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LA DISTANCIA, EL "PHÁRMAKON DE

LA PANDEMIA

Nos alejamos para salvarnos y nos juntamos para no enloquecer,

la distancia es la cura y el mal. El mal de los humanos que a la

base somos relacionales, ¿cómo sostenemos la distancia si en

tanto que, raíz del mundo del que hemos emergido, nos

mantenemos unidos a la tierra, a los otros?

Otras preguntas: ¿La presencia es necesariamente corpórea?

¿Existiríamos sin cuerpo? ¿El tacto es de piel a piel,

únicamente? Nos conocimos en pandemia, ¿es eso conocernos?

Experienciar la vida en pandemia, al menos una que se pasa en lo

más próximo al aislamiento, como la he pasado yo, no prescinde

del cuerpo. Permite quizás su experiencia de modo más reflexivo

o tal vez, nos deja observar un cuerpo que no es analizado

siempre que se dice cuerpo, el diálogo.

@JOAQUINMAGANATERAPEUTA
INSPIRA CENTRO DE DESARROLLO ARTÍSTICO Y HUMANO
Nos vemos a distancia por aplicaciones diversas, ¿es eso tocarnos?

Merleau Ponty diría que “un ojo que toca, también es tocado”

empero, ese que se observa en la pantalla, ¿soy yo?, ¿eres tú?

La piel, en la pandemia, se ha transformado en diálogo, ese que,

para el filósofo citado, es la evidencia de la inter-encarnación con

el mundo. Y esto no saca de la ecuación al cuerpo, porque no hay

diálogo sin cuerpo.

Yo siento al otro que me consulta, lo siento, aunque esté en Canadá,

en Uruguay, en Ciudad de México, o Tabasco. Me siente, aunque me

encuentre en Querétaro. Nos conmovemos, nos reímos, suspiramos,

nos acompañamos en el llanto. Y sí, lo siento en el estómago cuando

comparte su tragedia o su alegría, en mis piernas cuando habla de

algo que me agita, en mi cabeza, cuando intento invitar a otros más

sabios a nuestra charla, en mis manos, cuando me despido, en mis

brazos, cuando nos abraza el diálogo.

@JOAQUINMAGANATERAPEUTA
INSPIRA CENTRO DE DESARROLLO ARTÍSTICO Y HUMANO
¿Y cuando no hay palabras? Les siento en todo el cuerpo.

Inicié diciendo que la distancia es cura y mal, siento que no hay

distancia tan grande que sortee la amplitud del diálogo. Esa

disposición para el encuentro, nos abraza en un nosotros

indivisible, ontológico.

Reparemos un poco en la palabra “nosotros”; por ella, ¿nos

volvemos uno? Nosotros como masa indivisible, nosotros como uno,

un solo cuerpo, una comunidad, “la comunidad de los unos”, dirá

Jean-luc Nancy.

Nos envuelve el diálogo sí, pero no para hacernos uno, sino para

respetar nuestra singularidad. El uno que se singulariza por sí,

para sí, con otros.

La distancia no la es tanta cuando reparamos en senti-pensarnos

dialogando. Porque sea que se ponga en videncia con la palabra, sea

implícito en el pensamiento, se vibre en el silencio, se ejercite en

los sueños, es el cuerpo del que no hay forma de desprendernos.

JOAQUÍN MAGAÑA
@JOAQUINMAGANATERAPEUTA
INSPIRA CENTRO DE DESARROLLO ARTÍSTICO Y HUMANO

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