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Historia de la Edad Media

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Unidad Nº 1
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LA ANTIGÜEDAD TARDÍA (409-711) 569-71l:ILA ESPANA V1S_lccGcc'Ó-'T'-lCC.Ci'-,- - - - - - - -


'j
La aristocracia visigótica, que había arraigado en la Península y 569-711: LA ESPAÑA VJS!GÓTI<i:A
había iniciado un proceso de fusión con las oligarquías hispanorromanas,
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elicrió entonces en Mérida a uno de los suyos, Agila." El nuevo rey" empren- Numerosas son las imágenes !1inculadas con la España visigótica de les
dió" una política para someter a las ciudades de ia Bética que gozaban de siglos VI y VII que, a falta de ex~avaciones arqueológicas sistemáticas, pro-
una autonomía ampliamente favorecida por los desónlenes, Y condujo, ceden sobre todo de fuentes lirerarias y juridicas. El juicio emitido sobre
sin éxito, una campaña militar y religiosa contra Córdoba. En Sev.iil a, los reyes y sus reinados, sobrejlos miembros de la aristocracia de la época
otro magnate visigodo, Jl..tanagildo, se sublevó en 551 contra Agila. A peti- y sus actuaciones, sobre el alt4 clero y sobre los "enemigos" -bizantinos,
ción del rebelde o aprovechando tal vez la lucha entre las dos facciones, · vascones, a veces astures, no~les conjurados y sublevados, judíos o aun
Justiniano envió un ejército imperial a España; los bizantinos ocuparon esclavos fugitivos-, depende e~ gran parte de la crónica del obispo Juan de
entonces la costa sureste de la Península, de Denia a Cádiz, en donde se Bíclaro, para el período 568-5 O, de la Historia Francorum de Gregorio de
mantuvieron hasta ei 624, lo que les aseguró el control del estrecho. En Tours (c.538-594), de la Histo ia Francorwn de Isidoro de Sevilla, qne ter-
razón probablemente de la amenaza imperial, Agila fue asesinado por los mina en el 626, de la crónica d l Pseudo-Fredegario, que finaliza a media-
visigodos de su propio partido que reconocieron aAtanagildo (555-567). dos del siglo VII, de la Histo ia regis Wambae de Julián de Toledo para
Atanacrildo
b
emprendió una política centralizadora y, abandonando
• los años 672-680, y, en menor medida, de la crónica llamada "mozárabe",
. Mérida que había apoyado a Agila, alejándose de las grandes cmdades de escrita hacia el 7 54 en el sures¡e de la Península. Comúnmente redactados
la Bética que rehusaban someterse, escogió Toledo como capital del reino. bajo la forma de anales o sig~iendo el modelo de las "Vidas de hombres
Al ·tiempo que trataba en vano de expulsar los bizantinos de Cartagena y ilustres", estos relatos ofrecen psencialmente una visión eclesiástica de los
Málacra el nuevo rey buscó la .alianza con los francos y casó a sus hijas acontecimientos, visión mani~uea que atribuye a los "invasores" godos
Brun;q~ilda y G~lsvinta con los reyes Sigebe.rto de Austrasia ~ Chi.lpe- crueldades; asesinatos, conjuraciones y luchas en.tre clanes adversos con el
rico de Neustria, A su muerte, en el 567, no dejaba heredero varon. Cmco fin de exaltar mejor el papel de¡pacificadores y "civilizadores" de los repre-
meses más tarde, la ·aristocracia visigótica de Septimania eligió a uno de los sentantes de la tradición romala, los obispos. La insistencia con la cual los
suyos, el dux Liuva, elección que disgu.stó a los toledanos unidos.alrededor autores definen a los godos f~l interpretada por otra parte, desde el siglo
de la viuda de Atanagildo, Gosvinta. Un compromiso fue al fin encontrado ' XL'{, como una característica r~cial: en la Esi::aña visigóti~a habrían coexis-
y Liuva asoció a su reinado a su hermano Leovigildo, a quien los visigo- tido pacíficamente o no unos ~ueblos germamcos, dominantes.a pesar de
dos de España estaban dispuestos a reconocer y que aseguró sus derechos su inferiori~ad ~umérica, y u9os ~~spanorr_om~~o~ dominad~s; según los
tomando por esposa a la viuda del rey difunto .. Liuva tan sólo reinó, pues, autores,.el enfas1s fue puesto e? la germamzac10n d. e la Penmsula o enla
en las posesiones septentrionales aunque hasta su muerte, acaecida en el absorción de los vencedores ¡1or los vencidos. De hecho, parece ser que,
573, hubiera estado asociado al poder en Hispania.
