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Valencia en Fallas y el ombliguismo de la izquierda


La tormentosa relación de la izquierda con las fallas
Nega (LCDM) | Para Kaos en la Red | Hoy 14:01
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Son fallas, nadie ha podido evitarlo. Se desató el aquelarre de lo rancio y lo casposo. El esperpento berlanguiano danza ebrio
de verbena en verbena y orina risueño en cualquier esquina. Como cada año desde hace más de lo que los viejos del lugar
pueden recordar, un reducido número de energúmenos secuestra la ciudad y la pone de rodillas en nombre de unas mal
llamadas fiestas populares que de populares sólo les queda el griterío y lo burlesco.

La idiosincrasia valenciana ha sido y es muy compleja, la cosa viene de lejos. Somos la única comunidad del estado español en
la que una capital de provincia da nombre toda la comunidad ¿se imaginan la Comunidad Sevillana en lugar de Andalucía? ¿O la
Comunidad Pontevedresa en lugar de Galicia? Chirría ¿verdad? Y con la terminología y la ley en la mano se convierte a
alicantinos y castellonenses en valencianos. El bautizo franquista tras la muerte de Franco se hizo sin consultar y las grietas se
fueron haciendo cada vez más grandes con el devenir de las décadas.

Somos la única comunidad que se pega de tortas cuando llega su día nacional (el 9 de octubre) porque a fecha de hoy todavía
no tiene claro cual es su bandera: los blaveros y la derechona dicen que con la banda azul, los catalanistas y la izquierda
transformadora en general opinan que sin banda azul. Obviamente por afinidad ideológica y simpatías, me sitúo del lado de
estos últimos pero sinceramente, el color de la bandera no es algo que me quite el sueño cuando me voy a dormir: como nieto
de aragonés y de mujer del norte de África, me importa un testículo que la fiesta nacional de mi ciudad reivindique que un rey
genocida (Jaime I) expulsara a los árabes, tantos siglos aquí asentados y que además fuera el primero en instaurar la Santa
Inquisición en la península, incluso antes que los temidos Fernando e Isabel, dato que la memoria selectiva de la izquierda de
tabalet y dolçaina olvida de manera desconcertante. El nacionalismo a veces produce extraños compañeros de alcoba. No deja
de ser curioso que mientras en Andalucía los nacionalistas de izquierda repudian la toma de Granada dado el genocidio humano
y cultural que supuso, aquí los catalanistas de izquierda reivindiquen la figura de un rey cristiano cuyo logro más sonado fue la
expulsión salvaje y el asesinato de cientos de miles de árabes. Recuerdo cuando era niño y en el colegio se acercaba el 9 de
octubre, nos obligaban a conmemorar la gesta. Era el día de la comunidad, molaba no había clase, el Jaume I este debía de ser
un tío cojonudo. Quizá por ello en los dibujos todos lo representábamos como un guerrero medieval cortando cabezas de moros,
algo que a los profesores no parecía importarles, qué didáctico. Ya se sabe, las identidades nacionales se construyen sobre
sangre ajena, la sangre de el otro, y sólo los niños y los locos cuentan la verdad, por eso a unos se les educa y otros se les
encierra.

Me decía un amigo madrileño que ahora con el AVE se habían roto para siempre los vínculos entre Catalunya y Valencia, yo le
dije que no se preocupara, que hacía décadas ya que se habían roto y que el estar conectados a hora y cuarto del centro de la
meseta no era más que la guinda del pastel, la fiesta de clausura que cerraba un proceso de españolización ya irreversible, las
fallas sostienen este argumento y me dan la razón de una forma dolorosa.

Lo rancio, lo cutre y lo popular (que ha sido contaminado por la cultura dominante impuesta desde arriba) se dan la mano en
fallas. Una fiesta cafre, machista y profundamente reaccionaria: la última jovial medida propuesta por el Consell de la
Generalitat (además aprobada el día 8 de marzo) consistía en que las mujeres ataviadas con el blusón fallero y la peineta
entraran gratis a los toros, para dar color a la grada, en palabras del consejero municipal. Una fiesta en la que la mujer es
denigrada hasta límites insospechados, siempre bajo el halo de un supuesto homenaje que las convierte en reinas por cuatro
frenéticos días y que transforma a cada fallera mayor (siempre acaudaladas hijas de la clase pudiente) y a su corte de honor, en
una suerte de concurso de misses -tapadas eso sí del cuello a los tobillos- que se dedican a saludar a unas masas alienadas,
contaminadas, hipnotizadas por el olor de la pólvora y el gentío. La mujer lleva el ramo de flores a la Virgen de los
Desamparados, tradición completamente ajena a las fallas que impuso un señor bajito que gobernó el país con mano de hierro
durante 40 largos años. La mujer se hace los moños y se pasa horas en la peluquería, la mujer pasea, saluda y guarda la
compostura. Llora cuando desfila ante la imagen imponente de la Virgen y empuja los carros de los mini falleros bebés que
lloran de pánico ante tanto estruendo, puro conductismo cultural. El hombre, el macho, embrutecido por el alcohol y lo que no
es el alcohol, grita, tira los petardos, enciende las mechas en las mascletás y en última instancia y aunque es la mujer la que
lleva el ramo, ésta se lo ofrece al hombre que valiente, trepa por la estructura de la virgen de madera y coloca los ramos
estratégicamente hasta formar el manto multicolor en honor a la patrona de la ciudad, la misma que en 1939 y a hombros de
los falangistas, atravesó la finca roja impertérrita derribando muro tras muro a su paso divino. Después, borrachos de culpa,
cazalla barata y doble moral burguesa, acudirán el día siguiente a la mascletá en la plaza del ayuntamiento. Aclamarán a Rita
Barberá, guardiana eterna de la ciudad de la luz y las flores, que campechana y dicharachera como de costumbre y con su traje
de chaqueta rojo (hola soy tu monstruación), hará las delicias del pueblo valenciano dando botes con una incomprensible
agilidad propia de un alero de los Ángeles Lakers. La comunión es completa y el rito se consume inevitablemente: ya nadie en
esta ciudad concibe unas fallas sin la presencia de Rita dando saltos en el balcón del ayutamiento, es tan característica y tan
nuestra como los puestos de buñuelos o las bandas de música.

