Está en la página 1de 8

este distingo para la técnica del psicoanálisis deberá ser

apreciado por nosotros en algún otro momento. 9 Sobre la dinámica


J?o~ últilllo, menciona!_~ . JliÍJ1_un_,Jipo__ particul:g~-ªe sue·
ños que,pOf-:Sus:=<:Dndiciones,"_ss)_k>__ pueden_ . P_res~.nJ;J-E§:~_--en de la trasferencia
una__s:ura._p_sicoanalí~i~.?.,_ )1'. _ ~ue _~~~so eXti-3.fien o- despiste-U-al (1912)
principian(e. SonjQSJlamadOs--<{SUeñoS--=-confitmatorios»-que.
Vienen_ a_ la ~?ªgª~g_¡;:_l_fil1.<ilisis, ~~-..fácile_s __de.interpretar_ y._, cuyª~
t:Di9llc~_ic5,I?:..Q~trol<.1 más 9!:!~.§Sl1:1.~llo_q_ue la_cura había in-
ferido áeLiliateriaLdeJas...ocurrencias.-diiítMs en-ra.;tíltimai=
sesi~-r.ies~ Parece como si el paciente hubiera tenido la ama·
bilidad de_b;indar_enJonna QQític;'l_e_so_mismo_que-inme-
4i<Uª--.rfi_ei1le._.an1e_s__seJe.-!<sugirlill>. Sin embargo, al analista
f' con más práctica le resultará difícil suponer tales amabi·
:; lídades en su paciente; recoge_ es_os_sueño_s__C::_Qm:Q__Jillas de-
~i seadas corrobora,ciones y comprueba _que. . .sólo.....s.e__observan
1

baj"° determinadas CO?dicj9¡¡g~ de influjo por la cura. La


i gra,nffiiryüfíi(fe-ros su_efíos _se ªf1:.tici~an a la cura, de suerte
';í qli, .(!e elfos, ·aédticído iOCioJO- ya_consabido::y::elffiin<:!ido;'
in se ?Eüeiie-:una_ . referencia _más_o __ menos ___ciara_a_alg:o. que
ttf haSt::i--e-ñionCcs permanecía escondido.
~

~
.

'.


lj
f~;i
¡/
¡0
1:'

e¡f~i
!
\
,],,
;~
;
,,-:@

!~

J. !·
1

r. [Cf. «Sobre la lníciación del tratamientoi> ( 1913c), in/ra, págs.


141·2,]
1 0 [Cf. la sección VII de <~Observa.cione:; sobre la teoría y la prác~
tica de Ja interpretación de Jos sueños» {1923c).]

92
Nota introductoria

«Zur Dynamik der Übertragung»

Ediciones en alemán

1912 Zbl. Psychoanal., 2, n? 4, págs. 167-73.


1918 SKSN, 4, págs. 388-98. ( 1922, 2~ ed.)
1924 Technik und Metapsychol., págs. 53-63.
1925 GS, 6, págs. 53-63.
1931 Neurosenlehre und Technik, págs. 328-40.
1943 .GW, 8, págs. 364-74.
1975 SA, «Erganzungsband» {Volumen complementario},
págs. 157-68.

Traducci-Ones en castellano*

1930 «La dinámica de la trasferencia». BN ( 17 vols.), 14,


págs. 117-28. Traducción de Luis López-Ballesteros.
1943 Igual título, EA, 14, págs. 121-32. El mismo tra-
ductor.
1948 Igual título. BN (2 vols.), 2, págs. 321-6. El mismo
traductor.
1953 Igual título. SR, 14, págs. 95-103. El mismo traduc-
tor.
1968 Igual título. BN (3 vols.), 2, págs. 413-8. El mismo
traductor.
1972 Igual título. BN (9 vols.), 5, págs. 1648-53, El mis-
mo traductor.

Pese a que Freud incluyó este trabajo (publicado en enero


de 1912) en la serie sobre técnica, por su naturaleza es más
bien un examen teórico del fenóineno de la trasferencia y
de la forma en que opera en el tratamiento psicoanalítico.
Freud ya había abordado la cuestión en algunas breves pun-
tualizaciones al final del historial clínico de «Dota» ( 1905e
* {Cf. la «Advertencia sobre la edición en castellano», supra, pág.
XV y n. 6.)

