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“De la procesión de las creaturas a partir de Dios”:

tratamiento de S. Tomás de Aquino (Prima Pars)


1. De la producción de las creaturas (I, 44-46)

Introducción: Héctor Delbosco sobre la creación en santo Tomás


(https://youtu.be/X2y2DaGbsgU) y sus implicancias (https://youtu.be/c-_dQGDCkIM)

Suma de teología, I, 44, 1, c. Si es necesario que todo ente sea creado por Dios
Respondo diciendo que, es necesario afirmar que todo lo que existe de algún modo existe por
Dios. Porque si se encuentra algo por participación en un ser, necesariamente ha de ser causado
en él por aquel a quien esto le corresponde esencialmente, como se encandece el hierro por el
fuego. Se ha demostrado anteriormente (q.3 a.4), al tratar sobre la simplicidad divina, que Dios
es por esencia el ser subsistente, y también se ha demostrado que el ser subsistente no puede ser
más que uno, pues si la blancura fuese subsistente no podría haber más que una sola, pues se
convierte en múltiple en razón de los sujetos en los cuales es recibida. Por lo tanto, es necesario
que todas las cosas, menos Dios, no sean su propio ser, sino que participen del ser, y, por lo
tanto, es necesario que todos los seres, que son más o menos perfectos en razón de esta diversa
participación, tengan por causa un primer ser que es del todo perfecto.

I, 44, 2: Si la materia prima es creada por Dios.

Suma de teología, I, 44, 3, c. Si la causa ejemplar es algo además de Dios


Respondo diciendo que … Ahora bien, es evidente que las cosas naturales tienen determinadas
formas, y esta determinación de las formas es necesario que sea reducida a su primer principio,
esto es, a la sabiduría divina, que estableció el orden del universo, que consiste en la
diversificación de las cosas. Así, es necesario decir que en la sabiduría divina están las razones
de todas las cosas, las cuales anteriormente (q.15 a.1) han sido llamados ideas, esto es, las formas
ejemplares que hay en la mente divina, las cuales, aun cuando se multipliquen respecto a las
cosas, sin embargo, realmente no son algo distinto de la esencia divina, si bien su semejanza
puede ser participada por muchos de muchas maneras. Así, pues, el mismo Dios es el primer
ejemplar de todo.

Suma de teología, I, 44, 4, sc y c y ad 4. Si Dios es la causa final de todo


Contra esto: está lo que dice en Prov 16,4: El Señor lo ha hecho todo por sí mismo.
Respondo diciendo que, todo agente obra por un fin, en caso contrario no se seguiría de su
acción un determinado fin, a no ser casualmente. Ahora bien, uno mismo es el fin del agente y
del paciente en cuanto tales, pero de forma distinta, pues uno y lo mismo es lo que el agente
intenta transmitir y lo que el paciente intenta recibir. Sin embargo, hay algunos agentes que

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obran y reciben la acción al mismo tiempo y éstos son agentes imperfectos, a los que les
corresponde que, aun cuando actúen, intenten conseguir algo. Pero al primer agente, que es
exclusivamente activo, no le corresponde actuar para adquirir algún fin, sino que tan sólo intenta
comunicar su perfección, que es su bondad. En cambio, todas las creaturas intentan alcanzar su
perfección que consiste en asemejarse a la perfección y bondad divinas. Por lo tanto, la bondad
divina es el fin de todas las cosas.
A LO CUARTO respondo que, dado que Dios es la causa eficiente, ejemplar y final de todas las
cosas, y la materia procede de El, se sigue que realmente hay un solo primer principio de todas
las cosas. Sin embargo, nada impide que en él se estudien cosas bajo diversos aspectos, según el
orden que se dé en nuestro modo de entender.

Suma de teología, I, 45, 1, c. Si crear es hacer algo de la nada (ex nihilo)


Respondo diciendo que …si se considera la emanación de todo el ser universal en relación con
su primer principio, es imposible presuponer algún ser en tal emanación. Pero la nada es igual a
la negación de todo ser. Por lo tanto, como la generación del hombre se hace a partir del no ser
que es no hombre, así también la creación, que es emanación de todo el ser, se hace a partir del
no ser que es la nada.

