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Joseph Schumpeter, Profeta de la Innovación

Alvaro Sylleros

Joseph Schumpeter (1883-1950), economista austriaco, profesor universitario, dedica su obra al estudio del capitalismo
y es pionero en la introducción del concepto de economía dinámica, propulsada por la innovación.

Síntesis sobre los principales aspectos de la correlación economía-innovación, basada en la obra de Joseph Schumpeter
que utiliza como fuente el contundente libro de Thomas K. McCraw, “Prophet of Innovation”, 2007, The Belknap Press of
Harvard University Press, USA

Keywords

Capitalismo, Innovación, Destrucción Creativa, Economía Dinámica

Chile no eleva su nivel de competitividad, en comparación con otras economías emergentes como la irlandesa, debido a
su pobre progreso en educación e innovación. Ambas problemáticas se entrecruzan en la escena cultural y socio
económica del país provocando una situación de estanco, que a pesar de los esfuerzos desplegados por diversos agentes
estatales y privados no demuestra mucho avance. Aunque asistimos a un estado de efervescencia que hoy pone de
“moda” el tema de la innovación y que según algunos amenaza con agotarlo, no son muchas las visiones proactivas que
ofrece la economía, en tanto ciencia fundante de la vida contemporánea, que permitan innovar en innovación.

Definitivamente, el acercamiento más anticipado e iluminado sigue siendo el del economista Joseph Schumpeter (1883-
1950), nacido en Austria, cristaliza su carrera en Estados Unidos, enseñando en Harvard y Yale, autor de libros aún
vigentes en la academia, destacan: Business Cycles, History of Economic Analysis, Capitalism,Socialism and Democracy
como los más recurridos. Schumpeter fue un orador con dotes histriónicas excepcionales y se diferenció ampliamente
del mundo académico de la economía de su época por alimentar su teoría con profundos conocimientos en ciencias
políticas, historia, sociología, psicología, filosofía y más que nada pensar la economía desde un gran sentido de lo
humano y de lo emocional, además de exhibir un gusto refinado por la ropa, la arquitectura, el arte y la buena vida.

Schumpeter nace el mismo año que su máximo oponente intelectual, John Maynard Keynes, el economista de mayor
influencia durante la primera mitad del siglo XX, quien gana renombre a partir de ayudar a establecer una serie de
regulaciones desde el aparato estatal hacia el sistema capitalista para prevenir situaciones traumáticas como la creada
por la recesión de los años 30. Keynes, el economista austero, basado prácticamente solo en números, enfoco su visión
en mantener el sistema siempre en equilibrio, en alejar la economía del fantasma de la crisis y el desbalance. Esto
genera, según Schumpeter, un capitalismo en estado de estancamiento, demasiado regulado y constreñido por una
visión que tiende a congelar un sistema de por si dinámico. En efecto, la discrepancia de base entre estos dos
economistas residía en la tendencia keynesiana hacia una economía estática, versus la visión de Schumpeter quien
siempre tendió a ver el sistema inmerso en un proceso de continuo cambio y contingencia, entre fases de decadencia y
resurgimiento que según el eran naturales no solo en el capitalismo sino también en la democracia. “El estado natural
del capitalismo es el desequilibrio” frase que espanto al mundo académico y político de la época, mayormente
keynesiano, que buscaba desesperadamente la estabilización del sistema económico luego del trauma de la gran
depresión. Para el austriaco estos términos eran contradictorios desde su perspectiva de analista obsesionado con el
fenómeno capitalista, no solo desde lo estadístico sino más que nada desde la observación de las acciones y pasiones de
individuos y compañías particulares, de hecho Business Cycles es un compendio histórico sobre casos de surgimiento,
éxito, decadencia y resurgimiento de los negocios emprendidos por las compañías exitosas de la época como
Westinghuose, General Electric, Ford Motors, Bell Telephone, etc.