95
,.--~ \ \ _,-"<::"'.."'.'>

[1901]), AL', 7, págs. 101-3; la trató con mucho mc1yor \ \'• :~, ,'----e' 'i"'' \2.)
extensión en la 27': y la 28'!' de sus Conferencias de intro·
ducción al psicoanálisis (1916-17), AE, 16, págs. 407·13:
y, hacia el fin de su vida) hizo varios comentarios impor-
tantes al respecto en «Análisis terminable e interminable»
( 1937c).

James Strachey
El tema de la «trasferencia», difícil de agotar, ha sido
tratado brevemente en esta publicación 1 por \YJ. Stekel
[1911d] de manera descriptiva. Yo querría añadir aquí
algunas puntualizaciones a fin de que se comprenda cómo
ella se produce necesariamente en una cura psicoanalítica y
alcanza su consabido papel durante el tratamiento.
Aclarémonos esto: todo ser humano, por efecto conju- -¡
gado de sus disposiciones innatas y de los influjos que !
recibe en su infancia, adquiere una especificidad determi- '
nada para el ejercicio de su vida amorosa, o sea, para las
condiciones de amor que establecerá y las pulsiones que
satisfará, así corno para las metas que habrá de- fijarse:~
E.sto da por resultado, digamos así, un clisé (o tatnbién va-
rios) que se repite -es reimpreso-- de rnaner:l regulat
1 [El Zcntralblatt fi,·r Psychoanalyse {Periódico central de psicoaná·
lisis}, donde se publicó por primera vez este trabajo.)
2 l)ebemos defr:ndernos en este lup,ar del reproche, fruto de un
malentendido, de que soslayamos la significación de los factores inna-
tos (constitucionales) por haber puesto de relieve las imprtsiones in-
fantiks. Semejante reproche brota de la estrechez de la necesidad
causal d~ los seres humanos, que, en oposición al modo en que de
ordinnrio está plasmada la realidad, quiere darse por contenta con un
único factor causal. El psicoanálisis ha dicho mucho sobre los factores
accidentales de la etiología, y rioco sobre los constitucionales, pero ello
sólo porgue acerca de los primeros podía aportar algo nuevo, rnientras
que respecto de los segundo:, en principio no sabia más que lo que ccr
rrientemente se sabe. Nos ncg:imos a estatuir una oposición de princi-
pio entre las dos series de Lictores etiológicos; más bien, suponemos
una regular acción conjugada de ambas para producir el efecto obser-
vado. tlul~toov xul Tú;cr¡ (disposición y azar] determinan el destino de
un ser humano; rara vez, ·quizá nunca, lo hace uno solo de esos pode-
res. La distribución de la eficiencia etiológica entre ellos sólo se podrá
obtener individualmente y en cada caso. La serie dentro de la cual se
ordenen las magnitudes cambiarites de ambos factores tendní también,
sin duda, sus casos extremos. Según sea el estado de nuestros conoci-
mientos, apreciaremos de manera diversa la parte de la constitución o
del vivenciar en el caso singular, y nos reservamos el derecho de modi-
ficar nuestro juicio cuando nuestras intelecciones cambien. Por otro
lado, uno podría atreverse a concebir la constitución misma como el
precipitado de los efectos accidentales sufridos por la serie jnfinita-
mente grande de los antepasados.

97
96
~F."