Suma de teología, I, 45, 2, c y ad 2. Si Dios puede crear algo


Respondo diciendo que …todo el que hace algo de algo, aquello de que lo hace se presupone a
su acción y no es producido por la misma acción. …si Dios no obrase más que presuponiendo
alguna materia, dicha materia no sería producida por El. Quedó demostrado anteriormente (q.44
a.1.2), que nada puede haber en los seres que no proceda de Dios, que es la causa universal de
todo ser. Por lo tanto, es necesario afirmar que Dios produce las cosas en su ser a partir de la
nada.
A LO SEGUNDO respondo que la creación no es un cambio más que en nuestro modo de entender.
Pues propio del cambio es que un mismo sujeto tenga un modo distinto de ser antes y después
del cambio. A veces dicho sujeto es un mismo ser en acto que cambia accidentalmente, esto es lo
que ocurre en los cambios cuantitativos, cualitativos y de lugar; a veces es el mismo ser en
potencia el que cambia, como en el cambio sustancial cuyo objeto es la materia. Pero en la
creación, por la cual todo el ser de la cosa creada toma realidad, no se puede suponer algo
permanente en distintos estados antes y después a no ser sólo según nuestro modo de entender, es
decir, en cuanto que nos representamos primero la cosa creada como no existiendo y después
como ya existente. …

Suma de teología, I, 45, 3, c y ad 1-3. Si la creación es algo en la creatura


Respondo diciendo que, la creación es algo en lo creado sólo en cuanto a la relación. Porque lo
que es creado no es hecho por movimiento o por cambio. Pues lo que es hecho por movimiento o
por cambio se hace a partir de algo preexistente; lo cual se da en las producciones particulares de
algunos seres, pero esto no se da en la producción de todo ser por la causa universal de todos los
seres, que es Dios. Por lo tanto, Dios produce las cosas sin movimiento cuando las crea. Ahora
bien, anulado el movimiento en la acción y en la pasión en ellas, no queda más que la relación,
tal como acabamos de decir (a.2 ad 2). Por lo tanto, la creación en la creatura no es más que una
relación real con el creador como principio de su ser; del mismo modo que en la pasión que se da
con movimiento está incluida la relación con el principio de dicho movimiento.
A LO PRIMERO respondo que la creación activa indica la acción divina, que es la misma esencia
de Dios relacionada con la creatura. Pero esta relación de Dios con la creatura no es real, sino
sólo de razón. En cambio, la relación de la creatura con Dios es real, tal como dijimos
anteriormente al tratar sobre los nombres divinos (q.13 a.7).
A LO SEGUNDO respondo que, al expresar la creación como cambio, tal como se dijo (a.2 ad 2),
por mediar de algún modo el cambio entre el que mueve y lo movido, concebimos la creación
como algo intermedio entre el creador y la creatura. Sin embargo, la creación pasiva está en la
creatura y es creatura. Luego no es necesario que sea creada por otra creación distinta, porque las
relaciones, al incluir en su misma esencia orden con otro, no van referidas a él más que por sí
mismas, tal como dijimos anteriormente al tratar sobre la igualdad de Personas (q.42 a.2 ad 4).
A LO TERCERO respondo que la creación indicada como cambio, por término tiene a la creatura;
entendida como relación, tal como es en realidad, tiene por sujeto a la creatura, que es anterior a
ella, como el sujeto es anterior al accidente. Sin embargo, la relación tiene cierta razón de
prioridad respecto de lo creado en lo que se refiere al objeto que es el principio de la creatura.
Sin embargo, no es necesario que, aun cuando la creatura exista, se diga que está siendo creada
(creari), porque la creación implica relación de la creatura con el creador con novedad o
comienzo en su existir.

Suma de teología, I, 45, 4, c. Si ser creado es propio de los compuestos y subsistentes


Respondo diciendo que, como se ha dicho (a.2 ad 2), ser creado es un modo de ser hecho. Pero el
hacerse está ordenado al ser de la cosa. Por lo tanto, ser hechos y ser creados les corresponde
propiamente a aquellos seres a los que les corresponde el ser. Estos son propiamente los seres
subsistentes, bien sean simples, como las sustancias separadas, bien sean compuestos, como las
sustancias materiales. Pues el ser le corresponde propiamente al que tiene ser propio y que
subsiste en él. Pero las formas y los accidentes y cosas parecidas no se dice que sean seres en sí
mismos, sino en cuanto que otra cosa es tal cosa por ellos, como se dice que la blancura existe en
cuanto que algún sujeto es blanco por ella. Por eso, según el Filósofo, el accidente más que ser
en sí mismo es llamado ser de otro ser. Por lo tanto, así como los accidentes y las formas que no
subsisten son más bien coexistentes que seres, así, propiamente deben ser llamados concreados
que creados. Así, pues, propiamente, creados lo son los seres subsistentes.

