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PORTADA

NOMBRE DEL LIBRO

Concurso de cuento, crónica y poesía

Diplomacia Deportiva y Cultural

Ministerio de Relaciones Exteriores


HOJA LEGAL

REPÚBLICA DE COLOMBIA

MINISTERIO DE RELACIONES EXTERIORES

MINISTRA DE RELACIONES EXTERIORES

Claudia Blum de Barberi

VICEMINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES

Francisco Javier Echeverri

VICEMINISTRA DE ASUNTOS MULTILATERALES

Adriana Mejía Hernández

DIRECTORA DE ASUNTOS CULTURALES

Tatiana García Correa

Coordinador GIT de Intercambios y Casas Lúdicas

José Fernando Rubiano

Coordinación editorial

Fallon Osorio

Ilustraciones

Niños, niñas y adolescentes de la Casa Lúdica de Samaniego (Nariño)

Diseño y diagramación

María Paula Martínez

ISBN xxxxxxxxxxxxxxx
Primera edición, diciembre 2020
Bogotá, Colombia

Todos los derechos reservados. Esta obra no puede ser reproducida sin el permiso previo
escrito de la Dirección de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Calle 10 5-51
CONTENIDO

Presentación

Prólogo

Cuento

Primer lugar

Las rutas de un deportista …………………………………………………………. Pág. xx

Por: Angely Villalobos Guerrero. Casa Lúdica de Montería (Córdoba)

Mención especial

Mi sueño logrado hasta ahora …….………………………………………………. Pág. xx

Por: Junior Andrés Castillo Caicedo. Casa Lúdica de Tumaco (Nariño)

Crónica

Primer lugar

Dibujando un sueño ………………….……………………………………………. Pág. xx

Por: Adriana Katherinne Bastidas Martínez. Casa Lúdica de Samaniego (Nariño)

Mención especial I

Una experiencia maravillosa ……………………….……………………………….. Pág. xx

Por: Jaider Estiben Ramírez Quimbaya. Casa Lúdica de San José del Guaviare (Guaviare)

Mención especial II

Entre el hoy y el mañana, nada es para siempre ………...………………………….. Pág. xx

Por: Diego Andrés Ortega Murillo. Casa Lúdica de Montería (Córdoba)


Poesía

Primer lugar

La magia del deporte ……………………………………………….……………... Pág. xx

Por: Gina Gabriela Peña Vargas. Casa Lúdica de Fortul (Arauca)

Mención especial

Una experiencia soñada …………………………………………….………….….. Pág. xx


Autora: Karold Dayana Saa Hurtado. Casa Lúdica de Florida (Valle del Cauca)
PRESENTACIÓN

El Concurso de Cuento, Crónica y Poesía: Diplomacia Deportiva y Cultural fue un


certamen que convocó a los niños, niñas y adolescentes que han participado en
intercambios deportivos y culturales, gestionados por la Dirección de Asuntos Culturales
del Ministerio de Relaciones Exteriores.

Los menores hicieron parte de la oferta virtual desarrollada durante los meses de
aislamiento causado por el COVID-19, que tuvo como objetivo brindar herramientas de
escritura creativa a través de seis talleres virtuales y una sesión presencial.

El jurado integrado por Celso Román, Jorge Franco y Andrea Cote deliberaron sobre los
textos participantes, cada uno en la categoría de su experticia, así: Celso Román: cuento;
Jorge Franco: crónica y Andrea Cote: poesía.

Al cierre de la convocatoria, se inscribieron en total 24 propuestas, de las cuales 22


quedaron habilitadas para ser evaluadas por parte del jurado.

La evaluación se realizó teniendo en cuenta los criterios establecidos en las condiciones de


la convocatoria:

1. Participaron solamente los niños, niñas y adolescentes que han hecho parte de los
intercambios deportivos y culturales, gestionados por la Dirección de Asuntos Culturales
del Ministerio de Relaciones Exteriores.

2. La temática de los textos debía estar relacionada con el intercambio en el que los
niños, niñas y adolescentes participaron.

3. Los textos debían ser estrictamente inéditos.

4. los niños, niñas y adolescentes debían participar en el componente de formación en


los tres géneros impartidos por los escritores especializados en cada uno de ellos: Celso
Román (cuento), Jorge Franco (crónica) y Andrea Cote (poeta)

Los jurados tenían la opción de escoger un ganador y, si fuera el caso, dos menciones
especiales por cada género.

Luego de su evaluación, estas fueron sus observaciones:


Celso Román: “Como jurado de este concurso quiero expresar mi sincera felicitación a los
participantes de las diferentes Casas Lúdicas que enviaron sus textos, pues aunque la
reglamentación del concurso exigía seleccionar solamente un ganador y dos menciones, el
hecho de haber concursado los hace de por sí triunfadores”.

Jorge Franco: “Felicito a todos los participantes porque en cada escrito quedaron
plasmados el entusiasmo, las expectativas y el impacto positivo que generó en cada uno de
ellos el viaje que hicieron. Los textos confirman lo importante que es perseguir nuestros
sueños, y lo necesarias que son las ayudas para que los jóvenes puedan realizarlos”.

Andrea Cote: “El certamen abierto de poesía brinda la posibilidad a niños y adolescentes
de encontrar en la escritura un medio para expresar emociones, sueños y anhelos,
atendiendo a las particularidades de su interior, conociéndose mejor a sí mismos y
encontrando en la poesía una herramienta para proyectarse como individuos en el futuro.
Así también, el concurso ayuda a que los niños y adolescentes se pongan en contacto con la
expresión literaria como producto cultural que puede ser creado por ellos y admirado y
disfrutado por otros. De este modo, del bien intangible que es la capacidad de sentir y
expresar el sentimiento a través de la poesía se constituye en un bien personal específico,
un camino hacia el desarrollo personal y la convivencia pacífica”.
PRÓLOGO

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Claudia Blum de Barberi

Ministra de Relaciones Exteriores


CUENTO

Las rutas de un deportista

Autora: Angely Villalobos Guerrero

Casa Lúdica de Montería (Córdoba)

Los deportistas toman distintas rutas en su vida. Muchos llegan a ser grandes, otros solo lo
dejan; algunos empiezan pero no terminan. Esta es la historia de Karolin, una joven de 17
años, jugadora de tenis de mesa, quien un 3 de octubre tomó camino rumbo a Beijing,
China.