en la trayectoria de la vida, en la medida en que lo con- constituyendo un enigma por qué en el análisis Lt trasferen-
sientan las circun§tancias exteriores y la naturaleza de los cia nos sale al paso como la más fuerte resistencia al trata·
objetos de amor ,,,.asequibles, aunque no se n1antiene dr:l n1iento, siendo que, fuera del análisis, debe ser reconocida
todo inmutable frente a impresiones recientes. Ahora bien, como portadora del efecto salutífero, como condición del
según lo que hemos averiguado por nu~stras experiencias, éxito. En este sentido, hay una experiencia que uno puede
sólo un sector de esas mociones determinantes de la vida corroborar cuantas veces quiera: cuando las asociaciones li-
amorosa ha recorrido el pleno desarrollo psíquico; ese sec- bres de un paciente se deniegan,3 en todos los casos es
tor está vuelto- hacia la realidad objetiva, dísponible para Ja posible eliminar esa parálisis aseverándole que ahora él
pers-onalidad conciente, y constituye una pieza de esta úl- está bajo el imperio de una ocurrencia relativa a la persona .
tima. Otra parte de esas mociones libidinosas- ha ___sido .de- . del médíco o a algo perteneciente a él. En el acto de im- !
morada en el desarrollo, está apartada de la personalidad partir ese esclarecimiento, uno elimina la parálisis o muda i
conciente l:!?Í como de-la realidad objetiva, y sólo tuvo_ per· la situación: las ocurrencias ya no se deniegan; en todo ca- :
mitido desplegarse en la fantasía o bien ha pe'rm~necido so, se las silencia. ._. ,.
por ·entero en Jo inconciente, siendo entonces no consabida A primera vista, parece una gigantesca desventaja me-
para la conciencia de la personalidad. Y si la necesidad _de tódica del psicoanálisis que en él la trasferencia, de ordi-
amor de alguien no está satisfecha de manera exhaustiva nario la más poderosa palanca del éxito, se mude en el
por la realidad, él se verá Precisado a volcarse con unas medio más potente de la resistencia. Pero, si se lo contem-
represen_taciones-expectativa libidinosás "-hacia -·caclaiñi"éva
lt pCrsona C1ue aparezca, y e-s muy probable que~-1as--dCis pOr-
cíones de su Iíbido; L1 susceptible de conciencia y la íncon-
pla más de cerca, se remueve al menos el primero de los
do.s pro~b·l~rnas enunciad~s. No es correc~o .que durante ell:
ps1coanahs1s Ja trasferencia se presente mas intensa y desen- \\
ciente, participen de tal acomodarniento. frenada que fuera de él. En institutos donde los enfermos . !
Es entonces del todo norrnal e inteligible que la inves- nerviosos no son tratados analíticamente se observan las i
tidura libidinal aprontada en la expectativa de alguien que máximas intensídades y las formas más indignas de unaj'
está parcialmente insatisfecho se vuelva hacia el médico. trasferencia que llega hasta el sometimiento, y aun la más
De acuerdo con nuestra premisa, esa investidura se atendrá inequívoca coloración erótica de ella. Una sutil observadora
a modelos, se anudará a uno de los clisés preexistentes en como Gabriele Reuter lo ha pintado en un maravilloso li-
la persona en cuestión o, corno también podernos decirlo, bro, para un tiempo en que apenas existía psicoanálisis al-
insertará al médico en una de las <íSeries» psíquicas que el guno; en ese libro 4 se traslucen las mejores intelecciones so-
paciente ha formado hasta ese momento. Responde a los bre la esencia y la génesis de las neurosis. Así, no correspon-1
vínculos reales con el médico que para semejante seriación de anotar en la cuenta del psicoanálisis aquellos caracteres/

1 se vuelva decisiva ]a «Ímago paterna» -según una feliz


expresión de Jung ( 1911-12, pág. 164 )-. Empero, la trasfe-
rencia no está atada a ese modelo; también puede produ-
de Ja trasferencia, sino atribuírselos a la neurosis. _.
En cuanto al segundo problema -por qué la trasferen· ..,..,

~
cia nos sale al paso como resistencia en el psicoanálisis-,
cirse siguiendo la imago materna o de un hermano varón. aún no Jo hemos tocado. Ahora, pues, debemos acercarnos