Suma de teología, I, 45, 5, c y ad 1-3. Si es sólo de Dios el crear


Respondo diciendo que …la causa segunda instrumental no participa en la acción de la causa
superior a no ser en cuanto que aquella, por alguna virtud suya, lo dispone. Pues si no
contribuyese nada con su propio poder, la causa principal haría un uso inútil de ella y no sería
necesario elegir determinados instrumentos para determinadas acciones. Podemos observar que
la sierra, al cortar la madera, cosa que hace por su forma dentada, produce la forma del banco,
que es el efecto propio del carpintero como causa principal. Ahora bien, al crear, el efecto propio
de Dios es algo que se supone anterior a toda otra acción, es decir, el ser en absoluto. Por lo
tanto, ninguna causa puede obrar dispositiva e instrumentalmente en la producción de este
efecto, ya que en la creación no se presupone ninguna materia que pueda disponerse por el
agente instrumental. Así, pues, es imposible que el crear corresponda a alguna creatura ni por
virtud propia ni instrumentalmente o por función. …
A LO PRIMERO respondo que… ningún ser creado puede producir otro sin presuponer algo. Esto
va contra el concepto mismo de creación.
A LO SEGUNDO respondo que… Cuanto más atada esté la potencia, tanto mayor deberá ser el
poder del agente para pasarla a acto. De ahí que se necesite mayor poder por parte del agente
cuando no hay potencia alguna. Por lo tanto, se requiere mayor poder para hacer una cosa a partir
de la nada que para hacerla a partir de su contraria.
A LO TERCERO respondo que… aun cuando producir un efecto finito no indique poder infinito,
sin embargo, producirlo a partir de la nada demuestra un poder infinito. Esto resulta evidente por
todo lo dicho (ad 2). Pues si se requiere tanto mayor poder en el agente cuanto más lejos está del
acto la potencia pasiva, es necesario que el poder del agente creador, que no supone ninguna
potencia positiva, sea infinito. Porque, así como no hay ninguna proporción entre el no ser y el
ser, así tampoco la hay entre la negación de toda potencia y la potencia. Así, pues, como quiera
que ninguna creatura tiene una potencia infinita, como se demostró anteriormente (q.7 a.2), es
evidente que ninguna creatura puede crear.

Suma de teología, I, 45, 6, sc y c y ob. 2 y ad 2. Si crear es propio de alguna Persona


