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Derecho internacional en el marco de los hechos de la operación en calamar, Guaviare

En cuanto al tema de las fuentes del derecho internacional público, son aquellos estamentos que
permiten a la Corte Internacional de Justicia tomar una decisión de carácter jurídico y poner fin a
un litigio entre Estados mediante sentencia judicial. El estatuto de la Corte Internacional de
Justicia, en su artículo 38 trae consigo lo que a nivel doctrinal se establecen como las fuentes del
derecho internacional público.

“La Corte, cuya función es decidir conforme al derecho internacional las controversias que le sean
sometidas, deberá aplicar:

a. Las convenciones internacionales, sean generales o particulares, que establecen reglas


expresamente reconocidas por los Estados litigantes.

b. La costumbre internacional como prueba de una práctica generalmente aceptada como


derecho.

c. Los principios generales de derecho reconocidos por las naciones civilizadas.

d. Las decisiones judiciales y las doctrinas de los publicistas de mayor competencia de las distintas
naciones, como medio auxiliar para la determinación de las reglas de derecho, sin perjuicio de lo
dispuesto en el artículo 59.

La presente disposición no restringe la facultad de la Corte para decidir un litigio ex aequo et


bono, si las partes así lo convinieren” (Estatuto de la Corte Internacional de Justicia, 1979, Articulo
38)

Ahora aplicándolo al caso en concreto y dando un poco de contexto: En el día 2 de marzo del
2021, el Ministerio de Defensa informó detalles de un fuerte golpe (por medio de un bombardeo)
a la estructura de las disidencias de las Farc de ‘Gentil Duarte’. En operaciones militares en el
departamento del Guaviare fueron abatidos diez disidentes y otros tres, capturados. Esta
estructura terrorista es la responsable del reclutamiento de menores, así como de planear y
ejecutar acciones terroristas y delitos como narcotráfico, extracción ilícita de minerales y
constreñimiento a la población civil que reside en los departamentos de Caquetá, Guaviare y
Meta.

Una semana después, el periodista Hollman Morris y el senador Roy Barreras publicaron en sus
cuentas de Twitter una denuncia de familiares que reportan la desaparición de al menos de doce
menores de edad y que, al parecer, cuatro de ellos estarían entre los muertos en la operación
militar del pasado 2 de marzo, informada por el ministro, lo cual también resulta irónico teniendo
en cuenta las declaraciones dadas por las fuerzas militares sobre “violaciones del derecho
internacional humanitario” al mencionar el reclutamiento de menores por la banda criminal.

Además, se confirmó el dato de que hay una menor de 16 años entre los muertos del bombardeo
y que entre los cuerpos hay dos de nacionalidad venezolana. El acompañante de las familias de las
victimas viajó a Bogotá para conformar una comisión humanitaria con organismos nacionales e
internacionales que viaje hasta el lugar del bombardeo, en la vereda Buenos Aires, en Calamar
(Guaviare) en donde están los 10 cuerpos desde el pasado 4 de marzo. Con un dato más de por
medio: Medicina Legal dijo que recibió 10 cuerpos, pero los militares confirmaron 12 personas
muertas.

El ministro de Defensa, Diego Molano, salió a explicar el bombardeo y señaló que la intervención
había sido legítima porque la estructura de Gentil Duarte afecta a la población colombiana y son
las disidencias de las Farc las directamente responsables de que los jóvenes sean “máquinas de
guerra” adjudicando su anterior experiencia en el ICBF, aun teniendo en cuenta que según
convenios internacionales, fuente del derecho internacional, se presume que cuando los niños y
niñas han sido vinculados a un grupo armado es porque ha habido reclutamiento forzado.

Además se argumentó que frente a los señalamientos por la eventual muerte de menores en la
operación militar, todas las operaciones se desarrollan en el marco del Derecho Internacional
Humanitario. Específicamente bajo normas del Protocolo II adicional a los Convenios de Ginebra
de 1949, que consagra en su artículo 13 la protección de la que goza la población civil contra los
peligros procedentes de operaciones militares, pero que también establece, en su numeral 3, que
"las personas civiles perderán dicho estatus de protección si participan directamente en las
hostilidades y mientras dure tal participación".