Con la llegada de Leovigildo al trono toledano finalizaba el largo
. ! desde finales del siglo V, granJ parte de la aristocracia visigótica se había
mezclado con la aristocracia l~cal, y que las luchas por el poder que carac-
período de instalación de los visigodos en la Penínsu~a Ibérica. Bien .esta- terizan el siglo VII y principios ~el VIII consistieron en el enfrentamiento no
blecidos, mediante una progresiva ocupación.de las zopas de poder dejadas de "grupos raciales" sino de fa!' ciones del grupo dominante. Desgraciada-
vacantes por los administradores romanos y de· los espacios hasta enton- 1 mente, la falta de excavacione de cementerios impide conocer las carac-
ces poco poblados, la colaboración con los católicos, y el mantenimiento terísticas antropológicas de lo habitantes de la Península en los siglos VI
de la infraestructura romana y de gran parte de la administración antigua, y Vll. .
los visigodos dominarían en adelante y por siglo y medio .la historia de la
Península. 1

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-RUCQUOI, Adeline, Historia medieval de la Península Ibérica, Méxic~,
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Colegio de l\!fichoacán, 2000, pp. 37-72. ·. 1
LA ANTIGÜEDAD TAROlA (409-71 l) 569-7 l l '. LA ESPAÑA V\SlOÓTIC' A:
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La utiidad territoriaí sentación en busto sobr~ el anverso.y el reverso, y el lugar dí: la emisión.
Del mismo modo, Leovigildo parece ser el primer rey de los visigodos
Leovigildo (569-586) foe el verdadero artesano del poder visigodo en ·la que adoptarn las regalia imperiales como símbolos de poder: la corona, el
. Península ibéóca e indudablemente el primer rey provisto de un· "pro- cetro y el trono. Isidoro de Sevilla menciona por o!ra parte la redacción de
grama" político. Desde el momento de su aso.ciación al trono ·el'l el 569, un código de. leyes, que era tal vez una refundici6n o una adaptación del
Leovígildo emprendió la unificación tetTítoriul y religiosa de la Península, . Breviario de Alarico. No olvidemos, finatmentc-, que los visigodos habían
política que fue activamente proseguida por su hijo y sucesor, Recaredo adoptado y conservaron siempre el gentilicio de la dinastía constuntiniana,
(58&-601) y'que fue llevada a su cabo casi tornlmente en \leinte años. Flavius.
Territorialmente, la nntigua diócesis de füpañadistaba mu~ho de Sin embargo, la unificación de·! reino no podfo. estar completa
ser homogénea. En el sur, los bizantinos, que ocupaban una .larga franja sin unidad religiosa, condición previa a la unidad del cuerpo político y
costern y dominaban Cartagena y Málaga, constitufo.n un peligro perma- social. La llegada de los visigodos a la antigua diócesis de España no
nente en la medida en que cualquier facción o ciudad sublevada los podía había supuesto ninguna transformación administrativa repentina, y el lento
llamar en su ayuda. En el 570, Leovigíldo los atacó, devastó la región de movimiento de autom.Jmfa de las. oligarquías locales había proseguido. Al
Málaga y pasó a apoderarse el año siguiente de la plaza fuerte de Medina- tiempo que los miembros de !a aita administración romana desaparecían o
Sidonia. Córdoba, que no reconocía ninguna autoridad desde 551, fue con- se lllTaigaban localmente y que los antiguos curiales se empobrecían, los
quistada en el 572 al final de una campana militar que sometió también a obispos, que gozaban de un amplio poder jurisdiccional desde principios
gran parte de la antigua :E\ética. La rebelión en Sevilla, a partir de 580, de del siglo IV, habían ido asumiendo paulatinamente gran parte de las fun-
Heimenegíldo, hijo mayor del soberano casado con una p14ncesa franca, ciones civiles anterion11ente ejercidas por los administradpres rom!lnos. En
. provocó dos años más tarde una intervención del rey en el momento mhmo el 483, por ejemplo, fue el obispo de Mérida quien pidió al dux visigodo
en que se daba un acercamiento entre los rebeldes y Biz:mcio; la sedición que hiciera proceder a Ja reparacjón del puente sobre el Guadiana. A lo
fue ~eprimida a lo largo de los años 582-584 y Hermenegíldo, quien entre- ,_, largo de la primera mitad del siglo VI, la regencia de los ostrogodos había
tanto se había convertido al catelicismo, murió ase~inado en Tarragona. · · presenciado una regionalización y una autonomía crec\entes de la Iglesia
En el norte, donde vascones y cántabros habían ocupado progre- en España, que Leandro de Sevilla y luego su hermano Isidoro formularon
sivamente las estribaciones de los Pirineos y de la cordillera cantábrica, en tér:ninos de Iglesia nacional.
