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Los recubrimientos sol-gel han demostrado una buena estabilidad química y control de oxidación
(corrosión). Además, el sol-gel es una técnica es respetuosa con el medio ambiente, sin necesidad
de un pretratamiento específico de la superficie de metal y los recubrimientos formados
proporcionan una resistencia protectora para el metal, siendo no tóxico (Wang y Bierwagen,
2009). Otras ventajas se procesan a bajas temperaturas, con una preparación sencilla y
económica. Los recubrimientos sol-gel han sido aplicado sobre diferentes materiales, incluidos los
de Implantes Ti6Al4V (Gallardo et al., 2003; Barranco et al., 2014b).
Demostraron que después de la exposición durante 14 días en 0.6m NaCl los valores de Rcorr
significativamente disminuido. Una posible explicación de los resultados reportados en este
estudio es que el comportamiento de ZrO2 y L-cisteína, utilizada como dopantes en GPTMS-TMOS
precursor, está influenciado por los cambios de pH de la solución en la interfaz de AZ61-sol-gel
electrolito de recubrimiento, que incluye: potencial zeta (carga superficial) de los dopantes;
procesos de quimisorción y desorción; estrés interno en el precursor sol-gel, así como el cambio
en su estructura, después de la introducción de partículas de ZrO2 y L-cys y su encapsulación.
Es un proceso de protección en el que se utiliza una corriente eléctrica externa para depositar un
material con mayor resistencia a la corrosión sobre su superficie.
Galvanizado
El material por proteger se sumerge sobre un baño del metal de recubrimiento, el cual tienen un
mayor potencial electroquímico.
Recubrimientos metálicos
Consiste en recubrir el material a proteger con algún metal que tenga mayor resistencia a la
corrosión. Existen diferentes métodos para efectuar estos recubrimientos, y los más utilizados son
el electroplating y el galvanizado (Revie y Uhlig, 2008).