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FERNANDO ALBERTO CASTRO CABALLERO

Magistrado Ponente

STP16478-2018
Radicación n.° 101892

Acta 408

Bogotá D. C., diciembre trece (13) de dos mil dieciocho


(2018).

VISTOS

Procede la Sala a resolver la impugnación formulada


por el señor DANI ALBERTO BENAVIDEZ BENAVIDEZ en contra
del fallo proferido el 8 de noviembre de 2018 por la Sala
Penal del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá,
que negó por improcedente la solicitud de amparo elevada a
instancias del prenombrado frente al Juzgado 20 de
Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad de esa misma
Radicación n. º 101892.
Dani Alberto Benavidez Benavidez.

ciudad y el Juzgado Promiscuo del Circuito de Guaduas


-Cundinamarca, por la presunta vulneración al derecho
fundamental al debido proceso.

ANTECEDENTES Y FUNDAMENTOS DE LA ACCIÓN

1. Los presupuestos fácticos de la presente acción


constitucional fueron sintetizados en el fallo de primera
instancia, así:

«El 30 de agosto de 2007, el Juzgado Promiscuo del Circuito de


Guaduas, Cundinamarca, condenó a Dani Alberto Benavidez
Benavidez a la pena principal de cuatrocientos diez (410) meses de
prisión, a la accesoria de inhabilitación para el ejercicio de derechos y
funciones pública y a la privación del derecho a la tenencia y porte de
armas de fuego por un tiempo igual al de la pena principal de prisión,
por haber sido hallado autor responsable del punible de homicidio
agravado en concurso heterogéneo con fabricación, tráfico y porte de
armas de fuego o municiones, negándosele el beneficio de la
suspensión condicional de la ejecución de la pena y el sustituto de la
prisión domiciliaria.

Posteriormente, el sentenciado solicitó al Juzgado 20 de Ejecución de


Penas y Medidas de Seguridad de Bogotá el otorgamiento de la prisión
domiciliaria conforme a lo dispuesto en la Ley 750 de 2002, al
considerar que cumple con los presupuestos exigidos en la norma ya
que debe velar por el bienestar de sus progenitores, personas de la
tercera edad, y de sus hijos, menores de edad.

Así las cosas, el 28 de junio del año en curso el Juzgado 20 de


Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad de Bogotá resolvió negar
su solicitud. Además, mediante proveído del 27 de septiembre del
2018, el Juzgado Promiscuo del Circuito de Guaduas, Cundinamarca,
resolvió el recurso de apelación interpuesto por Dani Alberto Benavidez
Benavidez y decidió confirmar la decisión censurada.

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Radicación n. º 101892.
Dani Alberto Benavidez Benavidez.

Refirió el demandante que sus padres, mayores de edad y sus hijos,


se encuentran en grave estado de salud; en el Municipio en el que
residen no se cuenta con programas y colegios para personas con
discapacidad como su hijo; no cuentan con una vivienda digna, pese a
lo referido por el Juzgado 20 de Ejecución de Penas y Medidas de
Seguridad de Bogotá y el Bienestar Familiar no ha prestado la debida
atención a sus descendientes, motivos por los cuales se hace
indispensable su presencia en el hogar, con el objeto de ser un apoyo
para su familia.

En atención a lo anterior, cuestionó las decisiones de las autoridades


judiciales accionadas y solicitó se le conceda prisión domiciliaria».

TRÁMITE DE LA ACCIÓN

1. De la petición de amparo conoció la Sala Penal del


Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá que en
proveído fechado 25 de octubre de 2018 1 avocó el
conocimiento de la demanda, dispuso el traslado de la
misma a las autoridades judiciales cuestionadas y ordenó la
vinculación del Ministerio Público designado para el
Juzgado 20 de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad
de Bogotá, el Centro de Servicios Administrativos de los
juzgados de esa especialidad, el defensor del accionante, la
Defensoría del Pueblo, el COMEB “La Picota”, el INPEC, la
ESE Hospital Santa Bárbara del Municipio de Vergara
Cundinamarca y el Instituto Colombiano de Bienestar
Familiar, para que ejercieran sus derechos de contradicción
y defensa.

1
Ver folio 83 del Cuaderno Original Principal de Tutela de Primera Instancia.

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Radicación n. º 101892.
Dani Alberto Benavidez Benavidez.

2. La Defensora de Familia del Centro Zonal Villeta –


Regional Cundinamarca del Instituto Colombiano de
Bienestar Familiar, Blanca Nidia Carvajal Orozco 2, informó
de manera sucinta que revisado el sistema de información,
se pudo establecer que respecto de los hijos menores del
accionante no se ha adelantado proceso administrativo de
restablecimiento de derechos.