Leovigildo llevó a bien una serie de campañas que pennitieron la anexión Durante la segunda mitad del· siglo el evergetismo llegó a ser uno
de Cantabria (en el 574) y la de la región froqteriza entre León y Galicia a ·de los rasgos específicos del alto clero, de los metropolitanos de Mérida en
continuación, rechazaron a los vascones y concluyeron con lu fündqción particular: el obispo Fidelis hizo reconstruir el palacio epíscopnl y restauró
de dos ciudades nuevas, Recópolis y Victoriacum. Por su parte. el r\y de la basílica que guardaba los restos de Sama Eulalia; su sucesor, Masona,
los suevos, Miro, se vio en la obligación de pedir la paz en 576 y tinmir un e1igíó diversos monasterios en la proximidad de la ciudad, mandó cons-
tratado de alianza con Leovígiido, quíen tenninó por anexionar, en el 585, tmir iglesias, fundó un xenodochium u hospital encargado de acoger a
el conjunto del reino suevo. los pobres y a tos peregrinos, y organizó distribuciones gratuitas de vino,
La política de centralización del reíno no pasaba solamente por aceite y nüe! mientras creaba un sistema de préstamos de dinero a interés
la incorporación de las provincias y territorios gue habían pertenecido a m1.1y bajo.
la diocesis Hispa11iarwn. Leovigildo fijó la capital del reíno en Toledo y Los obispos hispánicos del siglo VI, sucesores de los antiguos gnm-
acuñó una monedu específica, que ya no imitllba a los antiguos modelos des administradores romanos, se carnctetiznron además oor los vínculos
romanos y bizantinos sino que llevaba el nombre del soberano, su repre- que mantenían con Oriente: Mmtfn de B'rngu, evungelizad~r de los suevos,

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era nativo de Panonia y había vivido en Palestina; los obispos Pablo y reliquias de Santa Eulalia. La p~!itica anticatólica llevada por Leovigildo
Fidelís de Mérida eran griegos, el primero había estudiado medicina -sus contribuyó de necho a aument4r el poder de las facciones arrianas, en la
talentos le permitieron, por-cierto, heredar una gran-fmtuna que enrique- corte tanto como en las ciudade!s. y destruyó el equilibrio 0nteríor al favo-
ció la sede epíscopal- y el segundo, sobrino del anterior, había !legado a recer sistemáticamente un grup~o a expensas del otro; sin embargo, no se
España con mercaderes de Oriente; oriunda de Cartagena, la familia de vio coronada por el éxito.
