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THE SAFETY AND EFFICACY OF STEROID TREATMENT FOR

ACUTE SPINAL CORD INJURY


No existe un tratamiento eficaz reconocido para la ASCI. Si bien la rehabilitación
puede permitir una mejor movilidad en los pacientes con ASCI, generalmente tiene
poco o ningún impacto en la función neurológica de estos pacientes. Dada la baja
calidad de la evidencia para todos los resultados informados en los análisis
disponibles, actualmente no existen recomendaciones sólidas con respecto al uso
de metilprednisona después de ASCI.
El presente estudio no demostró ninguna mejora estadísticamente significativa en
la recuperación motora o neurológica entre los pacientes tratados con
metilprednisolona en el primer periodo de 8 horas tras la ASCI en comparación
con los pacientes que no recibieron esteroides; sin embargo, la utilización de
metilprednisona se asoció con un riesgo significativamente mayor de
hiperglucemia y neumonía. Aunque el mayor riesgo de neumonía alcanzó
significación estadística sólo en los OBS, el mayor riesgo de hiperglucemia
alcanzó significación estadística tanto en los OBS como en los ECA. Además,
aunque no fue estadísticamente significativo, tanto los ECA como los EOB
sugirieron una asociación directa entre el uso de metilprednisona y el riesgo de
hemorragia digestiva y sepsis, y una asociación inversa con el riesgo de
atelectasia y mortalidad.
Se trato de basarse este metaanálisis evaluando el papel de la metilprednisona en
una población de pacientes más homogénea y se descubrió que, incluso entre
esta población de pacientes en particular, no parecía haber un beneficio
significativo del uso de esteroides, ni a corto ni a largo plazo.
Nuestra revisión destaca la necesidad de que los clínicos consideren
cuidadosamente las implicaciones completas y a largo plazo de los efectos
secundarios asociados a los esteroides. La hiperglucemia inducida por esteroides
puede precipitar complicaciones graves como el estado hiperosmolar no cetósico y
la cetoacidosis diabética. Determinadas poblaciones de pacientes, como las que
tienen diabetes de base u otros trastornos metabólicos, pueden ser especialmente
susceptibles a estos riesgos y representan grupos en los que los esteroides deben
iniciarse con mayor precaución, si es que lo hacen.
Así pues, el valor de la metilprednisolona en el tratamiento de la ASCI debe
sopesarse cuidadosamente frente a este mayor riesgo de desarrollar una
neumonía adquirida en el hospital. Este riesgo justifica que se preste una atención
especial a los pacientes con una inmunidad deficiente con una capacidad limitada
para combatir las infecciones o a los que tienen afecciones pulmonares
comórbidas, como el asma o la enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
En conjunto, sin un beneficio cuantificable en la recuperación motora o neurológica
y el potencial de reacciones adversas multisistémicas, especialmente en
poblaciones de riesgo, la metilprednisona no debería utilizarse de forma rutinaria
tras una ASCI. Sin embargo, hay que tener en cuenta que puede haber casos
específicos, como la compresión aguda de la médula espinal debida a procesos
malignos, en los que se sabe que las dosis altas de esteroides tienen efectos
beneficiosos para prevenir o mejorar las lesiones neurológicas.

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