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Las 

cataratas del Niágara tienen su origen en un enorme glaciar canadiense que


se trasladó por el área oriental produciendo la glaciación de los Grandes Lagos
americanos y del río Niágara. Los grandes caudales de agua y la erosión de las
rocas crearon estas grandes cataratas que se sitúan entre EE.UU y Canadá.
La glaciación ocurrió hace unos 10.000 años, según los geólogos. No es de
extrañar que, después de tanto tiempo, hayan numerosas historias consideren el
lugar como mágico.

La leyenda dice que estas cascadas fueron descubiertas por las tribus indias,
quienes le tenían un alto respeto.  Creían que en la cueva estaba detrás de la
cascada Horseshoe Falls (en la parte canadiense), residía HE-NO, el Dios del
trueno.
Cuando el padre de la tribu dio la mano de su hija Lelawala a uno de los soldados,
ésta prefirió desobedecer las órdenes de su padre y abandonar el poblado.
Lelawala decidió entregar su alma al Dios del trueno. Cogió una de las canoas y
se tiró por la cascada. Según la leyenda, el Dios del trueno salvó su alma y ella
permanece junto a él en la catarata.
A los habitantes de Niagara City les encanta contar esta historia, que no deja de
ser más que un mito con el que pretenden justificar los milagros que, más
adelante, aquí sucedieron. Aunque, tras la conquista de América muchas
personas pensaron en tirarse por las cataratas para ganar dinero con la
hazaña y, la gran mayoría, acabó muriendo.

Los que se lanzaron por las


cataratas del Niágara
Dicen que el primer hombre que se tiró por ellas fue Sam Patch, en 1829. La
historia de este hombre acabó con un final feliz, igual que el de Annie Taylor, una
mujer de 63 años que, en 1901, loca por conseguir fama y dinero, decidió tirarse
por la Horseshoe Falls dentro de un barril de vino. Antes hizo pruebas con su
gato, que también logró sobrevivir. Días más tarde, ella misma se deslizó río
abajo. Su caso también gozo de éxito y su historia fue muy popular tras el salto.
Sin embargo, pocos años después murió arruinada.
Otra personalidad que ha pasado a formar parte de la historia de Niagara es el
francés Jean Francois Gravelet (El gran “Blondin”), el primer acróbata que en
1859 cruzó la Hoseshoe Falls por una cuerda sin caerse. Es de esperar que su
logro maravillase a todos los allí presentes. Otros acróbatas han intentado imitarlo
posteriormente, aunque las autoridades prohibió cruzar el salto de agua.
Actualmente, el funámbulo Nik Wallenda, record Guinness de recorrer en bicicleta
la cuerda más larga del mundo, ha conseguido el permiso de la Asamblea
de Nueva York para repetir esta hazaña prohibida.
Otras muchas de las historias de las Niagara Falls tienen que ver con accidentes y
sus supervivientes, que son los más recordados. Por ejemplo, el de dos hermanos
que salieron a dar una vuelta en lancha con un amigo y se les paró el motor del
bote estando muy cerca de la cascada. La corriente hizo volcar la embarcación. El
niño, de unos siete años, se precipitó por la Horseshoe Falls. El acompañante se
ahogó antes de caer y la niña fue rescatada por la gente que estaba en la orilla.
La fortuna, o el Dios del trueno para algunos, hizo que el niño fuera encontrado
aún vivo por los excursionistas del Maid of Mist que se encontraba en el río
Niágara. Al final, el fatídico día de navegación, acabó con un final semi feliz.
Aunque pocos son los supervivientes de esta caída. Desde hace unos años las
cataratas del Niágara se han convertido en uno de los lugares favoritos de los
suicidas. Según los autoridades de Niagara, cada año se tiran unas 25 personas
por las cataratas. Los turistas han inmortalizado en las cámaras a muchos de
ellos.  El hombre del vídeo, tras perder todo su dinero en el casino del Niágara
canadiense, decide tirarse por la catarata. En el último momento se arrepiente y
un equipo de rescate logra atraparlo. Historias como estas, obviamente hay un
montón, aunque estas son las más conocidas, ya que algunas de ellas se cuentan
en el documental Niagara: Legends of Adventure que se emite durante la visita
a las cataratas del Niágara, al menos en el lado norteamericano. 

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