Está en la página 1de 11

Al respecto, Aníbal Quijano, a partir de una perspectiva descolonial, define que “la dominación

es el requisito de la explotación y la raza es el más eficaz instrumento de dominación que


asociado a la explotación, sirve como clasificador universal del actual patrón mundial de poder
capitalista”

Esta clasificación se basa en la comparación con la otredad no blanca y la jerarquización de los


grupos humanos. Así, se identifican las determinantes sociales que le dieron origen y la
significación hegemónica que subyace en la “raza”.

Ello conduce a otra definición clave: ¿Qué es el racismo? En tal dirección, Quince Duncan,
concibe al racismo como proceso que suprime y excluye a un sector de los seres humanos
(2015: 210). Es una opresión basada en la supuesta existencia de “razas” y la inferioridad de
unas sobre otras, sobre la base del modelo hegemónico de “blanquitud” y la visión subalterna
de la “negritud” y otras poblaciones no “blancas”. Se trata de un racismo estructural de larga
data, que asentó el colonialismo, el esclavismo y el sexismo, en todas las esferas de la vida
social. Un racismo que se reproduce bajo fórmulas nacionalistas “criollas” y globales. Ante él
resulta insuficiente esta Declaración del Decenio Internacional de los pueblos
afrodescendientes, en lo adelante el Decenio.

En este contexto, sigue latente la polémica acerca del uso de los términos afrodescendientes o
negros/as. El concepto de negro, descalificatorio y despectivo, ha sido objeto de resignificación
como parte de los posicionamientos identitarios que presuponen la lucha antirracial, como
acción política: la “negritud” deviene en reafirmación de subjetividades. Este tema es
recurrente en Ochy Curiel (2007). No obstante, el concepto de afrodescendiente profundiza la
senda de deconstrucción epistémica con vistas a la acción política, cuando reconceptúa la
“raza”, ya no apelando a lo fenotípico, sino como referente de ascendencias y descendencias
vinculado al concepto de auto-identificación como pueblo afrodescendiente. En esta dirección
se ha valorado en calidad de una nueva manera de afrontar la historia de nuestros pueblos
(Valero y Campos, 2015); de entenderla y narrarla; de historizar y resignificar el legado
africano. Sin embargo, el concepto limita la comprensión de la diversidad étnica cultural, y
clasista; por lo que a juicio de la autora debe asumirse en plural como afrodescendencias, dada
la alta heterogeneidad social que la caracteriza.6

En torno al blanqueamiento, es ilustrativa la experiencia argentina. Al respecto, Verónica


Engler, analiza por qué la desaparición afro en la Argentina es un mito:

¿Por qué el mestizaje va a hacer desaparecer a la población afro? Porque está la idea del
blanqueamiento, porque se supone que cuando un afro se mezcla con un no afro, gana el no
afro, y la descendencia deja de ser afro, es esta idea que tenemos de cómo se va construyendo
lo blanco en la Argentina. Pero estos mitos no dejan de reproducirse. El tema de la
desaparición empieza en el colegio, en los manuales escolares, en cómo las maestras y los
maestros niegan cualquier tipo de posibilidad de ancestros afro en los niños. Hay todavía
chicos que en la escuela son enviados a la Dirección por decir que son afroargentinos, porque
se supone que mienten. Entonces, son estos “otros” a los que se designan desaparecidos,
cuyos descendientes no encuentran resquicios de reconocimiento. (2017: 2)

En ocasiones, recordando el pasado esclavista, el blanqueamiento deviene en exterminio


físico, ahora por otros métodos, más selectivos y de alto impacto sociodemográfico, como es el
caso de los jóvenes negros en Brasil.10 También, otra variante es extranjerizar lo negro,
desarraigarlo, tornarlo invisible comportamiento manifiesto en países como Argentina,
Uruguay e incluso México
afrodescendientes como centro y reivindicar su historia y cultura. Deben ser los protagonistas
del diseño de las políticas públicas. A su vez las políticas deben impulsar su desarrollo desde el
reconocimiento del punto de partida de dicha comunidad y de la heterogeneidad que
encierran a su interior. En conclusión, el Decenio ideal debe reconocer todo el aporte que la
cultura afro ha dado a la humanidad y apostar por un mundo más inclusivo, donde realmente
exista una articulación entre los pueblos y las entidades gubernamentales, cuando estas
últimas cumplan las promesas y pongan en práctica políticas públicas efectivas diseñadas
desde y con el pueblo.