Leandro e Isidoro de Sevílla era probablemente de origen bizantino, lo que · 'La conversión al catolic~smo del rey Recaredo en 587, un año des-
explica que el primero estudiara en Constantinepla hacia el 580 al mismo pués de la mue!*.e de su padre,¡ pt1so fin al intento de unificación arriana
tiempo que el flituro papa Gregorio Magno; el obispo Juan de Bíclaro, que emprendido nueve años antes ptir Leovigildo. Dos años más tarde, en mayo
procedía de Lusitania, había vivido y estudiado diecisiete años en Cons- de 589, un gran concilio reuni~ en Toledo, bajo el amparo del rey y del
tantinopla ven Oriente (558-575) antes de regresar a la Península. La Igle- obispo Leandro de Sevilla, a ips obispos totius Spaníae ve! Galliae: se
sia de Esp~ña, por orra parte, mantenía relaciones seg:uídas :::on Áfüca, afirmó allí la creencia en la Tri*idad y en la consubstancialidad del Hijo,
donde, en ·el 414, el historiador Pablo Orosio había; elegido por maestro al los godos abjuraron el arrianísn)o y los obispos convertidos fueron confir-
obispo Agustín de Hipona. Las destrucciones y persecuciones debidas a mados en sus obispados. 1
Jos vándalos arrianos, las persecuciones religiosas-emprendidas luego por - La conversión de Recru¡edo al catolicismo, seguida por !a de los
- los bizantinos con motivo de los "tres capítulos" y finaimente las devasta- . godos en el 589, completaba la unificaciói:i Hispania bajo el poder de los
cianes de los bereberes obligaron a llllmerosos clérigos de África a buscar vis;igodos en la medida en que, hpartir de entonces, gobemames y gober-
refugió en la Península, en donde difundieron las obras de san Agustín, nados participaban de la misma¡ fe. Algunas rebeliones, suscitadas por los
de Fulgencio de Ruspe y del gramático Donato. Los obispos hispánicos clanes aristocráticos arrianos d1spojados, aparecieron por esas fechas: en
de fines del siglo VI, sucesores de Jos administradores romanos, no peite- Mérida en-587-588 en tomo al rbispo Sunna y al co.~.de Seg.go, en !,oledo
. necían a las oligarquías locales; su cultura, en cambio, muy superior a la en 588 con la rema madre Gos'fl'Ota y el obispo Ulaua, hacia 589-::i90 en
de los obispos arrianos, era totalmente mediterránea y estaba en íntimo tomo al dux Argimundo, y sobrdtodo en !a Narbonense, en donde el obispo
contacto con el imperio romano de Oriente. Atharlocus y los condes Grani~ta y Vildigern llamaron a los francos en
Leovigiido, como sus predecesores, era arriano. No podía sin su ayuda. Todos los complots fJeron descubiertos y Jos culpables castiga-
embargo unificar la Península y extertder su poder sobre las comunidades dos o desterrados, miemras qu~ el du,r: de Lusítania, Claudius, conseguía
urbanas y rurales sin pasar por la mediación de esos grandes administrado- vencer cerca de Carcasona al ejdrcit0 burgundio que mandaba el dux Boso.
res y jueces que eran los-obispos católicos, obviamente más numerosos y Las oligarquías arrianas, p~ivadas del apoyo regio. estaban condenadas a
más poderosos que los obispos arrianos. El tey lanzó una ofensiva contra desaparecer. Despoés de los añ$s 590, no parece que los visigodos hayan
los católicos a partir de 578 y trató de atraer a los obispos al arrianismo: tenido que enfrentarse con movimientos de resistencia originados por pro-
algunos se convirtieron, como Vicente de Zaragoza, otros se negaron, blemas religiosos. :
como Severo de Málaga, Leandro de Sevilla, Juan de Bíclaro, quien fue A lo largo del siglo Vll, l~ política de unificación territorial empren·
desterrado a Barcelona, y Liciníano de Cartagena qüe murió en el exilio dída por Leovigiido y Recaredo fue sistemáticamente continuada. Los
en Constantinopla. El obispo Masona de Mérida, que gozaba de un gran bizantinos, desde finales del siJJo VI, ya no ocupaban sino la franja cos-
poder, rehusó también convertirse y obtuvo el apoyo del dm: Claudia de tera sureste de la Península, en'¡:¡onde el magíster militwn del emperador
Lusitania, mientras que el rey nombraba un obispo arriano, Sunna, quien Mauricio había hecho reparar jas mura!las de Cartagena. En el 6 !O, un
reclutó partidarios entre los condes visigotícos de Ja ciudad; dos facciones concilio provinciac, acatando elJhecho de que la antigua capital seguía en
se enfrentaron entonces en Mérida por Ja posesión de Ja basílica y de las manos del enemigo, señaló a Toledo como nueva sede metropolitana de

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la Cm:taginense. La última ofensiva contra las posesiones bizantinas fue los rebeldes y obtuvo el apoyo del dux de la Tan-aconense. Paulo se hizo
emprendida bajo el reinado de Sisebuto (6 l2-62 l ), quien aprovechó las consagrár y coronar rey "de Orien¡e" -dejando al rey Wamba ~I título de
graves amenazas que hacían pesar sobre Constantinopla tanto los persas "rey.del Sur"-, pero Ju reac\'ión vigorosa de Warnba por tierra y por mar
como los ávaros; los visigodos obtuvieron entonces parte de las ciudades.