Apasionada y un poco impactada por todas las emociones que fluían en ella, guardaba en su
cabeza cada ruta que tomaba y recordaba todo lo que valió su esfuerzo en cada
entrenamiento.

Se trasladaban siete jugadores, el entrenador y un representante de la Cancillería. Todos


eran muy buena compañía. Al llegar a las habitaciones del hotel donde se hospedaron en
Bogotá, la joven encontró algo en su maleta: un detalle con una pregunta que debía
responder al amigo misterioso que la dejó allí. Deseaba averiguar quién había dejado eso en
su mochila. Tenía a alguien en mente pero quería saber quién era el chico que se atrevió a
declararse con tan bello detalle.

En la mañana del primer día, visitaron la Embajada de China en Bogotá y en la tarde fueron
al Palacio de San Carlos, sede del Ministerio de Relaciones Exteriores, y la Casa de Nariño.

Llegó la noche y la joven Karolin no tenía señales de cuál de sus compañeros había dejado
esa pregunta comprometedora y muy difícil en su maleta, pues ella era un chica distraída en
ese sentido. Estaba rodeada de seis compañeros y solo tenía a uno de ellos en mente: un
chico dulce y siempre atento con ella.

De repente escuchó la puerta y era justo el que ella esperaba. Él le preguntó:

- ¿Ya pensaste la respuesta?


Sorprendida y a la vez feliz por haber acertado, le respondió:

- Creo que no tengo las ideas claras, pero si me das unas horas, lo pensaré.

El joven se retiró con los nervios a flor de piel pues Karolin le gustaba desde hace tiempo y
pensaba que es una excelente jugadora. Se fue a su habitación y esperó ansiosamente la
repuesta. Anhelaba un sí.

Pasaron dos horas y volvió a la puerta de Karolin. Ella abrió y antes de que le dijera algo, él
se encargó de convencerla con unas dulces palabras. Entonces por fin ella dijo:

- Está bien, mi respuesta es un sí. Nos vemos mañana, descansa.

Karolin se fue a la cama con el corazón a mil.

Al día siguiente la ruta empezó con un recorrido por el Centro de Alto Rendimiento del
Ministerio del Deporte y terminó en el Archivo General de la Nación. Así se despidieron de
Bogotá.

¡Llegaron a París! El chico se sentía muy feliz por estar en la ciudad del amor con su novia.
Aunque ella creía que solo era algo de un viaje, él está dispuesto a demostrarle que no era
así.

La siguiente parada era su destino final: ¡Beijing! La ruta inició en el Aeropuerto


Internacional y luego llegaron a la Universidad del Deporte de Beijing. Se hospedaron en el
hotel que está dentro de sus instalaciones, hicieron un recorrido por la universidad y
conocieron el Centro de Tenis de Mesa.

La hora de la cena siempre era un misterio: un descubrimiento de sabores y olores, todo era
nuevo a tantos kilómetros de casa.

Nueva ruta: la Muralla China y el Estadio Nacional de Beijing. En la Muralla había mucho
viento y aunque hacía un poco de frío, todos sudaron porque la caminata fue extensa. Las
siguientes paradas fueron la Plaza de Tiananmén, la Ciudad Prohibida y Wangfujing en
Pekín.
El sueño que los había llevado a China era jugar tenis de mesa. Y ahí estaban: listos para
entrenar durante cuatro días, mañana y tarde. Pero dentro de los entrenamientos, los jóvenes
emprendieron también nuevas rutas: aprendieron a hacer la danza del dragón y tomaron
clases de caligrafía china.

Los días de esta aventura estaban llegando a su fin. De regreso a Colombia, Manu (así se
llamaba el consorte de Karolin), se encargó de darle a entender que quería seguir con ella y
que su relación no era pasajera. Cuidó su sueño durante el trayecto y estuvo pendiente de
ella todo el tiempo. Como recuerdo de ese momento, sus manos entrelazadas quedaron
fijadas en una fotografía.

Este viaje increíble fue como un sueño: conocieron la cuna de su deporte, lo disfrutaron,
aprendieron y nuestra joven llegó a su ciudad, Montería (Córdoba), con otra perspectiva.
Quiere ser entrenadora y empezará su proceso para ser la mejor. Además, ahora tiene
alguien a su lado que la ayuda y la apoya.

Los dos jóvenes continúan con su historia de amor. Manu, con su dulzura, conquistó el
corazón de Karolin en la hermosa China y quieren volver a viajar juntos muy pronto.
Anhelan que todos conozcan este hermoso deporte.

Este dúo tenimesista seguirá vivo por mucho tiempo. Karolin, Manu y los demás chicos
seguirán entrenando y replicando en la linda Montería el tenis de mesa.

FIN.

Autora: Angely Villalobos Guerrero

Angely tiene 18 años, es jugadora de tenis de mesa y embajadora deportiva de Colombia.


Practica desde los 13 años. Obtuvo los primeros puestos en este deporte en Montería y
Córdoba. En el año 2019 fue seleccionada para participar en un intercambio deportivo de
tenis de mesa en China gestionado por el Ministerio de Relaciones Exteriores. Una de sus
mejores experiencias como deportista ha sido viajar a la ciudad de Beijing para aprender y
relatar en este escrito todo lo vivido con el objetivo de que más jóvenes conozcan el tenis
de mesa.
Ilustraciones: Dana Nikol Ortega Hermozo. Casa Lúdica de Samaniego, Nariño.
CUENTO

Mi sueño logrado hasta ahora

Autor: Junior Andrés Castillo Caicedo.

Casa Lúdica de Tumaco (Nariño)

Érase una vez un joven con un gran sueño: poder jugar fútbol en otro país. En el pueblo
donde vivía no había oportunidad de salir a otro país ni de demostrar mi talento. Aquel
pueblo se llama Río Mira, Playón, situado en Tumaco (Nariño).