En ellas, subyace la idea del Decenio como oportunidad para repensar(se) no solo a las
políticas, movimientos, activismos sociales, liderazgos, creencias y estereotipos sociales, sino a
lo interno, a sí mismas, con lo que asumen el reconocimiento en la dimensión activa de
reconocerse. Esta valoración tiende a ser predominante en amplios sectores y también
referentes de política pública en este campo. Al respecto, Mireille Fanon-Mendès-France,11
señala esa oportunidad enmarcada en la promoción, el respeto, el conocimiento, el
fortalecimiento y la protección de al menos tres cuestiones fundamentales que acotan los
objetivos específicos del Decenio:

- Los derechos humanos y libertades fundamentales de los afrodescendientes. - La diversidad


de la herencia y la cultura de los afrodescendientes y de su contribución al desarrollo. - Los
marcos jurídicos nacionales, regionales e internacionales con arreglo a la Declaración y el
Programa de Acción de Durban y la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las
Formas de Discriminación Racial, y asegurar su aplicación plena y efectiva (2015: 4). Pero, los
derechos, exigen un análisis contextual, en tanto deben articularse con las estructuras
económicas, políticas, éticas y culturales que le sirven de base, a través de las cuales se
ejercitan. Para ello no alcanza la Declaración del Decenio. Esta es la diferencia definitoria de la
propuesta descolonial, contrahegemónica por naturaleza. Resalta el imperativo de concientizar
y promover la lucha contra el racismo. Es común la idea de la articulación de esta lucha con
otras, frente a las diversas formas de desigualdad y discriminación social. En el plano
epistémico está latente la polémica acerca del término afrodescendientes y sus implicaciones
políticas. El papel de los Estados y su débil asunción de los compromisos del Decenio
constituye una de las apreciaciones que enmarcan los peligros del Decenio. Justamente, esa
aspiración de unidad y articulaciones está en la base de la interseccionalidad, categoría con
que irrumpe Crenshaw desde el feminismo negro (1991). La interseccionalidad, en el plano
político, representa un sistema de múltiples opresiones. En el plano teórico metodológico,
implica el entrecruzamiento de los principales marcadores de desigualdad e injusticia social:
“raza”, etnia, clase, género, generación, sexualidades, territorios y cuerpos; en busca de
reflexionar e incidir sobre los procesos de producción de las desigualdades sociales, las
discriminaciones, las injusticias de género y el racismo. En este sentido, constituye una
deconstrucción, no solo desde lo epistémico sino, especialmente, en lo sociopolítico, pues,
como afirma Bidaseca “revela lo que no se ve cuando categorías como género y raza se
conceptualizan como separadas unas de otras” (2015: 120). En lo estratégico, la
interseccionalidad es un factor contribuyente a la construcción de alianzas con poblaciones y
grupos sociales, que son objeto de discriminación y opresión, cuyas luchas por una sociedad
más justa confluyen. Se impone la reflexión acerca de por qué es necesario ir más allá del
Decenio. La respuesta inmediata es que el Decenio es solo un punto de partida, no de llegada,
pues plantea nuevos desafíos:
Y cuando el sol amanece tememos que no permanezca en el cielo, cuando el sol se pone
tememos que no vuelva a salir al alba, cuando nuestro estómago está lleno tememos el
empacho, cuando está vacío tememos no volver a comer jamás, cuando nos aman tememos
que el amor desaparezca, cuando estamos en soledad tememos no volver a encontrar el amor,
y cuando hablamos tememos que nuestras palabras no sean escuchadas ni bienvenidas, pero
cuando callamos seguimos teniendo miedo. Por eso, es mejor hablar recordando que no se
esperaba que sobreviviéramos. Aundre londre.

