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1° año
“El Extrañamiento”.
Año 2016
La Literatura es forma
En el afán de ver a la Literatura desde ella misma, con rigor científico y artístico, los
formalistas rusos defendían la autonomía literaria excluyendo a su creador y al tema.
Este estudio literario inmanente propuso una visión estética por considerar a la obra
literaria como formas encadenadas que rehúyen del lenguaje ordinario aun cuando se
empleen las mismas palabras; debido a que estas son seleccionadas y combinadas para
dar un golpe de knock out en la percepción del siempre incauto lector ante tamaña
sorpresa.
Entonces, el formalismo considera que la literatura se debe alejar de todas las áreas y
disciplinas que quieran mezclarse en pos de su análisis, como la psicología, la sociología, la
filosofía, la gramática, la lingüística o cualquier otra.
Su fin es la especificidad literaria que no queda allí y muere, sino que nos permite
extrañarnos ante nuestra propia vida y transitarla más realmente, sin la enajenación
rutinaria a la que estamos acostumbrados.
CORTÁZAR Y GIRONDO: RASGOS Y ACTIDUDES FORMALISTAS
Julio Cortázar y Oliverio Girondo traman una búsqueda experimental, proyectando
privilegiar una producción vanguardista para lograr lo estético, cambiando la literatura.
Debido a que su concepción del arte es desde adentro, es que los sujetos que habitan en
esta literatura, el estilo y el lenguaje se encuentran suspendidos en la pureza de los
recursos propios de la disciplina.
La mirada del lector opera como un viaje entre objetos y sujetos que se han automatizado.
En ambos, se observa la predominancia del rasgo semántico, ya que las palabras ocupan el
lugar de mayor importancia en el texto, es decir, el significado es el que le otorga sentido
a la poesía.
J. Cortázar.
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La Historia segunda, que subyace, la que Importa, la que es Crítica, nos dice:
El campesino es derrotado por sentirse campesino y actuar su vida desde ese papel (Él
sabe que es un campesino, o se lo hicieron saber)
Espera, acata la sugerencia con tono de orden del guardián, es sumiso por naturaleza
adquirida, no ve su verdadera esencia, la olvidó, lo asesinó la Ley.
“decide que le conviene más esperar” es subyugado por la trampa retórica y apariencia
amenazante del Guardián.
¿Cuándo?
Cuando se acribillan alumnos con notas inmirables, inescribibles pero se las imprime
igual…
Cuando se les dice esta puerta no la podes cruzar quizá porque te falte leer literatura,
ciencia o aceptar el cientificismo que te impongo, disfrazado de Verdad. Leer autores
aceptados y avalados y vistos como genios por ahora, o repetir mis o sus dichos…
Cuando el estudiante no es el protagonista principal y Hacedor del Conocimiento (su
creación y herencia) y artífice de la Historia, su historia, sino un objeto sin alma, un
autómata que sirve a una máquina inhumana.
“Estudiar es algo demasiado importante y vital como para dejarlo en manos de una
Institución académica. Estudiar es escribir, escribir es experimentar es enlazar la propia
vida con la historia, la historia es ser actual y consciente del pasado y del porvenir, aquí y
ahora para Benjamin es escribir, vivir, buscar, soñar, encontrar algo que valga la pena
seguir y seguir.
Lo dice por Kafka, cómo pudo zafar de tremenda máquina burocrática. Escribió, se salvó.
Fue lector y con esto quiso decir, un narrador, alguien que busca toda la vida
algo.
Marcelo ECKHARDT
Nada sacó de sus casillas al campesino, nunca vio que era un hombre libre.
Ante la ley
Franz Kafka
Ante la ley hay un guardián. Un campesino se presenta frente a este guardián, y solicita
que le permita entrar en la Ley. Pero el guardián contesta que por ahora no puede dejarlo
entrar. El hombre reflexiona y pregunta si más tarde lo dejarán entrar.
-Tal vez -dice el centinela- pero no por ahora.
La puerta que da a la Ley está abierta, como de costumbre; cuando el guardián se hace
aun lado, el hombre se inclina para espiar. El guardián lo ve, se sonríe y le dice:
-Si tu deseo es tan grande haz la prueba de entrar a pesar de mi prohibición. Pero
recuerda que soy poderoso. Y sólo soy el último de los guardianes. Entre salón y salón
también hay guardianes, cada uno más poderoso que el otro. Ya el tercer guardián es tan
terrible que no puedo mirarlo siquiera.