Con apenas 16 años de edad me ponía hacer cascaritas o la técnica para dominar con más
calidad el balón. Muchos decían: tú no vas a lograr nada, así que no hagas tanto esfuerzo.
Pero yo no les prestaba atención, cada mala energía que me tiraran la recibía con hábito
bueno porque sabía que yo era hábil en lo que estaba haciendo.

Tres meses después falleció mi hermana en un accidente automovilístico. Fue muy duro
para toda la familia, me dio un gran golpe. A los pocos días mi madre me dijo que me
mudara con ella a la ciudad de Tumaco. Yo muy contento me fui a vivir con ella. Ya
estando allá dije: voy a visitar las canchas deportivas. En una de esas miré algo muy bonito
que me llenó de felicidad: un equipo de fútbol hacía maniobras de lujo y me quedé viendo
cómo tocaban el balón. ¡Algo grandioso!

Al siguiente día me inscribí en el club Once Deportivo Tumaco. Dos días después me
tocaba entrenamiento, llegué a la cancha y saludé a mis compañeros. Me dieron una grata
bienvenida, me cambié y empezamos.

Me acuerdo que ese día hicieron prueba de técnica. Muy sabiamente comencé a hacer mis
cascaritas y el profesor me dice: Junior así no es como se hace la cascarita. Yo muy
pensativo me dije: yo era un rey haciendo esto en mi campo. Me explicó y la fui agarrando.
Casi no hacía mucho porque eran mis primeras cascaritas. Después de dos semanas ya me
hacía 60 cascaritas y veía un buen resultado, me sentía de buen ánimo.
Luego de otras dos semanas de entrenamiento era hora de jugar un torneo municipal. Sentía
mucha angustia porque nunca había jugado un torneo tan importante. Lamentablemente ese
día no me fue muy bien porque perdimos el partido. Estaba un poco decepcionado pero el
profesor nos dio una buena charla y eso me sirvió para subir el ánimo. Nunca me imaginé
que el trabajo físico fuera tan fuerte pero nunca baje la guardia. Aunque estaba cansado,
seguía corriendo porque no me iba a dejar vencer.

Tres semanas después mi madre tuvo un accidente en una moto. Yo estaba donde mi abuela
cuando recibí aquella noticia, no sabía qué hacer, dijeron que mi mamá estaba muy mal. Yo
me desplomé a llorar y les pedí a Dios y a mi hermana que no se me llevaran a mi madre.
Me mandaron una foto donde ella se veía muy mal herida. Más triste me sentía, solo
pensaba en llorar, no podía comer ni quería hacer nada, solo pensaba en mi madre. Fueron
varios días con esa misma monotonía, solo estaba en mi cama, aunque era fuerte porque no
pensaba en cosa malas.

Me llamaron diciendo que iban a operar a mi mamá. Casi me muero yo también al saber
qué tan peligrosa podía ser la operación y que costaba un millón 500 mil pesos. ¿Nosotros
de dónde íbamos a sacar tanta plata? Fue muy duro. Llegué al punto de pensar en ser
guerrillero pero mi Dios fue muy grande y me ayudó y recapacité porque lo que iba a hacer
no estaba bien. Mi madre cada vez empeoraba más y yo estaba fatal porque no encontraba
cómo ayudar ni nadie que me pudiera prestar. Recurrí a muchas personas y ninguno me
supo ayudar.

Esos días fueron los más tristes. A pesar de que mi madre no había salido de hospital,
sentía que no podía con mi propia vida, estaba muy triste, ya no pensaba en jugar fútbol,
sólo en que mi mamá saliera del hospital con vida. Día y noche le pedí a Dios que mi madre
estuviera bien, no quería perder más a mis seres queridos. A veces me ponía a pensar qué
sería yo sin mi mamá: solo me quedaría con mi hermana y mi abuela, mi hermana de
apenas 10 años y mi abuela que tenía 50, pero yo quería estar era con mi mamá.

El profesor me llamaba y yo con lágrimas en los ojos le respondía: en esta semana voy.
Llegó un punto en el que me dijo: si no viene, no lo voy aceptar más en el club. Le tuve que
decir que mi mamá había tenido un accidente, que no me dieron detalles de lo que pasó,
que estaba mal y le dieron traslado a Pasto. Me dijo que lo sentía mucho, que tuviera
fortaleza. Me pidió estar en movimiento para estar pegado al resto del equipo.

Me puse a correr para no pensar en cosas malas, pensé positivo y jugaba con los
compañeros del colegio. También fui a una cancha que tiene el pueblo, me puse a dominar
y a correr para estar en forma para cuando volviera al club.

Las buenas noticias llegaban: mi madre se estaba recuperando. Fue muy alentador porque
además ya estaba empezando mis entrenamientos solo. Empecé a sentirme con un nivel
fuera de lo común, ya estaba listo para ir a Tumaco y seguir entrenado con el club.

Pero surgió una mala noticia: iban a operar a mi madre porque se había complicado en la
última semana. Le hicieron la operación y le cortaron un pedazo de sus nalgas. Luego
dijeron que esa operación no era para ella. Una doctora eligió mal la carpeta y le hicieron lo
que no era. No demandaron al hospital porque la doctora le pidió perdón y mi madre es de
buen corazón: “solo con un perdón basta porque me acogieron y me salvaron la vida”, dijo
ella.

Volvieron las dolencias al cuerpo de mi madre. Estuvieron casi un mes allá en el hospital.
A ella tampoco le daban ánimos de comer y solo con el dolor ella se quería morir. Pero una
luz tan bonita le iluminó su corazón, lo llenó de fe y de vida. Se decidió a luchar por salir
del hospital, quería volver a renacer. Después de tres semanas salieron del hospital, estaba
muy flaca, no podía caminar, pero cada vez más se acercaba mi sueño de su recuperación.

A los pocos días de tanta terapia, me dijo: hijo, ven, enséñame a caminar. Agarrados de las
manos nos pusimos a caminar, poco a poco daba pasos. Ya se estaba recuperando. El profe
me llamaba para preguntar por mi mamá y desearle una recuperación pronta.

Por las tardes me iba a entrenar con mis amigos mientras podía irme para Tumaco y
empezar a jugar. Esto era un compromiso en el cual yo me metí y con responsabilidad lo
iba a cumplir, cada vez más perseverante y dando lo mejor de mí.