3. De otra parte, la asistente jurídica del Juzgado 20


de Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad de Bogotá,
Nury Esperanza Cervera Camargo3, en respuesta al
requerimiento efectuado, manifestó que, en efecto, ese
despacho judicial vigila el cumplimiento de la condena de
410 meses de prisión impuesta a DANI ALBERTO BENAVIDEZ
BENAVIDEZ, mediante sentencia proferida el 30 de agosto de

2007, por el Juzgado Promiscuo del Circuito de Guaduas –


Cundinamarca.

Luego de hacer un recuento de las diferentes


providencias dictadas al interior de esa actuación, refirió
que a través de auto del 28 de junio hogaño, el juzgado
negó una solicitud de otorgamiento de prisión domiciliaria
elevada por el sentenciado, con fundamento en la Ley 750
de 2002, decisión que fue objeto de apelación y remitida al
superior para lo de su competencia.

4. También acudió al trámite, Gustavo Eduardo


González Carreño, Defensor del Pueblo Regional Bogotá 4,
quien indicó que el señor DANI ALBERTO BENAVIDEZ
2
Ver folio 95 ibídem.
3
Ver folio 96 ibídem.
4
Ver folio 100 ibídem.

4
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Dani Alberto Benavidez Benavidez.

BENAVIDEZ no ha acudido a esa entidad para solicitar apoyo

o acompañamiento respecto de los hechos que relata en su


escrito de tutela.

5. A su turno, la Oficial Mayor del Centro de Servicios


Administrativos de los Juzgados de Ejecución de Penas y
Medidas de Seguridad de Bogotá, Diana Paola González
García5, afirmó que esa dependencia ha tramitado en forma
adecuada las peticiones presentadas por el accionante,
ingresando oportunamente al despacho sus solicitudes y
emitiendo los oficios y comunicaciones respectivas, de
manera que no ha vulnerado sus garantías fundamentales.

6. La titular del Juzgado Promiscuo del Circuito de


Guaduas – Cundinamarca, Andrea del Pilar Zárate Flórez6,
adujo que esa sede judicial ha respetado todas y cada una
de las garantías constitucionales de las que gozan las
partes al interior del proceso, por lo que solicitó desestimar
las pretensiones formuladas.

Precisó que “mediante providencia de 13 de septiembre de


2018, resolvió un recurso de apelación interpuesto por el accionante,
confirmándose la decisión adoptada por el a quo, dando como
argumento de solución el hecho de que si bien el accionante propone
una situación complicada vivida por sus menores hijos, hechos que
fueron corroborados por a visita domiciliaria que se le realizó al lugar
de residencia de los menores, también es cierto que dando aplicación a
lo dispuesto en el artículo 1 de la Ley 1750 de 2002, al haberse
establecido por parte del legislador que para los delitos de homicidio no

5
Ver folios 105 a 107 ibídem.
6
Ver folio 108 ibídem.

5
Radicación n. º 101892.
Dani Alberto Benavidez Benavidez.

procede el beneficio de prisión domiciliaria, la misma fue negada

ajustando lo decidido a derecho”.

7. Por último, tanto la Dirección General del INPEC,


como la del COMEB “La Picota”, alegaron falta de
legitimación en la causa por pasiva7.

SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

La Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito


Judicial de Bogotá, mediante fallo dictado el 8 de noviembre
de 20188, negó el amparo solicitado por el accionante, al
concluir que las decisiones adoptadas por las autoridades
accionadas, se encuentran ajustadas a derechos, por
cuanto los jueces en sus providencias solo están sometidos
al imperio de la ley, de manera que, como en el artículo 1º
de la Ley 750 de 2002, se consigna una prohibición expresa
de negar el sustituto penal cuando se trate de la comisión
del delito de homicidio, era procedente negar el pedimento
del actor.

Adicionalmente, el Tribunal a quo exhortó al


“Representante Legal y/o quien haga sus veces del ICBF dentro de las
cuarenta y ocho (48) horas siguientes a la notificación de este fallo,
verifique la situación de los menores Jimmy Alejandro Benavidez
Martínez y Cristian David Benavidez Martínez, realice el
acompañamiento al que haya lugar e informe a este despacho las
labores realizadas, en concordancia con lo expuesto en la parte motiva

de esta providencia”.

