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PARTE ESPECIAL
289
Ranieri, op. cit., t. V, p. 352.
290
Labatut, D. P., t. II, p. 185; Etcheberry, D. P., t. II, p. 79. Bustos, Grisolía,
Politoff, aluden particularmente a la salud individual (op. cit., p. 243).
291
Cfr. Muñoz Conde, op. cit., p. 78.
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DERECHO PENAL
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PARTE ESPECIAL
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15.4. MUTILACIONES
295
Cobos Gómez de Linares, op. cit., p. 367.
296
Bustos, Manual, p. 73.
297
Cfr. Labatut, D. P., t. II, p. 189.
150
PARTE ESPECIAL
298
Cfr. Bustos, Grisolía, Politoff, op. cit., p. 249.
299
Cfr. Etcheberry, D. P., t. III, p. 88; Bustos, Grisolía, Politoff, op. cit.,
p. 272; Bajo Fernández, op. cit., p. 174.
300
La voz malicia empleada por los arts. 395 y 396 reemplazó a las expresio-
nes de propósito que usaba el Código Penal español de 1848, en la misma forma
que se hizo en el delito de aborto en el art. 342. El referido reemplazo podría
suscitar duda sobre si la modificación se refiere a la antijuridicidad (para excluir
del ámbito de los actos injustos las castraciones realizadas por los médicos con
fines terapéuticos), como se sostiene respecto del delito aborto, o con el dolo
para circunscribirlo al directo. Mayoritariamente se ha concluido que limita el
tipo subjetivo al dolo directo (cfr. Labatut, D. P., t. II, p. 189; Etcheberry, D. P.,
t. III, pp. 85-86; Bustos, Grisolía, Politoff, op. cit., pp. 273-274).
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A. Castración
152
PARTE ESPECIAL
303
Etcheberry, D. P., t. III, p. 87.
304
Legislaciones como la de Italia (Ranieri, op. cit., t. V, p. 369) y la de
Argentina (Soler, t. III, p. 155) dan importancia en las lesiones a la función
sexual misma, a la capacidad de reproducir, aunque no haya extirpación de
los órganos generativos.
305
Cfr. Bustos, Grisolía, Politoff, op. cit., p. 275.
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306
Cuello Calón, op. cit., t. II, p. 515.
307
Etcheberry, op. cit., t. III, p. 88; Bustos, Grisolía, Politoff, op. cit.,
p. 281.
308
Etcheberry, op. cit., t. III, p. 88.
309
Así Labatut, D. P., t. II, pp. 187-188
310
Bustos, Manual, p. 73.
311
Infra párrafo 15.5.E.
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PARTE ESPECIAL
312
Etcheberry, D. P., t. III, p. 89.
313
Cfr. Bustos, Grisolía, Politoff, op. cit., p. 282.
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PARTE ESPECIAL
314
Cfr. Etcheberry, D. P., t. III, p. 81; Bustos, Manual, p. 74.
315
Bustos, Grisolía, Politoff, op. cit., pp. 283 y ss.
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316
Cfr. Bustos, Manual, p. 74.
317
Muñoz Conde, op. cit., p. 85; Bustos, Grisolía, Politoff, op. cit., pp. 289
y 314.
318
Cfr. Bajo Fernández, op. cit., pp. 177-178.
319
Cfr. Bustos, Grisolía, Politoff, op. cit., p. 288.
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PARTE ESPECIAL
D. Lesiones gravísimas
Están descritas en el Nº 1 del art. 397, que expresa: “El que hiriere,
golpeare o maltratare de obra a otro, será castigado como responsable
de lesiones graves:
320
Bajo Fernández, op. cit., p. 178.
321
Soler, op. cit., t. III, p. 135.
322
Etcheberry, D. P., t. III, p. 84.