• llevó a la rendición d<J Bru;ce!onú y de Gerona, luego a la de Béziers y
y de los territorios ocupados anteriormente y, hacia el 624, el antiguo d1Lr de Agde, a la toma de Naóona y· de Maguelonne, y finalmente a la de
Suintila, convertido en rey, expulsó a los últimos bizantinos y destruyó Nímes el 1 de septiembre. Un juicio condenó a los rebeldes n duras penas
Cartagena. Pese a un intento de desembar,co o a un ataque bizantino-que el y Wamba hizo una entrada triunfal .en Toledo, precedido por el cortejo de
conde Teodomiro hablia rechazado en 700, Constantinopla ya no desem- Jos pdsioneros con la cabeza afeitaiia, en andrajos y montados sobre dro-
peñó ningún papel político en Ja Península a partir de 625. medarios, una gran espina de pescado coronaba a Paulo. Algunas semanas
En el 0011e del país, el problema planteado por los cántabros habfa más tarde, en noviembre de 673, Wamba promulgó una ley que moviiizaba
sido resuelto con la anexión de su territorio por Leovigildo; los cántabros a todos los habitantes de un te1Títorio amenazado por una invasión eneml;;a
nunca se incorporaron totalmente a la España visigótica, pero abandonaron o un scandalum interno, en un radio de cien millia. La Septimania se bene-
su lengua y fueron cristianizados. Los vascones, por el contrarío, constitu- . ficjó de una amnistía diez años después, pero fue cruelmente golpeada a
yeron uh peligro endémico para el poder central, a pesar de las misiones lo largo de los años 690 por una epidemia generalizada de peste y por las
de cristianización que, desde el valle del Ebro, penetraban en los Pirineos hambres que la·siguieron. · .
y de las campañas que organizaron en su contra los reyes Gundemaro Sin embargo, 1ma nueva amenaza despuntaba en el horizonte. Las
(6 ¡ 0-6 ¡ 2), Suintila hacia 625, Chindasvinto (642-653), Wamba en 673 y crónicas mencionan en efecto, bajo .el reinado de Wamba (672-680), un
Rodrigo hacia el 7 l L ataque por mar proveniente de África dlll Norte que hábtia sido rechazado.
Al nol1e de Jos Pirineos, la Narbonense o Septimani:f había sido Las medidas tomadas contra los judías' en el concilio XVII de Toledo del
. "at.ribuida" a los visigodos en 529 cuando la división de Ja herencia del rey 694, a raíz de !a noticia de una "conspiración" universal de éstos, quizás
de los ostro godos Teodorico n entre sus nietos Anularico y Atalaríco. La tengan algo que ver con las relaciones que mantenían ;fos judíos d., la
proximidad~de los franc~s y de los burgundios incító en más de tma oca- en
Península con la tribu judía de Tetawa, la cual, el Mag!Íreb, se oponía al.
sión, lo hemos visto ya, a Jos magnates de Septimnnía a rebelarse contra avance islámico. Ceuta, que había pertenecido a los· visigodos entre 533 y
la centralización impuesta por Toledo. La conversión de Recaredo al cato-. 544, había sido recuperada por ellos en los últimos años del siglo VI!; en el
licismo, por ejemplo, fue aprovechada por el obispo arriano de Narbona 710 el gobernador de Ce'uta, el comes Julián, fue precisamente encargado
y por dos condes que llamaron a los francos; sin embargo la rebelión fue por una facción de la aristocracia visigótica de enu·ar en contacto con los
subyugada por Jos duces del rey visigodo y Recaredo envió a Septimania musulmanes yfaciliturles el' paso por el estrecho.
a uno de sus "fieles", el conde Búlgaro. Unos decenios más tarde, hacia·
el 630, un nuevo levantamiento se fomentó en la Narbonense contra el Una monarquía teocrática . .