Así, el DIH establece que una persona mayor de 15 años (3 años por debajo de la mayoría de edad
de nuestras normas internas) puede ser considerado un combatiente y en consecuencia, un blanco
legítimo. También, que los bombardeos (la máxima expresión del uso de la fuerza de un Estado) se
pueden emplear para eliminar a blancos militares cuya persistencia representa un alto riesgo para
la población civil. Y claramente distingue a la población civil no combatiente de los combatientes.
La regla básica es proteger a los civiles de las acciones militares, pero esa norma tiene excepciones
como la ya mencionada del numeral 3.

El jefe de esa cartera ministerial también comentó que, según el Derecho Internacional
Humanitario (DIH), “es claro que quienes están en un campamento participan en las hostilidades y
se debe hacer (el ataque) por el bien superior de la protección de los demás”, dijo en entrevista
con la W Radio. , pero si el Gobierno sabía que ahí podía haber niños, lo correcto a la luz del
Derecho Internacional Humanitario es que, por el principio de precaución que opera en este, no
debería haber bombardeado.

Y claramente no se puede argumentar desconocimiento por parte del gobierno nacional, ya que
según EFE, el Gobierno ha recibido 45 alertas tempranas que la defensoría emitió en 2020 de
cómo se estaba incrementando el reclutamiento forzado de menores y varias de ellas venían del
departamento del Guaviare. "La Red Nacional de Información de la Unidad para las Víctimas indicó
que entre 2018 y 2020 se presentaron 313 casos de reclutamiento de niños, niñas y adolescentes,
la mayoría de ellos varones entre los 12 y 17 años".

Además de que también está el Manual Doctrina Damasco que regula las operaciones militares del
Ejército de Colombia. En el que se establecen como elementos esenciales en operativos la
ubicación de grupos armados, la inteligencia antes de un ataque y definir qué personas pueden ser
afectadas, y según el Protocolo adicional a los Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949
relativo a la protección de las víctimas de los conflictos armados sin carácter internacional
(Protocolo II) , mas específicamente en su titulo 2 articulo 4 dice:
“c) los niños menores de quince años no serán reclutados en las fuerzas o grupos armados y no se
permitirá que participen en las hostilidades; d) la protección especial prevista en este artículo para
los niños menores de quince años seguirá aplicándose a ellos si, no obstante las disposiciones del
apartado c), han participado directamente en las hostilidades y han sido capturados..”

así como también esta la Norma 15 del estudio sobre el derecho internacional humanitario
consuetudinario, según la cual “Las operaciones militares se realizarán con un cuidado constante
de preservar a la población civil, a las personas civiles y los bienes de carácter civil. Se tomarán
todas las precauciones factibles para evitar, o reducir en todo caso a un mínimo, el número de
muertos y heridos entre la población civil, así como los daños a bienes de carácter civil, que
pudieran causar incidentalmente. [CAI/CANI]”

Esto haciendo referencia a los comentarios del ministro sobre la legitimidad del ataque y hasta de
la planificación de este, esto sin tener en cuenta la violación del derecho a la verdad en su
vertiente individual en cuanto a el ocultamiento de la información a las familias de los menores (o
por lo menos de la menor confirmada), así como también en su vertiente colectiva en cuanto a las
diferentes versiones que se le dio a la prensa y a la sociedad en general en las diferentes versiones
dadas por el ejército colombiano y el ministerio de defensa, por no mencionar la calidad de crimen
de guerra que tienen los crímenes u operaciones que van en contra de los tratados y las fuentes
del derecho internacional.

Así entonces, solo queda esperar que no solo la justicia colombiana en su parte penal establezca
responsables y sus castigos (si fuesen necesarios) sino también que los organismos internacionales
como la corte penal internacional, establezcan también responsabilidades en el marco de
crímenes de guerra en el conflicto armado, además de la clarificación de los hechos no solo para
las familias de las victimas implicadas sino también para el resto de la sociedad.

Juan pablo medina rincón


201710762

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