Contra esto: está lo que dice Dionisio en el c.2 De Div. Nom.; Todo lo causable [ed. Pian.:
creable] es común de toda la divinidad.
Respondo diciendo que, crear es propiamente causar o producir el ser de las cosas. Como todo
agente hace algo semejante a sí mismo, el principio de la acción puede ser observado a partir del
efecto de la acción. En efecto, el fuego produce fuego. De este modo crear le corresponde a Dios
por su mismo ser, que es su esencia, y que es común a las tres Personas. Por lo tanto, crear no es
propio de alguna persona, sino común a toda la Trinidad.
Sin embargo, las personas divinas en cuanto a la creación de las cosas tienen una causalidad
según el modo de su procedencia. Pues, como se ha demostrado anteriormente (q.14 a.8; q.19
a.4), al tratar sobre la ciencia y la voluntad de Dios, Dios es causa de las cosas por su
entendimiento y voluntad, como el artista lo es de sus obras. El artista obra según lo concebido
en su entendimiento y por el amor de su voluntad hacia algo con lo que se relacione. Asimismo
el Padre Dios ha producido las criaturas por su Palabra, que es el Hijo, y por su Amor, que es el
Espíritu Santo. De este modo, las procesiones de las Personas son las razones de la producción
de las criaturas, en cuanto que incluyen los atributos esenciales, que son la ciencia y la voluntad.
SEGUNDA OBJECIÓN: Las personas divinas no se diferencian entre sí más que por sus procesiones
y relaciones. Así, pues, lo que se atribuye como diferencia a las divinas personas, les
corresponde en cuanto a sus procesiones y relaciones. Pero la causalidad de las criaturas se
atribuye de forma distinta a cada una de las personas. Pues en el Símbolo de la fe, al Padre se
atribuye el ser Creador de todo lo visible y de lo invisible; al Hijo se le atribuye que todas las
cosas han sido hechas por El; al Espíritu Santo se le atribuye el ser Señor y Vivificador. Por lo
tanto, la causalidad de las criaturas les corresponde a las personas en cuanto a las procesiones y
relaciones.
A LO SEGUNDO respondo que, así como la naturaleza divina, aun cuando sea común a las tres
personas, sin embargo, hay en ellas un determinado orden, en cuanto que el Hijo la recibe del
Padre, y el Espíritu Santo la recibe del Padre y del Hijo, así también el poder crear, aunque sea
común a las tres personas, les corresponde con un determinado orden. Pues el Hijo lo tiene del
Padre, y el Espíritu Santo del Padre y del Hijo. Por eso, ser Creador, se atribuye el Padre como a
quien no tiene el poder por otro. Del Hijo se dice que por El han sido hechas todas las cosas, en
cuanto tiene el mismo poder, pero por otro; pues la preposición por indica una mediación, o sea,
un principio que tiene principio. Pero al Espíritu Santo, que tiene el mismo poder por los otros
dos, se le atribuye el que gobierne y vivifique lo que ha sido creado por el Padre a través del
Hijo. También puede tomarse esta atribución en relación con los atributos esenciales. Pues,
como dijimos anteriormente (q.39 a.8), al Padre se le apropia el poder, que se manifiesta sobre
todo en la creación, atribuyéndole por tal motivo al Padre el ser Creador. Al Hijo se le apropia la
sabiduría, por la que actúa el agente por medio del entendimiento, y por eso se dice del Hijo que
es por quien todo ha sido hecho. Al Espíritu Santo se le apropia la bondad, a la que pertenece el
gobierno de las cosas orientándolas a sus debidos fines y la vivificación. Pues la vida consiste en
un cierto movimiento interior, y el primer motor es el fin y la bondad.

Suma de teología, I, 45, 7, sc y c y ad 1 y 3. Si es necesario que se encuentre el vestigio de la


Trinidad en las creaturas
Contra esto: está lo que dice Agustín en VI De Trin.: El vestigio de la Trinidad aparece en las
criaturas.
Respondo diciendo que, todo efecto representa algo de su causa, aunque de diversa manera. Pues
algún efecto representa sólo la causalidad de la causa y no su forma. Ejemplo: El humo al fuego.
Tal representación se llama representación del vestigio; pues el vestigio evoca el paso de algo
transeúnte, sin especificar cuál es. Por otra parte, otro efecto representa a la causa en cuanto a la
semejanza de su forma. Ejemplo: Un fuego a otro fuego; a Mercurio, su estatua. Esta es la
representación de la imagen.
Las procesiones de las personas divinas se conciben como actos del entendimiento, tal como
hemos dicho anteriormente (q.27). Pues el Hijo procede como Palabra del entendimiento, y el
Espíritu Santo como Amor de la voluntad. Así, pues, en las criaturas racionales, con
entendimiento y voluntad, se encuentra la representación de la Trinidad a modo de imagen, en
cuanto que se encuentra en ellas la palabra concebida y el amor.
Pero en todas las criaturas se encuentra la representación de la Trinidad a modo de vestigio, en
cuanto que en cada una de ellas hay algo que es necesario reducir a las personas divinas como a
su causa. Pues cada criatura subsiste en su ser y tiene la forma con la que está determinada en
una especie y tiene alguna relación con algo. Así, pues, cada una de ellas es una sustancia creada
que representa a su causa y su principio y, de este modo, evoca la persona del Padre, que es
principio sin principio. En cuanto que tiene una forma y pertenece a una especie determinada,
representa a la Palabra, tal como la forma de la obra artística procede de la concepción del
artista. Y en cuanto que está ordenada, representa al Espíritu Santo, en cuanto que es Amor;
porque la ordenación del efecto a algo procede de la voluntad del creador.
Por esto, Agustín en VI De Trin. dice que el vestigio de la Trinidad se encuentra en cada criatura
en cuanto que cada una es algo, y en cuanto está formada en alguna especie y en cuanto que tiene
un cierto orden. A esto mismo se reducen aquellos tres términos que menciona Sab 11,20:
Número, peso, medida. Pues la medida se refiere al ser de la cosa limitada por sus principios. El
número, a la especie. El peso al orden. También se reducen a esto los tres términos mencionados
por Agustín: El modo, la especie, el orden. También lo que él dice en el libro Octoginta trium
quaest. Aquello por lo que subsiste, por lo que se distingue, por lo que se relaciona. Pues algo
subsiste por su sustancia, se distingue por su forma y se relaciona por el orden. Resulta fácil
reducir a esto mismo todo aquello que se dice en este sentido.
A LO PRIMERO respondo que, la representación a modo de vestigio responde a la relación con la
apropiación. Así, tal como hemos dicho (sol.; q.32 a.1 ad 1), por las criaturas se puede acceder al
conocimiento de la trinidad de las divinas personas.
A LO TERCERO respondo que, como acabamos de decir (a.6), las procesiones de las personas son
causa y razón de la creación de algún modo.

