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Legado de Mariateguí
El oro del Perú perdía su poder de atracción en una época en que, en América, la
vara del pioneer descubría el oro de California. En cambio el guano y el salitre –
que para anteriores civilizaciones hubieran carecido de valor, pero que para una
civilización industrial adquirían un precio extraordinario. Mientras que para
extraer de las entrañas de los Andes el oro, la plata, el cobre, el carbón, se tenía
que salvar ásperas montañas y enormes distancias, el salitre y el guano yacían en
la costa casi al alcance de los barcos que venían a buscarlos. La fácil explotación
de este recurso natural dominó todas las otras manifestaciones de la vida
económica del país. Sus rendimientos se convirtieron en la principal renta fiscal.
El guano y el salitre, ante todo, cumplieron la función de crear un activo tráfico
con el mundo occidental en un período en que el Perú, mal situado
Las utilidades del guano y del salitre crearon en el Perú, donde la propiedad había
conservado hasta entonces un carácter aristocrático y feudal, los primeros
elementos sólidos de capital comercial y bancario. Se formó en el Perú una
burguesía, confundida y enlazada en su origen y su estructura con la aristocracia,
formada principalmente por los sucesores de los encomenderos y terratenientes
de la colonia. Las concesiones del Estado y los beneficios del guano y del salitre
crearon un capitalismo y una burguesía. Y esta clase, que se organizó luego en el
‘civilismo’, se movió muy pronto a la conquista total del poder».
La guerra del Pacífico, consecuencia del guano y del salitre, no canceló las otras
consecuencias del descubrimiento y la explotación de estos recursos, cuya
pérdida nos reveló trágicamente el peligro de una prosperidad económica
apoyada o cimentada casi exclusivamente sobre la posesión de una riqueza
natural, expuesta a la codicia y al asalto de un imperialismo extranjero.
Muy pronto, la capa capitalista formada en los tiempos del guano y del salitre
reasumió su función y regresó a su puesto. De suerte que la política de
reorganización de la economía del país se acomodó totalmente a sus intereses de
clase. El contrato Grace, que ratificó el predominio británico en el Perú,
entregando los ferrocarriles del Estado a los banqueros ingleses que hasta
entonces habían financiado la República.
El burgo4, en muchos valles, no recibe nada del campo ni posee nada en el campo.
Vive, por esto, en la miseria, de uno que otro oficio urbano, de los hombres que
suministra al trabajo de las haciendas. Una porción de campiña, con sus hombres
libres, con su comunidad hacendosa, es un raro oasis en una sucesión de feudos
deformados, con máquinas y rieles, sin los timbres de la tradición señorial. La
hacienda, en gran número de casos, cierra completamente sus puertas a todo 4. Mariategui se refiere al burgo en
comercio con el exterior: los «tambos» tienen la exclusiva del aprovisionamiento sentido figurado, como forma de
de su población. Impide que los pueblos tengan la función que garantizaría su contrastar la feudalidad europea con
subsistencia y desarrollo, dentro de la economía rural de los valles (mediante el la de América.
intercambio con otras haciendas). La hacienda, acaparando con la tierra y las
industrias anexas, el comercio y los transportes, priva de medios de vida al burgo,
lo condena a una existencia sórdida y exigua.
La experiencia más vasta y típica de la capacidad de los terratenientes del país nos
la ofrece el departamento de La Libertad. Las grandes haciendas de sus valles se
encontraban en manos de su aristocracia latifundista. El balance de largos años de
desarrollo capitalista se resume en los hechos notorios: la concentración de la
industria azucarera de la región en dos grandes centrales, la de Cartavio y la de
El trabajo gratuito está prohibido por la ley y, sin embargo, el trabajo gratuito, y
aun el trabajo forzado, sobreviven en el latifundio. El juez, el subprefecto, el
comisario, el maestro, el recaudador, están enfeudados a la gran propiedad. La
ley no puede prevalecer contra los gamonales. El funcionario que se obstinase en
imponerla sería abandonado y sacrificado por el poder central, cerca del cual son
siempre omnipotentes las influencias del gamonalismo, que actúan directamente
o a través del parlamento, por una y otra vía con la misma eficacia.
Los indios y negros que son en común, y por igual, objeto de la explotación más
intensa, constituyen por estas múltiples razones, masas inmensas que, unidas a
los proletarios y campesinos explotados, mestizos y blancos, tendrán por
necesidad que insurgir revolucionariamente contra sus exiguas burguesías
nacionales y el imperialismo monstruosamente parasitario. El aspecto puramente
racial del problema, por lo que a ambas razas se refiere (india y negra), se
encuentran también fuertemente disminuido por la proporción del mestizaje y
por la presencia de estas mismas capas mestizas y hasta de elementos blancos, en
unión con los elementos indios y negros, dentro de la clase proletaria, dentro de
la clase de los campesinos pobres, dentro de las clases que se encuentran en la
base de la producción y son mayormente explotadas.
Una parte de los obreros mineros continúan siendo agricultores. Son indios de
«comunidades» que pasan la mayor parte del año en las minas, pero que en las
épocas de las labores agrícolas retornan a sus pequeñas parcelas, insuficientes
para su subsistencia.
En los últimos años, al estímulo de los precios de las lanas peruanas en los
mercados extranjeros se ha iniciado un proceso de industrialización de las
haciendas agropecuarias del sur. Varios hacendados han introducido una técnica
moderna, importando reproductores extranjeros que han mejorado el volumen y
la calidad de la producción, sacudiéndose el yugo de los comerciantes
intermediarios.
Conclusiones
Las «comunidades», que han demostrado bajo la opresión más dura condiciones
de resistencia y persistencia realmente asombrosas, representan un factor natural
de socialización de la tierra. El indio tiene arraigados hábitos de cooperación. Aún
cuando de la propiedad comunitaria se pasa a la propiedad individual, y no sólo
en la sierra sino también en la costa, donde un mayor mestizaje actúa contra las
costumbres indígenas, la cooperación se mantiene, las labores pesadas se hacen
en común. En la costa, donde la gran propiedad es también omnipotente, pero
donde la propiedad comunitaria ha desaparecido, se tiende inevitablemente a la
individualización de la propiedad del suelo. Los «yanaconas», especie de
aparceros12 duramente explotados, deben ser ayudados en su lucha contra los
propietarios. La reivindicación natural de estos «yanaconas» es la del suelo que 12. Aparcería: Contrato entre
trabajan. el dueño de tierras y el que
las cultiva para repartirse
Nosotros creemos que entre las poblaciones «atrasadas» ninguna como la los productos o beneficios
población indígena incásica reúne las condiciones tan favorables para que el
comunismo agrario primitivo, subsistente en estructuras concretas y en un hondo
espíritu colectivista, se transforme, bajo la hegemonía de la clase proletaria, en
una de las bases más solidarias de la sociedad colectivista preconizada por el
comunismo marxista.