A mediados de los años cuarenta Schumpeter ya es el adalid del concepto de “economía dinámica” e inusitadamente se
enfrasca en hallar claves científicas para lograr una “economía exacta” a manera de ciencia predictiva, en realidad según
McCraw (2007) esta nueva tarea es fruto de un enamoramiento tardío del economista con las matemáticas y el calculo
que lo llevan a un titánico esfuerzo sin lograr el resultado esperado, pero que sin embargo, finalmente consigue una
comprensión mas abarcativa y eficaz. En su diario personal escribe sobre la necesidad de una “matemática evolutiva”
inexistente hasta hoy, que pueda anticipar los comportamientos dinámicos. Por otra parte, su conocimiento sobre
historia le hacía patente una apabullante cantidad de cambios imposibles de ser predichos matemáticamente. De esta
forma redirige su foco hacia la sociología económica y a la historia con más ímpetu que antes, llegando conclusivamente
a establecer el Principio de Indeterminación, el cual básicamente señala que son las acciones individuales y el caos los
grandes generadores del cambio.

En uno de sus ensayos llamado “Comments” desarrolla una distinción crucial entre lo que él denomina respuestas
“adaptativas” y “creativas” en el comportamiento de los negocios. Si una economía, industria o empresa, frente a un
cambio significativo del entorno, reacciona solo con un ajuste de las prácticas existentes, estamos hablando de una
respuesta adaptativa. Si la reacción queda fuera del rango de las prácticas existentes, entonces podemos hablar de
respuesta creativa. Así se entiende que una respuesta creativa nunca podrá ser predicha y por lo tanto es
indeterminada. También este tipo de respuesta es capaz de generar resultados de largo alcance ya sea en un país,
industria o compañía, a menudo depende del liderazgo de individuos específicos y además cambia para bien las
situaciones sociales y económicas, creando nuevas condiciones que jamás se podrían haber desarrollado sin ella. “Por
esta razón, las respuestas creativas son un elemento esencial en el proceso histórico”, concluye Schumpeter.

Creatividad, el elemento humano excepcional, sumado al elemento de la chance dan lugar al Principio de
Indeterminación. Y esto pone nerviosa a la economía en cualquiera de sus escalas, la mantiene en alerta, mucho más
ahora que en la época de Schumpeter, de aquí que la competitividad sea de un tiempo a esta parte una guerra que
requiere de estrategias porque se trata de un proceso un tanto descarnado, que en 1942, Schumpeter se atreve a definir
como de “destrucción creativa”

El economista usa este concepto para describir cómo es que los productos y métodos innovadores desplazan lo que ya
se hace “viejo” y sus ejemplos son obvios: La fábrica desplaza al taller, el auto al carruaje, el motor de explosión al de
vapor, etc. Hoy, podríamos decir que ni siquiera los adelantos alcanzan a hacerse viejos cuando ya son obsoletos. La
industria de las tecnologías de información sufre y a la vez profita de la destrucción creativa a una velocidad que dejaría
perplejo al mismo Schumpeter.
Destruir y crear son acciones opuestas no simples de alojar simultáneamente en el pensamiento, generan una
inestabilidad incomoda que amenaza el sentido de continuidad personal y colectivo. Sin embargo, cuando consideramos
estas acciones como una visión crítica que intenta mejorar las cosas mediante el cambio, entendemos lo necesaria que
es la innovación. Según Schumpeter, el verdadero motor de la economía no es precisamente el capital, como se podría
observar a simple vista, es el emprendimiento de los innovadores siempre en proceso de destrucción y creación, a veces
para mejorar las cosas otras no tanto…

Y si la innovación es tan necesaria, ¿Por qué es tan difícil de asumir? Leyendo el excelente texto de Thomas K McCraw
(Belknap Harvard, 2007) sobre las ideas y biografía de Schumpeter es comprensible que su existencia, marcada de
cambios dramáticos en su vida afectiva caracterizada por la perdida y su trayectoria profesional que lo hace vivir en
diferentes países ocupando plazas de trabajo que van desde ministro de finanzas hasta profesor universitario, este
marcada por quiebres y adaptaciones que lo hicieron encarnar la destrucción creativa con parsimonia y finalmente
siempre con éxito.

La innovación conlleva una serie de actitudes frente a la vida que son difíciles de asumir por lo contradictorias que estas
son con el sentido de estabilidad, se trata del desapego con el mundo cotidiano, del valor para el riesgo, la resiliencia al
fracaso, el atreverse a problematizar antes de resolver, la capacidad de dejar de ser siempre el mismo y ver desde otra
perspectiva, un optimismo a toda prueba y básicamente unas tremendas ganas de crear, de ser autor, de dejar huella.

Bibliografía

McCraw Thomas, 2007, “Prophet of Innovation”, The Belknap Press of Harvard University Press, USA

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