Qué es?

A través de un espacio de articulación y empoderamiento se conmemorará el rol de las


mujeres afrodescendientes  en  la construcción de sociedades democráticas, equitativas,
justas, multiculturales, libres de racismo, sexismo y de exclusión. El día Internacional de las
mujeres afrodescendientes nace el 25 de julio de 1992 (lee la nota: Por qué se celebra el día
de la Mujer Afrodescendiente) donde mujeres negras de 32 países de América Latina y el
Caribe se reunieron en República Dominicana para definir estrategias de incidencia política
para enfrentar el racismo desde una perspectiva de género.

La Asamblea General de la ONU proclamó en su resolución 68/237 los años 2015-2014


como el Decenio Internacional para los Afrodescendientes, con el propósito de fortalecer la
cooperación nacional, regional e internacional en relación con el pleno disfrute de los
derechos sociales, culturales, civiles, económicos y políticos de las personas de ascendencia
africana, y su plena e igualitaria participación en todos los aspectos de la sociedad.

A pesar de todas estas adversidades, las mujeres negras luchan día a día para recuperar su
dignidad, y lo hacen a través de la resistencia contra la marginación que les es impuesta, en
el combate contra la pobreza y el racismo, y la conciencia adquirida a través de la militancia
organizada en los movimientos sociales.

¿Por qué ir?

Participa de este encuentro de mujeres liderando el Decenio Internacional


Afrodescendiente en la Argentina donde a través de los ejes Reconocimiento, Justicia y
Desarrollo se propone repensar y renovar el compromiso de las mujeres afro en el contexto
actual.

El 25 de julio de 1992 mujeres negras de 32 países de América Latina y el


Caribe se reunieron en República Dominicana para hacer visibles las luchas
y resistencia de las mujeres afro y definir estrategias de incidencia política
para enfrentar el racismo desde una perspectiva de género. A raíz de ese
encuentro, se instituyó el 25 de julio como Día Internacional de la Mujer
Afrodescendiente, también conocido como Día de la Mujer Afrolatina,
Afrocaribeña y de la Diáspora.
Desde hace más de 500 años que hombres y mujeres de origen africano habitan
el territorio que hoy es la Argentina  (lee la nota El origen afro de la Argentina).
Durante el siglo XIX se quiso constituir como una nación blanca y
homogénea creando el mito de la desaparición de la población
afrodescendiente producto de las guerras y la fiebre amarilla. Pero las y los
hijos de los esclavos y de las diversas migraciones que comenzaron a partir de
1920 están en las calles, en los pueblos, en las ciudades del país y son hoy las
mujeres organizadas quienes alzan la voz para erradicar las violencias raciales
que perviven desde la época de la colonia, y visibilizar y combatir las
desigualdades étnicas, económicas y sociales, que se agrandan y se expanden
sobre las mujeres afrodescendientes.

Las protagonistas
Denise Brazão, Lisa Montaño Ortíz, Lisset González Batista y Colleen Fitzgerald
son mujeres, artistas, profesoras, periodistas, activistas, investigadoras
afrodescendientes que viven en Argentina.  Como un rompecabezas, van
reconstruyendo sus historias, entretejiendo opiniones sobre el patriarcado, la
desigualdad étnica, las conquistas, luchas y desafíos que comparten las mujeres
afro en todos los puntos del planeta.

Denise Brazão
Nació en Mina Gerais, Brasil. Es la primera en su familia que logró acceder a la
universidad. Hoy es magister de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA,
rompiendo con el rol asignado por generaciones a las mujeres de su familia: el
de ser empleadas domésticas.
“Ser mujer afro es resignificar, es resistir  y luchar contra las tres cosas que
oprimen: las desigualdades de género,  las étnico-raciales y de clase.
Todos los días nos tenemos que rehacer de los racismos que sufrimos, de
las miradas agresivas, del maltrato de la gente en la calle, de que te
digan “no” cuando buscas trabajo por ser mujer negra migrante". Denise
Brazão

(Denise Brazão)

Lisset González Batista


Es docente y licenciada en estudios culturales y especialista en género y
comunicación. Nació en Cuba y está convencida de que la educación es la
herramienta para romper con los preconceptos, estereotipos y falsas creencias
que se asignan a la imagen de las mujeres afrodescendientes.