rey de Toledo, Suintila; su autor, el noble Sisenando, apeló al rey de los
francos Dagoberto, penetró en la Taffaconense a Ja cabeza de 1mejétcito y Aí consumar el programa de unidad religiosa deseado por Leoviglldo,
fue aclamado rey por los magnates del conjunto del reíno en Zaragoza en Recaredo había ech1~0 las bases de una alianza entre el poder regio y el
el 63 l. El reino de Toledo, finalmente, tuvo que hacer frente a una grave poder eclesiástico, aL,término de la cual debía de realizarse el progrnma de
rebelión de la Septimania en 673, a instigación de la aristocracia local que Constantino y de TeooosiO de una teocracia, representación terrestre de la
dirigían el comes de N!mes, .los 1bispos de Agde y de Maguelonne y e! ciudad de Dios. Sólo observando los modelos heredados de la Antíszüedad
abate Ramiro; enviado para luchar contra ellos, el diLt Paulo se unió con tardía y di;) Bizancio-y no aquellos de los reinos b:írburos de Europa sep-

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tentrional, francos, burgundios o aun, lombardos-resulta en efecto posible acceso al poder que no desc~lnsaba en el princípio dinástíco síno c¡ue otor-
comprender la evolución de la España visigótica entre 587 y 711. gaba a la Iglesia: mediante l unción a partir del 633, el poder legitimador.
La adopción del catolicismo por el rey no tenía por solo resultado La polftica seguida por los o i.spos parece haberse caracterizado a menudo
una uniformización de las creencias de los gobernantes y tos gobernados. por una gran docilidad y u~ apoyo incondicional al soberano de tumo:
Católico, el monarca se convertía en un rex (''.pues los reyes son llamados a contrariando disposiciones ajnteriores, Isidoro de Sevilla, en el ¡vº conci-
regir", a regendo vocati sunt) y, añade el Liber Iudicum (654), debía obrar ,•1·0 de
. ,..o!edo
"' \'6'<~'
~~''. i·ust·fi -1 ' gmpe
1. co;e1 ' oe · f uerza ae ~·
·· :S1senando, pese a que
"piadosa y moderadamente" y hacer el.bien, como un sacerdos. El empe- hubiera recumdo a :os francos para derrocar a Suintila; Julián de Toledo
rador Justiniano, en Constantinopla, ya había.ligado indisolublemente el en el Xll" concilio de Toledd, ( 681 ). apoyó la legitimidad del rey Ervi<>i~
gobierno bueno y justo con la ortodoxia de la fe, la integridad de la Iglesia aunque Wamba viviera todavía; y en el 688 !os obispos del XVº concilio"de
y cori la persecución de los judíos y de los herejes. Este mismo "prngrama" Toledo jl)stificaron el encarnibmiento de EgiGa contra la familia del sobe-
fue preparado en España éonjuntamente ·por el obispo Leandro de Sevilla rano anterior, su propio sue~o, Er\!igio. La idea de la elección divina del
-quien había estudiado en Constantinopla-y el rey Recaredo;foe después soberano, desarrollada en el iJnperio a partir del siglo N, había encontrado
puesto en práctica p.or el obispo Isidoro de Sevilla y los reyes Sisebu to y un terreno de elección en España: si bien se ca!ificaba a la rebelión contra
Sisenando, luego por el obispo Eugenio <le Toledo con los reyes Chindas- el poder como tira~ía, en campto·d éx.íto aparecía como una manifestación
. vinta y Recesvinto, y finalmente por el obispo Julián de Toledo con los de la voluntad d1vma que los ¡pbispos no podían sino aceptar. El detentador
reyes Wamba y Ervigio, · de~ poder regio foe p~r lo. tm}tu legitimado y sacralizado por la imerven-
··Recaredo murió e(l el 60L A lo. largo de los ciento diez años que c1on de la Iglesia. Al 1guai qye en Constantinopla, el rey, elegido por las
duró Mn el reinado de los visigodos de España, dieciséis reyes ejercieron acfama_ciones de un "senado¡' de magnates y por el pueblo, era después
el poder, de los cuales algunos, como Liuva ll (601-603) hijo de Recaredo, ungido por el metropohtano <lle Toledo en el transcurso de una ceremonia
y Tulga (639-642), hijo de Chinti!.a, fueton rápidamente destronados, tal que se iniciaba con el jurame9to del pr',ncipe -aLpie del altar, revestido con
vez debido a su juventud y a su inexperiencia. Otros, al contrario, füeron el traje Y las insignias reales, de gobernar "rectameme" a su pueblo oara
asociados al trono y sucedieron a su pru:lre sin oposición; del mismo modo terminarse con el juramento ~e fidé!idad prestado por el pueblo al n~evo
q11e Recaredo había sucedido a Leovigildo en 586, Chintila SL1cedió a SL1 soberano -matecializado por i·1 besamano de los nobles presentes·-.