El campesino no había previsto estas dificultades; la Ley debería ser siempre accesible
para todos, piensa, pero al fijarse en el guardián, con su abrigo de pieles, su nariz grande y
aguileña, su barba negra de tártaro, rala y negra, decide que le conviene más esperar. El
guardián le da un escabel y le permite sentarse a un costado de la puerta.
Allí espera días y años. Intenta infinitas veces entrar y fatiga al guardián con sus súplicas.
Con frecuencia el guardián conversa brevemente con él, le hace preguntas sobre su país y
sobre muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes
señores, y, finalmente siempre le repite que no puede dejarlo entrar. El hombre, que se ha
provisto de muchas cosas para el viaje, sacrifica todo, por valioso que sea, para sobornar
al guardián. Este acepta todo, en efecto, pero le dice:
-Lo acepto para que no creas que has omitido ningún esfuerzo.
Durante esos largos años, el hombre observa casi continuamente al guardián: se olvida de
los otros y le parece que éste es el único obstáculo que lo separa de la Ley. Maldice su
mala suerte, durante los primeros años audazmente y en voz alta; más tarde, a medida
que envejece, sólo murmura para sí. Retorna a la infancia, y como en su cuidadosa y larga
contemplación del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de piel,
también suplica a las pulgas que lo ayuden y convenzan al guardián.
Finalmente, su vista se debilita, y ya no sabe si realmente hay menos luz, o si sólo lo
engañan sus ojos. Pero en medio de la oscuridad distingue un resplandor, que surge
inextinguible de la puerta de la Ley. Ya le queda poco tiempo de vida. Antes de morir,
todas las experiencias de esos largos años se confunden en su mente en una sola
pregunta, que hasta ahora no ha formulado. Hace señas al guardián para que se acerque,
ya que el rigor de la muerte comienza a endurecer su cuerpo. El guardián se ve obligado a
agacharse mucho para hablar con él, porque la disparidad de estaturas entre ambos ha
aumentado bastante con el tiempo, para desmedro del campesino.
-¿Qué quieres saber ahora? -pregunta el guardián-. Eres insaciable.
-Todos se esfuerzan por llegar a la Ley -dice el hombre-; ¿cómo es posible entonces que
durante tantos años nadie más que yo pretendiera entrar?
El guardián comprende que el hombre está por morir, y para que sus desfallecientes
sentidos perciban sus palabras, le dice junto al oído con voz atronadora:
-Nadie podía pretenderlo porque esta entrada era solamente para ti. Ahora voy a cerrarla.
FIN
Ante la ley es una metáfora, es estética, es arte, la justicia y la sumisión se acarician en
suaves toques perversos. Esa justicia que es mucho más que el sistema legal, que es todo,
el mundo como se nos presenta o como somos capaces de concebirlo, puede ser Dios,
puede ser un profesor en una escuela, puede ser un jefe en un trabajo, un padre, un par,
que se ponga en posición de guardián y no nos deje entrar a donde todo es como debería
ser para nosotros.
Es grotesco y perverso como el guardián le dice que acepta todo soborno para que no crea
que escatimó esfuerzos pero aun así le pone de manifiesto que no lo dejará “entrar”.
Actitud sumisa ante la vida. Obediencia servil y esclava. Un hombre que dejó de ser
hombre para ser un campesino.
Estimado Profesor… incauto lector, acérrimo Guardián del saber y del trabajo
institucionalizado de docente, aprobado socialmente.
Aquí en medio de géneros discursivos y tipos textuales, haciendo peripecias para cumplir
con los trabajos escolares, cercada por la lingüística, cayendo en el clásico Ades y
volviendo siempre de él. Pensando en dejar alguna materia o algunas o quizás tirarlo todo
por la borda como algunos o varios de mis compañeros. Lean y lean nos dicen nuestros
guardianes pero no nos alcanzan los ojos y la cabeza, menos el corazón, no somos
máquinas, más allá de que estemos en su era.
Se nos habló de la mujer fálica pero no del hombre vaginal, o mejor aún de seres que se
respeten y traten sin sometimiento, sin desprecio ni humillación, sino con una igualdad
benevolentemente justa, inteligente, tranquila, ese elevado valor, que debe venir como
base y principio de todo análisis y evolución de una especie.
Pero los campesinos hicimos silencio absoluto y el Guardián de turno lo notó, ante su
relato del Edipo femenino… una niña que esperaba que le creciera falo… ¡¿cómo podría yo
acatar esa ridícula y misógina orden y ayudar a que se perpetúe en la memoria genética
de mi humanidad?! … sólo silencio a veces nada más se puede dar… y esperar, pero no
como campesinos pasivos sino como PERSONAS rebeldes y lúcidas, pacientes, no pasivas,
el momento apropiado para poner las cosas en su lugar: lo eterno, la esencia, lo que no
fue capturado por los roles, desde allí expresarnos como fuego.
