Está en la página 1de 5

Perú: disputa dentro de la continuidad y

derrota del fujimorismo


jun 15, 2016

ARTURO FERNÁNDEZ*
El resultado de la segunda vuelta electoral en Perú y la derrota del
fujimorismo. La continuidad neoliberal y el desafío del Frente Amplio.
Alianzas y recomposiciones en un país virtualmente dividido.

El domingo 5 de junio se realizó en Perú


la segunda vuelta electoral entre Keiko Fujimori (FP-Fuerza Popular) y Pedro Pablo
Kuczynski (PPK-Peruanos por el Kambio) para el período 2016-2021. Fue una disputa
reñida que terminó con el conteo “cabeza a cabeza” cuatro días después, con la victoria
de PPK por una diferencia del 0,24 %, algo más de 40.000 votos. Tras conocerse el
resultado definitivo, Keiko reconoció la derrota. En la primera vuelta, la candidata del
FP había obtenido casi un 40%, ocupando cómodamente el primer lugar por encima de
PPK que alcanzó 21%. Así, los dos candidatos garantes del modelo neoliberal
obtuvieron su pase a la segunda vuelta.  En tercer lugar se ubicó Verónika Mendoza del
Frente Amplio, una alianza de agrupaciones de izquierda y centroizquierda que obtuvo
un 19%, aun con una campaña austera. En el Congreso, sin embargo, las elecciones
arrojaron la siguiente composición: el partido de Keiko obtuvo la mayoría con 71
bancas, mientras el Frente Amplio obtuvo 22 parlamentarios y PPK 18. Quiere decir
que Kuczynski deberá gobernar con un Congreso opositor.

¿Ganó “el país de la memoria”? ¿Qué memoria? Sin duda, es importante que el
fujimorismo heredero de la dictadura de los noventa no haya retornado al poder. Para
ello fue central la campaña contra Keiko que protagonizó el Frente Amplio y con la
figura de Verónica Mendoza, incluso sin realizar ningún tipo de pacto o compromiso
con la derecha democrática del neoliberal PPK.

Sin duda, es importante que el fujimorismo heredero de la dictadura de los


noventa no haya retornado al poder. Para ello fue central la campaña
contra Keiko que protagonizó el Frente Amplio y con la figura de Verónica
Mendoza, incluso sin realizar ningún tipo de pacto o compromiso con la
derecha democrática del neoliberal PPK.
En un país francamente partido, la mitad
que acompañó a Keiko le reconoce al fujimorismo derrotar a Sendero Luminoso, frenar
la hiperinflación que dejó el primer gobierno de Alan García (1985-1990) y ciertas
medidas dirigidas a los sectores populares a través de programas sociales y obras de
infraestructura. Keiko parecía canalizar las demandas de seguridad y estabilidad de
buena parte de la población. En la otra mitad de la sociedad, profundamente
antifujimorista, se impone, ante todo, el rechazo a los vínculos con el narcotráfico y la
corrupción que rodean a Keiko y su partido. En la última marcha en su contra, una de
las consignas más coreadas fue “Ni blanco, ni viciado, no al narcoestado”. Esa consigna
expresa, además, el rechazo a las violaciones de derechos humanos y los delitos de lesa
humanidad cometidos por la dictadura de Alberto Fujimori, siendo condenado a 25 años
de prisión. Keiko, que fungió como primera dama del dictador, nunca hizo una
autocrítica de dicho régimen y sólo se limitó a decir en uno de los debates
presidenciales que “no habrá un 5 de abril” (de 1992, fecha del autogolpe). Ese No al
autoritarismo y la defensa de la institucionalidad democrática se expresa en el voto a
PPK.

En un país francamente partido, la mitad que acompañó a Keiko le


reconoce al fujimorismo derrotar a Sendero Luminoso, frenar la
hiperinflación que dejó el primer gobierno de Alan García (1985-1990) y
ciertas medidas dirigidas a los sectores populares […] En la otra mitad de la
sociedad, profundamente antifujimorista, se impone, ante todo, el rechazo a
los vínculos con el narcotráfico y la corrupción que rodean a Keiko y su
partido.

En su presidencia Kuczynski tendrá que


definir su estrategia: dialogar con todos los sectores cumpliendo con acuerdos firmados
con los movimientos sociales y sindicatos, como ya lo anunció, o  -llegado el
momento-  optar por un cogobierno con la mayoría fujimorista del congreso. En la
práctica concreta veremos cómo se define el escenario político.

El modelo neoliberal tiene asegurado su continuidad. Con una clara matriz extractivista,
actualmente la minería constituye casi el 60% de las exportaciones de Perú, y con un
nivel de desigualdad importante: el PBI creció a tasas promedio anual del 6% en los
últimos 10 años pero con una distribución de la riqueza escasa en una abrumadora
economía informal, donde se desempeña el 75% de la PEA que se encuentra ocupada.

El modelo neoliberal tiene asegurado su continuidad. Con una clara matriz


extractivista, actualmente la minería constituye casi el 60% de las
exportaciones de Perú, y con un nivel de desigualdad importante.

Ollanta Humala, que en 2011 también le


había ganado a Keiko en segunda vuelta, pese a que prometió “la gran transformación”,
terminó defraudando a sus votantes “derramando” poco, girando del centroizquierda a la
centroderecha y provocando que los partidos de izquierda que estaban en la alianza
triunfante se retiraran antes del primer año de gobierno. El fracaso de esta experiencia,
así como la de Alan García, que pretendían ser progresistas tuvo un impacto gravísimo:
la naturalización del neoliberalismo. El Frente Amplio tiene un gran desafío por
adelante en el parlamento y en las calles. Volviendo a los datos. Si sumamos el 19% de
Mendoza al 4%  que obtuvo Gregorio Santos (Democracia Directa), sólo un 23% votó
por un cambio de modelo. Peor aún queda un interrogante abierto, sobre qué hubiera
ocurrido si Santos se retiraba de la contienda dándole su apoyo a Verónika.

El neoliberalismo sigue reinando en Perú en una América Latina con tensiones y


restauraciones conservadoras. Con todo, hay dos acontecimientos a destacar; por un
lado, el fujimorismo no retornó al poder preservándose la democracia contra el
autoritarismo y, por otro, surgió el Frente Amplio que promete empezar un nuevo ciclo
que termine con la dispersión de la izquierda peruana después de la ruptura de Izquierda
Unida en 1989.

Hay dos acontecimientos a destacar; por un lado, el fujimorismo no retornó


al poder preservándose la democracia contra el autoritarismo y, por otro,
surgió el Frente Amplio que promete empezar un nuevo ciclo que termine
con la dispersión de la izquierda peruana después de la ruptura de
Izquierda Unida en 1989.

De esta coalición progresista y de izquierda y de las luchas del pueblo peruano


dependerá que en el 2021, bicentenario de la declaración de independencia del Perú,
cuando termine la administración de PPK, el nuevo gobierno sea de un signo totalmente
diferente. Como nos anunció el peruano César Vallejo, poeta universal, en uno de sus
versos: ¡Hay, hermanos, muchísimo que hacer!
* Sociólogo/Docente Facultad Ciencias Sociales UBA, Maestría en Estudios Sociales
Latinoamericanos

© Copyright 2016 Inés, All rights Reserved. Written For: Cuadernos de Coyuntura

También podría gustarte