padre Sisenando en el 636, Recesvinto a Chindasvinto en 653, Witiza a . La .instauracíón de un régimen t,eocrático en la España visigótica
Egíca en 698, y Egica ~l'lcedió a su suegro Ervigio en 687. Algunos, que fue srn embargo progreswa y, 1 bren se aebe en gran parte a las éiites ecle-
se habían a menudo lucido mediante hazañas militares, llegaron al poder siásticas, el concepto de mon~rquía no era de ningún modo desconocido
por elección y aclamación, siguiendo la tradición imperial de los siglos ru de los visigodos; resulta,-ía abrsivo atribuir tan sólo a la herencia imperial
y rv: Gundemaro (610-612), probab~emente Sisebuto (612-621), Suintila, las '.ormas de gobiem~ que fperon las de España en el siglo VI!. Según
el vencedor de los bizant,i¡1os y de los pueblos del norte de la Península J:~mno Marcelrno, quien esqribía a finales del siglo IV, al principio los
(621-63 l ), Wamba, quien .provenía del círculo palatino (672-680), y Rode- vmgodos er¡m gobernados pof jueces y reyes, teuiendo aparentemente los
!ico o Rodrigo, d<Lt de la Bética (710-711). Otros, finalmente, accedieron pnmeros un poder mayor quj los segundos. Las grandes migraciones de
al trono a raíz de un golpe de mano, como Virerico en 603, Sisenando los años 376-418 dieron la pt¡imacíu al miiitar único y permanente,
en 631, Chind.asvinto• en 642 ·y Ervigio en 680; a ejemplo de los últimos el r~y, pero la redacción de lo$ códigos de leyes de Teodolico [,Juego de
emperadores romanos, buscaron después una ratificación por aclamación. Eunc?, Y·fi~~menre de .t\.larict II z.testigua la ilnportancia que conservaba,
Una de las ptimeras manifestaciones de !a unión enfre el poder · en.~e 1os visigo.d~s, la funció1 j•1diciai. ~n. los siglos Vl y VI! la función
fue
civil y el poder eclesíá,stico pues el mantenimiento de uil sistema de mrhtar caractenzo a los reyes, qmenes oeb1eron su trono a menudo a. su

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valor marcial. Por herencia gennánica también, aunque convergente con el ,. monarca y el fisco o patrimonio real. El año siguiente, en 654, fue promul-
evergetísmo antiguo, el rey tenía ía obligación de mostrarse generoso con gado el Liber Iudicum o "Libro.:de los Jueces", última refundición de los
!os nobles que le servían, y las campañas llevadas contra los vascones}' cóeligos de leyes anteriores -en particular de la Le:r romana wisigothorr.im
los cántabros del norte o los bizantinos del sureste pen~itieron distribuir de Al arico que aún ·estaba en vigor-, código territorial aplicable a todos Jos
tierms~rentas y oficios. : habitantes, independientemente de su origen. Dividido en doce "libros"
A núz de ia conversión de Recaredo, la Iglesia suministró al poder y subdividido en "títulos", al igual que el Corptú-· fttris Civilis de Justi-
visigótico sus fundamentos intelectuales y jurídicos, heredados de Roma níano de 534, el Líber ludicum se diferenciaba de éste en la sumisíón del
y Com;tantinopla, y ampliamente inspirados en los modelos bíblicos. La monarca a las leyes: efec.:tvarnente.el primer libro definía, no los propósi-
liturgia, con su acompañamiento de himnos y música, llegó a ser µno cte tos del legislador, sinoJa naturaleza y los-objetivos dé la ¡ey;!j:le la que el
los componentes de la monl!Tqufa y contribuyó a teatralizarla: a.la.,~turgia . legislador era sólo el guardián en pro de la gens er patria,. •
de la unción, elaboradá a lo largo 'dé. la primera mitad del sig!cl¡Vll, se La convocación del XII° concilio de Toledo por el rey Ervlgio en