7
Ver folios 117 a 121 ibídem.
8
Ver folios 123 a 136 ibídem.

6
Radicación n. º 101892.
Dani Alberto Benavidez Benavidez.

IMPUGNACIÓN

El fallo de tutela de primera instancia fue comunicado


al accionante DANI ALBERTO BENAVIDEZ BENAVIDEZ, a través
de las autoridades carcelarias, según acta de notificación
personal del 14 de noviembre de 2018 9, y, como quiera que
no estuvo conforme con lo allí resuelto, manifestó en el acto
su intención de recurrir la decisión. Como consecuencia de
ello, la alzada fue concedida en auto del 15 de noviembre de
201810, por la Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Bogotá, tras establecer que fue presentada en
término; las diligencias fueron remitidas a esta Corporación
con Oficio T8-7544 del 16 de noviembre siguiente 11.

CONSIDERACIONES DE LA SALA

1. Siendo competente esta Sala conforme a las


previsiones establecidas en el Decreto 1983 de 2017,
modificatorio del Decreto 1069 de 2015 y en el Reglamento
interno de esta Corporación (Acuerdo n.° 006 de 2002), a
continuación resolverá la temática planteada al inicio de
esta providencia.

2. El artículo 86 de la Constitución Política establece


que toda persona tiene derecho a promover acción de tutela
ante los jueces con miras a obtener la protección inmediata
de sus derechos constitucionales fundamentales cuando
por acción u omisión le sean vulnerados o amenazados por
cualquier autoridad pública o por particulares en los casos
9
Ver folio 147 ibídem.
10
Ver folio 148 ibídem.
11
Ver folio 1 del Cuaderno Original Principal de Segunda Instancia.

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Dani Alberto Benavidez Benavidez.

previstos de manera expresa en la ley, siempre que no


exista otro medio de defensa judicial o, existiendo, cuando
la tutela se utilice como mecanismo transitorio para evitar
un perjuicio de carácter irremediable.

3. Para su procedencia se requiere el cumplimiento de


algunos requisitos, siendo uno de ellos y quizás el primero y
más elemental, la existencia cierta del agravio, lesión o
amenaza a uno o varios derechos fundamentales que
demande la inmediata intervención del juez de tutela en
orden a hacerla cesar, motivo por el cual la solicitud de
amparo debe contener un mínimo de demostración en
cuanto a la vulneración que afecta los derechos que se
quieren proteger, pues si no son objeto de ataque o
amenaza carece de sentido hablar de la necesidad de
amparo (Cfr. C.C.S.T-864/1999).

4. Expuesto lo anterior y una vez revisadas las


particularidades del caso concreto desde ahora la Sala
advierte que no es procedente el recurso de amparo
propuesto para sacar avante las pretensiones formuladas,
por manera que se confirmará la decisión de primera
instancia, por las razones que pasan a explicarse:

4.1. Como punto de partida, dado que la parte actora


invocó la protección del derecho al debido proceso, resulta
oportuno señalar que de conformidad con el artículo 29 de
la Constitución Política, tal prerrogativa «se aplicará a toda
clase de actuaciones judiciales y administrativas» y responde a una

sucesión ordenada y preclusiva de actos, que no son


solamente pasos de simple trámite sino verdaderos actos

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Dani Alberto Benavidez Benavidez.

procesales, metodológicamente concatenados en orden a la


obtención de su precisa finalidad, y por lo tanto, obedece a
unas reglas preestablecidas, las cuales de ninguna manera,
al arbitrio habrán de reemplazarse, puesto que se han
promulgado precisamente para regular la actividad del juez
y para preservar las garantías constitucionales de las partes
en litigio, de suerte que pueda llegarse a una determinación
acertada y legítima que haga posible la realización del
principio de justicia material (C.C.S.T-957/2011).

4.2. De otra parte, en razón a que la pretensión


principal de la demanda se orienta a dejar sin efectos unas
decisiones adoptadas al interior de un proceso penal, a
través de las cuales se le negó el beneficio de la libertad
condicional, debe recordarse que acorde con la doctrina de la

Corte Constitucional (Cfr. Sentencias: C-590 de 2005, SU-195 de 2012 y T-


137 de 2017, entre otras) la procedencia de la acción de tutela
contra providencias judiciales, solamente resulta
procedente de manera excepcional y, siempre que se
cumplan ciertos y rigurosos presupuestos de procedibilidad,
agrupados en (i) requisitos generales; y (ii) causales
específicas.