Pero ese no es el motivo por el cual le escribo, la causa son los gatitos, no paran de nacer y
cada vez somos más. Tal vez eso me haga dar a luz estas palabras unas tras otras y ud no
encuentre significado a mis problemas filosóficos existenciales.
Además todo esto de la monografía o texto crítico o vaya a saber qué término técnico
literario encasille el escrito que quiere, me está volviendo loca, después de todo, no soy
más que una Srta. en Trelew que no quiere ser una simplona copista como Akaki
Akákievich.
Aquí me tiene totalmente fuera de mis casillas… confío en que ud no se salga de ellas y
disculpe mi retórica informalmente formal. ¿Suicidio académico saliéndome de moldes?
¿Pretendiendo vencer, prescindir o eludir al guardián? ¿Haciéndolo perder su autoridad,
su PODER?
Soy Valiente hasta el punto de preferir perder la vida con dignidad y honor como los
héroes homéricos en lugar de llevar una vida superficial y sin sentido, políticamente
correcta.
El tema es que mi naturaleza es justa y cuestionadora de las cuestiones que importan y mi
PODER no lo cedo, no lo regalo, no declino a mi facultad, esa que me otorgó el Guardián
del Universo de ser quien Soy, y elegir no ser una esclava del mundo.
Poniendo énfasis en la forma, sin decir nada y diciendo todo a quien sabe leer, escribo
para escapar de los límites delineados. Escribo para aprender, escribo para sentir la vida a
flor de piel.
Estos gatitos y la perra no me dejan pensar… ¡debo atenderlos a todos! A los animales y a
los demás guardianes, sí porque no se lo comenté? Encontré la forma de atravesar varias
puertas de la ley simultáneamente, sí así como lo lee y a veces saltar por sobre todas
ellas, sobrevolarlas a todas.
De acuerdo con ud estoy en cuanto a asociarse a pares para atravesar puertas que por
derecho nos corresponden y lo aplico constantemente porque si bien hay una puerta
únicamente para cada uno, cada uno debe atravesar la suya. Es mejor encontrarla sin
perder mucho tiempo y se siente bien trabajar en equipo y obtener grandes logros, la
solidaridad es parte de la grandeza humana.
Algunos corren acelerados por respetar la ley y sus formas deformes y monstruosas para
mi gusto corren tropezándose por llegar a tiempo por cumplir con cada cosa que les dicen,
que establecieron para ellos, tiempos, esfuerzos… o esperan la vida entera y enseñan a
sus hijos a esperar vidas enteras, generación tras generación. Y me cuesta hacerlos
entender, tantos otros me ayudaron a llegar donde estoy, Ud. mismo lo hace y se lo
agradezco. Es que cuando nos reconocemos como pares y sacamos lo mejor de adentro,
nos volvemos gigantes, no hay guardián más grande que nosotros mismos, alcanzamos
nuestro destino.
¿Mi secreto? Bueno los secretos no se divulgan para que puedan ser secretos. Pero le
tiraré una pista, el comienzo del hilo de la madeja que todo crítico domina como la araña
que teje y desteje los más elegantes mantos. La anagnórisis ocurrió en mí: sucede que soy
un trozo de poesía encarnada en una Srta. en Trelew y me doy cuenta de ello.
Siento decepcionarlo, pero fue antes de que Ud. llegara a mi vida que lo noté. ¡Pero no se
alarme y que no le duela tanto! Ud. y otros guardianes benévolos perfeccionan mi vuelo.
Ahora disculpe, debo besar a una de mis gatas, Victoria, mi beba sabia y grandota, mi
“Historia sin fin”.
Se espera que juguemos el papel de alumnos, sin entusiasmo, sin vida, moldeados al
antojo de la Ley, que hagamos cientificismo y no ciencia, no se nos considera actores,
inventores y constructores, no se crea conocimiento y teoría nueva con nosotros, no se
nos considera presente y futuro, no se trabaja en equipo docente y estudiante y
estudiantes entre sí, se nos deja afuera de nuestra propia vida.
Una vez cometido este suicidio académico, escribiendo de otra forma, me doy por
satisfecha, vuelvo con mis gatos y mi perra, de fierro conmigo hasta el fin de los tiempos, y
“espero” su pronta respuesta favorable.