Llegó el día y nos fuimos a Tumaco. El profesor me esperaba y todos mis compañeros ya
habían comenzado otro nivel. Me prepara mentalmente para no caer en la soledad. El
profesor me dijo que estaba preocupado porque pensó que había bajado de nivel, pero yo le
dije que eso fue los primeros meses porque me sentía mal, ahora me estaba recuperando de
aquella situación gracias a mi hermana que me cuida desde cielo y no me dejó caer cuando
estaba destrozado.

Una semana después estaba en el entrenamiento cuando llegaron dos mujeres: Catalina y
Susana. Nos reunieron y nos hicieron preguntas sobre nuestra cultura del Pacífico. Para mí
fue muy sencillo responder porque estaba seguro sobre la información de mi tierra
tumaqueña. Luego nos hicieron una pregunta sobre Estado Unidos: qué basquetbolista
queríamos conocer. Mi favorito siempre ha sido Michael Jordan. Luego de varias preguntas
nos despedimos y seguimos entrenando.

Después de terminar el entrenamiento, el profesor escogió a siete jóvenes para ir a la Casa


Lúdica a una reunión con las madres. Yo estaba entre los elegidos. Al día siguiente nos
dieron una charla. Estaba un poco nervioso porque no había estado en este tipo de
reuniones con mi madre. Luego de eso se quedaron hablando con nuestras mamás. Yo me
preguntaba qué sería lo que hablaban con ellas.

A la media hora salieron nuestras madres y nos fuimos a la casa. Cuando llegamos, mi
mamá me dio la gran sorpresa: ¡me iba para los Estados Unidos de América! ¡Waoooo! No
sabía qué hacer, se me salieron las lágrimas porque por primera vez iba a viajar a otro país
y conocer cosas nuevas.

Luego de eso hubo algo que me desconcertaba y que podía hacer que me quedara fuera del
viaje: yo no estaba estudiando. Pero no bajé la guardia, me registraron en un colegio y me
puse a estudiar y a meterle ánimo, atento en todo, cumpliendo con mis deberes. Tuvimos
muchas reuniones con nuestras madres para que no entraran en depresión cuando fuera hora
de partir.

Me encantó una reunión en la cual nos hicieron ver que nuestros sueños no están perdidos.
Fue un ejercicio donde teníamos que pasar un pitillo de gaseosa por el medio de una papa.
Me pregunté cómo iba hacer eso. Pero estaba equivocado porque fue muy fácil, algo
sencillo. Eso me enseñó que por más duro que sea, yo lo puedo lograr. Después de esa
charla era hora de ir a sacar el pasaporte a Pasto, Nariño. En un bus especial para nosotros,
arrancamos a las tres de la mañana y regresamos a las 8:30 de la noche. Fue un viaje muy
agotador por lo cual llegué a dormir.
Unas semanas después tocaba ir a sacar la visa a Bogotá ¡y era en avión! Yo estaba cada
vez más pensativo y con nervios. Cuando estaba en el avión lo primero que hice fue agarrar
una cartilla y hacerme el que estaba leyendo para no demostrar mi pánico. Al despegar el
avión sentí un vacío en mi alma y oraba para que no sucediera nada malo. Todo el mundo
iba tranquilo menos yo. Llegamos a Bogotá a esperar a nuestros compañeros de San Andrés
y Providencia y así pudimos ir juntos al hotel.

Al día siguiente fuimos a la Embajada de Estado Unidos en Colombia y luego de unas


horas nos fuimos para el aeropuerto para devolvernos a la casa y seguir con el proceso
formativo.

Pasaron dos semanas y llegó el día más esperado: era hora de viajar a los Estados Unidos
de América. Salimos a las tres de la tarde de la casa, el vuelo salía a las cuatro. Nuestras
madres lloraban. Mi madre no se pudo contener y se fue para la casa porque no aguantaba
verme ir tan lejos. Ya era hora de vuelo y todo fue una sola lloradera.

Después de los procedimientos ya estaba listo para para abordar el avión y estando en
Bogotá comenzó nuestro verdadero sueño y una nueva rutina sencilla y emocionante. Me
dieron una guía que deberíamos seguir y mi uniforme para el frío. Eran dos días en Bogotá
y ocho en Estados Unidos.

En Bogotá visitamos el Palacio de San Carlos y la Casa de Nariño, entre otras cosas.
Después de esos dos días ya era tiempo de viajar. Apenas llegamos a Estados Unidos me
sentí en otro mundo, fue algo fenomenal. Llegamos a la ciudad de Washington D.C.,
pudimos apreciar grandiosos monumentos y por primera vez estuve en un partido de
basquetbol y en uno de jockey. También visitamos una universidad, entre muchas cosas
magníficas como el monumento de Abraham Lincoln. Poder jugar fútbol y divertirme fue
lo más emocionante de todo este intercambio.

Mi meta fue clara: apenas llegué a Colombia fui a abrazar a mi madre que me hizo mucha
falta y se me salieron las lágrimas de la felicidad.

FIN
Autor: Junior Andrés Castillo Caicedo

Junior Andrés Castillo Caicedo tiene 17 años. Nació el 11 de mayo de 2003 en Tumaco
(Nariño). Actualmente cursa el grado décimo en el Instituto Educativo TUMAC. Le gusta
mucho el deporte y la música. En sus tiempos libres escribe canciones. Participó en el
Intercambio Deportivo de Fútbol en los Estados Unidos.
Ilustraciones: María José Ruales Ibarra. Casa Lúdica de Samaniego, Nariño.

CRÓNICA

Dibujando un sueño

Autora: Adriana Katherinne Bastidas Martínez

Casa Lúdica de Samaniego (Nariño)

El 19 de octubre de 2019 desperté con una extraña sensación. Por unos instantes sentí que
todo lo que había vivido hasta el momento era nada más que un sueño, pero todo era real.
Giré hacia mi derecha y observé desde la ventana del avión aquel maravilloso amanecer
violeta que cobijaba todo el cielo, y las nubes en su mágico esplendor parecían pequeños
trozos de algodón. Era aproximadamente la 1 a.m., hora colombiana. Allí, a la mitad del
océano Atlántico, me encontraba junto con mis amigos y cómplices de viaje, con nuestros
sueños y metas muy presentes al igual que nuestras raíces.