Los primeros que se concretan a: a) que la cuestión que se


discuta resulte de evidente relevancia constitucional; b) que se
hayan agotado todos los medios –ordinarios y extraordinarios–
de defensa judicial al alcance de la persona afectada, salvo que
se trate de evitar la consumación de un perjuicio
iusfundamental irremediable; c) que se cumpla el requisito de la
inmediatez, es decir, que la tutela se hubiere interpuesto en un
término razonable y proporcionado a partir del hecho que
originó la vulneración; d) que cuando se trate de una

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irregularidad procesal, debe quedar claro que la misma tiene un


efecto decisivo o determinante en la sentencia que se impugna y
que afecta los derechos fundamentales de la parte actora; e)
que la parte accionante identifique de manera razonable tanto
los hechos que generaron la vulneración como los derechos
vulnerados y que hubiere alegado tal vulneración en el proceso
judicial siempre que esto hubiere sido posible; y f) que no se
trate de sentencias de tutela.

Mientras que los segundos, implican la demostración de, por lo


menos, uno de los siguientes vicios: a) un defecto orgánico (falta
de competencia del funcionario judicial); b) un defecto
procedimental absoluto (desconocer el procedimiento legal
establecido); c) un defecto fáctico (que la decisión carezca de
fundamentación probatoria); d) un defecto material o sustantivo
(aplicar normas inexistentes o inconstitucionales); e) un error
inducido (que la decisión judicial se haya adoptado con base en
el engaño de un tercero); f) una decisión sin motivación
(ausencia de fundamentos fácticos y jurídicos en la
providencia); g) un desconocimiento del precedente (apartarse de
los criterios de interpretación de los derechos definidos por la
Corte Constitucional) y h) la violación directa de la Constitución.

4.3. Aplicando las premisas jurisprudenciales antes


expuestas al presente asunto, debe señalarse que en lo que
atañe a las exigencias de carácter general, se constata que:
(i) el caso resulta de relevancia constitucional, pues lo que
es objeto de debate es la posible afectación del derecho
fundamental al debido proceso ( art. 29 C.N.), generada
presuntamente por las decisiones judiciales que en primera
y segunda instancia negaron a la parte actora una solicitud
de concesión de prisión domiciliaria por ostentar la calidad
de padre de familia; igualmente, (ii) no existe otro medio
expedito de defensa judicial, toda vez que las providencias

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cuestionadas se hallan en firme; (iii) la demanda se


interpuso dentro de un término razonable, pues la última
de las decisiones cuestionadas data del 13 de septiembre de
2018, mientras que la presente acción fue admitida el 25 de
octubre del presente año; (iv) el actor identificó con
suficiencia los fundamentos fácticos, las pretensiones y los
derechos que considera vulnerados; y finalmente, (v) no se
discute por este cauce una sentencia de tutela.

5. Empero, este Cuerpo Decisorio no advierte la


concurrencia de los presupuestos específicos definidos por
la jurisprudencia constitucional para declarar la viabilidad
de la tutela contra decisiones judiciales, toda vez que del
examen de las providencias emitidas por los Juzgados 20 de
Ejecución de Penas y Medidas de Seguridad de Bogotá y
Promiscuo del Circuito de Guaduas –Cundinamarca, se
extracta que esos despachos judiciales resolvieron el asunto
sometido a su escrutinio de conformidad con las normas y
criterios jurisprudenciales que consideraron aplicables,
exponiendo de manera razonable y objetiva los argumentos
con base en los cuales concluyeron que no era viable
acceder a la pretensión del actor.

Frente a la solicitud encaminada al otorgamiento de la


prisión domiciliaria con fundamento en la Ley 750 de 2002,
se ha explicado que en punto de los padres o madres
cabeza de familia –cuya calidad reclama para sí el aquí actor – que
tienen afectada su libertad por cuenta de un proceso penal
el acceso al beneficio de la detención o prisión en el lugar de
residencia, en razón de tal condición, «no puede en principio

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suscitar situaciones intolerables de impunidad, es decir, aquellas en las


cuales el derecho reconocido del menor afecta de manera grave o
desproporcionada la realización efectiva de los fines del proceso o del

cumplimiento de las funciones propias de la pena» , agregando que «el


debido respeto al interés superior del menor no implica un reconocimiento
mecánico, irrazonable o autoritario de sus derechos. Y dejar como único
requisito de la detención o prisión domiciliaria para los padres o madres
cabeza de familia la constatación de la simple condición de tal convierte en
absoluto el derecho del menor a no estar separado de su familia, y además
lo hace en detrimento de unos institutos (la detención preventiva en centro
de reclusión y la ejecución de la pena en establecimiento carcelario) que no
sólo atienden a principios y valores constitucionales (como la paz, la
responsabilidad de los particulares y el acceso a la administración de
justicia de todos los asociados), sino que deben ser determinados por las
circunstancias personales del agente, motivo por el cual tienen que ser
ponderadas en todos los casos» (Cfr. CSJ SP, 22 jun. 2011, Rad.
35943).

