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La leyenda dice que estas cascadas fueron descubiertas por las tribus indias,
quienes le tenían un alto respeto. Creían que en la cueva estaba detrás de la
cascada Horseshoe Falls (en la parte canadiense), residía HE-NO, el Dios del
trueno.
Cuando el padre de la tribu dio la mano de su hija Lelawala a uno de los soldados,
ésta prefirió desobedecer las órdenes de su padre y abandonar el poblado.
Lelawala decidió entregar su alma al Dios del trueno. Cogió una de las canoas y
se tiró por la cascada. Según la leyenda, el Dios del trueno salvó su alma y ella
permanece junto a él en la catarata.
A los habitantes de Niagara City les encanta contar esta historia, que no deja de
ser más que un mito con el que pretenden justificar los milagros que, más
adelante, aquí sucedieron. Aunque, tras la conquista de América muchas
personas pensaron en tirarse por las cataratas para ganar dinero con la
hazaña y, la gran mayoría, acabó muriendo.