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a) Demente
Es sabido que en psiquiatría no se usa la expresión demente, pero
para los efectos jurídico-penales hay consenso en que la palabra
involucra cualquier enfermedad mental de trascendencia, corres-
ponde al concepto de enajenado mental, comprensivo tanto de la
deficiencia como del trastorno mental; afecta al intelecto, volición
o efectividad del sujeto. La interrupción o detención del desa-
rrollo mental de una persona (así de un niño) también queda
comprendida.323
Para que una alteración psíquica permita calificar como demente
a la víctima, debe cumplir con ciertas condiciones:
a.1) Debe tratarse de un trastorno mental que tenga una in-
tensidad adecuada, o sea, que provoque una seria alteración de
la personalidad del afectado, y
a.2) Dicha alteración debe tener cierta duración en relación
a la vida de la víctima, ha de extenderse por un lapso notorio
en el tiempo; de no ser así, se trataría de un enfermedad. Por lo
menos ha de ser superior a 30 días, que en nuestro sistema es el
período límite de la enfermedad o incapacidad laboral inherente
323
Cfr. Etcheberry, D. P., t. III, p. 93.
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PARTE ESPECIAL
c) Impotente
Cuando las lesiones inferidas a la víctima la dejan impotente,
se presenta este tipo de lesión gravísima. Es suficiente que el
ofendido haya sufrido una afección que lo deje impotente para
324
Cfr. Labatut, D. P., t. II, p. 189; Etcheberry, D. P., t. III, p. 94; Bustos,
Grisolía, Politoff, op. cit., pp. 298-299.
325
Soler, op. cit., t. III, p. 149.
326
Comisión Redactora, sesión Nº 81, de 8 de mayo de 1872.
327
Pacheco, op. cit., t. III, pp. 54-55.
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328
Cfr. Labatut, D. P., t. II, p. 189; Etcheberry, D. P., t. III, p. 94; Bustos,
Grisolía, Politoff, op. cit., p. 301.
329
Véase párrafo 15.4.A.
330
Cfr. Bajo Fernández, op. cit., p. 180.
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331
Lo sostiene el profesor Etcheberry, D. P., t. III, pp. 94-95.
332
Bustos, Grisolía, Politoff, op. cit., pp. 277 y ss.
333
Cfr. Bustos, Grisolía, Politoff, op. cit., p. 278.
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e) Notablemente deforme
El art. 397 Nº 1 hace referencia a la lesión que provoca una
deformidad notable en la víctima; debe cumplir al efecto con
dos condiciones: causar deformidad y que ésta sea notable, todo
ello sin perjuicio que ha de tener también permanencia, en la
forma que se ha dejado establecido en las hipótesis ya comen-
tadas, lo que no exige –como también se ha anotado– que sea
irreversible.
Por deformidad debe entenderse cualquiera alteración de na-
turaleza estética que afecta al sujeto pasivo, se vincula con una
alteración ostensible de las condiciones físicas externas del indivi-
duo. De consiguiente, quedan marginadas las afecciones que no
permiten un buen funcionamiento del cuerpo o de un órgano,
como la inmovilidad de un brazo o de una pierna. Se refiere a
desfiguraciones de orden físico y no psíquico, aunque tampoco
debe equipararse a fealdad, ello sucederá generalmente, pero
deformidad no es lo mismo que fealdad.334 Un rostro se deforma
si queda con una permanente mueca de risa, que objetivamente
no afecte a su belleza.
334
Soler, op. cit., t. III, p. 151.
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PARTE ESPECIAL
335
Legislaciones como la argentina limitan esta calificación sólo a la de-
formación del rostro (Soler, op. cit., t. III, p. 151).
336
Muñoz Conde, op. cit., p. 86.
337
Bustos, Grisolía, Politoff, op. cit., p. 303.
338
Bustos, Grisolía, Politoff, op. cit., p. 303.
339
Bustos, Manual, p. 76.
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340
Cuello Calón, op. cit., t. II, p. 530, nota 7; Etcheberry, D. P., t. III,
p. 96.
341
Cfr. Bajo Fernández, op. cit., p. 181; Etcheberry, D. P., t. III, p. 96;
Bustos, Grisolía, Politoff, op. cit., p. 295.
342
Bajo Fernández, op. cit., p. 181.
343
Cfr. Etcheberry, D. P., t. III, p. 96.
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344
Opinan en contra de lo sostenido Bustos, Grisolía, Politoff, op. cit.,
p. 307.
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345
Cfr. Bustos, Grisolía, Politoff, op. cit., p. 314. En contra, Etcheberry,
D. P., t. III, p. 90, para quien las lesiones deben quedar comprendidas en la
hipótesis de “herir”, “golpear” o “maltratar”.