Si al anterior criterio jurisprudencial se le suma que el


artículo 1º de la precitada Ley 750, en su inciso 3º reza “La
presente ley no se aplicará a las autoras o partícipes de los delitos de
genocidio, homicidio, delitos contra las cosas o personas y bienes
protegidos por el Derecho Internacional Humanitario, extorsión,
secuestro o desaparición forzada o quienes registren antecedentes

penales, salvo por delitos culposos o delitos políticos”, emerge sin

hesitación alguna que la prisión domiciliaria deprecada por


el accionante deviene improcedente por expresa prohibición
legal, teniendo en cuenta que la condena de prisión que se
le impuso fue por el delito de homicidio agravado .

Por consiguiente, la separación de DANI ALBERTO


BENAVIDEZ BENAVIDEZ de sus menores hijos, no es
consecuencia de un acto injusto o arbitrario de la

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administración de justicia, sino que es el resultado directo de


su actuar criminoso, mismo que no puede evadir, arguyendo
el bienestar de sus consanguíneos.

6. Debe insistir la Sala en que el Constituyente no le


otorgó a esta acción el carácter de tercera instancia o de
mecanismo paralelo a los procedimientos ordinarios de
defensa judicial, ni como una alternativa en caso de no
haber hecho uso de los mismos en debida forma, como lo
ha precisado reiteradamente la jurisprudencia de la Corte
Constitucional, al sostener que por medio de la acción de
tutela «no pueden desconocerse las decisiones adoptadas por los
jueces competentes, en procesos tramitados válidamente, es decir, con
sujeción a las normas procesales. Por tanto, carece de fundamento la
pretensión de convertir la acción de tutela en una especie de recurso
extraordinario de revisión, encaminado a remediar los errores o las
culpas de las partes o de sus apoderados, en procesos válidamente
tramitados» (C.C.S.T-025/1997).

7. Además, la proyección material del principio de


autonomía de la función jurisdiccional imposibilita
deslegitimar lo decidido por la simple circunstancia de no
ser compartido por quien ahora formula el reproche, pues
se itera, en sede de tutela no es posible efectuar una nueva
valoración sobre el asunto reseñado como si dicho
mecanismo fuera el escenario natural para intentar
imponer una posición particular, criterio igualmente
sostenido por la Corte Constitucional al establecer que:

«…el juez de tutela no puede entrar a valorar los medios de prueba que
fueron objeto de análisis dentro de los procesos ordinarios pues
solamente le corresponde verificar si, en la decisión del juez de

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instancia se hace evidente una irregularidad protuberante, el juez de


tutela debe emitir las órdenes sobre los parámetros constitucionales
necesarios para que el juez natural pueda corregir su error.
En conclusión, los jueces de la República gozan de autonomía en sus
decisiones y sus providencias no podrán ser desconocidas ni
revaluadas por el juez constitucional, pues este último se debe limitar a
determinar si existió o no una vulneración a los derechos
fundamentales de los asociados y sólo en esos casos podrá emitir las
órdenes al juez natural que permitan enmendar ese defecto» (C.C.S.T-
332/2006).

8. Finalmente, como en otras ocasiones ha dicho esta


Sala, si la administración de justicia adopta decisiones
adversas a las peticiones o a los intereses de quienes a ella
concurren, no por ello puede concluirse que se han
conculcado derechos fundamentales, en la medida que sus
providencias sean proferidas por los funcionarios que
ostenten la competencia y se sujeten a los cánones
constitucionales y legales que reglan su actividad, y sin tal
violación, la acción de tutela se torna improcedente.

9. Así las cosas, al no advertir la Sala reparo alguno en


la decisión de tutela de primera instancia, se impartirá
confirmación de la sentencia proferida el 8 de noviembre de
2018 por la Sala Penal del Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Bogotá.

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, en Sala de Decisión Penal de Tutelas n.° 2,
administrando justicia en nombre de la República y por
autoridad de la Ley,

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RESUELVE

1. CONFIRMAR la sentencia proferida el 8 de


noviembre de 2018 por la Sala Penal del Tribunal Superior
del Distrito Judicial de Bogotá, por las razones expuestas
en la parte considerativa.

2. En caso de no ser impugnada la presente decisión,


REMITIR las diligencias a la Corte Constitucional para su
eventual revisión.

NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE

FERNANDO ALBERTO CASTRO CABALLERO

JOSÉ LUIS BARCELÓ CAMACHO

LUIS ANTONIO HERNÁNDEZ BARBOSA

NUBIA YOLANDA NOVA GARCÍA


Secretaria

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