"En los espacios "normales", donde la sociedad se desenvuelve, es difícil


ver a una mujer negra, incluso en los centros laborales que no sean
restaurantes ni trabajos domésticos o de servicios a otras personas.
Siempre sus lugares están relacionados con la servidumbre. Este es uno
de los desafíos que enfrenta la mujer afrodescendiente. Poder ubicarse en
sus lugares laborales atendiendo a su capacidad intelectual, hay muchas
que no están donde tendrían que estar. Cuesta mucho atravesar esa
barrera de racimo estructural, porque es un racismo que está
institucionalizado, o “casi legislado”, porque pasa por la subjetividad de
las personas que están en los puestos de toma de decisiones, de no
permitir, de no dejar que las personas negras puedan acceder a puestos
acordes a su capacidades. Y por supuesto, a todo eso lo atraviesa el tema
del patriarcado, del sexismo y la discriminación racial que existe". Lisset
González Batista.
(Lisset González Batista)

Lisa Montaño Ortíz


Nunca se imaginó que obtendría un título universitario como periodista. Nació
en Cali, Colombia, en una familia muy humilde sostenida por mujeres. Vive en
Argentina hace ocho años y en 2017 recibió el premio Lola Mora por transmitir
una imagen positiva de la mujer negra libre de los estereotipos de género,
promover la igualdad de oportunidades y derechos.

“Estoy radicada en la Argentina hace siete años y aún debo explicar mi


cabello y mi cuerpo. Aún sigo siendo la única en las aulas de clase. Aún
no hay periodistas afrodescendientes en los medios de comunicación que
no tengan una participación estereotipada y grotesca. Puede parecer
increíble, pero aún muchos creen que solo estamos dadas para el servicio
o complacer al hombre o para el folclor. Cuando eres profesional, cuando
ocupas espacios que antes nos fueron negados y sabes expresar tu ideas
y defiendes tu postura, eso no cae muy bien. Muchos se rehúsan a
aceptar que la actitud de sumisión no esté implícita en una mujer negra. Y
la mujer afro siempre fue fuerte, luchadora, dirigente, trabajadora y
defensora de sus derechos”. Lisa Montaño Ortíz.

(Lisa Montaño Ortíz)

Colleen Fitzgerald
Su madre nació en Liberia y es la primera generación de migrantes. Colleen es
ciudadana estadounidense y en 2012 se mudó a Argentina para desarrollar su
carrera artística. Las artes escénicas la apasionan y sus obras remiten a sus
orígenes africanos y a las mujeres que marcaron su vida: su abuela, su madre,
sus hermanas y luchadoras como Angela Davis o Nina Simone.

"Los prejuicios y estereotipos abundan en todos los espacios que


atravesamos, lo experimenté durante toda mi formación en el contexto de
la universidad. Todos los profesores son blancos, y lo que aprendes no
reflexiona sobre tu cultura. La historia de los afro está excluida en la
universidad". Colleen Fitzgerald.
(Colleen Fitzgerald)