346
En el artículo 14 de la Ley de Violencia Intrafamiliar, Nº 20.066 (7-
10- 2005), crea el delito de maltrato habitual, que define como el ejercicio de
violencia física o psíquica respecto de alguna de las personas referidas en el
artículo 5º de la citada ley (cónyuge o conviviente del ofensor pariente por
consanguinidad o afinidad en toda la línea recta o en la colateral hasta el ter-
cer grado del ofensor o de su cónyuge o conviviente) y sanciona con la pena
de presidio menor en su grado mínimo, a menos que constituya un delito de
mayor gravedad, alternativa en que se aplicará la pena de este último delito. La
habitualidad se apreciará según el número de actos realizados, la proximidad
temporal de ellos, siendo indiferente que dicha violencia se haya empleado
en contra de la misma o diferente víctima; excluidos los actos anteriores que
hayan sido objeto de sentencia condenatoria o absolutoria. Estos hechos solo
pueden ser investigados por el fiscal sólo si el Juzgado de Familia le ha remitido
los antecedentes respectivos.
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PARTE ESPECIAL
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PARTE ESPECIAL
175
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350
Opinan en sentido distinto Bustos, Grisolía, Politoff, que piensan que una
interpretación analógica bonam partem llevaría a limitar el art. 400 en cuanto sólo
se aumenta en un grado la pena correspondiente según la naturaleza y accidentes
del delito, como lo señala el art. 13; de no ser así, podría tal relación considerarse
como atenuante, conforme a esta última disposición (op. cit., p. 319).
351
Supra párrafo 6.4. c).
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PARTE ESPECIAL
Varios son los problemas que plantean estos delitos que aquí nos
limitaremos a comentar en sus líneas fundamentales.
Primeramente se estudiarán la autolesión y el consentimiento de
la persona lesionada. En seguida se hará referencia a la actividad
médica y a la actividad deportiva.
A. Consentimiento. Autolesión
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352
Cfr. Ranieri, op. cit., t. I, pp. 203-204.
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B. La actividad médica
353
Cfr. Bustos, Grisolía, Politoff, op. cit., p. 257.
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354
Carlos María Romeo Casabona. El médico ante el Derecho, Madrid, 1985,
p. 3.
Romeo Casabona, El Derecho y la bioética ante los límites de la vida humana,
355
Madrid, 1994, p. 3.
356
En el Código Penal de España de 1995 se sanciona como delito la
“creación de seres humanos idénticos por clonación u otros procedimientos...”,
en el Nº 2 del art. 161.
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358
Cfr. Muñoz Conde, op. cit., p. 80; Romeo Casabona, El médico ante el
Derecho, p. 54.
359
Cfr. Bustos, Grisolía, Politoff, op. cit., p. 257.
360
En ese sentido, Bajo Fernández, op. cit., pp. 163-164.
361
Cfr. Etcheberry, D. P., t. III, p. 27.
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362
Cfr. Bustos, Grisolía, Politoff, op. cit., pp. 251-262.
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363
Cfr. en principio, Cousiño, D. P., t. II, p. 531.
364
Novoa, D. P., t. I, pp. 406-407.
365
Bustos, Grisolía, Politoff, op. cit., p. 206.
366
Cousiño, D. P., t. II, p. 533.
184
PARTE ESPECIAL
Los principios que rigen este precepto son análogos a los comen-
tados al estudiar el homicidio en riña,367 de modo que todo lo allí
expuesto respecto de lo que se entiende por riña y su naturaleza,
se da por conocido y aplicable a los arts. 402 y 403, que tratan de
las lesiones causadas en riña o pelea y cuyo autor no se ha podi-
do determinar. La primera de esas disposiciones se refiere a las
lesiones graves, en sentido amplio, y la segunda a las lesiones de
mediana gravedad. De consiguiente, si se infieren lesiones leves
en una riña y no consta su autor, se aplican las reglas generales.
De modo que si en una riña se causa a uno de los intervinientes
lesiones gravísimas o simplemente graves, y no se puede determinar
quién fue su autor, corresponde aplicar el art. 402, que expresa:
“Si resultaren lesiones graves de una riña o pelea y no constare su
autor, pero sí los que causaron lesiones menos graves, se impondrán
a todos éstos las penas inmediatamente inferiores en grado a las
que les hubieren correspondido por aquellas lesiones.