·~!:·¡
···"" Las particularidades de la trasferencia sobre el médico, en a él. Evoquemos la situación psicológica del tratamiento:
tanto y en cuanto desborden la medida y la modalidad de lo Una condición previa regular e indispensable de toda con-
que se justificaría en términos positivos y acordes a la ratio, tracción de una psiconeurosis es el· proceso que Jung acer-
f se vuelven inteligibles si se reflexiona en que no sólo las
I~:~!
tadamente ha designado corno <íÍntroversión» de la libido.5
\ representaciones-expectativa concientes, sino también las
!, rezagadas o inconcientes, han producido esa trasferencia. 3 Me refiero al caso en que realmente faltan, y no, por ejemplo,
cuando son silenciadas por él a consecuencia de un trivial sentimiento
1... No correspondería decir ni cavilar más sobre esta con· de displacer.
l,, ducta de la trasferencia si no quedaran ahí sin esclarecer 4- Aus guter Familie, Berlín, 1895.
dos puntos que poseen especial interés para el psicoanalis· 5 Aunque muchas manifestaciones de Jung parecen insinuar que él
ta. En primer lugar, no, comprendemos que la trasferencia vio en esta introversión algo característico de la dementia praecox y que
resulte tanto más intensa en personas neuróticas bajo aná- en otras neurosis no entra en cuenta de igual modo. [Parece ser esta
la primera oportunidad en que Freud empleó el término «introversión»
lisis que en otras, no analizadas¡ y en segundo lugar, sigue en una de sus obra publicadas. Fue acuñado por Jung ( 1910c, pág.

