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Se puede decir que la razón principal de la invasión de los Estados Unidos de

America en Panamá fue la captura del General Manuel Noriega, gobernante de


facto de Panamá, quien era requerido por la justicia estadounidense acusado del
delito de narcotráfico, así como neutralizar las Fuerzas de Defensa de Panamá,
milicia bajo las órdenes de Noriega. La Asamblea Nacional le había concedido
poderes especiales a Noriega, al designarlo jefe del Gabinete de Guerra, al tiempo
que el militar declaró al país en estado de guerra contra los Estados Unidos de
América.
Tal acción fue utilizada como uno de los pretextos del gobierno estadounidense
para invadir el istmo.

Cabe destacar que Noriega mantuvo una relación de más tres décadas" con la
inteligencia de EE.UU. y fue clave en el manejo de la información sobre las guerras
civiles que sacudían a Centroamérica. Sin embargo, confiado con su relación con
Washington, empezó a hacer negocios especialmente con los cárteles de droga
colombianos, así como también abuso repetidamente de derechos humanos, lo
que llevó al Congreso de EE.UU. a poner fin a cualquier flujo de ayuda económica
o asistencia militar a Panamá en 1987.

Otra de las justificaciones usadas por el ex presidente de Estados Unidos de


America George H. W. Bush para autorizar la operación militar denominada “Causa
Justa” estaba basada en proteger la vida de los ciudadanos estadounidenses que
residían en Panamá. Los sucesos que llevaron a utilizar esta justificación fueron la
muerte del teniente Roberto Paz colombiano nacionalizado estadounidense, un
teniente de 24 años de edad, que falleció por un disparo en la nuca el 16 de
diciembre de 1989, luego de enfrentarse verbalmente con un grupo de batalloneros
de civil, en un retén, en la calle 26 de El Chorrillo. Los Los paramilitares
panameños, pertenecientes a los ‘Batallones de la Dignidad', creados por el
dictador, en ese tiempo general, Manuel Antonio Noriega, al ver que el carro se
apartó de la vía para evitar enfrentamientos, abrieron fuego.
Sería la muerte de este oficial, el último de una serie de incidentes menos trágicos,
la que serviría al presidente George Bush padre como “detonante” para ordenar la
invasión entre el 19 y el 20 de diciembre de 1989.

Sin embargo, la invasión venía planeándose ya desde hacía al menos un año,


según señalan historiadores e investigadores, como una de las posibilidades para
deshacerse del problema de Noriega y alcanzar otros objetivos estratégicos en la
región al final de la guerra fría.

El incidente, del que aún no se conocen todos los detalles, se produjo un día
después de que la Asamblea Nacional Panameña anunciara que su país estaba en
"estado de guerra" con EE UU y nombrara jefe de Gobierno al general Manuel
Antonio Noriega.

Esa tarde del 17 de diciembre de 1989, justo un día después de que Manuel


Antonio Noriega declarase que existía “un estado de guerra” con EU, Paz y
otros cuatro norteamericanos habían decidido ir a comer al Hotel Marriott
(hoy Sheraton), según la versión del Comando Sur de las fuerzas armadas de
EU estacionado entonces en Panamá.

La invasión a Panamá, en 1989, tuvo razones geopolíticas. Está claro. No


se trataba de capturar a Noriega sino de eliminar un aparente foco
disidente en la región centroamericana, potencialmente ‘peligroso’, no
tanto por su poder disuasivo sino por ‘descarrilarse’ y constituir un ‘mal
ejemplo’ para los demás.
Y un valor agregado. Al eliminar el ejército panameño no sólo se
reordenaban los poderes en el área sino que, además, se utilizaba a
Panamá como laboratorio de un nuevo modelo de guerra, mismo que se
aplicaría meses más tarde en la guerra del Golfo, y luego en Bosnia,
Afganistán e Iraq.

El combate al narcotráfico, controlado en Panamá por Noriega, por ese entonces


jefe de los cuerpos de seguridad englobados en la Fuerzas de Defensa, fue uno de
los motivos aludidos por el presidente George H.W. Bush (1989-1993) para
justificar la invasión.
 
Los otros fueron proteger a los ciudadanos estadounidenses en Panamá, después
de algunos incidentes con soldados norteamericanos, defender la democracia y
asegurar el cumplimiento de los tratados Torrijos-Carter, ratificados diez años
antes y que establecían un calendario para traspasar el Canal, controlado por
EEUU desde su construcción a comienzos de siglo, a manos panameñas en el
2000.

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