No constando tampoco los que causaron lesiones menos graves,
se impondrán las penas inferiores en dos grados a los que apa-
rezca que hicieron uso en la riña o pelea de armas que pudieron
causar esas lesiones graves”.
Si en la riña se causaron lesiones menos graves, se ha de estar
a lo dispuesto por el art. 403: “Cuando sólo hubieren resultado
lesiones menos graves sin conocerse a los autores de ellas, pero sí a
los que hicieron uso de armas capaces de producirlas, se impondrá
a todos éstos las penas inmediatamente inferiores en grado a las
que les hubieran correspondido por tales lesiones.
En los casos de este artículo y del anterior, se estará a lo dis-
puesto en el 304 para la aplicación de la pena”.
En general, se sanciona con la pena que corresponde al delito
de lesiones graves o menos graves, según corresponda, rebajada
en los grados que se precisan, a los terceros que participaron en
la pelea o riña y que se encuentran en las situaciones indicadas
en las disposiciones transcritas.
367
Supra Nº 10.
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a) Aspectos generales
Es una figura penal de reciente creación, incorporada en forma
un tanto extraña en el párrafo de los delitos de lesiones, por la
Ley Nº 19.047, publicada el 14 de febrero de 1991, que agregó
el art. 403 bis al Código Penal, cuyo tenor es el siguiente: “El que
enviare cartas o encomiendas explosivas de cualquier tipo que afecten
o puedan afectar la vida o integridad corporal de las personas, será
penado con presidio mayor en su grado mínimo”.
El bien jurídico amparado por este delito puede ser dudoso,
pues el legislador lo ubicó entre los delitos de lesiones, o sea,
aquellos que protegen la salud y la integridad corporal, lo que
llevaría a pensar que ése es el bien jurídico protegido. Pero también
alude a la posibilidad de que con el envío se atente en contra de
la vida de las personas, circunstancia que –con el criterio que al
parecer se tuvo cuando se legisló– podría haberlo ubicado entre
los delitos de homicidio.
Parece ser que, a pesar de la ubicación de esta figura, el bien
jurídico es la seguridad de las personas, respecto de su vida o de su
integridad física, está excluida la salud mental, por lo tanto (como
podría suceder con una encomienda o una carta cuya explosión
se dirija a causar pánico, pero que no ponga en peligro la vida
o el cuerpo).
Se trata de un delito de peligro concreto, porque es suficiente la
remisión de la carta o encomienda para que el tipo se dé, siempre
que realmente tenga potencialidad (o idoneidad) para poner
en peligro la vida o salud de una o más personas determinadas
o indeterminadas.
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PARTE ESPECIAL
c) Tipo subjetivo
Se satisface con el conocimiento de quién remite la carta o en-
comienda, que ésta es explosiva y que puede poner en peligro
la vida o integridad física de cualquiera persona, mas la decisión
de enviarla no requiere que persiga o quiera matar o lesionar,
de modo que procede el dolo eventual, además del directo. La
culpa queda excluida, si por falta del cuidado esperado se remite
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DERECHO PENAL
e) Concursos
La sanción que tiene este delito –presidio mayor en su grado mí-
nimo– es equivalente a la pena del delito de lesiones gravísimas,
superior a las que corresponden a las mutilaciones y equivalente
a la del homicidio y de la castración en su grado inferior. El resul-
tado muerte, lesión o mutilación quedaría abarcado por el tipo,
en tanto señala como posibilidad “que afecten o puedan afectar
a la vida o integridad corporal”. De manera que si se concreta
alguno de los resultados recién aludidos (muerte o lesiones), se
presentaría una situación de concurso aparente de leyes entre las
referidas figuras y la del art. 403 bis. Conforme al principio de
consunción, se resolvería en la aplicación preferente del art. 403 bis,
porque el desvalor de esta acción consumiría el resultado lesiones,
mutilaciones (salvo la castración), lesiones leves, de mediana gra-
vedad y simplemente graves; pero no se daría la misma situación
tratándose de muerte o castración, porque el delito de resultado
consume el desvalor del de mero peligro, prefieren, en conse-
cuencia, los tipos de parricidio, homicidio y castración.
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