98 99
Vale decir: disminuye el sector de la libido susceptible de
conciencia, vuelta hacia Ja realidad, y en esa misma medida cer esa atracción de lo inconciente, vale decir, cancelar la
aun1enta el sector de elL1 extrañada de la realidad objetiva, represión {esfuerzo de desalojo} de las pulsíones incon-
inconciente, que sí bien puede todavía alimentar las fan- cicntes y de sus producciones, represión constituida desde
tasía:> de la persona 1 pertenece a lo lnconciente. I.,a libido entonces en el interior del individuo. Esto da por resultado
(en todo o en parte) se ha internado por el camino de la la parte con mucho más grandiosa de la resisrencia, que
regresión y reanima las imagos infantiles.6 Y bien, hasta hartas veces hace subsistir la enfermedad aunque el extra-
allí la sigue la cura analítica, que quiere pillarla, volverla ñamiento respecto de la realidad haya vuelto a perder su
de nuevo asequible a la conciencia y, por último, ponerla temporario fundamento. El análisis tiene que librar com- -,
al servicio de la realidad objetiva. Toda vez que la inves- bate con las resistencias de ambas fuentes. La resistencia
tigación anaHtica tropiez:J con la libido retirada en sus es- acompaña todos ios pasos del tratamiento; cada ocurrencia
condrijos, no puede menos que estallar un combate; todas singular, cada acto del paciente, tiene que tomar en cuenta
las fuerzas que causaron la regresión de la libido se eleva- la resistencia, se constituye como un compromiso entre las 1
rán como unas <<resistencias~> al trabajo, para conservar ese fuerzas cuya meta es la salud y aquellas, ya mencionadas 1 '
nuevo estado, En efecto, si la introversión o regresión de que las contrarían.
la libido no se hubiera justificado por una determinada re- Pues bien: si se persigue un complejo patógeno desde su
lación con el n1undo exterior (en los términos más univer- subrogación en lo conciente ( llan1ativa como síntoma, o
s~iles: por la frustración de Ja satisfacción),7 más aún, si no bien totahnente inadvertida) hasta su raíz en Jo inconcien-
hubiera sido acorde al fin en ese instante, no habría podi- te, enseguida se entrará en una región donde la resistencia
do producirse en n1odo alguno. Empero, las resistencias de se hace valer con tanta nitidez que la ocurrencia siguiente
. este origen no son las únicas, ni siquiera las más poderosas. no puede menos que dar razón de ella y aparecer como un
l,a libido disponíble para la personalidad había estado siem- compromiso entre sus requerimientos y los del trabajo de
pre bajo la atracción de los complejos inconcíentes (mejor investigación. En este punto, según lo atestigua la expe-
dicho: de Lis partes de esos complejos que_pertenecían a lo riencia, sobreviene la trasferencia. Si algo del niaterial del
inconcicntc) y cayó en la regresión por haberse relajado la complejo (o sea, de su contenido) es apropiado para ser'
atracción de la realidad. Para liberarla es preciso ahora ven- trasferido sobre la persona del médico, esta trasferencia se
produce, da por resultado la ocurrencia inmediata y se anun-
38); pero ef. prohable que esta crítica de freud apunte a otra obr:i de cia mediante los indicios de una resistencia -J), ej., me-
Jung ( 1911-12, p:igs. 135-6n.). Se hallarán ulteriores comentarios sobre diante una detención de las ocurrencias-. De esta expe-
el uso de e~tc u:rmino por Jung en «Sobre la iniciación del tratamiento» riencia inferimos que la idea trasferencia! 'ha írrumpido
(1913c), in/ra, pág. 127n., en «Introducción del narcisismo» (1914c),
AE, l·t p:ig. 72, y en la 23~ de las Conferencias de introducción al hasta la conciencia a expensas de todas las otras posibilida-
psicoanJlisis (1916·17), AE, 16, pág. 341. En sus escritos posteriores, des de ocurrencia porque presta acatamiento también a la
Freud rara vez empleó el vocablo.] resistencia. Un proceso así se repite innumerables veces en._,
6 Mús cómodo sería decir que ella ha re.investido los <1complejosl> la trayectoria de un análisis. Siempre que uno se aproxima
infantiles. Pero sería incorrecto; únicamente se justificaría si se enun-
ciara ~das partes inconcientes de esos complejos)). - Lo extraordinaria- a un complejo patógeno, primero se adelanta hasta la con-
mente intrincado del tema que aquí se trata tienta a uno a internarse ciencia la parte del complejo susceptible de ser trasferida 1 y
en la consideración de cierto número de problemas contiguos cuya es defendida con la máxin1a tenacidad. 8
aclaración, en verdad, sería previa para poder discurrir con palabras Vencida aquella parte, los otros ingredientes del com-
inequívocas sobre los procesos psíquicos que es preciso describir aquí.
Tales problemas son, entre otros: el recíproco deslinde de introversión plejo ofrecen ya pocas dificultades. Mientras más se pro-
y regresión, la inserción de la doctrina de los complejos en la teoría
de la libido, los vínculos del fantaseo con lo candente y lo incondente, s De lo cual, empero, no es lícito inferir en general una particular
así como con la realidad. No hace falta disculparse por haber resistido significatividad patógena del elemento escogido para la resistencid tras-
aquella tentación en este lugar. - [Sobre el término «imagol>, em· ferenciaL-SLen el curso de una batalla se lucha con particular encarni-
pleado aquí y supra, pág. 98, véase mi comentario en «El problema zamiento por la posesión de cierta iglesita o de una sola granja, no se
económico del masoquismOl> (1924c), AE, 19, pág. 173, n. 23.] d.::be suponer que la iglesia sea un santuario nacional ni que la casa
7 [Se hallará un examen completo de esto en «Sobre los tipos de esconda el tesoro del ejército. El valor de Jos objetos puede ser mera-
contracción de neurosis» (1912c}, infra, págs. 239 y sígs.J mente táctico, y puede tener vigencia para una batalla sola. - [Acerca
de la resistencia trasferencial, véase también «Sobre la inkiación del
tratamiento» (1913c), infra, pág. 139.]