Sobre el feminismo
“El término feminismo fue creado por mujeres de clase media, blancas, europeas.
Me interesa que el feminismo tenga en cuenta las especificidades de la mujer
negra, de la historia de lucha de la mujer negra. La mujer negra ha estado
históricamente en una posición aún más desventajosa por el hecho simple de la
esclavitud, y ha sido víctima de explotación, vejaciones y humillaciones. Es
importante tener en cuenta esta especificidad: de dónde venimos, cómo hemos
sido tratadas por la historia y cuál ha sido nuestro papel". Lisset González
Batista
“Estamos resignificando la palabra, porque existen muchos feminismos y
perspectivas distintas. El feminismo es una palabra que abarca la lucha en favor
de mejoras para el género, y si pensamos de esa manera estamos dentro de un
contexto de lucha de género, pero también de   un contexto de lucha étnico racial.
La academia, la política son espacios de poder blanco, entonces nosotras nos
preguntamos muchas veces qué espacios nos pertenecen. Y ese espacio que nos
pertenece es todo y al mismo tiempo nada, porque hay un rechazo de la
presencia del cuerpo de la mujer afro, que es un cuerpo estigmatizado, más que el
cuerpo del hombre afro. Es un cuerpo híper sexualizado, entonces muchas veces
cuando estamos en un espacio político, como por ejemplo una academia o un
debate, muchas veces somos minimizadas o nos interpelan desde este lugar
“ustedes son lindas, no deberían estar acá, deberían ser modelos". Nosotras
estamos luchando para tener ese el lugar, ese espacio en esa gran arena de
poder. Queremos hablar por nosotras, queremos estar y decidir sobre nuestros
cuerpos y no queremos que nuestras compañeras blancas decidan por nosotras
tampoco. Ese es el espacio que estamos reivindicando: un feminismo que sea anti
racista y anti xenofóbico". Denise Brazão.

Las conquistas
"Las mujeres negras cada vez más han alzado sus voces. Hay un interés por que
no sean los otros los hablen por nosotras. Siempre hubo una situación
problemática para las mujeres y para las personas negras en general, que es el
estar atravesadas por la invisibilización y el silenciamiento de nuestra historia.
Hoy existe una reivindicación que nos convoca a contar nuestra historia, a hablar
de nuestra experiencia con nuestras propias voces, me parece que eso ha sido uno
de los logros que hemos obtenido y por los cuales hay que seguir
luchando". Lisset González Batista.

"En Buenos Aires las mujeres afros nos estamos encontrando. Estamos
intentando recuperar nuestras raíces y nuestras historias. Nos reunimos y
esos encuentros nos curan cuando podemos hablar de nuestras
problemáticas con nuestras compañeras, intercambiar y pensar juntas
propuestas de políticas afirmativas, pensar juntas propuestas para mejorar
nuestras condiciones laborales y educacionales. Este grupo está creciendo
cada día y somos un punto de referencia para otras mujeres afro, un
punto de encuentro y un punto de resistencia en la Ciudad de Buenos
Aires". Denise Brazão.
"Nosotras estamos visibilizando lo que el Estado no ha querido. Estamos
organizadas, preparadas y capacitadas para desempeñarnos en cada esfera de la
sociedad. Estamos resignificando a nuestros ancestros y sacando a la luz sus
nombres, su vida y obra. Que en el CENSO 2010 se haya incluido la variable afro
es muy importante para saber cómo está conformada hoy la negritud residente
en el país. Si bien sabemos que estamos aquí, los descendientes de los/as
esclavizados, los/as hijos de migrantes y las corrientes migratorias voluntarias,
necesitamos cifras concretas". Lisa Montaño Ortíz.

"Mi mudanza a la Argentina tiene mucho que ver con una decisión de
reconocerme y trabajar mis raíces afro en un país donde estas raíces están
invisibilzadas. La estética  argentina tiene mucho de la mirada blanca y
europea. Mi arte intenta revindicar la cultura afro, desde nosotras,
mujeres afrodescendientes haciendo arte sobre nosotras y ocupando
espacios con ese arte". Colleen Fitzgerald.
"Lo fundamental es insistir en la educación de las personas, porque siento q hay
mucho desconocimiento, desinterés, muchos preconceptos errados en el
imaginario y el inconsciente colectivo. Me parece que de la mujer afro se sabe
muy poco, que hay un halo de preconceptos, estereotipos y falsas creencias que
son muy difíciles de quitar en una sociedad como la argentina, donde se parte
de la premisa de que no hay negros, lo que es una falsedad total. Porque si
hubo esclavitud africana, necesariamente hubo descendencia. Los
afrodescendientes, las mujeres afrodescendientes y afroargentinas estamos acá,
caminando por las calles y aunque les pese a algunas personas, Argentina
también es afro". Lisset González Batista.

También podría gustarte