Habían pasado unas seis horas desde que dejamos nuestra bella patria, Colombia. Tengo
que confesar que Bogotá nos despidió con una lluvia torrencial y que no pude evitar las
lágrimas al saber que me iba. Clarita fue nuestra guía, siempre estuvo pendiente de cada
uno de los protocolos a seguir en el viaje y nos acompañó desde Bogotá.

Después de diez largas horas aterrizamos en Madrid (España), almorzamos y esperamos en


el aeropuerto Adolfo Suárez. Subimos a otro avión rumbo a nuestro destino final: Bruselas
(Bélgica). Con una gran sonrisa de oreja a oreja a la salida del aeropuerto nos esperaba
Gloria, quien trabaja en la Embajada colombiana. Nos dio la bienvenida y nos llevó al hotel
FunKey. No tardamos en comunicarnos con nuestros familiares y manifestarles todo lo
vivido hasta ese momento. La diferencia de horario entre Bélgica y Colombia era de seis
horas. Sabíamos que los próximos días nos esperaban magníficas experiencias así que
decidimos descansar.

Bélgica es un país con una gran diversidad cultural en Europa y se hablan idiomas como
holandés, francés, alemán y neerlandés. En nuestra primera salida visitamos uno de los
museos de chocolate llamado Belgian Chocolate Villaje, nos informaron acerca de todo el
proceso del chocolate y cómo este es un pilar muy importante de la gastronomía y
economía belga ya que es un producto muy característico de este país. Había sorprendentes
infraestructuras hechas en chocolate como el Atomium y también la Grand Place. Fue muy
emotivo ver todo ese proceso pero también fue genial que nos permitieran preparar nuestros
propios chocolates acompañados de frutos secos, frutos del bosque y especias. A punta de
risas y deliciosos sabores transcurrió aquella mañana.

En horas de la tarde teníamos predestinado visitar el Atomium. A medida que nos


acercábamos a aquella infraestructura era fenomenal, con 102 metros de altura, cada uno de
sus átomos está fundido en acero inoxidable. Aprendimos datos históricos muy importantes
como su fundación, la cual fue en 1958; a medida que ha pasado el tiempo se ha convertido
en un auténtico símbolo de la capital belga. Fue tan maravilloso compartir ese momento
con Sulma, nuestra directora de la Casa Lúdica, y con mis demás compañeros de viaje.
Desde lo más alto de una de los átomos podíamos observar gran parte de Bruselas.

Los días poco a poco pasaban y eran muchas las cosas que habíamos conocido, como la
gastronomía. Fue mi primera vez comiendo en un restaurante chino el famoso arroz chino,
que por cierto estuvo delicioso; también visitamos un restaurante italiano en donde
degustamos la mejor pizza.

Nuestro intercambio cultural tuvo un enfoque en cómic y conocimos a ilustradores y sus


obras que destacaban significativamente; también recibimos clases de comic con ellos.
Adoraba ser testigo de esos lindos momentos ya que me encanta dibujar y para mí toda la
experiencia siempre fue una puerta hacia el mundo del arte: estar en el Museo Belga del
Cómic, haber viajado en tren para conocer el museo de Hergé, el reconocido padre del
cómic europeo quien creó las aventuras de Tintín y mucho más. No cabe duda de que nunca
olvidaré aquellos momentos.

Mateo fue uno de mis cómplices de aquella aventura, con él nunca faltaron las risas y cabe
resaltar que hubo uno que otro pequeño imprevisto, como la vez que al tomar el tranvía
para llegar a otro de los destinos turísticos, mi querido Mateo se durmió, pero nadie se
percató de eso. Cuando bajamos del tranvía ahí estaba Mateo en la ventana aun durmiendo
y las puertas estaban por cerrarse. De repente despertó y salió apresuradamente. Nunca
olvidaré su cara de susto al saber que si hubiese continuado durmiendo seguramente habría
despertado perdido en algún lugar de Bruselas.

Ese día lo compartimos con algunos chicos de Bélgica, ellos también eran artistas y junto
con la Embajada colombiana habían ilustrado un libro llamado La otra cara de la moneda.
Era un poco complejo intentar comunicarnos con ellos por la diferencia de los idiomas que
manejábamos, sin embargo, Clarita nos traducía todo lo que ellos querían manifestarnos.

Nos acompañaron a visitar la Grand Place, considerada como una de las plazas más bellas
del mundo. Sus inicios se remontan al siglo X, sus muros esconden muchísima información
e historia; está rodeada por las casas de los gremios, el ayuntamiento y la Casa del Rey.
Este lugar histórico ha sido escenario de numerosos acontecimientos tanto alegres como
trágicos. Por ejemplo, era el lugar donde se ejecutaban a los sentenciados a muerte o donde
la Santa Inquisición quemaba vivos a los mártires protestantes. Estar en aquella plaza y
revivir esos momentos históricos a través de la imaginación es mágico. Una de las
imágenes que marcó mi mente fue observar un maravilloso atardecer de otoño acompañado
de aquella arquitectura gótica.

Nos encontramos con muchas personas de todas nacionalidades, era muy grato para
nosotros saludar a aquellos colombianos y saber que a pesar de la distancia siempre habrá
un pequeño trozo de Colombia en cualquier lugar que nos encontremos.

Poco a poco se acercaba el día de nuestra partida y la verdad es que de alguna manera
extrañaba mucho mi pueblo, Samaniego (Nariño), ubicado en el sur de Colombia. Me
hacían falta los sabores de mi tierra, mi gente y muchas de las actividades que realizaba
como leer en el parque, dibujar en el estadio, pasear a mi perro o simplemente ver todas
esas montañas abrazadas por el sol resplandeciente del amanecer.

Sin lugar a duda las despedidas son la parte más inquietante al terminar una aventura, y el
26 de octubre a las 8:30 a.m. nos subimos al avión. Sentí que una parte de mí se quedaba
en ese maravilloso lugar, sabía que en un futuro no muy lejano volvería.

