen que los dioses surgen de la naturaleza, otros que fueron, una vez
hombres.

La tierra, los dioses y los hombres forman parte integrante del Universo, pues todos ellos
emergen de la misma materia primitiva y se incluyen en su devenir. Cosmogonía y teogonía se
identifican y no hay presencia de demiurgo. Lo sagrado absorbe lo profano y hasta el mal
germina en la conciencia de las deidades.

Los sumerios, como más tarde harían los babilonios, adoraron tres tipos de deidades. Uno de
ellos se refiere a los que pertenecen a las partes o sectores del mundo (el cielo, el agua, la
tierra, el subsuelo o inframundo); otro tiene que ver con los astros, sobre todo el sol, la luna y
diversas estrellas; y finalmente, las divinidades asociadas a fenómenos naturales, como el
fuego, los vientos huracanados, el rayo, o los elementos fecundantes. Indudablemente se
trasluce en esto un vínculo cercano con la naturaleza.

Los babilonios, por ejemplo, asimilan sus deidades al panteón sumerio, un proceso facilitado
por la situación histórico-política. Los imperios universales, babilonio y asirio, que propician la
unificación territorial, alientan también la del panteón.
Los hititas

Las relaciones de las deidades con sus adoradores mortales es como la del rey con sus
súbditos, la del dueño de la casa con sus sirvientes. Como los reyes en la tierra, los grandes
dioses vivían en magníficos palacios, con un equipo de subalternos y dioses subordinados que
les asistían en sus deberes y atendían sus necesidades.

Los egipcios

La presencia en el mundo de los dioses egipcios es constante, impregnando, o encarnando, la


realidad, de ahí que no sea fácil pensar en ellos como fuerzas trascendentes. Son los dioses (en
realidad entidades extrahumanas, solamente diferentes al universo humano por sus poderes
sobrehumanos), elementos de la naturaleza y fuerzas cósmicas.

Las divinidades de carácter local se organizan también en grupos

familiares. Muchas de ellas se destacan por su zoomorfismo: Horus-halcón; Hathor-vaca; Apis-


toro; Bastet (que los griegos interpretaban como Afrodita)-gata/leona; Sobek-cocodrilo; Tot-
ibis, entre otros. Se les asocian animales que se convierten en objetos de culto, originando una
zoolatría. El animal podría expresar una cualidad concreta del dios con el que se asociaba, por
analogía en relación a las costumbres del animal. Ello implicaría disociar la cualidad
trascendente del ser divino de su propia representación. Pero ese es un fenómeno solo
documentado en épocas más recientes que, además, contradice la distribución en un nivel
regional del culto que se tributaba a ciertos animales.

Israelitas

Los israelitas, pastores nómadas, y los cananeos, agricultores sedentarios, mezclaron sus
concepciones religiosas y con ello se configuró la religión hebrea. La religión cananea se
conoce bien gracias a los textos de Ugarit yEbla (proto cananeos, entre los que se halla la
primera mención de YHWH).

Su dios supremo era El, el rey, el toro, el padre; su compañera era Athirat (YHWH nunca tuvo
ni esposa ni familia); Baal era un dios de la fecundidad, de la vegetación, que muere y resucita;
Astarté es una deidad de la fecundidad, equivalente a la Ishtar babilónica y la Inanna sumeria.

Otras deidades eran Beth-Shemesh, dios solar; Shapshu también solar, y Beth Yerach, deidad
lunar. Entre los cananeos fue relevante la prostitución sagrada, así como las liturgias de la
muerte y resurrección asociadas a los cultos de la fecundidad.
Se puede decir que no toda el área cultural irania fue exclusivamente zoroástrica. Varias
poblaciones iranias mantuvieron un panteón común y un conjunto de símbolos y mitos. Una
variedad de deidades siguieron siendo adoradas, caso de Mitra o Anahita.

Irán

El culto a la luna también figuró en el mundo religioso iranio. La luna fue equiparada con la
figura del toro celestial.

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