Suma de teología, I, 45, 8, sc y c. Si la creación se entremezcla en las obras de la naturaleza y


del arte
Contra esto: está lo que Agustín establece en Super Gen. ad. litt.: Hay que distinguir la obra de la
propagación, que es obra de la naturaleza, de la obra de la creación.
Respondo diciendo que esta duda aparece debido a las formas. Pues algunos establecieron que
las formas no empiezan por acción de la naturaleza, sino que existían anteriormente en la materia
como algo latente. Esto lo encontramos en aquellos que, al desconocer la materia, no llegaban a
distinguir entre potencia y acto. Pues, porque las formas preexisten potencialmente en la materia,
sostuvieron que las formas preexisten absolutamente.
Por su parte, otros sostuvieron que las formas eran causadas, a modo de creación, por un agente
separado. Al suponer esto, la creación se mezclaba con cualquier acción de la naturaleza. Esto se
encuentra en aquellos que desconocían las formas. Pues no tenían presente que la forma natural
del cuerpo no es subsistente, sino aquello por lo que algo es. De este modo, como ser hecho y ser
creado propiamente no le corresponde más que a la realidad subsistente, como hemos dicho
anteriormente (a.4), a las formas no le corresponde ni ser hechas ni ser creadas, sino ser
concreadas. Propiamente lo que es producido por el agente natural es el compuesto, que está
hecho a partir de la materia. De ahí que en las obras de la naturaleza no se mezcla la creación,
sino que se presupone.

Introducción: Héctor Delbosco sobre el planteo de Aeternitate mundi


(https://youtu.be/lie81MvyXrU), el mundo como no necesariamente eterno
(https://youtu.be/IIII9tYBF34) y la imposibilidad de demostrar racionalmente el comienzo
temporal del mundo (https://youtu.be/Ou2Z1sJl2XU).

Suma de teología, I, 46, 1, sc y c. Si la universalidad de las creaturas existió siempre


Contra esto: está lo que se dice en Jn 17,5: Glorifícame, Padre, junto a ti mismo, con la misma
gloria que tuve antes de que existiera el mundo. Y en Prov 8,22: El Señor me colocó al comienzo
de sus caminos antes de que existiera cualquier cosa.
Respondo diciendo que, fuera de Dios nada existe desde la eternidad. Sostener esto no es
contradictorio. Pues quedó demostrado anteriormente (q.19 a.4) que la voluntad de Dios es causa
de las cosas. Por lo tanto, en la medida en que alguna cosa es necesaria, lo es en cuanto que Dios
lo quiere, puesto que la necesidad de un efecto depende de la necesidad de la causa, tal como se
dice en V Metaphys. También se demostró anteriormente (q.19 a.3), que, en términos absolutos,
no es necesario que Dios quiera algo fuera de sí mismo. Por lo tanto, no es necesario que Dios
quiera que el mundo existiera siempre. Pues el mundo existe en tanto en cuanto que Dios quiera
que exista, porque la existencia del mundo depende de la voluntad de Dios como causa. Por
consiguiente, no es necesario que el mundo haya existido siempre. De ahí que tampoco se pueda
demostrar su existencia eterna.
Los argumentos que ofrece Aristóteles no son absolutos, sino relativos, esto es, para rebatir los
argumentos de los antiguos, que sostenían ciertos modos, del todo inadmisibles, del comienzo
del mundo. Esto es así por tres razones: 1) Primera, porque tanto en VIII Physic. como en I De
caelo, ya anticipa ciertas opiniones como la de Anaxágoras, Empédocles y Platón contra las que
aduce argumentos contradictorios. 2) Segunda, porque siempre que se habla de este asunto trae a
colación testimonios de los antiguos. Esto no es propio del que demuestra algo, sino del que
persuade con probabilidades. 3) Tercera, porque, como dice expresamente en I Topic., hay
ciertos problemas dialécticos para los que no tenemos argumentos demostrativos, como, por
ejemplo, si el mundo es eterno.