Ha pasado un año desde aquel viaje que nunca olvidaré. También están presentes todas las
personas que hicieron realidad ese sueño a través de sus horas de trabajo. Siempre estaré
agradecida con ellos porque para mí recordar es volver a vivir todos esos momentos que
generan tantas emociones y de alguna forman marcan en la memoria las huellas de su
existencia.

Autora: Adriana Katherinne Bastidas Martínez

Soy Adriana Katherinne Bastidas Martínez. Nací el 29 de noviembre de 2001, en


Samaniego (Nariño). Actualmente tengo 18 años y estoy próxima a ir a la universidad en
donde me gustaría estudiar diseño gráfico. En el año 2016 me vinculé a la Casa Lúdica de
mi municipio, aquí he participado en el grupo de danzas juvenil, taller de cómic y taller de
artes visuales, también en concursos institucionales de dibujo.

Me encanta dibujar y pintar mientras escucho canciones de Vilma Palma o la Derecha.


También me gusta mucho leer. Mi libro favorito hasta el momento es Satanás, de Mario
Mendoza. En mis tiempos libres escribo y aprendo a tocar guitarra y batería.

Me caracterizo por mi madurez, respeto, responsabilidad, creatividad y habilidad en las


artes y la cultura.
Ilustraciones: Adriana Katherinne Bastidas Martínez. Casa Lúdica de Samaniego, Nariño.
CRÓNICA

Una experiencia maravillosa

Autor: Jaider Estiben Ramírez Quimbaya

Casa Lúdica de San José del Guaviare (Guaviare)

En este pequeño escrito quiero comentarles la maravillosa experiencia que tuve en el


intercambio de cultura al país de Irlanda. No les voy a negar que me sentí algo nervioso
pues soy un niño que se considera con mucho talento, pero no con muchas posibilidades de
viajar, y vivir esta experiencia fue algo innovador para mí, tanto que los nervios me
traicionaron de tal forma que me enfermé, pero fue ya durante el viaje, específicamente en
la ciudad de Bogotá: el cambio de clima, la emoción de conocer nuevos lugares y las
comidas ricas que nos brindaban causaron en mí un mar de emociones que no pude
controlar.

Casi me pierdo el viaje principal que era a Irlanda, pero gracias a la paciencia de la
Cancillería y a mi instructor de música, Sneider Sandoval, pude controlarme y manejar mis
emociones. Además, mi cumpleaños número 13 fue en Bogotá, lejos de mi familia pero
acompañado de mi gran grupo musical; fue algo extraño no estar junto a mi familia
compartiendo un almuerzo o algún detalle, como se hace cada año, pero este sin lugar a
dudas fue el mejor regalo de cumpleaños que pude tener.

Llegó el gran día, el viaje soñado para mí. Llegué como un niño al aeropuerto y vi detrás de
la ventana el avión donde viajaríamos. ¡Uff, ustedes pueden creer nunca había viajado en
avión! Me hacía mil preguntas en mi mente pero lo que más quería era que mis emociones
no me traicionaran de nuevo.

El gran momento llegó: subimos al avión ¡que emoción! Doce horas de viaje, la gran parte
del tiempo durmiendo, y la otra viendo películas, hablando con mi compañero del lado y
así, llegamos a Irlanda. Nos recibieron con gran amabilidad. No entendí la gran mayoría de
lo que hablaban pues es un país diferente, y el idioma igual, sin embargo teníamos un
traductor personal, el que nos guiaba y nos ayudaba en todo.
Al siguiente día nos invitaron a una clase de música en la que el instrumento era el arpa, el
mismo en el cual yo me desempeño, y fue un momento agradable, hasta me incluyeron con
una pequeña parte de una tonada, la aprendí con mucha facilidad y me felicitaron por mi
rapidez. Para terminar el día realizamos una pequeña presentación o toque musical en un
restaurante-bar.

Durante toda esta experiencia nos llevaron a conocer el acuario, donde nos enseñaron
muchas cosas asombrosas, y finalizando el día conocimos la playa, ¡pueden creer! la playa.
No pudimos disfrutar de ella porque allá se experimentan distintas estaciones y en ese
momento el frío era terrible. ¿Ustedes pueden creer conocer la playa y en vez de utilizar
short y gafas, teníamos abrigos, guantes, etc.? Jajaja. En fin, fue una experiencia
maravillosa.

Nos cogió el 31 de octubre en este país maravilloso y las tradiciones en las fiestas son
fenomenales. Nos llevaron a una especie de casa del terror, donde vivimos momentos de
sustos, con niebla y diferentes temáticas muy espeluznantes. Para terminar el día, hicimos
las calabazas de Halloween, qué divertido fue. No puedo describir lo fabuloso que ha sido
este viaje: conocer de sus costumbres, sus comidas, sus bailes, los animales típicos de la
región, etc.

Pero sin duda alguna lo mejor fue poder demostrar nuestro talento dentro de un inmenso
espacio lleno de gente y ser los invitados.

Para terminar este escrito quiero agradecerle a cada una de las personas que nos apoyaron
en esta experiencia maravillosa para nosotros, por haber hecho realidad el sueño de conocer
otro país, aprender cosas nuevas y demostrar nuestro talento a otras personas.

Autor: Jaider Estiben Ramírez Quimbaya

Jaider Estiben Ramírez Quimbaya nació el 22 de octubre de 2006 en el municipio de


Calamar, Guaviare- Hijo de Esther Alicia Quimbaya Balcázar y Jhonier Ramírez. Es el
primero de cuatro hermanos. Cursó la primaria en Calamar, y parte de la secundaria en San
José del Guaviare. Actualmente cursa el grado 8º en la Institución Educativa José Celestino
Mutis. Definitivamente su pasión y en lo que ocupa el tiempo libre es la música llanera, y el
arpa.

Ilustraciones: Eliana Marisol Vallejo Muriel. Casa Lúdica de Samaniego, Nariño.