Ante la mirada lujuriosa del gentío masculino, las explosivas chicas de España 2000 (conocido partido nazi) repartirán
propaganda y anunciarán las bondades de sentirse orgulloso de ser español entre los jóvenes alienados más salidos e imberbes.
De la misma forma que no se concibe unas fallas sin Rita, tampoco se concibe una Valencia sin agresiones fascistas y una
extrema derecha demasiado presente en las instituciones y en la vida pública.

Por su parte los progres, los catalanistas, los anarquistas, los comunistas y casi cualquier colectivo de conciencia crítica que
habite esta ciudad, harán algo que siempre se nos dio muy bien históricamente a la izquierda de este maldito agujero del
mundo: lloriquear y huir, sobre todo huir. Los muros de mis amigos en Facebook vomitan y presumen sin decoro que se
marchan de la ciudad en fallas, es el requisito de sine quanon de todo izquierdoso que se precie: marcharse en fallas. Que se
traduce en política como tirar la toalla, ceder la fiesta a la derecha (y ceder un campo importantísimo en la lucha como es el
cultural) y huir como las gallinas que son. Pasado el tiempo, cuando algún año no pueden marcharse vienen los lloros y los
lamentos. Son tan cobardes que no se dieron cuenta o mejor, no quisieron darse cuenta de por qué las fallas se han convertido
en lo que son. ¿Por qué? Sólo tenemos que mirarnos en el espejo.

La izquierda como de costumbre, tan ensimismada en su superioridad moral y su corrección política, sencillamente cedió (a
cambio de nada que es lo más terrible) las fiestas populares más importantes del estado español (los datos de asistencia así lo
corroboran). Las regaló a la derecha, se deshizo de ellas en la mayor operación de torpeza política que se pueda recordar.
"Buhhhhh, las fallas son de blaveros y franquistas", y por eso los catalanistas valencianos defienden más la sardana que las

1 de 2 18/03/2011 23:38
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fallas y son del Barça en lugar del Valencia. La izquierda valenciana entregó en bandeja de plata (con tanto mirar al norte y no a
lo que sucedía a su alrededor) un campo de batalla clave en la construcción de hegemonías. Ahora patalea, lloriquea y huye
como una niña despechada que no asume su responsabilidad en el proceso: en realidad la izquierda no odia las fallas,
odia que no sean suyas.

Estos días llegó a mi correo electrónico un curioso mail, la gente del colectivo Bassot de Burjassot convocaba a una curiosa
fiesta, el cartel rezaba así: Enguany no val fugir, les falles populars y combatives ja han arribat, tots a una veu: Jo em quede!
Que viene a decir algo así como: Este año no vale escapar, las fallas populares y combativas ya han llegado, todos
con la misma voz: Yo me quedo!! Muy curioso. Ni que decir tiene que este es el camino que debe tomar la izquierda, de
asimilación e imperiosa recuperación, pero qué va, continuarán homenajeando a un rey medieval extermina moros y discutiendo
si el azul de la bandera es lícito o no. Luego sorprendidos y con cínica retórica, se preguntarán cómo es posible que el Partido
Popular de la fórmula uno, las visitas del Papa y los trajes sin factura, arrasa en las próximas elecciones. Cuando hace tiempo en
una entrevista me preguntaron qué podíamos hacer para que el PP dejara de ganar elecciones respondí sin dudarlo: la izquierda
debe recuperar las fallas.

Yo me quedo. Porque toca, porque también son nuestras, porque hay que recuperarlas. Por que Valencia no es sólo Rita dando
saltos en el balcón del ayuntamiento, España 2000 y paellas multitudinarias. Por que Valencia también es Obrint Pas y Orxata
Sound System, y Gigatrón y Los Chikos del Maíz. Porque fuimos capital de la República, por nuestra tradición laica, libertaria y
republicana, porque os dimos la patada en el 36 y ardisteis con los conventos, podemos volver a hacerlo ahora, lo de daros la
patada al menos.

Hay una foto bellísima que retrata la explosión popular en el 36. Representa la plaza del ayuntamiento abarrotada, la misma
que hoy a las dos de la tarde se encontrará llena de unas masas que aclamarán a Rita. En la foto aparecen muchas mujeres y
no reparten propaganda de España 2000 como sus homólogas actuales, sostienen banderas rojas.

Yo me quedo.

Nega (LCDM) en Kaos en la Red

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