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La dinámica

Valentina era una niña de 16 años muy juiciosa y respetuosa, ayudaba en la casa
a realizar la las labores domésticas, cuidaba de su abuela y alimentaba a los
pájaros y gatos de su mama.
En las tardes pescaba con su primo Dilan de 3 años, jugaban en el parque con
varios niños y con supervisión de su mama.
Valentina siempre saludaba a los vecinos y se despedía cuando salía de algún
lugar y daba las gracias a todas las personas que la ayudaban.
En su casa siempre tuvo el ejemplo de una familia respetuosa que nunca alzaban
la voz, no se decían sobrenombres, y cualquier inconveniente que se presentaba
en su casa siempre lo hablaban en familia para entre todos para resolverlo.
Valentina cursaba grado 9 y en su salón de clases no se veía el respeto al que ella
estaba acostumbrada en casa. Sus compañeros no saludaban ni se despedían, no
pedían el favor de nada, se llamaban por sobrenombres feos.
Valentina quería hacer algo por sus compañeros para que aprendieran a
respetarse y se le ocurrió incluir en la materia de ética una clase sobre respeto.
Su profesora estuvo de acuerdo y la dejo dar la clase así:
Valentina hizo que todos sus compañeros escribieron en papelitos palabras de
falta de respeto, las metieron en una bolsa, se revolvieran y cada uno debía sacar
un papelito y pegárselo en el uniforme, al mismo tiempo cada uno debía ser
llamado con la palabra que había sacado, este ejercicio debía realizarse por 10
minutos.
Cuando sus compañeros empezaron el ejercicio les pareció muy gracioso y se
reina mucho, pero a medida que fue pasando el tiempo se sentían mal, unos
incluso lloraron por que recordaban momentos de cuando faltaban al respeto a sus
seres queridos.
Valentina vio que era momento de terminar el ejercicio y hacer una mesa redonda
para hablar de todo lo que se aprendió con aquella dinámica. Todos concluyeron
que debían de cambiar la forma en la que trataban a las demás personas y
disculparse con aquellas que habían irrespetado, de ahora en adelante todos se
comprometieron a ser educados y respetar a todas las personas.
Valentina añadió lo siguiente a la clase: “Ahora todos nos vamos a decir cosas
muy bonitas a cada uno con mucho respeto y la dinámica termino con un abrazo
grupal.
Valentina se sintió muy feliz de poder ayudar a sus compañeros para que cada día
en su salón de clases reine el respeto.
Este ejercicio lo siguieron haciendo cada mes y en todo el colegio.
Moraleja: Desde cada debemos enseñar con el ejemplo e inculcar buena moral
para que los niños puedan ser lideres en su escuela, en su casa y con sus
compañeros, porque el respeto y los buenos valores vienen desde casa.

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