100
101
longue una cura analítica y con n1ás nitidez haya discernido la de sentimientos amistosos o tiernos que son susceptibles
el enfermo que unas meras desfiguraciones del material pa- de conciencia, y la de sus prosecuciones en lo inconciente. De
tógeno no protegen a este de ser puesto en descubierto, tanto estos últimos 1 el an<ilisis demuestra que de manera regular se
más consecuente se mostrat:Í. en valerse de una modalidad remontan a fuentes eróticas, de suerte que se nos impone
de desfigurac_Lón___.que-,--n1anifiestament-e,-le......ofrece las máxi- esta intelección: todos nuestros vínculos de sentimiento,
mas ventajas: --la__fie'.~figuraciórl..]2_t._trasferep..ci:'m Estas cons- simpatía, amistad, confianza y similares, que valorizamos
telaciones se vaÜ-(:ncaminando hacia una situación en que en la vida, se enlazan genéticamente con la sexualidad y se
todos los conflictos tienen que librarse en definitiva en el han descirrolla.do por debilitamiento de la meta sexual a
terreno de la trasferencia. partir de unos apetitos puramente sexuales, por tnás puros
f"' Así, en la cura anaiítica ia trasferencia se nos aparece y no sensuales que se presenten ellos ante nuestra auto-
siempre, en un primer momento, sólo como el arma más percepción conciente. I~n el origen sólo tuvimos noticia de
poderosa de la resistencia, y tenemos derecho a concluir objetos sexuales; y el psicoanálisis nos muestra que las per-
que la intensidad y tenacidad de aquella son un efecto y sonas de nuestra realidad objetiva meramente estimadas o
una expresión de esta. El rnecanismo de la trasferencia se admiradas pueden seguir siendo objetos sexuales para lo
averigua, sin duda, reconduciéndolo al apronte de la libido inconciente en nosotros.
que ha permanecido en posesión de imagos infantil.es; pero La solución del enigma es, entonces, que la trasferencia l
el esclarecimiento de su papel en la cura 1 sólo si uno pe· sobre el médico sólo restl.I. ta apropiada como resistencia ¡·
¡ netra eri sus vínculos con la resistencia. dentro de la cura cuJndo es una trasferea~---ne-gativa, e- !
_. un_~_~e..-lllociuues....~illtI(tii..r.s.:ptÁmid. ª5_,. _. .~:p.:u1slo .!f..9_~~-­
1
,,..~ ¿A qué debe la trasferencia el servir tan excelenten1ente
como medio de la resistencia? Se creería que no es difícil otros «c~.!-~tl~n10;;,>>_J1_.1rasfrxcD(i:'.!...~hacX~n~lol'!~c;·Q.Ucku~-­
la respuesta. I2s claro que se vuelve muy difícil confesar S"ólO"h:l<:(:mos Ll\?_,1s_ixsc.,_dc la -P~f?.9J1?..._deLJJ1~91.~q,, __esns_dos
una moción de deseo prohibida ante la misma persona sobre C01i1iJoI1erifiS. _del __ ac_to_ de sent_irniento; en cuanto ai otro
quien esa moción recae. E.stc constreñimiento da lugar a si- compor;eñtC"'SuSctPtible'· c1e.,_.conc1enc1a· Y"' no chocante, sub-
tuaciones que parecen casi inviables en la realidad. Ahora siste y es en el psicoanálisis, al igual que en los otros mé-
bien, esa es la meta que quiere alcanzar el analizado cuando todos de tratamiento, el portador del éxito. En esa medida
hace coincidir el objeto de sus mociones de sentimiento confesamos sin an1bages que los resultados del psicoanálisis
con el médico. Sin embargo, una reflexión más ceñida mues- se basaron en una sugestión; sólo que por sugestión es pre-
tra que esa aparente ganancia no puede proporcionarnos la ciso comprender lo que con Ferenczi (1909) hemos des-
solución del problema. Es que, por otra parte, un vínculo cubierto ahí: el influjo sobre un ser humano por medio de
de apego tierno 1 devoto, puede salvar todas las dificultades los fenómenos trasferenciales posibles con él. V cl::unos por
de la confesión. En circunstancias reales análogas suele la autonomía última del enfermo aprovechando la sugestión
decirse: «Ante ti no me avergüenzo, puedo decírtelo todo». para hacerle cumplir un trabajo psíquico que tiene por con-
Entonces, la trasferencia sobre el médico podría igualmente secuencia necesaria una mejoría duradera de su situación."
servir para facilitar la confesión", y uno no comprende por psíquica.
qué la obstaculiza. Puede preguntarse, aún, por qué los fenómenos de resis* ·
La respuesta a esta pregunta, planteada aquí repetidas tencia trasferencial salen a la luz sólo en el psicoanálisis, y
veces, no se obtendrá mediante ulterior reflexi6n, sino que no en un tratamiento indiferente, por ejemplo en institutos
es dada por la experiencia que uno hace en la cura a raíz de de internación. La respuesta reza: también ·allí se muestran,
la indagación de las particulares resistencias trasferenciales. sólo que es preciso apreciarlos como tales. Y el estallido de
Al fin uno cae en la cuenta de que no puede comprender Ja trasferencia negativa es incluso harto frecuente en ellos.
el empleo de la trasferencia como resistencia mientras pien- El enfermo abandona el sanatorio sin experimentar cambios
se en una «trasferencia» a secas. Es preciso decidirse a se- o aun desmejorado tan pronto cae bajo el imperio de la