Suma de teología, I, 46, 2, sc y c. Si el que el mundo comenzase es un artículo de fe


Contra esto: los artículos de fe no pueden ser demostrados con rigor porque la fe trata de lo que
no se ve, como se dice en Heb 11,1. Pero es artículo de fe que Dios es el creador del mundo, así
como que el mundo ha empezado a existir. Decimos: Creo en un solo Dios, etc. Y también
Gregorio en la homilía I. In Ez. dice que Moisés habló proféticamente del pasado cuando dijo:
En el principio creó Dios el cielo y la tierra, ahí esta Incluida la novedad del mundo. Por lo tanto,
la novedad del mundo se conoce sólo por revelación y no puede demostrarse con rigor.
Respondo diciendo que, el hecho de que el mundo no haya existido siempre lo sabemos sólo por
la fe y no puede ser demostrado con rigor, siguiendo lo que sobre el misterio de la Trinidad
hemos dicho anteriormente (q.32 a.1). Esto es así porque la novedad del mundo no puede ser
demostrada a partir del mismo mundo. Pues el principio de la demostración es aquello que es.
Ahora bien, cada cosa considerada en cuanto a su especie, abstrae del aquí y ahora, por lo cual se
dice que lo universal está en todas partes y siempre. De ahí que no pueda ser demostrado que el
hombre, el cielo o la tierra no hayan existido siempre. Lo mismo puede decirse por parte de la
causa agente que obra voluntariamente. Pues no puede investigarse con la razón la voluntad de
Dios a no ser sobre aquello que es absolutamente necesario que Dios quiera. Ahí no está
incluido, tal como hemos dicho (q.19 a.3), lo que Dios quiere de las criaturas.
Sin embargo, la voluntad divina puede manifestarse por revelación al hombre, y ahí se
fundamenta nuestra fe. Por lo tanto, que el mundo empezara a existir es creíble, pero no
demostrable o cognoscible. Es útil que se tenga esto presente a fin de que, presumiendo de poder
demostrar las cosas que son de fe, alguien presente argumentos no necesarios y que provoquen
risa en los no creyentes, pues podrían pensar que son razones por las que nosotros aceptamos las
cosas que son de fe.

Suma de teología, I, 46, 3, sc y c. Cómo se entiende que Dios haya creado en el principio el
cielo y la tierra
Contra esto: está lo que se dice en Gen 1,1: Al principio creó Dios el cielo y la tierra.
Respondo diciendo que, el texto de Gen 1: Al principio creó Dios el cielo y la tierra, hay que
exponerlo de tres modos a fin de excluir tres errores. Pues algunos sostuvieron que el mundo
existió siempre y que el tiempo no tuvo principio. Para rechazar esto se dice: Al principio, esto
es, del tiempo. Otros sostuvieron dos principios de creación, uno para las cosas buenas, otro para
las malas. Para rechazar esto, se dice: Al principio, esto es, en el Hijo. Pues así como el ser
principio efectivo se apropia al Padre por el poder, así también el principio ejemplar se apropia
al Hijo por la sabiduría. Tal como se dice en el Sal 103,24: Todo lo hiciste en sabiduría. Y así se
comprende que Dios ha hecho todas las cosas en el principio, es decir, en el Hijo, siguiendo
aquello del Apóstol en Col 1,16: En El mismo, esto es, en el Hijo, fueron creadas todas las cosas.
Otros sostuvieron que las cosas corporales fueron creadas por Dios a través de criaturas
espirituales. Para rechazar esto, se dice: En el principio creó Dios el cielo y la tierra, esto es,
antes de cualquier cosa. Se dice que son cuatro las cosas creadas por Dios simultáneamente: El
cielo empíreo, la materia corporal (conocida con el nombre de tierra), el tiempo y la naturaleza
angélica.

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