añadieron liturgias específicas para el principio y el fin de las campañas 681 tenía por finalidad primera, en palabras del rornus regius, "extirpar la
militares, así como una líturgia de penitencia, impuesta al rey en sµ última peste jud:iica, que renace sin cesar'\ ese mismó.año, una nueva versión del
hora y que ponía fin a su reinado. . Liber Iudicwn fue publicada, que inbluía las le~s promÚlgadas desde 654,
El JV" concilio de Toledo (633) que presidió Isidoro de Sevilla y a la vez manual práctico de derecho y reflexió1!' sobre la teoría jmídlca. El
con e! cual contaba el rey Sisenando para legitimar su toma de poder dos obispo Julián de Toledo presidía el concilio de 68 l y éompuso para el rey,
años •>ntes, estableció efectivamente los fundamentos del poder regio al cinco años después, un tratado contra losjudfos, el D~ sexlae a:eratis com-
instaurada unción; a cambio de la "legitimación" que confería la unéión probatione; paralelamente, fue el artesano de la contiÓuación de la compi-
sacralizadora, el rey debía obrar como cristiano según Ja "disciplina de la lación, debida a Isidoro de Sevii1a, de cánones africanos y gn!os n Jos que
religión": Rex eris sí recte jactas, si non Jactas, non eris. El 1V" cóncilio se habían añadido algunas decretales pupqles y los cánones de los concí!ios
estableció asimismo que Ju sucesión regia se hiciera por "designaci6n de españoles hasta eL!Vº concilio de Toledo (633), Esta Hispana Coilectio,
los magnates del pueblo yde los obispos", sistema electivo que 'no excluía que contenía ¡¡demás los cánones de los concilios reunidos entre 633 ·y
de hecho ní la sucesión .hereditaria ni el golpe de Estado. Los concilios 688, fue concebida, siguiendo el ejemplo de los códigos de leyes civiles,
V" y v!" de Toledo, convocados en 636-638, precisaron que el candidato . como una obra de jurisprudentia ec!esiústicn, cuyo uso era facilitado por
al trono debía ser de origen noble visigótico -Jo cual descm1aba a francos Ja existencia de un índice sistemático; fue ampliamente difundida por la
y bizantinos- y que estaban excluidos de la sucesión Jos tonsurados, los Europa septentrional en el siglo Vlll.
condenados a la infamia de la decalvatio o afeitado de la cabeza al rape, los Legitimado por la unción que:. Je confería el metropolitano de
esclavos o descendientes de esclavos, y los extranjeros; di.versas medidas Tóledo -y 110 ea virtud del prineipio dinástico-, ei rey se convertía en el
fueron tomadas parn asegurar la protección de la fomilia del rey y de los defensor de la verdadera fe. Las persecuciones contra los judíos, atestigua-
fid.eles regis en el caso de cambios de dinastía. das por numerosos cánones de los concilios y varios artículos del Liber
El vmº.concílio de Toledo, convocado en 653 por Recesvinto y lud.icÍlm retornados luego e.n el siglo XlJ en el Decreto de Graciano, eran
presidido por el obispo Eugenio, definió aún más clurnmente la función pues pune integrante de la lógica de un poder teocnítiéo. En 589, el !ll"
· regia, especificando que d rey era el protector de Ja fe católiea, que debía concilio de Toledo se había limitado a recordar !¡is medí.das proclamadas
defenderla frente a ia "perfidia de Jos judíos" y frente a los herejes, y recor- · en el Breviario .de Ala.'ico, inspiradas en el Código.de· Teodosio, que pro-
dando la obligación de obrar bien y justamente; además, y por vez primera, ·. hibían a los judíos los matrimonios mixtos, el ejercicio de las funciones
el concilio instituyó una neta ·separación entre el pat1imonio personal del públicas, la creación de nuevas sinagogas, la posesión de ~cluvos crístia-
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