r
parar una trasferencia «positiva» de una «negativa», la tras- trasferencia negativa. Y si en Jos institutos la trasferencia
ferencia de sentimientos tiernos de la de sentimientos hos- erótica no es tan inhibitoria, se debe a que en ellos, como
tile~, y tratar por separado ambas variedades de trasferencia en Ja vida ordinaria, se la esconde en lugar de ponerla en
sobre el médico. Y la positiva, a su vez, se descompone en descubierto; pero se exterioriza con toda nitidez como resis-
lt
¡~
'I
:;¡1
~}
102 103
tencia contra la curación, no por cierto expulsando del insü-
! tuto a los enfermos -al contrario, los retiene ahí-, sino c'Ual U{16\debe comunicar sin previa crítica todo. éua~t~ ic._~-··
mnnteniéndolos alejados de la vida. En efecto, para ia cura- ve'nga ri 'la menté; cómo olvida los designios con los que
ción poco importa que el enfermo venza dentro del sanatorio entró e.q el trataniiento 1 y cómo ahora le resultan índiferen·-
esta o estotra angustia o inhibición¡ lo que interesa es que tes unos n'exqs lógicos y razonamientos que poco antes le
también en la realidad objetiva de su vida se libre de ellns. habrían hecho la rnayor. impresión; esa persona, decimos,
· La trasferencia negativa n\ctecería un estudio en 'profun- sentirá la necesich~l de explicarse aquella impresión por otros
did~1d, que no puede dedicárscle en el marco de estas eluci- factores aden1áS de fr,Js ya consignados, y de hecho esos otros
daciones. En las fotn1as curables de psiconeurosis se en- factores no son rcniptos: resultan; también ellos, de la situa-
cuentra junto a la tr:1sfcrencia tlcrna, a menudo dirigida de ción psicológic2 en que.la cura ha puesto al anali:'.ado.
mJ.nera simultánea sobre la misn1a persona. Para este c-st::rdo En la pesquisa de Lt liEido 'extraVi¡1da de lo concicnte, uno 1
de cosas BleuJer ha acuñado la accrtad_a expresión de «an1bi- ha penetrado en el ámbito di): lo incoriciente. Y Lis reacciones
valencia». tJ Una an1bivalencia así de los sentimientos parece que uno obtiene hacen 'saJir a la luz muchos caracteres de
ser norn1al hasta cierto purito 1 pero un grado 1n<Ís alto de los procesos inconcienres, tal ..c'omo de ellos tenemos noticia
elln es sin duda una IYFlrca .Particr1Lir de las personas neuró- por el estudio de los sueños. CLás mociones inconcicntes no
10
ticas. El ternprano «divorcio de los p:ues de opuestos;;- quieren ser recordadas, como la cura lo dcse;1, sino gue aspi·
parece ser carr1ctcrístico de la vida puls1onal en la neLuosis ran a reproducirse en consonancia con L1 atc1npotaHcLJ.d y In
obsesiva, y constítnir una de sus condiciones constitllciona· capacidad de alucirwción de lo inconcicrne, 1 ~ Al igual que
les. La arnbi\":J.lenci<l de las oricnt;iciones del sentin'lientn en el sueño, el enfcrrno atribuye ·condición prc~entc y teJ.li-·
es lo que mejor nos explíca Ll aptitud de los neuróticos para dad objetiva a los resultados del,,despert:ir-.clc sus rnocioncs
poner sus trasferencias al servicio de la resistencia. I)ondc inconcientes; quiete actu:tr {agieren} s1.1.~. pa'sloncS, sin aten·
la carJacidad d~, tn1sferír se ha vuelto en lo esencial negativ,1: der a la situación objctiv,1 {real}. El médk:()""qtíere constre-
