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Los sistemas de salud son una estructura compleja que se encarga de llevar servicios sanitarios, en
diferentes niveles, para cada una de las personas que habita una nación. Muchos países
latinoamericanos dependen del avance político y económico del país de origen, hay algunos que
en esta mitad del siglo han crecido de manera exponencial y otros que se mantienen bajo un vía
de desarrollo. Para determinar los déficits y problemas en los avances de todos los sistemas de
salud se debe de realizar un análisis del mismo frente a dos principales componentes: la población
y las instituciones, y asimismo identificar los retos que lleva consigo cada uno de ellos.
Los retos para la población están reflejados por la dinámica demográfica y epidemiológica,
tomando como punto de inicio los patrones de transición y las proyecciones del peso de
enfermedad. En cuanto a los retos institucionales, aún no se han terminado de resolver los viejos
problemas acumulados como la cobertura ineficiente, pobre calidad técnica, ineficiencia en la
asignación de recursos, inadecuado funcionamiento de la referencia de pacientes, baja capacidad
resolutiva y administración deficiente de organizaciones específicas.
Para poder buscar reformas que inicien el cambio en todo sistema de salud, se tiene que conocer
sus principales componentes y trabajar en base a cada uno de ellos y en sus dimensiones. Los
diversos grupos de poblaciones requieren de un tipo de servicios de salud en especial, la cual tiene
que generar una respuesta organizada de las instituciones.
La configuración de las cuatro funciones más importantes del sistema de salud –modulación,
financiamiento, articulación y prestación– proporciona las bases para identificar los principales
modelos institucionales. Cabe destacar que, en algunos modelos, algunas de las funciones pueden
no estar asignadas de manera explícita. Esto es lo que ocurre con los sistemas integrados
verticalmente, en los que algunas de las funciones pueden estarse desempeñando sólo de manera
implícita, o bien, pueden encontrarse ausentes porque de otra manera entrarían en conflicto con
otras funciones.
En función de toda una compleja red de fuerzas económicas, políticas y culturales, cada uno de los
países latinoamericanos ha ido desarrollando su propio sistema de salud. El aspecto crucial que los
sistemas de salud han tenido que resolver es la cuestión de la integración entre población e
instituciones.
El modelo público unificado es aquel que diferentes grupos de la población reciben los mismos
servicios, y estos son modulados por un solo sistema de salud unificado. Algunos de los países
ejemplo son Cuba y Costa Rica.
El modelo segmentado es el más común en América Latina. En ella se distingue, dos grupos
marcados: el primero donde se encuentran las personas pobres a quienes el ministerio de salud
cubre sus necesidades en salud, y el segundo grupo, que a su vez se divide en dos, las personas de
clase media alta o media quienes tienen un trabajo estable y pueden costear un seguro social, y un
grupo de personas que cuentan con seguro privado o múltiples seguros, aparte de la seguridad
social. Presenta muchos problemas como duplicación de funciones y desperdicio de recursos,
conduce a diferenciales importantes de calidad entre los diversos segmentos, la segmentación
implica de hecho la coexistencia de los dos modelos polares, y el más importante, no refleja el
comportamiento real de la población.
En América Latina se han desarrollado dos variantes de este tipo de reforma. La primera ha sido la
estrategia de privatización, en particular respecto de la seguridad social. Las Instituciones de Salud
Previsional (ISAPRES) chilenas constituyen el mejor ejemplo de esta estrategia. La segunda
variante ha sido la estrategia de descentralización, con la devolución de responsabilidades
previamente centralizadas a las autoridades locales. En este caso, Brasil y Bolivia son ejemplos que
cabe destacar.
“Pluralismo” evita los extremos del monopolio en el sector público y la atomización en el sector
privado. “Estructurado” evita los extremos de los procedimientos autoritarios del gobierno y la
ausencia anárquica de reglas del juego transparentes para evitar o compensar las fallas del
mercado. El pluralismo estructurado alienta una distribución más equilibrada de poder que
cualquiera de los modelos polares. El sistema de salud ya no estaría organizado por grupos
sociales, sino por funciones.
El pluralismo estructurado resuelve este reto en dos formas. Primero, aplica los mismos valores y
principios a todos los grupos de población. Segundo, evita la segregación fortaleciendo
deliberadamente la movilidad de todos los grupos sociales entre las diversas soluciones
institucionales.
En mi opinión, vemos con claridad que todo sistema de salud parte de la estructura política, social
y económica de cada país en América Latina, y según ello se establecen los cuatro principales
componentes de todo sistema de salud como son modulación, financiamiento, articulación y
prestación. Conforme van pasando los años estos sistemas se moldean idealmente según las
necesidades que el estado requiere. Es por ello que mucho de los modelos tradicionales pierden
su forma, y se torna una opción tomar una combinación de los mismos para poder resolver los
retos en salud. El modelo más aceptado es aquel donde la modulación la realiza el ente
gubernamental. Vemos que hay mucho camino por recorrer, y más trabajo por perfeccionar la
agenda de reforma con una buena implementación técnica y política.