CRÓNICA

Entre el hoy y el mañana, nada es para siempre

Autor: Diego Andrés Ortega Murillo

Casa Lúdica de Montería (Córdoba)

Aún yacía el sol ante las montañas, apenas eran las cuatro de la madrugada, y ya estaba
listo, empacado y hasta desayunado. No podía esperar tanto para aquel viaje, quizás eran
tantas las emociones despertadas, que no quería que por nada del mundo se esfumaran.

A las seis de la mañana de aquel jueves 3 de octubre de 2019, tomamos rumbo a la capital
del país, donde estaríamos tres días en preparación para ir a ¡China! Desde nuestra llegada a
Bogotá, ya se sentía una vibra única, diferente e inigualable. Llegamos al hotel a dejar
nuestras cosas, y allí fue donde recibimos nuestros uniformes, ese “Colombia” en nuestras
chaquetas, resaltaba y despertaba una emoción indescriptible, y a su vez me recordaba lo
responsable que debía ser.

Durante aquellos días tuvimos una agenda muy apretada, por lo que, al llegar por las
noches al hotel se sumaba el frío y el cansancio para caer rendido en la cama. Por las
mañanas me esperaban semejantes desayunos con el equipo y el entrenador, y digo
“semejante” porque teníamos la oportunidad de llenar con cuanta cosa nuestros platos, en
verdad era un deleite tanto para mí como para mis compañeros. Seguido a eso, siempre
automóviles diplomáticos estaban afuera del hotel esperando por nosotros para llevarnos a
lugares emblemáticos de nuestro país, como el Palacio de San Carlos (Cancillería), la Casa
de Nariño, el Archivo general de la Nación, y el Centro de Alto Rendimiento, lugares que
despiertan ese sentido o patriotismo por nuestro país, y así mismo, reflejaban grandes
diferencias ante mi ciudad natal, Montería.

Sin embargo, de todas esas visitas, hubo una que ya reflejaba el destino que me esperaba: la
Embajada de China en Colombia. Además de su estructura y cuadros emblemáticos, en su
charla el Consejero dijo algo que me dejó pensando: “El tenis de mesa para mí no es un
deporte, es una filosofía”. Sin duda, palabras sabias que reflejan un país donde cada acción
u ocupación tienen importancia en la formación de la vida.

En horas de la noche del sábado 5 octubre por fin despegamos, alejándonos cada vez más
de nuestro territorio nacional. Primero hicimos escala en París para luego ir a Beijing. Del
Aeropuerto Internacional de París-Charles de Gaulle me quedan aquellas vistas hermosas
que solían observarse desde el avión, y aquel pan francés que era más endurecido a
comparación de los de mi país. Disfruté cada momento en el avión, el sueño no fue
protagonista durante el viaje, es más, durante el vuelo recorrían por mi cabeza cientos de
pensamientos, empezando por la altitud en que me encontraba, por la oportunidad que
vivía, y por los cambios que se presentaban, pues recordaba mis inicios deportivos en el
año 2012, pasar de un patio o salón escolar, donde mi deporte no era muy reconocido, a
estar dentro de un avión rumbo a la cuna de mi deporte, donde muchos tenimesistas del
mundo, en algún momento de sus vidas, quisieran jugar.

Ráfagas de luz de aquel atardecer se adherían a la ventana del avión. Estábamos aterrizando
en suelo chino y ya se evidenciaba desde lo alto un territorio desconocido, con
edificaciones y paisajes de película. Cada paso firme que solía dar al salir del Aeropuerto
Internacional de Pekín-Daxing me hacía percibir miles de emociones. Luego, en una buseta
con destino a Beijing Sport University, al visualizar cada lugar, cada persona, cada edificio,
simplemente cada cosa, me hacía sentir en un mundo diferente.

Habíamos llegado a aquella Universidad donde íbamos a dormir y a entrenar. Eran las seis
de la tarde, el sol se escondía, se sentía un ambiente muy agradable perpetuado por un
clima muy acogedor. Dimos paso a la cena, una mesa redonda parecida a un CD, me
sorprendía ver en aquel momento cada una de las comidas que se situaban delante de mi
entrenador, de José Rubiano -nuestro acompañante de la Cancillería-, y por supuesto de mis
compañeros.

Teníamos comidas, sabores, olores desconocidos para nuestras papilas gustativas, que
generaban en mi cierta curiosidad y repulsión a la vez, pero que al probar, me gustaron y
así mismo, otras me dejaron un sin sabor. Finalmente, la inexperiencia con los chopsticks
me dejó cierta tarea para los próximos días.
Pasamos a descansar, eran las 11 de la noche y me encontraba allí, despierto, envuelto en
sabanas, pensado en el día extremadamente largo que tuve, lejos de casa, con 13 horas por
delante de mi país, tantas cosas, hasta que, por fin, cerré mis ojos.

Aquellos días posteriores, marcaron mi vida para siempre. Cada amanecer, cada atardecer,
cada anochecer me daban vida, sueños y metas. Los disfrutaba cada minuto porque sabía
que en algún momento tendría que regresar a casa. Lugares visitados, como la Embajada de
Colombia en China y el Ministerio de Relaciones Exteriores de China, me recordó el amor
y sentimiento nacional que llevo dentro por mi país, ese que trata de superarse cada día, y
que tiene muchas cosas especiales por ofrecerle al mundo.

Cada escalón por la Muralla China y cada horizonte que podía observar desde ella, me daba
a conocer las grandes cosas que puedo lograr. El Palacio de Verano, el zoológico de
Beijing, el baile del dragón y la Ciudad Prohibida, me enseñaron la diversidad y riqueza
cultural que ellos tenían. El mercado de la Seda me mostró que en Colombia no es el único
lugar en donde se debe regatear. El taller de Caligrafía me mostró el arte y lo significativo
que es escribir para los chinos, así mismo, a distinguir sus diferentes lenguas y cambios
trascendentales. La visita a dos restaurantes, con funcionarios de la Universidad, me
confirmaron que donde sea que estés, los humanos somos una sola especie, y que, para
sonreír y disfrutar a carcajadas por una noche, no necesariamente tenemos que ser del
mismo país ni de las mismas costumbres o tradiciones.