corno es el c(1so de los paranoícos, cesa también la posibili· ñirlo a insertar esris rnociones de sentimiento en la t!ama del
dad de ínfluír y de cutdL tratamiento y en L1 de su biografía, subordinarlas 2l:abordnje
Con tod,1s las consideraciones ente llevamos hechas sólo cognitivo y discernhl:1s por su v:Üor psíquico. \Esta lucha
hen.-1os apreciado una p;crtc cft::l ·fc~ón1cno trasferenciaI. J}:. entre médico y paciente) entre intelecto y vid"' pufsional,
bernos prestar atención a otro :ispccto del mismo asun::_i. entre discernir y querer «actuar», se desenvueh·<: ca.Sí e'Xclu~
Qu:en haya recog\do L1 in1prcsh:\n correct'.l sobre córno c-l sivamente en torno d(: los fenómenos trasferenciiles} l~s en
analizado es expulsado de sus vínculos objetivos {real} con este campo donde debe obtenerse Ia victoria cuya expresión
el tnédicc¡ tan pronto cae bajo el imperio ·de una vasta resis-
será sanar duraderarricntc de la neurosis. I~s innegabl9 que
tencia trasferencial; cón10 luego se arroga la libertad de
dorneñar los fenórncnos de la trasferencia <lepara aJ psico-
descuidar la regla fundarnental del psicoanálisis, 11 según la
analista las mayores dificultades, pero no se debe olvidar que
9 Hleuler {1911, p:ígs. 4.3·4 y 305-6). - Véase la alocudón sobre la justamente ellos nos brindan el inapreciable servicio de vol-
ambivalencia pronunciada por él en Berna ( 1910b), de la cual se infor· ver actuales y manifiestas las mociones de amor escondidas
ma en Zentralbla:t /ür Psycl::oanalyst>, 1, pág. 266. ~ Stckel había pro. y olvidadas de los pacientes; pues, en definitiva, nadie puede ....
puesto para el mismo fenómeno el t<'.rrníno «bipolaridad)>.·. - [Pnrece ser ajusticiado in ahsentia o in effigie. 13
set esta la priinera vez que Freud tnencicna la palabra <rnmbivalencL»,
utiliz:1da por él ocasionalmente en un ~cntido distinto que el de Blcu-
ler, para describir la presencia simult.inea de mociones activas y pasl· aparecido ya en la tercera de las Cinco conferencias sobre psicoanálisis
vas. Véase una nota mía en «Pulsioncs y destinos de pulsión» (1915c)¡ (1910a), AE, 11, p;lg, 28. Desde Juegó, la idea es de antigua dat;¡¡ se
AE, 14, pág. 126, n. 26.] . la expresa, verbjgracia, en La interpretación de los sueños (1900a),
10 [La organización de las pulsíones en pares de opuesto~; fue señ2-·_ AE, 4, págs. 101.2, y, en térnlinos básicamente idénticos, en «Sobre
lada por Freud en Tres ensayos de h'orÍtI sexual (1905d), AE1 '1, págs, · la iniciación del tratamiento¡> ( 1913c), infra, págs, 135-6, donde Freud
145 y 151-2, y más tatdte" en «]'uls!ones y destinos de puJs16n;, examina la cuestión en una larga nota al pie. Véase también «El mé·
( 1915c), AE, 14, págs. 122 y sir~'· Ponderó su importancia p:Lta la todo psicoanalítico de Freudl> (19ü4a), AE, 7, pág; 239.]
neurosis obsesiva en el historial clínko del «liombre c_1c las Rat:i.s)> 1z [Esto se esclarece en un trabajo posterior, «Recordar, repetir y
(190<)d), AE, 10, págs. 185 y sigs.] reelaboran> (1914g), infra, págs. 151 y sigs.]
11 [Es esta una de las prírnerfü; menciones de la frase, que había 13
[Hay una puntualización semejante en <(Recordar, repetir y reela- ·
borat», ibíd., pág. 154.]

.}
104
105

También podría gustarte