Por otro lado, el complejo deportivo de tenis de mesa de la universidad, el Coliseo donde
entrenaba la selección de China (los mejores del mundo) y cada uno de los escenarios
deportivos, me mostraron la educación y el progreso de dicho país. Pero, cada minuto, hora,
partido, y gotas de sudor durante los entrenamientos, me tatuaron en mi mente la disciplina,
pasión y esfuerzo que se requiere para el éxito. Cada palabra dirigida por los entrenadores
chinos, que luego eran traducidas por mi nuevo amigo chino Chen, me transmitía
seguridad, conocimiento y valentía para continuar. Me situaba en un contraste radical de
culturas, de creencias y de costumbres ante el deporte, pero mi actitud positiva era aún más
fuerte. Sin duda, aquello alimentó mis objetivos como estudiante, mis propósitos deportivos
y mi compromiso como líder.
El regreso a casa fue efímero pero especial. El capitán anunciaba la humedad y temperatura
de 32° de la ciudad de Montería, era un 16 de octubre con un atardecer caluroso, típico de
mi ciudad. Sé que dejé huellas como deportista y colombiano. Fue y será una experiencia
única, por la cual me siento orgulloso de mí, por todo el esfuerzo y empeño que años tras
años he impuesto pese a todas las dificultades, y que hoy por hoy, tendrían resultados; los
malos momentos no son para siempre. Así mismo, traje a mi país muchas cosas positivas;
conocimiento de un país que para muchos es muy estigmatizado con informaciones falsas,
experiencias que han motivado y motivarán a generaciones, y el ejemplo de que, por muy
mínimas que se vean las posibilidades, pueden tornarse reales, y cuando se presentan, hay
que disfrutarlas, vivirlas y comentarlas, porque nada perdura para siempre, ni los malos ni
los buenos momentos.

Autor: Diego Andrés Ortega Murillo

Mi nombre es Diego Andrés Ortega Murillo, nativo de la ciudad de Montería, Córdoba.


Tengo 18 años. Soy estudiante universitario apasionado por el tenis de mesa, más que un
deporte, un estilo de vida. Participé en el intercambio deportivo de tenis mesa a Beijing,
China en el año 2019.

Ilustraciones: Isaac Matero Bastidas Ceballos. Casa Lúdica de Samaniego, Nariño.


POESÍA

La magia del deporte

Parece que la vida me está sonriendo

y mi meta se hace realidad

con disciplina entrenando y escribiendo

día a día encuentro mi felicidad.

Rodeada de un medio social confuso y violento

me impulsa a conocer y mejorar mi rumbo

y siento que ahora es el mejor momento,

ha llegado la oportunidad de ver el mundo.

El deporte alimenta y fortalece el espíritu

con pensamientos sanos y sueños vamos creciendo.

La alegría y entusiasmo en nuestro grupo

nos orientan a un futuro que está floreciendo.

Se fueron construyendo habilidades

y al deporte le tomamos un cariño profundo

abriéndose una gran posibilidad


que nos llevó a otro lugar del mundo.

Vivimos una experiencia genial

a la que mucha gente le aportó.

Sembrando proyectos en busca de paz

plenamente el gobierno lo apoyó.

Les comparto alegría infinita

desde el pueblo que me vio crecer

A quienes gestionan alejar de la guerra

con deporte, cultura y saber.

Muchas emociones y sentimientos afloraron

al separarnos un tiempito de nuestros hogares

pero fue tan bueno este intercambio

por conocer, ver y compartir en esos lugares.

Autora: Gina Gabriela Peña Vargas.

Casa Lúdica de Fortul (Arauca).

En el hogar constituido por Hugo Peña y Nayibe Vargas, nació el 29 de junio de 2004 en el
municipio de Saravena, Arauca, una niña a la que pusieron por nombre Gina Gabriela Peña
Vargas. Vivió en Islas del Cusay donde realizó sus estudios iniciales; desde los cinco años
ha vivido en la cabecera municipal de Fortul donde realizó los estudios de primaria (sede
María Inmaculada) y secundaria (I. E. Alejandro Humboldt) donde a los 16 años se
graduará como bachiller académico y también recibirá el título de Técnico Auxiliar de
Enfermería en (ESEDCO). Desde sus ocho años hace parte de la Tertulia Literaria Fortulee.
Es una deportista consumada, desde sus 7 años practica patinaje y a los 13 años inició a
practicar voleibol, lo que le permitió realizar una salida al exterior. Participó en el
Intercambio deportivo y Cultural en Polonia.

Ilustraciones: Ilustraciones: Adriana Katherinne Bastidas Martínez. Casa Lúdica de


Samaniego, Nariño.
POESÍA

Una experiencia soñada

Todo comenzó como un sueño que al pasar el tiempo se fue convirtiendo en realidad, la
magia de conocer esos lugares que marcaron mi vida, poder sentir una experiencia nueva
que engrandecería mi futuro.
Mirar el atardecer mientras movía un balón, caminar y sentir la brisa en los parques y los
árboles, mientras conocía la belleza y riquezas de mi experiencia como futbolista en este
sitio lejano.
Sentir el frío por mi cuerpo cada vez que corría en una cancha para conseguir mi objetivo y
vivir experiencias maravillosas, conociendo personas increíbles que aportaron mucho en mi
vida.
Mirar los mares y las aguas que rodeaban por mi mente, mientras esperaba con ansías poder
patear el balón.

Autora: Karold Dayana Saa Hurtado


Casa Lúdica de Florida Valle del Cauca
Karol Dayana Saa Hurtado nació el 25 de marzo de 2005. Desde muy pequeña (4 años) le
gusta jugar fútbol y aprendió con un amigo del barrio. La familia ha sido un gran apoyo en
su corta vida deportiva ya que su papá desde muy temprana edad se dedicó a la práctica del
fútbol. Karol manifiesta que encontró en la Casa Lúdica un espacio muy agradable para
practicar donde ha tenido oportunidades, entre ellas la más importante, viajar a Canadá y
conocer otras experiencias. Hace parte del proceso de la selección Florida. Manifiesta que,
gracias a la Casa Lúdica, está creciendo como persona y lo que más le gusta del municipio
es precisamente este espacio.
Ilustraciones: Ilustraciones: Andrés Felipe Ruales Obando. Casa Lúdica de Samaniego,
Nariño.

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